Este relato lo tomé prestado del blog toykenchy porque me gustó mucho....
Hola mi nombre es Nicol tengo 30 años y creo estar en forma ya que me dedico mucho a mi cuerpo en mis ratos libres para poder sentirme como si tuviera 20 años, no tengo hijos, jamás me hubiese imaginado que me encontraría frente a una pc escribiendo esto. Sinceramente me cuesta mucho hablar de mis intimidades sexuales. Pero bueno les quiero contar algo que me sucedió hace unos dos meses, estoy felizmente casada con Marcelo que tiene 35 años, vivimos en Capital Federal. Mi esposo desde hace un tiempo atrás me insistía en realizar una experiencia o mas bien una fantasía que el tenía, la cual consistía en realizar un trío. A lo que yo siempre me negué, un buen día conocimos a Diego, un señor de unos cincuenta años, que se había mudado a nuestro edificio, como era un nuevo vecino pasamos a saludarlo y en la charla nos enteramos que era Brasilero pero hablaba muy bien el castellano ya que residía en nuestro país desde hacia unos 20 años o algo así, siempre fue muy servicial mas conmigo que con mi marido, en varias ocasiones Marcelo me decía cosas como que el viejo estaba muy caliente conmigo y que a el le gustaría que me lo cogiese, que eso a el no le iba a importar, yo me quede sorprendida lo primero que se me cruzo en la cabeza era que estaba loco, después comenzó a insistir mucho y me dijo que el quería verme como a una puta, que no iba a cambiar en nada nuestro matrimonio, un día de semana el cual yo estaba de franco alrededor de las 10 de la mañana, cuando Marcelo se encontraba en el trabajo, sonó el timbre. Atendí, y era Diego. Yo estaba vestida con un camisón fino, 10 cm. debajo de mis nalgas, y algo escotado lo que permitía una generosa vista de mis pechos y piernas. Supongo que en una mujer de mi edad, morocha de ojos verdes, con senos medianos y lindas piernas debe verse atractivo. Me dijo que había escuchado ruidos y que pensó que yo no había ido al trabajo por que me sentía mal y pasaba a ver si necesitaba algo y para saber como estaba también, yo le dije que no, que hoy no trabajaba pero que pasara que para mi era una alegría recibir su visita, lo invite a pasar. Nos sentamos en uno de los sillones del living, y preparé unos mates. Charlábamos de la vida, y me contó de como había llegado a nuestro país, y ahora, dos décadas después, era muy feliz, seguimos charlando en un punto de la conversación puso una mano en mi rodilla, y no le di importancia. Me contó de sus hijos que vivían en Brasil con su ex esposa, y de su tranquilidad económica, y nunca retiró su mano, no se como pudo pasarme, pero nunca dije nada sobre su actitud. Seguimos hablando, y su mano comenzó a acariciar mi pierna, suavemente. No pude evitar dirigir mi mirada hacia sus genitales, y se me paso por la mente las palabras de mi marido "QUIERO QUE SEAS UNA PUTA" y me sorprendió ver un gran bulto dentro de su pantalón corto. Habrán pasado unos 5 segundos, en los que hipnotizada lo miraba fijamente, cuando quise desviar la vista, Diego ya lo había notado. Mientras tanto él seguía hablando como si nada… subiendo cada vez más su mano derecha por mi muslo. Cuando quise reaccionar, ya era tarde. Dos de sus dedos habían sorteado los costados de mi tanga, y se estaban abriendo paso entre mis labios vaginales. Sentí una excitación sin precedentes. Sentía que me invadían, y eso me excitaba. Me debo haber mojado mucho, porque para ese entonces, Diego sabia que se estaba ganando a su presa, y a pesar que seguía hablando de la vida, avanzaba con seguridad dentro de mi sexo. Yo lo escuchaba, con los ojos entrecerrados, sin decir palabra. En un momento que no logro recordar, él se habría arrodillado en el piso de alfombras, y abierto mis piernas. Pronto sentí que sus ya tres dedos salían de mi vagina, y comenzaba a hurgar con su lengua. Habrá sido en ese mismo momento, que abrió su short, y liberó un enorme pene, no podría decir sus medidas, pero definitivamente mucho más largo y grueso que él de Marcelo. Le dije “Diego, esto fue muy lejos, paremos” pero cada palabra que yo decía parecía ser aliciente para él ya que continuaba lamiendo mi vagina, hasta llegar a mordisquear mi clítoris. En un momento debe haber tocado mi punto G, porque me sentí eyacular como un hombre, y era algo de no terminar nunca quería parar y no sabía como hacer, tomó mi mano y la dirigió a su ya completamente erecta verga, y me obligó a masturbarlo traté de soltarme, pero no pude. La verdad era que tenía una verga hermosa, y muchas mujeres quisieran haber estado en mi lugar en un momento se paró enfrente de mí y su falo quedó muy cerca de mis labios y yo casi por instinto abrí la boca para que lo introduzca por primera vez largó un gemido de placer me la hizo chupar por unos 5 minutos, y en un momento se agitó, y comenzó a gemir fuerte sentí un río de esperma caliente aterrizando mayoritariamente en mi garganta, parte en mis labios y parte en mis pechos me obligó a tragármela cuando pensé que todo había terminado, me dirigí al baño a asearme. Cuando salí pensé en despedir a Diego, pero no podía evitar la excitación morbosa que me provocaba el hecho de haber tragado semen que no era de mi marido. A la salida del baño estaba él, esperándome, con su gran mástil nuevamente erecto. Me tomó de los brazos, y me llevó a la habitación me tiró boca arriba en la cama, levantó nuevamente mi camisón, y lamió mi vagina por un corto periodo. Cuando me tuvo caliente, se paró en el piso, dijo cosas obscenas como “ahora vas a sentir una verdadera pija dentro tuyo, no como la del afeminado de tu marido”, abrió mis piernas al máximo, acomodó la gruesa cabeza de su verga entre mis labios vaginales y comenzó a empujar hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que una verga de esas dimensiones podía hacer el caso es que lenta, pero firmemente, entró su cabeza, y ahí fue cuando noté la diferencia de tamaño con el pene de Marcelo me dolió mucho, grité “Noooooooo! me duele mucho sacala por faaaaaaavor!!!” pero el estaba demasiado caliente con la presa que había cazado, como para dar un paso atrás. Cuando escuchó mi negativa, y sintió mi intento de empujarlo, me tomó firmemente por la cintura, y presionó fuerte con su pelvis. Probablemente fue mi grado de lubricación, que su mástil entró hasta el fondo. Lloré mucho, y grité pidiendo que pare, pero mis suplicas no fueron escuchadas yo lloraba, y él mas se calentaba. Fue cuando mis gritos se transformaron en gemidos: Ay, ay! Si, si, así, dale, más, que él comenzó a apurar el ritmo de sus embestidas, sentía claramente sus bolas golpear contra mi ano, lo quería todo dentro de mí. Me habría estado cogiendo durante 15 minutos, cuando aceleró mucho su ritmo y escuché su grito profundo. Supe que estaba por eyacularme. Le dije “¡pará, me vas a embarazar! ¡No me estoy cuidando!”, pero a él parecía no importarle. “¡te lo suplico, me vas a embarazar, sacala por favor!”… nada… Siguió un par de embestidas, y la saco sentí como me bañaba en leche que me caían por todos lados su leche era caliente, y el placer que sentí, jamás lo experimenté con mi marido. Tuve como ocho orgasmos. Con su pene ya flácido me miró a los ojos, me dio un fuerte beso en la boca, como queriendo comerme, y mostrarme que el era mi macho, entró al baño, se higienizó, y diciendo, “Gracias bebe pronto te voy visitar, por que me falto probar algo mas” se fue. Me sentí una puta, pero terriblemente caliente. Al rato llegó mi marido. No me había dado tiempo de limpiar el desastre que Diego había hecho en mí. Incluso en mis tetas había rastros de esperma. Me dio mucho miedo, pero Marcelo con todo el cariño que siempre me tuvo y tiene, me miró fijo a los ojos y me dijo veo "te gusto mucho hacerlo con Diego", yo quede con mi boca abierta y el me dijo hace rato que vengo pensando en esto. Después les sigo contando lo que sucedió después.........
NICOL
Hola mi nombre es Nicol tengo 30 años y creo estar en forma ya que me dedico mucho a mi cuerpo en mis ratos libres para poder sentirme como si tuviera 20 años, no tengo hijos, jamás me hubiese imaginado que me encontraría frente a una pc escribiendo esto. Sinceramente me cuesta mucho hablar de mis intimidades sexuales. Pero bueno les quiero contar algo que me sucedió hace unos dos meses, estoy felizmente casada con Marcelo que tiene 35 años, vivimos en Capital Federal. Mi esposo desde hace un tiempo atrás me insistía en realizar una experiencia o mas bien una fantasía que el tenía, la cual consistía en realizar un trío. A lo que yo siempre me negué, un buen día conocimos a Diego, un señor de unos cincuenta años, que se había mudado a nuestro edificio, como era un nuevo vecino pasamos a saludarlo y en la charla nos enteramos que era Brasilero pero hablaba muy bien el castellano ya que residía en nuestro país desde hacia unos 20 años o algo así, siempre fue muy servicial mas conmigo que con mi marido, en varias ocasiones Marcelo me decía cosas como que el viejo estaba muy caliente conmigo y que a el le gustaría que me lo cogiese, que eso a el no le iba a importar, yo me quede sorprendida lo primero que se me cruzo en la cabeza era que estaba loco, después comenzó a insistir mucho y me dijo que el quería verme como a una puta, que no iba a cambiar en nada nuestro matrimonio, un día de semana el cual yo estaba de franco alrededor de las 10 de la mañana, cuando Marcelo se encontraba en el trabajo, sonó el timbre. Atendí, y era Diego. Yo estaba vestida con un camisón fino, 10 cm. debajo de mis nalgas, y algo escotado lo que permitía una generosa vista de mis pechos y piernas. Supongo que en una mujer de mi edad, morocha de ojos verdes, con senos medianos y lindas piernas debe verse atractivo. Me dijo que había escuchado ruidos y que pensó que yo no había ido al trabajo por que me sentía mal y pasaba a ver si necesitaba algo y para saber como estaba también, yo le dije que no, que hoy no trabajaba pero que pasara que para mi era una alegría recibir su visita, lo invite a pasar. Nos sentamos en uno de los sillones del living, y preparé unos mates. Charlábamos de la vida, y me contó de como había llegado a nuestro país, y ahora, dos décadas después, era muy feliz, seguimos charlando en un punto de la conversación puso una mano en mi rodilla, y no le di importancia. Me contó de sus hijos que vivían en Brasil con su ex esposa, y de su tranquilidad económica, y nunca retiró su mano, no se como pudo pasarme, pero nunca dije nada sobre su actitud. Seguimos hablando, y su mano comenzó a acariciar mi pierna, suavemente. No pude evitar dirigir mi mirada hacia sus genitales, y se me paso por la mente las palabras de mi marido "QUIERO QUE SEAS UNA PUTA" y me sorprendió ver un gran bulto dentro de su pantalón corto. Habrán pasado unos 5 segundos, en los que hipnotizada lo miraba fijamente, cuando quise desviar la vista, Diego ya lo había notado. Mientras tanto él seguía hablando como si nada… subiendo cada vez más su mano derecha por mi muslo. Cuando quise reaccionar, ya era tarde. Dos de sus dedos habían sorteado los costados de mi tanga, y se estaban abriendo paso entre mis labios vaginales. Sentí una excitación sin precedentes. Sentía que me invadían, y eso me excitaba. Me debo haber mojado mucho, porque para ese entonces, Diego sabia que se estaba ganando a su presa, y a pesar que seguía hablando de la vida, avanzaba con seguridad dentro de mi sexo. Yo lo escuchaba, con los ojos entrecerrados, sin decir palabra. En un momento que no logro recordar, él se habría arrodillado en el piso de alfombras, y abierto mis piernas. Pronto sentí que sus ya tres dedos salían de mi vagina, y comenzaba a hurgar con su lengua. Habrá sido en ese mismo momento, que abrió su short, y liberó un enorme pene, no podría decir sus medidas, pero definitivamente mucho más largo y grueso que él de Marcelo. Le dije “Diego, esto fue muy lejos, paremos” pero cada palabra que yo decía parecía ser aliciente para él ya que continuaba lamiendo mi vagina, hasta llegar a mordisquear mi clítoris. En un momento debe haber tocado mi punto G, porque me sentí eyacular como un hombre, y era algo de no terminar nunca quería parar y no sabía como hacer, tomó mi mano y la dirigió a su ya completamente erecta verga, y me obligó a masturbarlo traté de soltarme, pero no pude. La verdad era que tenía una verga hermosa, y muchas mujeres quisieran haber estado en mi lugar en un momento se paró enfrente de mí y su falo quedó muy cerca de mis labios y yo casi por instinto abrí la boca para que lo introduzca por primera vez largó un gemido de placer me la hizo chupar por unos 5 minutos, y en un momento se agitó, y comenzó a gemir fuerte sentí un río de esperma caliente aterrizando mayoritariamente en mi garganta, parte en mis labios y parte en mis pechos me obligó a tragármela cuando pensé que todo había terminado, me dirigí al baño a asearme. Cuando salí pensé en despedir a Diego, pero no podía evitar la excitación morbosa que me provocaba el hecho de haber tragado semen que no era de mi marido. A la salida del baño estaba él, esperándome, con su gran mástil nuevamente erecto. Me tomó de los brazos, y me llevó a la habitación me tiró boca arriba en la cama, levantó nuevamente mi camisón, y lamió mi vagina por un corto periodo. Cuando me tuvo caliente, se paró en el piso, dijo cosas obscenas como “ahora vas a sentir una verdadera pija dentro tuyo, no como la del afeminado de tu marido”, abrió mis piernas al máximo, acomodó la gruesa cabeza de su verga entre mis labios vaginales y comenzó a empujar hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que una verga de esas dimensiones podía hacer el caso es que lenta, pero firmemente, entró su cabeza, y ahí fue cuando noté la diferencia de tamaño con el pene de Marcelo me dolió mucho, grité “Noooooooo! me duele mucho sacala por faaaaaaavor!!!” pero el estaba demasiado caliente con la presa que había cazado, como para dar un paso atrás. Cuando escuchó mi negativa, y sintió mi intento de empujarlo, me tomó firmemente por la cintura, y presionó fuerte con su pelvis. Probablemente fue mi grado de lubricación, que su mástil entró hasta el fondo. Lloré mucho, y grité pidiendo que pare, pero mis suplicas no fueron escuchadas yo lloraba, y él mas se calentaba. Fue cuando mis gritos se transformaron en gemidos: Ay, ay! Si, si, así, dale, más, que él comenzó a apurar el ritmo de sus embestidas, sentía claramente sus bolas golpear contra mi ano, lo quería todo dentro de mí. Me habría estado cogiendo durante 15 minutos, cuando aceleró mucho su ritmo y escuché su grito profundo. Supe que estaba por eyacularme. Le dije “¡pará, me vas a embarazar! ¡No me estoy cuidando!”, pero a él parecía no importarle. “¡te lo suplico, me vas a embarazar, sacala por favor!”… nada… Siguió un par de embestidas, y la saco sentí como me bañaba en leche que me caían por todos lados su leche era caliente, y el placer que sentí, jamás lo experimenté con mi marido. Tuve como ocho orgasmos. Con su pene ya flácido me miró a los ojos, me dio un fuerte beso en la boca, como queriendo comerme, y mostrarme que el era mi macho, entró al baño, se higienizó, y diciendo, “Gracias bebe pronto te voy visitar, por que me falto probar algo mas” se fue. Me sentí una puta, pero terriblemente caliente. Al rato llegó mi marido. No me había dado tiempo de limpiar el desastre que Diego había hecho en mí. Incluso en mis tetas había rastros de esperma. Me dio mucho miedo, pero Marcelo con todo el cariño que siempre me tuvo y tiene, me miró fijo a los ojos y me dijo veo "te gusto mucho hacerlo con Diego", yo quede con mi boca abierta y el me dijo hace rato que vengo pensando en esto. Después les sigo contando lo que sucedió después.........
NICOL
8 comentarios - La propuesta de mi marido
EXELENTE ESPERO LA PROXIMA..!!!!!!!
me re calento. 🤤
excelente.