Con unos cuantos años cumplidos mis pechos, pequeños, pero muy firmes, con sus pezones morenos y casi siempre puntiagudos, tiesos, empezaron a llamar la atención de los chicos. Sentir sus miradas en mi cuerpo y ver sus ojos de deseo hacía que me excitara, que mis pezones se pusieran duros, que sintiera un peculiar picorcillo en mi coñito, una humedad que desde entonces no me ha abandonado y se ha convertido en mi compañera constante, pues salvo muy contadas ocasiones estoy permanentemente húmeda, algo que excita sobremanera a mis compañeros sexuales.
Mis primeros escarceos amorosos o sexuales fueron como todas, besos con lengua, manoseos en mis pechos, lo cual lo único que conseguían es que volviera a mi casa húmeda, nerviosa e insatisfecha, con deseos de algo más.
En ese tiempo me convertí rápidamente en la "putilla" del barrio, era una "tía que traga, que se deja", como comentaban los chicos entre si, lo cual hacía que me invitaran uno tras otro a merendar, al cine o a dar un paseo por algún parque. En poco tiempo me habían besado y manoseado todos los chicos de mi edad del barrio.
Al poco tiempo empecé a llamar la atención de los chicos mayores, seguramente por los "comentarios" que se hacían sobre mí en el barrio y, supongo, que también por la ropa que empecé a usar. Llevaba los shorts más cortos y apretados marcando la forma de mi coñito, las minis más pequeñas, nunca usaba sujetador con lo que mis pezones se marcaban provocativamente ayudados por su permanente dureza, fui la primera en el barrio que usó tangas que dejaban mis nalgas al aire y me provocaban una excitación añadida.
La primera vez que me invitó a salir uno de los mayores, me llevó a merendar y luego al cine.
En la merienda ya me empezó a acariciar los muslos desde la rodilla a mi mini, con lo que se quedaba a escasos centímetros de mi coñito. El placer me empezó a inundar enseguida, sentir esa mano acariciarme el muslo, subiendo y bajando y quedándose a escasa distancia de mi coito me hacía temblar de placer y tener pequeños escalofríos que él notó.
Te gusta?, me preguntó sin dejar mi muslo
Si, le respondí como en un suspiro.
Su mano avanzó un poco más y tocó mi tanga que ya estaba mojado
Joder, estás mojada ya, mira que eres puta.
Si ser puta es que te guste que te acaricien y besen lo soy y mucho, le dije.
Si, ya se sabe en el barrio que eres una putilla facilona.
Con cuántos has follado hasta ahora, según lo que se comenta por el barrio, te has pasado por la piedra a todos tus amigos.
Es mentira, con ninguno, follar con ninguno, sólo besos y caricias en los pechos.
Nada más, no has acariciado ninguna polla?
No, nunca.
Bien, pues vamos a arreglar todo eso esta tarde. Cuando llegues a tu casa esta noche, vas a haber no sólo tocado polla sino chupado y follado. ¿Quieres?
Durante unos segundos le miré fijamente a la cara, pensando en lo que me acababa de decir y en las ganas que tenía de "ser mayor". Si, le dije, quiero hacer de todo, quiero ser tuya.
A continuación me llevó al cine que tenía fama de ser el de las parejitas y nos sentamos en la última fila. En cuanto nos sentamos se inclinó sobre mí y me empezó a besar y desabrochándome la camisa que llevaba me acariciaba los pechos, magreándolos, apretándome los pezones, que a estas alturas me dolían de los tiesos y tirantes que estaban los pechos, su boca dejó la mía y bajó a mis pechos, se metió mi pezón izquierdo en la boca, dándole pequeños toques con la punta de la lengua, rodeándolo con la misma y empapándolo en su saliva.
Su mano derecha me empezó a acariciar el coño, sin que mi pequeñísima mini le estorbara lo más mínimo pues con los ajetreos de los besos y manoseos se había subido un poco dejando mi tanga a la vista. Empecé a gemir en cuanto sentí su mano acariciarme por encima del pequeño triángulo del tanga, enseguida me lo deslizó hacia abajo, ayudándole yo a quitármelo del todo. En cuanto tuvo el camino libre comenzó a acariciarme el clítoris proporcionándome un placer que me hizo gemir continuamente, gemidos que se apresuró a amortiguar con su boca, sentía un calor enorme allí abajo, un placer como nunca hasta ahora había sentido, y me sentí mujer.
Interrumpió sus caricias para bajarse el pantalón y sus calzoncillos y dejar al descubierto su polla, ya tiesa y apuntando al cielo. La visión de esa polla me excitó sobremanera; a pesar de mis múltiples actividades sexuales nunca había visto una así, tiesa, las había visto en reposo, pues en el último verano había ido con mis amigas a una playa nudista que quedaba cerca de dónde iba mi familia de veraneo, con el deseo de ver a los hombres desnudos. Ahí volví a darme cuenta de lo que gustaba mi cuerpo a los hombres, los labios morenos y abultados de mi coño atraían más miradas que los de mis amigas y veía el deseo en sus miradas, era como si me dijeran las ganas que tenían de follarme.
En cuanto tuvo su polla libre llevó mi mano hacia ella y la cogí con deseo, la acaricié, la manoseé hasta que me cogió de la nuca y empujándome hacia ella me dijo "chúpala".
Me incliné y la empecé a besar en la punta, donde la sentí húmeda, mojada, mientras la besaba la acariciaba en la parte de abajo, Juan que así se llamaba, me dijo, "métetela en la boca".
Así lo hice y mientras se la mamaba él comenzó a acariciar mi culo y muy lentamente se fue dirigiendo hacia mi coño que lo esperaba ardiendo de deseo, sentía un calor enorme en el centro del mismo, un deseo de sentir algo dentro, lo comenzó a acariciar despacio siguiendo la línea de mis labios, bajó hacia el centro del mismo y me metió un poco uno de sus dedos pero sin profundizar mucho, sólo la punta del dedo, mojándolo con mis jugos y acariciándome el clítoris a continuación. Con su mano en mi clítoris y su polla en mi boca sentí mi primer orgasmo, me dio un estremecimiento de gusto y placer que me hizo soltar un gemido algo fuerte, a pesar de la polla de Juan en mi boca y que hizo que nos miraran todos los que estaban en la última fila y de otras filas más allá, debió ser ahí cuando ya fui para todo el barrio la puta de Mary.
Al sentir que me corría Juan dijo: "Joder, ya te has corrido, mira que eres puta"
Mientras yo seguía chupándole, a pesar de que me dolía la boca de tenerla tan abierta, empecé a sentir unas pequeñas convulsiones en su pene y entonces él me interrumpió, tirándome de los pelos para que dejara de mamarle.
Le miré y me dijo que me sentara encima de él. Me colocó de espaldas a él y me dijo que fuera bajando poco a poco. Su mano movía su polla por mis labios, desde mi clítoris hasta la entrada, se empapaba de mis jugos y de mi corrida y volvía a mi clítoris, así sentí mi segundo orgasmo, me abracé a él apretando los pechos contra el suyo y mi boca contra la suya para amortiguar el grito que salió del fondo de mis pulmones.
En ese momento cuándo todavía sentía los estremecimientos del orgasmo en mi vientre, colocó su polla en la entrada de mi coño y me empujó de las caderas metiéndola entera dentro de mi coño,
El dolor que sentí fue terrible cortando mi orgasmo de golpe, fue como si me partieran por dentro, me quedé paralizada con la boca abierta de par en par y tapada por la boca de Juan. Poco a poco fue pasando el dolor y empezó a venir el placer, sentirme llena de su polla, dilatada, me producía un placer desconocido, el más fuerte que había sentido hasta entonces, salvo el de mis dos primeros orgasmos.
Poco a poco, muy lentamente, mientras Juan me acariciaba los pechos empecé a moverme, sintiendo como esa polla se deslizaba arriba y abajo de mi coño, casi enseguida comencé a sentir un placer enorme, que ocupaba todo mi cuerpo, que empezaba dentro de mí, en mi columna y llegaba a mi coño estallando dentro de él. Fue mi tercer orgasmo y el más satisfactorio y profundo de los tres, fue tan intenso y gustoso que en ese momento me convertí en una adicta a ese placer, desde entonces no he podido pasar más de un día sin sentirlo, sin gozar tan intensamente como esa vez, con la ventaja de no tener que aguantar el dolor previo.
Mientras me corría sentí como Juan lo hacía dentro de mí, sentí su semen derramarse en mi interior, proporcionándome un extra de placer.
"Salte" me dijo al poco tiempo cuando ya su polla se había empequeñecido en mi interior.
Me levanté y me senté en mi asiento arreglándome las ropas pues mi mini estaba en mi cintura y mi camisa completamente abierta.
Cuando salimos del cine nos fuimos a un parque en donde buscamos un lugar alejado de la entrada, tumbándonos en el césped.
Nada más tumbarnos Juan me volvió a desabrochar la camisa y comenzó de nuevo a acariciarme los pechos, besarme apasionadamente, me desabrochó la mini y me la quitó. Me di cuenta que no llevaba el tanga, lo había olvidado en el cine, el primero de los muchos tangas que he perdido desde entonces en cines, parques, casas, coches, etc.
Sin mini, con la blusa completamente desabrochada estaba prácticamente desnuda del todo, me abrí de piernas y me ofrecí con ganas, con deseo. Esta vez todo fue más rápido y directo. Juan en cuanto vió mi sexo mojado, hinchado y abierto para él, se desabrochó los pantalones y sacándose la polla se tumbó encima de mí, metiéndomela de un solo empujón.
No había pasado ni un minuto cuando me volví a correr, apretándome contra Juan, abrazándole fuertemente y besando su boca para amortiguar los gritos de placer que salían de mi garganta.
"Joder, Mary, pero qué fácil te corres" que gusto das, que calor tienes en tu coño"
"Ven, ven cariño, vente otra vez en mí, me encantó antes sentir tu semen saliendo dentro de mi"
Juan aceleró sus embestidas y cuando sentí sus contracciones y su semen golpeándome el fondo del coño volví a correrme, las contracciones de mi coño en el orgasmo apretaban la polla de Juan dentro de mí y me daban más placer prolongando mi orgasmo.
Nos quedamos un rato descansando. Me vestí y me llevó a casa, donde esa noche dormí profundamente como nunca lo había hecho hasta entonces, relajada, satisfecha.
A partir de ese día me convertí en la auténtica puta del barrio, por mi cuerpo pasaron todos los chicos del mismo. Conocí el tamaño, forma y sabor de todas y cada una de las pollas de los chicos y pasé a ser la chica más invitada a merendar primero, comer más adelante y cenar cuando crecimos en edad y disponibilidades económicas. Me convertí en una adicta del sexo, me encantaba practicarlo, sentir dentro de mi una buena polla, cuanto más grande mejor, nunca decía que no a tener una buena tarde de sexo, unos buenos magreos en mis pechos, me dejé besar, acariciar y follar por todos los chicos que me invitaban a salir, y desde esa primera vez, como ya he dicho, me fueron invitando uno tras otro para divertirse con mi cuerpo.
Supe que me llamaban la puta del barrio y que me querían sólo para sexo, que ninguno quería ser mi novio, pero era algo que no me importó, ellos me usaban y yo aprendí a usarlos a ellos para mi placer, sin falso moralismo y sin vergüenzas.
Desde entonces, aún cuando suene exagerado puedo asegurar que no ha pasado ni un solo día en mi vida en que no haya tenido relaciones sexuales, afortunadamente era y soy multiorgásmica y con mucha rapidez para tener mis orgasmos, lo que me ha hecho disfrutar de miles de ellos a lo largo de todos estos años desde aquella tarde-noche en que sentí mis primeros cinco orgasmos.
Fuente: http://www.todorelatos.com
Mis primeros escarceos amorosos o sexuales fueron como todas, besos con lengua, manoseos en mis pechos, lo cual lo único que conseguían es que volviera a mi casa húmeda, nerviosa e insatisfecha, con deseos de algo más.
En ese tiempo me convertí rápidamente en la "putilla" del barrio, era una "tía que traga, que se deja", como comentaban los chicos entre si, lo cual hacía que me invitaran uno tras otro a merendar, al cine o a dar un paseo por algún parque. En poco tiempo me habían besado y manoseado todos los chicos de mi edad del barrio.
Al poco tiempo empecé a llamar la atención de los chicos mayores, seguramente por los "comentarios" que se hacían sobre mí en el barrio y, supongo, que también por la ropa que empecé a usar. Llevaba los shorts más cortos y apretados marcando la forma de mi coñito, las minis más pequeñas, nunca usaba sujetador con lo que mis pezones se marcaban provocativamente ayudados por su permanente dureza, fui la primera en el barrio que usó tangas que dejaban mis nalgas al aire y me provocaban una excitación añadida.
La primera vez que me invitó a salir uno de los mayores, me llevó a merendar y luego al cine.
En la merienda ya me empezó a acariciar los muslos desde la rodilla a mi mini, con lo que se quedaba a escasos centímetros de mi coñito. El placer me empezó a inundar enseguida, sentir esa mano acariciarme el muslo, subiendo y bajando y quedándose a escasa distancia de mi coito me hacía temblar de placer y tener pequeños escalofríos que él notó.
Te gusta?, me preguntó sin dejar mi muslo
Si, le respondí como en un suspiro.
Su mano avanzó un poco más y tocó mi tanga que ya estaba mojado
Joder, estás mojada ya, mira que eres puta.
Si ser puta es que te guste que te acaricien y besen lo soy y mucho, le dije.
Si, ya se sabe en el barrio que eres una putilla facilona.
Con cuántos has follado hasta ahora, según lo que se comenta por el barrio, te has pasado por la piedra a todos tus amigos.
Es mentira, con ninguno, follar con ninguno, sólo besos y caricias en los pechos.
Nada más, no has acariciado ninguna polla?
No, nunca.
Bien, pues vamos a arreglar todo eso esta tarde. Cuando llegues a tu casa esta noche, vas a haber no sólo tocado polla sino chupado y follado. ¿Quieres?
Durante unos segundos le miré fijamente a la cara, pensando en lo que me acababa de decir y en las ganas que tenía de "ser mayor". Si, le dije, quiero hacer de todo, quiero ser tuya.
A continuación me llevó al cine que tenía fama de ser el de las parejitas y nos sentamos en la última fila. En cuanto nos sentamos se inclinó sobre mí y me empezó a besar y desabrochándome la camisa que llevaba me acariciaba los pechos, magreándolos, apretándome los pezones, que a estas alturas me dolían de los tiesos y tirantes que estaban los pechos, su boca dejó la mía y bajó a mis pechos, se metió mi pezón izquierdo en la boca, dándole pequeños toques con la punta de la lengua, rodeándolo con la misma y empapándolo en su saliva.
Su mano derecha me empezó a acariciar el coño, sin que mi pequeñísima mini le estorbara lo más mínimo pues con los ajetreos de los besos y manoseos se había subido un poco dejando mi tanga a la vista. Empecé a gemir en cuanto sentí su mano acariciarme por encima del pequeño triángulo del tanga, enseguida me lo deslizó hacia abajo, ayudándole yo a quitármelo del todo. En cuanto tuvo el camino libre comenzó a acariciarme el clítoris proporcionándome un placer que me hizo gemir continuamente, gemidos que se apresuró a amortiguar con su boca, sentía un calor enorme allí abajo, un placer como nunca hasta ahora había sentido, y me sentí mujer.
Interrumpió sus caricias para bajarse el pantalón y sus calzoncillos y dejar al descubierto su polla, ya tiesa y apuntando al cielo. La visión de esa polla me excitó sobremanera; a pesar de mis múltiples actividades sexuales nunca había visto una así, tiesa, las había visto en reposo, pues en el último verano había ido con mis amigas a una playa nudista que quedaba cerca de dónde iba mi familia de veraneo, con el deseo de ver a los hombres desnudos. Ahí volví a darme cuenta de lo que gustaba mi cuerpo a los hombres, los labios morenos y abultados de mi coño atraían más miradas que los de mis amigas y veía el deseo en sus miradas, era como si me dijeran las ganas que tenían de follarme.
En cuanto tuvo su polla libre llevó mi mano hacia ella y la cogí con deseo, la acaricié, la manoseé hasta que me cogió de la nuca y empujándome hacia ella me dijo "chúpala".
Me incliné y la empecé a besar en la punta, donde la sentí húmeda, mojada, mientras la besaba la acariciaba en la parte de abajo, Juan que así se llamaba, me dijo, "métetela en la boca".
Así lo hice y mientras se la mamaba él comenzó a acariciar mi culo y muy lentamente se fue dirigiendo hacia mi coño que lo esperaba ardiendo de deseo, sentía un calor enorme en el centro del mismo, un deseo de sentir algo dentro, lo comenzó a acariciar despacio siguiendo la línea de mis labios, bajó hacia el centro del mismo y me metió un poco uno de sus dedos pero sin profundizar mucho, sólo la punta del dedo, mojándolo con mis jugos y acariciándome el clítoris a continuación. Con su mano en mi clítoris y su polla en mi boca sentí mi primer orgasmo, me dio un estremecimiento de gusto y placer que me hizo soltar un gemido algo fuerte, a pesar de la polla de Juan en mi boca y que hizo que nos miraran todos los que estaban en la última fila y de otras filas más allá, debió ser ahí cuando ya fui para todo el barrio la puta de Mary.
Al sentir que me corría Juan dijo: "Joder, ya te has corrido, mira que eres puta"
Mientras yo seguía chupándole, a pesar de que me dolía la boca de tenerla tan abierta, empecé a sentir unas pequeñas convulsiones en su pene y entonces él me interrumpió, tirándome de los pelos para que dejara de mamarle.
Le miré y me dijo que me sentara encima de él. Me colocó de espaldas a él y me dijo que fuera bajando poco a poco. Su mano movía su polla por mis labios, desde mi clítoris hasta la entrada, se empapaba de mis jugos y de mi corrida y volvía a mi clítoris, así sentí mi segundo orgasmo, me abracé a él apretando los pechos contra el suyo y mi boca contra la suya para amortiguar el grito que salió del fondo de mis pulmones.
En ese momento cuándo todavía sentía los estremecimientos del orgasmo en mi vientre, colocó su polla en la entrada de mi coño y me empujó de las caderas metiéndola entera dentro de mi coño,
El dolor que sentí fue terrible cortando mi orgasmo de golpe, fue como si me partieran por dentro, me quedé paralizada con la boca abierta de par en par y tapada por la boca de Juan. Poco a poco fue pasando el dolor y empezó a venir el placer, sentirme llena de su polla, dilatada, me producía un placer desconocido, el más fuerte que había sentido hasta entonces, salvo el de mis dos primeros orgasmos.
Poco a poco, muy lentamente, mientras Juan me acariciaba los pechos empecé a moverme, sintiendo como esa polla se deslizaba arriba y abajo de mi coño, casi enseguida comencé a sentir un placer enorme, que ocupaba todo mi cuerpo, que empezaba dentro de mí, en mi columna y llegaba a mi coño estallando dentro de él. Fue mi tercer orgasmo y el más satisfactorio y profundo de los tres, fue tan intenso y gustoso que en ese momento me convertí en una adicta a ese placer, desde entonces no he podido pasar más de un día sin sentirlo, sin gozar tan intensamente como esa vez, con la ventaja de no tener que aguantar el dolor previo.
Mientras me corría sentí como Juan lo hacía dentro de mí, sentí su semen derramarse en mi interior, proporcionándome un extra de placer.
"Salte" me dijo al poco tiempo cuando ya su polla se había empequeñecido en mi interior.
Me levanté y me senté en mi asiento arreglándome las ropas pues mi mini estaba en mi cintura y mi camisa completamente abierta.
Cuando salimos del cine nos fuimos a un parque en donde buscamos un lugar alejado de la entrada, tumbándonos en el césped.
Nada más tumbarnos Juan me volvió a desabrochar la camisa y comenzó de nuevo a acariciarme los pechos, besarme apasionadamente, me desabrochó la mini y me la quitó. Me di cuenta que no llevaba el tanga, lo había olvidado en el cine, el primero de los muchos tangas que he perdido desde entonces en cines, parques, casas, coches, etc.
Sin mini, con la blusa completamente desabrochada estaba prácticamente desnuda del todo, me abrí de piernas y me ofrecí con ganas, con deseo. Esta vez todo fue más rápido y directo. Juan en cuanto vió mi sexo mojado, hinchado y abierto para él, se desabrochó los pantalones y sacándose la polla se tumbó encima de mí, metiéndomela de un solo empujón.
No había pasado ni un minuto cuando me volví a correr, apretándome contra Juan, abrazándole fuertemente y besando su boca para amortiguar los gritos de placer que salían de mi garganta.
"Joder, Mary, pero qué fácil te corres" que gusto das, que calor tienes en tu coño"
"Ven, ven cariño, vente otra vez en mí, me encantó antes sentir tu semen saliendo dentro de mi"
Juan aceleró sus embestidas y cuando sentí sus contracciones y su semen golpeándome el fondo del coño volví a correrme, las contracciones de mi coño en el orgasmo apretaban la polla de Juan dentro de mí y me daban más placer prolongando mi orgasmo.
Nos quedamos un rato descansando. Me vestí y me llevó a casa, donde esa noche dormí profundamente como nunca lo había hecho hasta entonces, relajada, satisfecha.
A partir de ese día me convertí en la auténtica puta del barrio, por mi cuerpo pasaron todos los chicos del mismo. Conocí el tamaño, forma y sabor de todas y cada una de las pollas de los chicos y pasé a ser la chica más invitada a merendar primero, comer más adelante y cenar cuando crecimos en edad y disponibilidades económicas. Me convertí en una adicta del sexo, me encantaba practicarlo, sentir dentro de mi una buena polla, cuanto más grande mejor, nunca decía que no a tener una buena tarde de sexo, unos buenos magreos en mis pechos, me dejé besar, acariciar y follar por todos los chicos que me invitaban a salir, y desde esa primera vez, como ya he dicho, me fueron invitando uno tras otro para divertirse con mi cuerpo.
Supe que me llamaban la puta del barrio y que me querían sólo para sexo, que ninguno quería ser mi novio, pero era algo que no me importó, ellos me usaban y yo aprendí a usarlos a ellos para mi placer, sin falso moralismo y sin vergüenzas.
Desde entonces, aún cuando suene exagerado puedo asegurar que no ha pasado ni un solo día en mi vida en que no haya tenido relaciones sexuales, afortunadamente era y soy multiorgásmica y con mucha rapidez para tener mis orgasmos, lo que me ha hecho disfrutar de miles de ellos a lo largo de todos estos años desde aquella tarde-noche en que sentí mis primeros cinco orgasmos.
Fuente: http://www.todorelatos.com
3 comentarios - Mi Primera vez por Mar