Les voy a contar un hecho morboso del que he sido precursor. Mi nombre es Sergio, vivo en una capital española, tengo 18 años y por el momento soy estudiante, pero no ejerzo mucho como tal pues me aburre profundamente. Dicen de mí que soy algo “bandarra”, jeta y el típico listillo de clase, aunque eso no importe para nada en mi historia.
El pasado jueves salí de clase pasadas las 20:00, como otro día cualquiera me fui directo a casa para ver la tele antes de cenar, pero ese día cambié un poquito la ruta intentado acortar el largo trecho que hay desde el Instituto a mi casa. En mitad de camino y en una pequeña calleja vi a mi hermana metiéndose en un local, ella no se percató de mi llamada por lo que decidí ir a buscarla yo mismo.
Una vez dentro me extrañó la decoración del inmueble y la luz rosada que allí había, pero no me dio tiempo a investigar pues enseguida salió una señora a atenderme gustosamente. Se presentó como Carla y me dejó algo perplejo al preguntar “que tipo de chica y servicio quería”.
Desde el primer momento supe de que iba la historia, no soy experto, pero alguna casa de alterne ya había frecuentado, así que pregunté directamente por mi hermana Silvia. Al ser nombrada por la dueña se presentó al instante, ataviada con un modelito de lencería blanco totalmente sexy, que realzaba su preciosa figura, destacando los enormes pechos que posee, el culito respingón y su melena media repleta de mechas rubias. Como no podía ser de otra forma, al verme allí se quedó impresionada y con voz entrecortada me pidió que me fuera, pero yo no tenía esos planes…
Mi dulce hermanita que ahora tiene 25 años, siempre había sido la niña mimada en nuestra casa y era algo que me reconcomía desde pequeño. Todos hablaban bien de ella, de su educación, comportamiento exquisito, de su tacto para todo, pero como mucho yo sólo destacaba los increíbles melones que tenía y lo buena que estaba, porque la verdad es una chica realmente guapa.
Descripciones aparte y dentro de aquel local, Silvia me llevó a una habitación al fondo del pasillo en la que al parecer ella trabajaba. Dentro de allí y protegida por la puerta que estaba casi cerrada, me suplicó que no les contara nada a los papás, que todo aquello lo hacía para ganar un dinero que invertiría en comprarse un piso y que haría lo que yo quisiese con tal de que guardara el secreto. Pero yo le advertí que me costaba mucho tener la boquita cerrada y que deseaba darle un escarmiento a la “niña buena e inocente que todos pensaban que era”. Supongo que Silvia ya sospechaba algo de mis crueles intenciones, pero yo soy un chico muy bueno y me gusta compartir las cosas con mis mejores amigos, por lo que me marché dejándola con la terrible duda.
Al día siguiente e idéntica hora me presenté en aquel local con dos amigos, Izan e Ismael. Carla, la dueña del local nos indicó la habitación donde se encontraba mi hermana y nos hizo pasar. Silvia estaba increíble, ahora con un conjunto morado espectacular, pelo suelto con aspecto mojado y exuberante, a pesar del acojone que le entró al verme pasar con mis amigos. Mi dulce hermana me recibió llamándome “cabronazo” y me indicó que sólo iba a trabajar, pero que después de eso me las haría pagar. Bajó el tono de la luz y puso música en una pequeña micro cadena, creo que era un CD de “Madonna”. Con suaves movimientos empezó a quitarse la ropa lentamente haciéndonos un striptease que nunca imaginé, estábamos embobados. Poco después llegó el ansiado momento en el que se quitó la parte de arriba para mostrarnos unos senos muy grandes, con gigantescos pezones sonrosados.
En ese instante mi hermana nos soltó un: -” Joder, vaya empalmada que lleváis”. Pues se nos notaba a los tres la tranca en los pantalones. Nos hizo desnudarnos y la verdad ella era la que estaba más suelta de todos, pues nosotros llevábamos una “torrija” (empanada), en la cabeza por la impactante situación. Silvia se agachó para mamar nuestras pollas mientras permanecíamos de pie. Primero fue la de Izan, luego la de Ismael y después la mía. Con mala cara nos aseguró que éramos unos guarros y que apestaban a orina, lo cual nos dio más morbo si cabe.
Mi hermana se metía mi verga hasta el fondo, lo que me hacía morir de placer, era la mejor felación que me habían hecho y además lo hacía mi guapa hermana. Tras el “lavado de bajos”, nos preguntó quién sería el primero, a lo que yo gustosamente me ofrecí. Silvia me tumbó boca arriba en la cama y subida a horcajadas se metió la polla en el coño en su totalidad. Pensaba que me iba a dar algo y un fuerte placer me recorría el pene y el resto del cuerpo. Ella subía y bajaba intercalando movimientos circulares a mi verga, era una auténtica puta de lujo y yo deseaba correrme ya, por lo que no quise contenerme y con fuertes espasmos eyaculé llenándole la vagina de leche.
Me levanté tomando ella mi lugar para echarse boca arriba y al instante ya tenía al maromo de mi amigo Ismael encima, que sin más dilación le penetró la vagina de golpe, lanzando Silvia un grito de dolor. En la posición del “misionero” Ismael bombeaba a Silvia a su antojo con algo de brusquedad, a mi hermana no le quedaba otro remedio que consentirlo, lo cual me excitaba sobradamente.
Mi amigo sin sacar su potente tranca de mi hermana, consiguió darle la vuelta quedando ella arriba e invitó a Izan que hasta ahora se mantenía al margen a que se la metiera por el culo, mientras con las dos manos jugaba con los voluptuosos pechos de Silvia. A Izan pareció gustarle la idea pues se dirigió exaltado hacia allí.
Silvia suplicó que no lo hiciera, pero el apuntó su pollón en el ano y apretó con fuerza para clavarle el capullo dentro, lo cual hizo estremecer de dolor a mi hermana que con fuertes quejidos pretendía evitar la sodomización. Izan descansó unos segundos y volvió a hincársela con dureza hasta penetrarle la mitad del dolorido ojete, para acto seguido sujetarla bien de los cachetes y volver a embestir taladrando el culo ahora hasta los cojones. Silvia pareció desvanecerse cuando mis amigos empezaron el mete-saca por partida doble.
Ellos no le perdonaban ni una, logrando meter las vergas dentro de ella en su totalidad, no dejando ni un centímetro fuera, lo cual me hacía excitar de tal manera que me dirigí hacia ellos. Sujeté el cabello rubio de mi hermana obligándola a que me la mamara, y por supuesto sin ser menos, también conseguí que mis huevos fueran el tope de la penetración.
Mi hermana gemía y quejaba por la enculada a la que le sometía Izan y la brusquedad con la que follaba mi amigo Isma, mientras yo alucinaba con la mamada que me hacía. Isma no pudo resistirlo más y se corrió en su coño y más tarde fui yo quien exploté en su boca, exigiéndole beberse todo mi jugo. Sólo quedó Izan que tras poner a mi hermana esta vez a cuatro patas, la sodomizó con fortísimas embestidas. La verga entraba en el agujero de atrás una y otra vez con gran facilidad debido a la ferocidad de Izan, así hasta pasados 10 minutos cuando descargó en ella todo su semen dejándole el culo reventado. Tras semejante goce dejamos a mi hermana tranquila. Silvia no nos cobró ni un duro y prometí guardarle el secreto, pero sólo por un tiempo…
Autor: Eduardo C.
El pasado jueves salí de clase pasadas las 20:00, como otro día cualquiera me fui directo a casa para ver la tele antes de cenar, pero ese día cambié un poquito la ruta intentado acortar el largo trecho que hay desde el Instituto a mi casa. En mitad de camino y en una pequeña calleja vi a mi hermana metiéndose en un local, ella no se percató de mi llamada por lo que decidí ir a buscarla yo mismo.
Una vez dentro me extrañó la decoración del inmueble y la luz rosada que allí había, pero no me dio tiempo a investigar pues enseguida salió una señora a atenderme gustosamente. Se presentó como Carla y me dejó algo perplejo al preguntar “que tipo de chica y servicio quería”.
Desde el primer momento supe de que iba la historia, no soy experto, pero alguna casa de alterne ya había frecuentado, así que pregunté directamente por mi hermana Silvia. Al ser nombrada por la dueña se presentó al instante, ataviada con un modelito de lencería blanco totalmente sexy, que realzaba su preciosa figura, destacando los enormes pechos que posee, el culito respingón y su melena media repleta de mechas rubias. Como no podía ser de otra forma, al verme allí se quedó impresionada y con voz entrecortada me pidió que me fuera, pero yo no tenía esos planes…
Mi dulce hermanita que ahora tiene 25 años, siempre había sido la niña mimada en nuestra casa y era algo que me reconcomía desde pequeño. Todos hablaban bien de ella, de su educación, comportamiento exquisito, de su tacto para todo, pero como mucho yo sólo destacaba los increíbles melones que tenía y lo buena que estaba, porque la verdad es una chica realmente guapa.
Descripciones aparte y dentro de aquel local, Silvia me llevó a una habitación al fondo del pasillo en la que al parecer ella trabajaba. Dentro de allí y protegida por la puerta que estaba casi cerrada, me suplicó que no les contara nada a los papás, que todo aquello lo hacía para ganar un dinero que invertiría en comprarse un piso y que haría lo que yo quisiese con tal de que guardara el secreto. Pero yo le advertí que me costaba mucho tener la boquita cerrada y que deseaba darle un escarmiento a la “niña buena e inocente que todos pensaban que era”. Supongo que Silvia ya sospechaba algo de mis crueles intenciones, pero yo soy un chico muy bueno y me gusta compartir las cosas con mis mejores amigos, por lo que me marché dejándola con la terrible duda.
Al día siguiente e idéntica hora me presenté en aquel local con dos amigos, Izan e Ismael. Carla, la dueña del local nos indicó la habitación donde se encontraba mi hermana y nos hizo pasar. Silvia estaba increíble, ahora con un conjunto morado espectacular, pelo suelto con aspecto mojado y exuberante, a pesar del acojone que le entró al verme pasar con mis amigos. Mi dulce hermana me recibió llamándome “cabronazo” y me indicó que sólo iba a trabajar, pero que después de eso me las haría pagar. Bajó el tono de la luz y puso música en una pequeña micro cadena, creo que era un CD de “Madonna”. Con suaves movimientos empezó a quitarse la ropa lentamente haciéndonos un striptease que nunca imaginé, estábamos embobados. Poco después llegó el ansiado momento en el que se quitó la parte de arriba para mostrarnos unos senos muy grandes, con gigantescos pezones sonrosados.
En ese instante mi hermana nos soltó un: -” Joder, vaya empalmada que lleváis”. Pues se nos notaba a los tres la tranca en los pantalones. Nos hizo desnudarnos y la verdad ella era la que estaba más suelta de todos, pues nosotros llevábamos una “torrija” (empanada), en la cabeza por la impactante situación. Silvia se agachó para mamar nuestras pollas mientras permanecíamos de pie. Primero fue la de Izan, luego la de Ismael y después la mía. Con mala cara nos aseguró que éramos unos guarros y que apestaban a orina, lo cual nos dio más morbo si cabe.
Mi hermana se metía mi verga hasta el fondo, lo que me hacía morir de placer, era la mejor felación que me habían hecho y además lo hacía mi guapa hermana. Tras el “lavado de bajos”, nos preguntó quién sería el primero, a lo que yo gustosamente me ofrecí. Silvia me tumbó boca arriba en la cama y subida a horcajadas se metió la polla en el coño en su totalidad. Pensaba que me iba a dar algo y un fuerte placer me recorría el pene y el resto del cuerpo. Ella subía y bajaba intercalando movimientos circulares a mi verga, era una auténtica puta de lujo y yo deseaba correrme ya, por lo que no quise contenerme y con fuertes espasmos eyaculé llenándole la vagina de leche.
Me levanté tomando ella mi lugar para echarse boca arriba y al instante ya tenía al maromo de mi amigo Ismael encima, que sin más dilación le penetró la vagina de golpe, lanzando Silvia un grito de dolor. En la posición del “misionero” Ismael bombeaba a Silvia a su antojo con algo de brusquedad, a mi hermana no le quedaba otro remedio que consentirlo, lo cual me excitaba sobradamente.
Mi amigo sin sacar su potente tranca de mi hermana, consiguió darle la vuelta quedando ella arriba e invitó a Izan que hasta ahora se mantenía al margen a que se la metiera por el culo, mientras con las dos manos jugaba con los voluptuosos pechos de Silvia. A Izan pareció gustarle la idea pues se dirigió exaltado hacia allí.
Silvia suplicó que no lo hiciera, pero el apuntó su pollón en el ano y apretó con fuerza para clavarle el capullo dentro, lo cual hizo estremecer de dolor a mi hermana que con fuertes quejidos pretendía evitar la sodomización. Izan descansó unos segundos y volvió a hincársela con dureza hasta penetrarle la mitad del dolorido ojete, para acto seguido sujetarla bien de los cachetes y volver a embestir taladrando el culo ahora hasta los cojones. Silvia pareció desvanecerse cuando mis amigos empezaron el mete-saca por partida doble.
Ellos no le perdonaban ni una, logrando meter las vergas dentro de ella en su totalidad, no dejando ni un centímetro fuera, lo cual me hacía excitar de tal manera que me dirigí hacia ellos. Sujeté el cabello rubio de mi hermana obligándola a que me la mamara, y por supuesto sin ser menos, también conseguí que mis huevos fueran el tope de la penetración.
Mi hermana gemía y quejaba por la enculada a la que le sometía Izan y la brusquedad con la que follaba mi amigo Isma, mientras yo alucinaba con la mamada que me hacía. Isma no pudo resistirlo más y se corrió en su coño y más tarde fui yo quien exploté en su boca, exigiéndole beberse todo mi jugo. Sólo quedó Izan que tras poner a mi hermana esta vez a cuatro patas, la sodomizó con fortísimas embestidas. La verga entraba en el agujero de atrás una y otra vez con gran facilidad debido a la ferocidad de Izan, así hasta pasados 10 minutos cuando descargó en ella todo su semen dejándole el culo reventado. Tras semejante goce dejamos a mi hermana tranquila. Silvia no nos cobró ni un duro y prometí guardarle el secreto, pero sólo por un tiempo…
Autor: Eduardo C.
8 comentarios - Hermana prostituta
😀 😀 😀
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