Chequence este re lato espero les guste y comenten por fa.
-Juanma a cenar! Todo empezó así. Tenía 21 años y con pocas experiencias con chicas.
Fui a al comedor y allí estaba sentado mí padre, mientras mi madre terminaba de servir la comida. Éramos 3 en casa.
Todo fue bien hasta que un comentario de mí madre ofendió a mi padre. Él hacía casi 2 años que no encontraba trabajo. Se empezaron a pelear y él se marchó de casa. Entonces mí madre empezó a llorar. Estaba desesperada, cansada de ser la responsable de todo en casa. Me abrazó con todas sus fuerzas. Entre sollozos me confesó que ya no podía más, ella quería un hombre que la ayudase y la protegiese, no un hombre que se quedaba en casa sin hacerse responsable de los problemas.
Me sentía impotente;
-Mamá, ya sabes que todavía estoy estudiando, pero por ti, dejaré de estudiar y me pondré a trabajar, yo seré tú hombre de la casa!
Mamá me miró, me dio un beso en la mejilla y me dijo;
-No, tú termina tus estudios y cuando acabes serás tú mi hombre.
En aquel momento, noté una cosa que nunca antes había sentido. ¿Yo voy a ser su hombre? Y en aquel momento noté más fuerte que nunca sus pechos contra mí.
No me lo podía creer lo que me pasaba por la cabeza, ser su hombre. Y como tal ella ser mí mujer. Me auto impuse que no volvería a tener ese pensamiento.
Un par de horas más tarde, mientras dormía, oí como la puerta de casa se abría. Era mi padre que volvía, estaba bastante borracho. Chocó con un par de muebles del comedor antes de llegar a la habitación.
Como la habitación de mis padres y la mía eran contiguas, pude oír su conversación;
- ¿Como puedes decir que no soy tu hombre? Ahora verás lo que te puede hacer tu hombre.
Unos minutos después empecé a sentir como la cama empezaba a chirriar, al principio era lento y constante, de repente más rápido y con más fuerza. Poco a poco mi madre empezó a chillar, al principio era un suave murmullo, pero al final eran gritos de pasión desenfrenada. No paraba de repetir lo mismo;
-Sí, sí, ¡tu eres mi hombre! ¡Dame más!
Aquellos gritos, hace unas horas me habrían incomodado, pero en aquel momento me puso a mil. Estaba muy caliente, podía oír como la que quería que fuese mi mujer disfrutaba en la cama.
No lo pude evitar, me bajé los pantalones y al ritmo de sus gemidos, me vacié.
Cuando los tres terminamos, esperé que se quedasen dormidos, así que me levanté y fui al baño. En el momento que pasaba por delante de la habitación de mis padres ¡encendieron la luz de su habitación! Ellos también tenían que ir.
La situación fue muy incómoda, nos miramos los tres, yo desnudo con la mano llena mi semen y ellos desnudos en la cama.
Nadie dijo nada.
Pasaron un par de días, ninguno de nosotros comentó nada de lo que pasó.
Pero yo no podía parar de pensar en lo sucedido. Mis miradas furtivas hacia mamá eran constantes. Repasaba la forma de su culo, sus pechos,.. Eran tan descaradas que hasta mi padre se dio cuenta.
Aprovechando que mi madre se fue al baño, mi padre me dijo;
-Hijo, sabes que lo que haces no está bien. No es una mujer cualquiera, es tú madre. Y ya sabes que es mía, yo soy su hombre y soy yo la que la disfruta y manda en casa.
Esas palabras me encendieron por dentro;
-¿Tú el hombre de la casa? El hombre de la casa se hace responsable de los recibos, de dar la cara por la familia, de ayudar a su mujer. Y tú no haces nada de todo eso. ¡Solamente te limitas a follártela!
Fui muy duro. La cara de mi padre cambio por completo.
-Pues si eres capaz de ser el cabeza de familia, no pondré ningún problema en que tengas tu recompensa. Le podrás hacer todo lo que quieras!
No podía creer lo que había oído. ¡Mi mayor fantasía a tocar! Cogí mis cosas y me fui a buscar trabajo. La idea era trabajar después de la universidad y los sábados.
En unas pocos días lo conseguí; trabajaba por las noches de camarero y los sábados. El trabajo era muy malo, pero la recompensa valía la pena.
Por la noche llegué a casa y durante la cena lo dije;
-Papá, mamá como no quiero que os volváis a enfadar, he decido ser el hombre de la casa mientras papá no tenga trabajo. Y por eso he buscado un trabajo.
La cara de mi padre se descompuso, recordaba perfectamente sus palabras y lo que ello conllevaba.
Pasaron las semanas y por fin llegó el día. Final de mes, cuando cobrase demostraría que yo era el hombre de la casa y como tal tenía derecho a mi recompensa.
Con mi sobre lleno de dinero llegué a casa. Allí estaba mi padre como siempre, sentado en el sofá, mirando la tele y bebiendo cerveza.
-Papá, aquí tienes la prueba de que soy el nuevo hombre de la casa. Quiero que cumplas lo que me dijiste.
Mi padre se quedó en silencio unos segundos;
-De acuerdo, has trabajado duro y te di mi palabra. Tú no hagas nada hasta que yo te lo diga. Esta noche tendrás tu recompensa.
Se me puso dura como una piedra, no lo podía creer, por fin tendría mi recompensa, podría sentir el cuerpo caliente de mi madre junto al mío, moviéndose los dos a la vez.
-¡Juanma a cenar! Me dijo mi madre. Me senté en la mesa y no paraba de pensar en lo mismo, desnudarla y empezar a lamer su cuerpo.
Al acabar la cena, mi padre dijo:
-Vamos a celebrar el sueldo de nuestro hijo. ¡Bebamos!
Abrimos una botella de vino y entre brindis y risas, mi madre iba bebiendo. Mientras que mí padre y yo nos moderamos. Pasadas unas horas, mi madre parecía muy borracha.
Así que mi padre, empezó a besar y a tocar a mi madre. Ella entre rizas no decía que no, empezó a desnudarse ante los dos.
-Hijo, ahora continúa tú. Cuando tú madre está bebida, se pone muy facilona y se deja hacer lo que quieras. Yo me voy a mí habitación, no quiero ver como se follan a mí mujer.
No dudé ni un segundo, mis labios rozaron los suyos, y ella en vez de rechazarlos me cogió con pasión, se sentó encima de mí y me introdujo su lengua hasta el fondo de mí garganta. Le empecé a quitar la ropa, sus pechos quedaron al aire. Eran mucho más bonitos y sabrosos de lo que me imaginaba. Los empecé a lamer y chupar.Ella me sacó el jersey y los pantalones. Yo también le quité los pantalones y las bragas. Aquella mujer era un espectáculo, estaba muy buena y era para mí.
Se abrió de piernas y me dijo:
-Fóllame!
No dudé ni un segundo, le puse la punta de mi pene delante de su coño, puede notar la humedad que tenía y como de caliente estaba. Empecé a apretar y noté como entraba. La muy guarra hacía fuerza para que lo notase más apretado.
Con la emoción y mi inexperiencia, pasó no inevitable. Me corrí. Le llené el coño de mi semen.
Mi madre al notar que ya había terminado empezó a chillarme.
-¿Cómo te atreves a dejarme así? Si quieres ser el hombre de la casa ¡has de cumplir como tal! Me voy con un hombre que sí sabe hacerme sentir mujer.
Se levantó y se fue a la habitación de mis padres. En unos pocos segundos oí como empezaba a gemir.
En mi habitación, frustrado y triste no paraba de maldecirme. Como podía haber perdido esta oportunidad. De repente recordé lo que me dijo mi madre. “¡Si quieres ser el hombre de la casa has de cumplir como tal! Me voy con un hombre que sí sabe hacerme sentir mujer.” No estaba tan borracha como creía. Sabía con quien estaba y lo que hacía!
La muy zorra se había hecho la borracha y se había acostado conmigo adrede.
A la mañana siguiente, mientras almorzábamos, mis padres no paraban de hacer risitas. Hasta que no pude más y estallé.
-Lo de ayer noche, ¡lo quiero repetir! Soy el nuevo hombre de la casa y tengo derecho a una segunda oportunidad!
Mi padre me miró y me dijo.
-Tú eres el hombre de la casa por traer dinero. Pero yo soy el hombre de la casa, porque soy el único que puede calmar a la zorra de tu madre.
A lo que respondí:
-Puede que ayer no aguantase, pero tengo tus genes, tengo una buena polla y con un poco de paciencia puedo darle más que tú. Cogí mis cosas y me fui a la universidad.
-¡Juanma a cenar! Me dijo mi madre. Me senté en la mesa y nadie dijo nada, el ambiente estaba muy cargado y ninguno de los tres abrió la boca. Al final de la cena, nos sentamos en el sofá a ver la tele. De repente mi madre, se levantó apagó la tele y nos dijo:
-Estoy harta de esta situación. Quiero que seamos una familia unida. Y una disputa como esta no nos ha de separar. Soy muy mujer y puedo con los dos. Así que ahora mismo me vais a follar los dos y resolvamos este conflicto!
En un segundo se desnudó y fue hasta mi padre, lo empezó a besar, mientras él la sobaba. Yo estaba al lado viendo este espectáculo, no me lo podía creer.
-¿Vienes o ya te das por vencido? Dijo mi madre.
No dudé ni un segundo, me desnudé y empecé a besar su cuello.
Al cabo de unos instantes de besarnos. Nos pusimos de pié. Los tres desnudos, yo refregando mi polla entre las cachas del culo de mi madre. Mientras mi padre hacía lo suyo por delante. Mi madre no paraba de gemir y disfrutar.
Nos fuimos a la habitación. Nos sentó en la cama y ella delante de rodillas nos la empezó a chupar. Primero me tocó a mí. Su boca húmeda empezó a tragarse mi polla, primero la punta para terminar todo dentro. Notaba su aliente en mis huevos, estaba a mil. Al final le pedí que parase, necesitaba descansar para no correrme.
Así que empezó con mi padre. Él le cogió la cabeza y se dedicó a dirigirla. Con movimientos suaves, mi madre se tragaba aquel pene. Arriba y abajo. Mi padre suspiraba a cada embiste.
Con los minutos me fui relajando y ya podía continuar. Les pedí que cambiaran de postura. Yo también quería participar. Mi madre se estiró y abrió las piernas. Era una invitación para comerle el coño. Puse mi cara delante de su coño, estaba mojado. Así que pasé mi lengua por su raja. Des del agujero lo coño, separando sus labios, hasta el clítoris. Me fui tragando sus fluidos. Aunque mi madre tenía en la boca el enorme rabo de mi padre, pude oír como gemía.
Al cabo de unos minutos de chuparle el coño a mamá, paré y le pedí que me la volviera a chuparla. Así que mi padre con una sonrisa me dijo:
-Muy bien hombre de la casa, me has dejado esta mujer a punto para follármela. Aprende que luego vas tú.
Me quedé absorto, mi padre se puso entre las piernas de mi madre y con un rápido movimiento de caderas le introdujo todo aquel pene bien adentro. Era todo un espectáculo ver como se la follaba. De repente, noté como empezaban a chupar mi pene. Era mi madre, volvía a chuparme la polla. Pasaba su lengua por todo mi pene, lo chupaba y se tragaba todos mis líquidos. Estábamos los tres en el cielo.
Al cabo de unos minutos, mi madre cada vez estaba más caliente, se movía más y más fuerte, gemía y me la chupaba con más fuerza. Estaba a punto de tener un orgasmo. Entonces, mi padre paró y salió de dentro.
-Hijo, ahora continúa tú y haz que la zorra de tu madre tenga el mejor orgasmo de su vida.
Nos movimos, yo me estiré y mi madre subió encima de mí. Al clavarle mi pene en su coño, lo noté diferente que el otro día. Lo tenía totalmente encharcado y grande. Mi polla entró sin fricción. La cogí de las caderas y empecé a marcar el ritmo. Ella lo seguía perfectamente. En unos segundos, empezó a gemir. Estaba disfrutando y podía notar como todos sus músculos se iban tensando, estaba a punto de tener un orgasmo.
Finalmente llegó, mi madre lanzó un gemido mientras su coño se convulsionaba. Notaba como estrujaba mi pene y hacía que le diese todo lo que tenía dentro. Así lo hice, me corrí como nunca lo había hecho. Fue un orgasmo eterno. Cuando los dos terminamos mi padre dijo:
-Te felicito, eres todo un hombre de la casa. Pero te falta experiencia. Mira como lo hago yo y emprende.
Cogió mi madre, ella estaba medio desmayada por el esfuerzo, la puso a cuatro patas y le clavó el pene. La cara de mi madre al clavarle aquel enorme pene cambió, volvía a hacer cara de vicio. Mi padre bombeaba sin parar y ella cada vez se ponía más y más caliente.
Con el esfuerzo y la tensión que había sufrido, en vez de ver como terminaban mis padres, me quedé dormido. Estaba sin fuerzas.
Al despertar, no había nadie en la cama. Pensé; ¿fue un sueño? No, no podía ser, tenía el pene muy sensible.
Me levanté y fui hacia la cocina, allí estaba mi padre, sentado leyendo el periódico y mi madre tomando un café.
-Buenos días! ¿Cómo has dormido? Me dijo mi madre.
-Como quieres que haya dormido, ¡como un campeón! Añadió mi padre.
De repente, mi madre se puso seria y me dijo:
-Tanto a mí como a tu padre nos ha gustado mucho y queremos continuar con lo que hemos hecho. Pero nos has de prometer que esto no saldrá nunca de aquí.
-Por supuesto, dije.
-Pues si los tres estamos de acuerdo, solo quiero puntualizar una cosa – dijo mamá- La próxima vez que lo hagamos, quiero que los dos me lo hagáis a la vez. Por lo que con cuidado, me tendréis que hacer también por detrás.
Pero esto ya es otra historia.
Juanam.
-Juanma a cenar! Todo empezó así. Tenía 21 años y con pocas experiencias con chicas.
Fui a al comedor y allí estaba sentado mí padre, mientras mi madre terminaba de servir la comida. Éramos 3 en casa.
Todo fue bien hasta que un comentario de mí madre ofendió a mi padre. Él hacía casi 2 años que no encontraba trabajo. Se empezaron a pelear y él se marchó de casa. Entonces mí madre empezó a llorar. Estaba desesperada, cansada de ser la responsable de todo en casa. Me abrazó con todas sus fuerzas. Entre sollozos me confesó que ya no podía más, ella quería un hombre que la ayudase y la protegiese, no un hombre que se quedaba en casa sin hacerse responsable de los problemas.
Me sentía impotente;
-Mamá, ya sabes que todavía estoy estudiando, pero por ti, dejaré de estudiar y me pondré a trabajar, yo seré tú hombre de la casa!
Mamá me miró, me dio un beso en la mejilla y me dijo;
-No, tú termina tus estudios y cuando acabes serás tú mi hombre.
En aquel momento, noté una cosa que nunca antes había sentido. ¿Yo voy a ser su hombre? Y en aquel momento noté más fuerte que nunca sus pechos contra mí.
No me lo podía creer lo que me pasaba por la cabeza, ser su hombre. Y como tal ella ser mí mujer. Me auto impuse que no volvería a tener ese pensamiento.
Un par de horas más tarde, mientras dormía, oí como la puerta de casa se abría. Era mi padre que volvía, estaba bastante borracho. Chocó con un par de muebles del comedor antes de llegar a la habitación.
Como la habitación de mis padres y la mía eran contiguas, pude oír su conversación;
- ¿Como puedes decir que no soy tu hombre? Ahora verás lo que te puede hacer tu hombre.
Unos minutos después empecé a sentir como la cama empezaba a chirriar, al principio era lento y constante, de repente más rápido y con más fuerza. Poco a poco mi madre empezó a chillar, al principio era un suave murmullo, pero al final eran gritos de pasión desenfrenada. No paraba de repetir lo mismo;
-Sí, sí, ¡tu eres mi hombre! ¡Dame más!
Aquellos gritos, hace unas horas me habrían incomodado, pero en aquel momento me puso a mil. Estaba muy caliente, podía oír como la que quería que fuese mi mujer disfrutaba en la cama.
No lo pude evitar, me bajé los pantalones y al ritmo de sus gemidos, me vacié.
Cuando los tres terminamos, esperé que se quedasen dormidos, así que me levanté y fui al baño. En el momento que pasaba por delante de la habitación de mis padres ¡encendieron la luz de su habitación! Ellos también tenían que ir.
La situación fue muy incómoda, nos miramos los tres, yo desnudo con la mano llena mi semen y ellos desnudos en la cama.
Nadie dijo nada.
Pasaron un par de días, ninguno de nosotros comentó nada de lo que pasó.
Pero yo no podía parar de pensar en lo sucedido. Mis miradas furtivas hacia mamá eran constantes. Repasaba la forma de su culo, sus pechos,.. Eran tan descaradas que hasta mi padre se dio cuenta.
Aprovechando que mi madre se fue al baño, mi padre me dijo;
-Hijo, sabes que lo que haces no está bien. No es una mujer cualquiera, es tú madre. Y ya sabes que es mía, yo soy su hombre y soy yo la que la disfruta y manda en casa.
Esas palabras me encendieron por dentro;
-¿Tú el hombre de la casa? El hombre de la casa se hace responsable de los recibos, de dar la cara por la familia, de ayudar a su mujer. Y tú no haces nada de todo eso. ¡Solamente te limitas a follártela!
Fui muy duro. La cara de mi padre cambio por completo.
-Pues si eres capaz de ser el cabeza de familia, no pondré ningún problema en que tengas tu recompensa. Le podrás hacer todo lo que quieras!
No podía creer lo que había oído. ¡Mi mayor fantasía a tocar! Cogí mis cosas y me fui a buscar trabajo. La idea era trabajar después de la universidad y los sábados.
En unas pocos días lo conseguí; trabajaba por las noches de camarero y los sábados. El trabajo era muy malo, pero la recompensa valía la pena.
Por la noche llegué a casa y durante la cena lo dije;
-Papá, mamá como no quiero que os volváis a enfadar, he decido ser el hombre de la casa mientras papá no tenga trabajo. Y por eso he buscado un trabajo.
La cara de mi padre se descompuso, recordaba perfectamente sus palabras y lo que ello conllevaba.
Pasaron las semanas y por fin llegó el día. Final de mes, cuando cobrase demostraría que yo era el hombre de la casa y como tal tenía derecho a mi recompensa.
Con mi sobre lleno de dinero llegué a casa. Allí estaba mi padre como siempre, sentado en el sofá, mirando la tele y bebiendo cerveza.
-Papá, aquí tienes la prueba de que soy el nuevo hombre de la casa. Quiero que cumplas lo que me dijiste.
Mi padre se quedó en silencio unos segundos;
-De acuerdo, has trabajado duro y te di mi palabra. Tú no hagas nada hasta que yo te lo diga. Esta noche tendrás tu recompensa.
Se me puso dura como una piedra, no lo podía creer, por fin tendría mi recompensa, podría sentir el cuerpo caliente de mi madre junto al mío, moviéndose los dos a la vez.
-¡Juanma a cenar! Me dijo mi madre. Me senté en la mesa y no paraba de pensar en lo mismo, desnudarla y empezar a lamer su cuerpo.
Al acabar la cena, mi padre dijo:
-Vamos a celebrar el sueldo de nuestro hijo. ¡Bebamos!
Abrimos una botella de vino y entre brindis y risas, mi madre iba bebiendo. Mientras que mí padre y yo nos moderamos. Pasadas unas horas, mi madre parecía muy borracha.
Así que mi padre, empezó a besar y a tocar a mi madre. Ella entre rizas no decía que no, empezó a desnudarse ante los dos.
-Hijo, ahora continúa tú. Cuando tú madre está bebida, se pone muy facilona y se deja hacer lo que quieras. Yo me voy a mí habitación, no quiero ver como se follan a mí mujer.
No dudé ni un segundo, mis labios rozaron los suyos, y ella en vez de rechazarlos me cogió con pasión, se sentó encima de mí y me introdujo su lengua hasta el fondo de mí garganta. Le empecé a quitar la ropa, sus pechos quedaron al aire. Eran mucho más bonitos y sabrosos de lo que me imaginaba. Los empecé a lamer y chupar.Ella me sacó el jersey y los pantalones. Yo también le quité los pantalones y las bragas. Aquella mujer era un espectáculo, estaba muy buena y era para mí.
Se abrió de piernas y me dijo:
-Fóllame!
No dudé ni un segundo, le puse la punta de mi pene delante de su coño, puede notar la humedad que tenía y como de caliente estaba. Empecé a apretar y noté como entraba. La muy guarra hacía fuerza para que lo notase más apretado.
Con la emoción y mi inexperiencia, pasó no inevitable. Me corrí. Le llené el coño de mi semen.
Mi madre al notar que ya había terminado empezó a chillarme.
-¿Cómo te atreves a dejarme así? Si quieres ser el hombre de la casa ¡has de cumplir como tal! Me voy con un hombre que sí sabe hacerme sentir mujer.
Se levantó y se fue a la habitación de mis padres. En unos pocos segundos oí como empezaba a gemir.
En mi habitación, frustrado y triste no paraba de maldecirme. Como podía haber perdido esta oportunidad. De repente recordé lo que me dijo mi madre. “¡Si quieres ser el hombre de la casa has de cumplir como tal! Me voy con un hombre que sí sabe hacerme sentir mujer.” No estaba tan borracha como creía. Sabía con quien estaba y lo que hacía!
La muy zorra se había hecho la borracha y se había acostado conmigo adrede.
A la mañana siguiente, mientras almorzábamos, mis padres no paraban de hacer risitas. Hasta que no pude más y estallé.
-Lo de ayer noche, ¡lo quiero repetir! Soy el nuevo hombre de la casa y tengo derecho a una segunda oportunidad!
Mi padre me miró y me dijo.
-Tú eres el hombre de la casa por traer dinero. Pero yo soy el hombre de la casa, porque soy el único que puede calmar a la zorra de tu madre.
A lo que respondí:
-Puede que ayer no aguantase, pero tengo tus genes, tengo una buena polla y con un poco de paciencia puedo darle más que tú. Cogí mis cosas y me fui a la universidad.
-¡Juanma a cenar! Me dijo mi madre. Me senté en la mesa y nadie dijo nada, el ambiente estaba muy cargado y ninguno de los tres abrió la boca. Al final de la cena, nos sentamos en el sofá a ver la tele. De repente mi madre, se levantó apagó la tele y nos dijo:
-Estoy harta de esta situación. Quiero que seamos una familia unida. Y una disputa como esta no nos ha de separar. Soy muy mujer y puedo con los dos. Así que ahora mismo me vais a follar los dos y resolvamos este conflicto!
En un segundo se desnudó y fue hasta mi padre, lo empezó a besar, mientras él la sobaba. Yo estaba al lado viendo este espectáculo, no me lo podía creer.
-¿Vienes o ya te das por vencido? Dijo mi madre.
No dudé ni un segundo, me desnudé y empecé a besar su cuello.
Al cabo de unos instantes de besarnos. Nos pusimos de pié. Los tres desnudos, yo refregando mi polla entre las cachas del culo de mi madre. Mientras mi padre hacía lo suyo por delante. Mi madre no paraba de gemir y disfrutar.
Nos fuimos a la habitación. Nos sentó en la cama y ella delante de rodillas nos la empezó a chupar. Primero me tocó a mí. Su boca húmeda empezó a tragarse mi polla, primero la punta para terminar todo dentro. Notaba su aliente en mis huevos, estaba a mil. Al final le pedí que parase, necesitaba descansar para no correrme.
Así que empezó con mi padre. Él le cogió la cabeza y se dedicó a dirigirla. Con movimientos suaves, mi madre se tragaba aquel pene. Arriba y abajo. Mi padre suspiraba a cada embiste.
Con los minutos me fui relajando y ya podía continuar. Les pedí que cambiaran de postura. Yo también quería participar. Mi madre se estiró y abrió las piernas. Era una invitación para comerle el coño. Puse mi cara delante de su coño, estaba mojado. Así que pasé mi lengua por su raja. Des del agujero lo coño, separando sus labios, hasta el clítoris. Me fui tragando sus fluidos. Aunque mi madre tenía en la boca el enorme rabo de mi padre, pude oír como gemía.
Al cabo de unos minutos de chuparle el coño a mamá, paré y le pedí que me la volviera a chuparla. Así que mi padre con una sonrisa me dijo:
-Muy bien hombre de la casa, me has dejado esta mujer a punto para follármela. Aprende que luego vas tú.
Me quedé absorto, mi padre se puso entre las piernas de mi madre y con un rápido movimiento de caderas le introdujo todo aquel pene bien adentro. Era todo un espectáculo ver como se la follaba. De repente, noté como empezaban a chupar mi pene. Era mi madre, volvía a chuparme la polla. Pasaba su lengua por todo mi pene, lo chupaba y se tragaba todos mis líquidos. Estábamos los tres en el cielo.
Al cabo de unos minutos, mi madre cada vez estaba más caliente, se movía más y más fuerte, gemía y me la chupaba con más fuerza. Estaba a punto de tener un orgasmo. Entonces, mi padre paró y salió de dentro.
-Hijo, ahora continúa tú y haz que la zorra de tu madre tenga el mejor orgasmo de su vida.
Nos movimos, yo me estiré y mi madre subió encima de mí. Al clavarle mi pene en su coño, lo noté diferente que el otro día. Lo tenía totalmente encharcado y grande. Mi polla entró sin fricción. La cogí de las caderas y empecé a marcar el ritmo. Ella lo seguía perfectamente. En unos segundos, empezó a gemir. Estaba disfrutando y podía notar como todos sus músculos se iban tensando, estaba a punto de tener un orgasmo.
Finalmente llegó, mi madre lanzó un gemido mientras su coño se convulsionaba. Notaba como estrujaba mi pene y hacía que le diese todo lo que tenía dentro. Así lo hice, me corrí como nunca lo había hecho. Fue un orgasmo eterno. Cuando los dos terminamos mi padre dijo:
-Te felicito, eres todo un hombre de la casa. Pero te falta experiencia. Mira como lo hago yo y emprende.
Cogió mi madre, ella estaba medio desmayada por el esfuerzo, la puso a cuatro patas y le clavó el pene. La cara de mi madre al clavarle aquel enorme pene cambió, volvía a hacer cara de vicio. Mi padre bombeaba sin parar y ella cada vez se ponía más y más caliente.
Con el esfuerzo y la tensión que había sufrido, en vez de ver como terminaban mis padres, me quedé dormido. Estaba sin fuerzas.
Al despertar, no había nadie en la cama. Pensé; ¿fue un sueño? No, no podía ser, tenía el pene muy sensible.
Me levanté y fui hacia la cocina, allí estaba mi padre, sentado leyendo el periódico y mi madre tomando un café.
-Buenos días! ¿Cómo has dormido? Me dijo mi madre.
-Como quieres que haya dormido, ¡como un campeón! Añadió mi padre.
De repente, mi madre se puso seria y me dijo:
-Tanto a mí como a tu padre nos ha gustado mucho y queremos continuar con lo que hemos hecho. Pero nos has de prometer que esto no saldrá nunca de aquí.
-Por supuesto, dije.
-Pues si los tres estamos de acuerdo, solo quiero puntualizar una cosa – dijo mamá- La próxima vez que lo hagamos, quiero que los dos me lo hagáis a la vez. Por lo que con cuidado, me tendréis que hacer también por detrás.
Pero esto ya es otra historia.
Juanam.
9 comentarios - Papá y yo nos follamos a mamá
idem
QUE NADIE SE ATREVA.. A TOCAR A MI VIEJA 🆒
jajajajajajajajajajajajajajajaj no le toqen el "pappo" de la vieja xD
jajajajajajajajajajajajajajaj 😀