.. Le daba la espalda, quizás celándola a mis ojos se mantendría anónima. Me descubría expuesta, desprotegida frente a sus viciosas manos, desconfiaba, solo la efervescencia me amparaba. Aquellas manos jugaban en mis curvas, con el agua, fluían sobre mí sin sobriedades.
Conocía donde ir, sabia donde era débil. Quería lustrarme, deseaba encandilar sus ojos con mi brillo. Aun hipócritamente manteníamos una charla, como de amigas; hablaba al compás de sus movimientos, desgastaba mi piel con la esponja, cada redondez, cada rincón, mientras que mi humedad segregaba al compás de sus antojos. De vez en cuando el silencio nos secuestraba, las palabras trastrabillaban y caían, ella seguía insistiendo con su esponja, la odiaba, necesitaba verme débil frente a su soborno. Llegaba hasta el final (si que me llegaba) y en su mirada había provocación, mi cuerpo pronto se adaptaba a sus arbitrariedades, mis manos se plegaban contra los cerámicos, mis nalgas le pertenecían ahora, le eran accesibles. Me hurgaba, quería encontrar mi tesoro, mis gemidos eran su mapa. Nunca habían percibido dedos tan infinitos, sus uñas nacaradas llegaban a lastimarme, pero el dolor hacia tratos con el placer. Mis pechos eran victimas de la dramática gravedad, pero sus sacudidas los hacían rebotar, rebotaban, iban a lanzarse fuera de mi cuerpo, estallaban en sus pupilas.
Aparentaba querer separarme en dos mitades, tomaba una, tomaba la otra, y las abría, cortaba caminos entre ellas, traspasábamos barreras, nos hacíamos amigas del tabú. Sus dedos me saciaban más que "veintipicos" de centímetros, quizás no llegaban hasta el fondo, pero no me era prescindible tampoco.
Era como si en mi mente ella estuviera tirando dardos, cohetes, detonaría de tanta pirotecnia, gemidos se entremezclaban con gritos, gritos se salvaban con silencios. Pero era mi turno, quería ser su perrita faldera ahora, jadeante organizaba fuerzas para no decepcionar, me distraía con su desnudez, era mi nueva Barbie, podía hacer de ella una Barbie. Temblequeaba por donde comenzar, vacilaba en mis movimientos, pero mi demora solo la chispear.
Nunca había almorzado un pezón, pero sabia mas sabroso que un pene ("era de fresa") éramos como parientes de leche, no había vínculos de sangre, solo el pecho compartíamos. Sus gritos me daban la bienvenida. Podía observar el horizonte de su garganta, pero algo de vértigo me daba, así que seguí. Desde allí abajo sus pechos eran los Andes, lamía sus secretos, su virginidad no me recibía. No aparentaba tener fin, amplia se la habían dejado, mis lengua se guarecía, se ocultaba de sus gemidos histéricos, pero mis dedos no alcanzaban, no bastaban, no rozaban, deseaba continuar oyendo su canto, así que desesperadamente tomaba la pequeña botella de shampoo y ella trabajo por mi, la tragaban sus jugos, la absorbían sus labios, resacas de heterosexualidad nos quedaban (necesitábamos la fiel sensación dentro) la botella quería salir, luego se arrepentía, Lugo volvía, y yo tiraba dardos en su mente..
Nos cansábamos de la rutina, investigamos con aquella botella, otros rincones, nuevamente el dolor entablo amistad con el placer, ella llorisqueaba, pataleaba, pero no quería que obedeciera a sus lamentos, aclamaba lentitud, rogaba por mas y los limites se escondían de nosotras. Solo un tramo quedaba afuera, lo suficiente como para seguir manipulando la botella.
Todo acababa, mientras que nuestra heterosexualidad se asustaba y unos finos besos redondeaban un final..
En mi cabeza se guarecía la idea que vivencias así solo sucedían en la falsedad de las películas porno para hombres ermitaños, pero aquel pensamiento se esfumo junto con mis resacas de ingenuidad..
5 comentarios - Entre amigas,deja que te lleve la imagimaciom...
Angie.
Besos y Lamiditas !!!