sexo adolecente monologo
Todos queremos tener sexo. Es lo único que pasa por nuestra cabeza (por las dos) en la adolescencia: Queremos tener sexo. No nos importa si contraemos sida o embarazamos a alguien porque no nos importa como está puesto el forro en el momento del acto sexual. Es así, queremos tener sexo a toda costa, y en todas las costas. Pero todo tiene un principio ¿no? Arranquemos por ahí:
La primera vez. Uno sueña con que su primera vez sea en una playa a la luz de la luna con la persona que amamos. ¿Pasa esto? No. Los hombres debutan gracias a las prostitutas y las mujeres debutan gracias al alcohol, y la verdad que entre la arena de la playa y la palanca de cambio del auto hay mucha diferencia.
Aún así, perder la virginidad es todo un reto. Antes, uno conoce la forma aceptada de homosexualidad: la masturbación. ¿Quién no se masturbó alguna vez? Todos nos masturbamos alguna vez. Hasta los curas se masturban. Sino ¿Qué se piensan que hacen tantas horas encerrados en un confesionario vacio?
Igual creo que nada mejor para los gays que la masturbación, porque para ellos es una práctica: después van y se la hacen a otro.
Nos estamos yendo de tema. Como decía, el significado que tiene el sexo es muy poderoso, es que el sexo es ALGO DE PRIMERA, pero entre adolescentes, es ALGO DEPRIMENTE. No se saben ni los nombres y ya están en la cama. Es más, se acuestán con feos y después se queján, como si fuera una obligación tener sexo con un feo. ¡¿Por qué se acuestan con los feos?! ¡¡Quiero ser feo!!
En la adolescencia, las mujeres son raras. Es irónico porque cuando tienen veinte, les gustán los de cuarenta, y cuando tienen cuarenta, les gustán los de veinte. Igual las mujeres tienen intereses distintos: El sexo, la música, las salidas con amigas, etc. En cuanto al hombre, el hombre se interesa por sexo, sexo, sexo y sexetera.
El adolescente sale con forros a todos lados. Es su religión. Es como una parte de él, lo lleva consigo siempre. Va a la discoteca, y va con él. Va al baño, y va con él, va de viaje de egresados a Bariloche, va con él, y no va uno sólo. Va con sus amigos de la caja.
Pero el hombre no va por ahí con el preservativo, como se dice: "por si acaso", el hombre lo lleva como macho. Aunque sepa que no tiene oportunidad, lo llevá igual.
Podés ir a la iglesia, y sabes que no se te va aparecer ninguna monjita caliente, pero aún así ¿Uno que hacé? Lo llevá igual.
Las mujeres, como no confían (¡¡y bien hacen!!) en la seguridad del preservativo y del hombre (principalmente) y no quieren quedar embarazadas, tomán pastillas, pero se vuelven locas y quedán embarazadas igual que vos no sabés si esas pastillas eran anticonceptivos, tic tac o extasis.
Es muy peligroso salir con una mina. Sobretodo si explota.
“Me quisiste decir que me entendías completamente, pero no te entendí completamente lo que me quisiste decir”
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