Buenas noches Poringeros del mundo!!! Ha sido una semana productiva para relatar. Por eso esta noche les traigo una nueva parte de mis "Sexanecdotas" Espero poder llenar las espectativas de toda la comunidad con esta nueva entrega!
Luego de 9 años con mi esposa, nos separamos. Teníamos 19 años cuando nos conocimos la primera vez de la negra fue conmigo. Siempre fue una mina muy jugada en el sexo. Siempre me dejó satisfecho. La separación para mi fue muy jodida, pero valió la pena esperar por nuestra reconciliación, porque esa noche fue fantástica.
Aquella noche dejamos nuestros hijos con mis padres y nos volvimos a casa. Nos sentamos en el living a charlar de nuestros asuntos. Charlamos un rato hasta que nos quedamos en silencio y nuestras miradas lo dijeron todo. Comenzamos con los besos, profundos y apasionados. Ella llevaba una pollera corta y una remera escotada, que dejaba ver sus pechos. Mis besos se dirigieron directamente a su escote donde exploraron vigorosamente. Mis manos directamente sobre sus muslos y su respiración cada vez más fuerte.
Seguí bajando y puse mi cabeza entre sus piernas, corrí su pequeña bombacha a un costado y comencé a chuparle su hermosa conchita. Mordía su clítoris y adentraba cada vez más la lengua. Los fluidos de su primer orgasmo se cayeron en mi boca.
-¿Queres que te lo siga haciendo acá o queres ir a la cama?-le pregunté. -Donde estemos más cómodos, contesto llevándome a la habitación.
Nos acostamos besándonos constantemente. Volví a su conchita de costado y en ese momento ella sacó mi verga de los pantalones y comenzó a chuparla, consiguiendo hacer así un espectacular 69. Así estuvimos como 10 minutos hasta que extasiada me pidió que la penetrara. En la clásica posición del misionero, la penetré. Le estaba dando duro, le puse sus piernas sobre mis hombros para penetrarla más profundo.
-Estoy por acabar, ¿me das tu boquita?-le dije. -Traeme esa lechita para acá, contesto lujuriosamente.
Esperé hasta último momento y cuando venía apreté la cabeza de mi verga. Cuando estaba cerca de su boca, solté todo el semen que inundó su boca y su cara, pues fue tal la explosión que se derramó en su carita. Es increíble pero estaba tan excitado, que no se bajó mi verga y la puse boca abajo y volví a penetrarla. Duro le volví a dar. Me acabé enseguida, pero esta vez dejé mi leche entre sus nalgas. Ella se puso en posición de perrito, y como estaba excitado y no se bajaba mi verga se la quise poner otra vez en su conchita.
-¿Que hacés? Preguntó. Yo sé lo que queres.
Como tenía el culito mojadito y lubricado con mi leche, me agarró la verga y se la puso en el culo, entró sin ningún problema.
Clavé mis codos en sus impresionantes caderas y le di duro por el culo. Llené sus entrañas de semen. Estaba exhausta pero quería más. Luego de 15 minutos mi verga volvió a estar dura y me la volví a coger.
-Estoy por acabar de nuevo. -Bueno, ya sabes donde acabar.
La saqué y ella abrió su boquita nuevamente pero esta vez no derramó nada y se tragó todo.
Luego de un tiempo nos volvimos a separar, pero cada tanto nos echamos unos buenos polvos rememorando viejos tiempos
Reconciliacion
Luego de 9 años con mi esposa, nos separamos. Teníamos 19 años cuando nos conocimos la primera vez de la negra fue conmigo. Siempre fue una mina muy jugada en el sexo. Siempre me dejó satisfecho. La separación para mi fue muy jodida, pero valió la pena esperar por nuestra reconciliación, porque esa noche fue fantástica.
Aquella noche dejamos nuestros hijos con mis padres y nos volvimos a casa. Nos sentamos en el living a charlar de nuestros asuntos. Charlamos un rato hasta que nos quedamos en silencio y nuestras miradas lo dijeron todo. Comenzamos con los besos, profundos y apasionados. Ella llevaba una pollera corta y una remera escotada, que dejaba ver sus pechos. Mis besos se dirigieron directamente a su escote donde exploraron vigorosamente. Mis manos directamente sobre sus muslos y su respiración cada vez más fuerte.
Seguí bajando y puse mi cabeza entre sus piernas, corrí su pequeña bombacha a un costado y comencé a chuparle su hermosa conchita. Mordía su clítoris y adentraba cada vez más la lengua. Los fluidos de su primer orgasmo se cayeron en mi boca.
-¿Queres que te lo siga haciendo acá o queres ir a la cama?-le pregunté. -Donde estemos más cómodos, contesto llevándome a la habitación.
Nos acostamos besándonos constantemente. Volví a su conchita de costado y en ese momento ella sacó mi verga de los pantalones y comenzó a chuparla, consiguiendo hacer así un espectacular 69. Así estuvimos como 10 minutos hasta que extasiada me pidió que la penetrara. En la clásica posición del misionero, la penetré. Le estaba dando duro, le puse sus piernas sobre mis hombros para penetrarla más profundo.
-Estoy por acabar, ¿me das tu boquita?-le dije. -Traeme esa lechita para acá, contesto lujuriosamente.
Esperé hasta último momento y cuando venía apreté la cabeza de mi verga. Cuando estaba cerca de su boca, solté todo el semen que inundó su boca y su cara, pues fue tal la explosión que se derramó en su carita. Es increíble pero estaba tan excitado, que no se bajó mi verga y la puse boca abajo y volví a penetrarla. Duro le volví a dar. Me acabé enseguida, pero esta vez dejé mi leche entre sus nalgas. Ella se puso en posición de perrito, y como estaba excitado y no se bajaba mi verga se la quise poner otra vez en su conchita.
-¿Que hacés? Preguntó. Yo sé lo que queres.
Como tenía el culito mojadito y lubricado con mi leche, me agarró la verga y se la puso en el culo, entró sin ningún problema.
Clavé mis codos en sus impresionantes caderas y le di duro por el culo. Llené sus entrañas de semen. Estaba exhausta pero quería más. Luego de 15 minutos mi verga volvió a estar dura y me la volví a coger.
-Estoy por acabar de nuevo. -Bueno, ya sabes donde acabar.
La saqué y ella abrió su boquita nuevamente pero esta vez no derramó nada y se tragó todo.
Luego de un tiempo nos volvimos a separar, pero cada tanto nos echamos unos buenos polvos rememorando viejos tiempos
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