Una noche, no hace mucho salí, tenia puesto un vestido negro, sin tiras, y unas botas de cuero altas.
Llegue al lugar de encuentro, un boliche donde esa noche tocaba una banda bastante buena, estaba lleno de gente, pero entre todos ellos se distinguía un morocho, alto, con labios bien carnosos como me gusta a mi. Pedimos unas cervezas y comenzamos a bailar, el morocho estaba con dos amigos no muy lejos. Vi que fue hasta la barra y ahí lo seguí, le pedí permiso como para pasar pero me puse bien en frente suyo, y mientras simulaba bailar le frotaba mi cola contra su pija, la cual instantáneamente empecé a sentir. Pedí mi cerveza, me di la vuelta y me fui.
A los pocos minutos el morocho se acerco a mi, comenzamos a charlar mientras bailábamos. De repente el lugar pareció hacerse mas chico, la gente empujaba y para mi era el pretexto perfecto.
Me di vuelta y le bailaba con la cola muy cerca, hasta que ya no aguante y necesite tocarle esa pija que tanto sentía. Disimuladamente, en el medio de toda esa gente, lo tocaba cada vez más. Fue así un rato hasta que ya ninguno aguantaba, así que me invito a su departamento, a unas 6 cuadras de donde estábamos.
Nos fuimos en taxi, llegamos y al subir al ascensor comenzó a tocarme las tetas, a besarlas desenfrenadamente. Por desgracia vivía en un segundo piso, así que eso no duro mucho. Llegamos, busco la llave en su bolsillo y abrió, prendió la luz y el departamento tenia una cocina al comienzo y un sillon luego que deba a un ventanal enorme. Me fui hasta el sillon, me incline a mirar por ese enorme ventanal, y no pasaron mas de dos segundos para sentirlo encima mío, me subió el vestido desde atrás, y me la metió bien hasta el fondo, que bien que se sentía, me trataba con delicadeza pero a su vez no dudaba en decirme cosas obscenas y tratarme como a una puta, la mezcla perfecta. Mientras me la metía y la sacaba y la volvía a meter, me bajo el vestido de adelante, quedando mis lolas al descubierto, me agarro con sus dos manos de las lolas y me empezó a dar mas fuerte todavía, mientras mirábamos el paisaje.
Al rato me dio vuelta, se sentó, me senté encima de su pija, y comencé a cabalgar teniendo ese enorme ventanal en frente, como si fuéramos una película porto gratis para el edificio de enfrente. Cabalgaba, y mientras tanto el me chupaba las tetas, me las apretaba, hacia lo que quería conmigo. Y siguió haciendo lo que quiso.
Me agarro, me alzo y me llevo hasta su cuarto, con una cama enorme, de esas que son ideales para hacer el amor y la guerra. Comenzó a besarme todo el cuerpo, como si recién empezara todo, me puso de costado, y me penetro nuevamente, estaba todo alrededor mojado, el, yo, la cama, todo.
Esa noche me hizo lo que quiso, como quiso y donde quiso.
Cogimos como locos, el morocho y la cerveza provocaron en mi una mezcla explosiva.
Sin dudas fue de las mejores noches de mi vida.
FUENTE: Mi vida
Llegue al lugar de encuentro, un boliche donde esa noche tocaba una banda bastante buena, estaba lleno de gente, pero entre todos ellos se distinguía un morocho, alto, con labios bien carnosos como me gusta a mi. Pedimos unas cervezas y comenzamos a bailar, el morocho estaba con dos amigos no muy lejos. Vi que fue hasta la barra y ahí lo seguí, le pedí permiso como para pasar pero me puse bien en frente suyo, y mientras simulaba bailar le frotaba mi cola contra su pija, la cual instantáneamente empecé a sentir. Pedí mi cerveza, me di la vuelta y me fui.
A los pocos minutos el morocho se acerco a mi, comenzamos a charlar mientras bailábamos. De repente el lugar pareció hacerse mas chico, la gente empujaba y para mi era el pretexto perfecto.
Me di vuelta y le bailaba con la cola muy cerca, hasta que ya no aguante y necesite tocarle esa pija que tanto sentía. Disimuladamente, en el medio de toda esa gente, lo tocaba cada vez más. Fue así un rato hasta que ya ninguno aguantaba, así que me invito a su departamento, a unas 6 cuadras de donde estábamos.
Nos fuimos en taxi, llegamos y al subir al ascensor comenzó a tocarme las tetas, a besarlas desenfrenadamente. Por desgracia vivía en un segundo piso, así que eso no duro mucho. Llegamos, busco la llave en su bolsillo y abrió, prendió la luz y el departamento tenia una cocina al comienzo y un sillon luego que deba a un ventanal enorme. Me fui hasta el sillon, me incline a mirar por ese enorme ventanal, y no pasaron mas de dos segundos para sentirlo encima mío, me subió el vestido desde atrás, y me la metió bien hasta el fondo, que bien que se sentía, me trataba con delicadeza pero a su vez no dudaba en decirme cosas obscenas y tratarme como a una puta, la mezcla perfecta. Mientras me la metía y la sacaba y la volvía a meter, me bajo el vestido de adelante, quedando mis lolas al descubierto, me agarro con sus dos manos de las lolas y me empezó a dar mas fuerte todavía, mientras mirábamos el paisaje.
Al rato me dio vuelta, se sentó, me senté encima de su pija, y comencé a cabalgar teniendo ese enorme ventanal en frente, como si fuéramos una película porto gratis para el edificio de enfrente. Cabalgaba, y mientras tanto el me chupaba las tetas, me las apretaba, hacia lo que quería conmigo. Y siguió haciendo lo que quiso.
Me agarro, me alzo y me llevo hasta su cuarto, con una cama enorme, de esas que son ideales para hacer el amor y la guerra. Comenzó a besarme todo el cuerpo, como si recién empezara todo, me puso de costado, y me penetro nuevamente, estaba todo alrededor mojado, el, yo, la cama, todo.
Esa noche me hizo lo que quiso, como quiso y donde quiso.
Cogimos como locos, el morocho y la cerveza provocaron en mi una mezcla explosiva.
Sin dudas fue de las mejores noches de mi vida.
FUENTE: Mi vida
8 comentarios - Una noche con el morocho
Besitos!