AVISO: Lo que están a punto de leer, es de lo más negro que he escrito. Se recomienda la ausencia de menores frente al monitor y de personas sensibles. Después no digan que no les avisé.
Gracias.
“…Hola, me gusta como te expresas, tus palabras me llevan a lugares en los que nunca había estado. Despertás en mí un montón de sensaciones que jamás experimenté. Me encantaría hablar con vos y si es posible conocernos…”
Así fue el mensaje que recibí un día.
Debo decir que me gustó, mucho.
No solo el pensar que alguien había sentido algo con mis palabras, si no también, debo confesarlo, era algo maravilloso para mi ego.
Contesté el mensaje, dos días después.
Inmediatamente y como si fuera un chateo, la respuesta.
Y como todos sabemos estas cosas son así. Un mensaje trae otro y así nos pasamos unos días, mensaje va y mensaje viene.
Las charlas no eran nada del otro mundo. Cosas comunes de un hombre y una mujer que se conocen en un espacio de sexo.
Lo único que a veces me incomodaba, admito, era que él, a quien no voy a nombrar para que no haya inconvenientes, mostraba cierta devoción hacia mi, algo que yo no sabía si se trataba de algo real o de simple desesperación por encamarse conmigo. Pero ya les hice referencia a eso del ego, así que charlaba con él de lo más normal.
Varias noches me invitó a verlo masturbarse en su webcam y acepté, me mandaba fotos de su pene a mi casilla de correo.
Varias veces me toqué viéndolo acabar, pero nunca se lo hice saber. Todo era un juego y yo quería poner las reglas.
Pero, repito, todos sabemos como terminan estas cosas.
Un día me propuso vernos.
Acepté.
Me propuso su casa o si yo quería, la mía. Siempre me gustó jugar de visitante, así no tengo problemas en irme cuando quiera, siempre lo consideré más fácil que echar a un pesado de mi casa.
Quedamos en vernos el sábado en su casa a la medianoche.
Me vestí de manera provocativa, aunque es obvio que en una cita un sábado a la medianoche en la casa de un flaco no es necesario provocar, pero bueno, una es mujer y siempre quiere ser coqueta.
La primer sorpresa, fue encontrarme con un chalet hermoso. Me había dicho que tenía 40 años, así que me lo imaginé un profesional destacado o tal vez un empresario exitoso, como para tener tremenda casa. La cosa iba tomando color.
Toqué el timbre y me atendió un pibe.
- Vos sos Fionna?
- Si- le dije- pero vos no sos…
- Si soy yo, lo que pasa que si te decía mi verdadera edad jamás me ibas a dar bola y no ibas a dejar demostrarte quien soy.
Me quedé helada, delante de mí había parado un pibe que si tenía 18 años los había cumplido hacía 20 minutos. Tenía puesta una remera negra de un grupo metálico, creo, unas bermudas cargo, negras también y descalzo. Tenía un piercing en su ceja derecha, en el labio y en la lengua. Ambos antebrazos tatuados como así también la pantorrilla izquierda.
Se dio cuenta que lo observé de arriba abajo como pasándole un scanner mental.
-Fionna, no te dejes asustar por las apariencias, no te olvides que yo soy el que habló con vos todos estos días.
-si, y me mentiste-me defendí
-pero te expliqué por qué-se justificó- además ya estás acá, te vas a ir?
Decidí quedarme, era verdad, ya estaba ahí, estaba algo producida y tenía ganas de tener sexo. Además recordé el dicho ese de que “A vaca vieja, le gusta el pasto tierno”, hacía mucho que no estaba con un bomboncito tan tierno.
Pasé y quedé impresionada con la casa.
-Esta casa es tuya?
-No, es de mis viejos, pero no están, se fueron al campo y hasta el lunes no vienen.
-Bien planeado- pensé
-Ponete cómoda- me invitó.
Me senté en lo que sería el living en un cómodo sillón de cuero.
Él trajo una cerveza, no me dio ninguna opción de elegir, y sirvió dos vasos hasta el tope.
Brindamos, tomamos un trago y se me sentó al lado, como para comerme en ese mismo instante.
Reculé, quería un poco de previa, sabía que si lo le daba diez centímetros de ventaja, el pendejo me ensartaba de una.
Así que empecé a sacarle cualquier tema, pero ya tenía todo decidido en la cabeza, a lo sumo en una hora, estaba pidiendo un taxi, calculé que el mocoso, con el afrecho que tenía me echaría un par de polvos y después borracho por la cerveza se quedaría dormido.
Que ingenua.
Dilaté todo lo que pude hasta que empezamos a besarnos, sabía que el ritmo lo tenía que manejar yo, nunca le tenía que dar la iniciativa porque si no me moría de angustia.
Lo dejé meter mano por todos lados, pero siempre teniéndolo a raya.
Le empecé a sobar el bulto, pero no groseramente, para que no se me vaya en seco. Descubrí que bajo la bermuda había un instrumento interesante y eso me calentó.
Me saqué la remera y el corpiño y le di mis tetas.
Se le iluminó la cara al imberbe, se les tiró encima como si nunca hubiera visto un par en vivo y en directo. Lo sofrené un poco para que no me las operara con los dientes.
Lo paré y le saqué las bermudas, él no llevaba ropa interior.
De más está decir que tenía la pija parada, me sorprendió que no tenía pelos, estaba todo depilado.
-te afeitaste?- pregunté
-si, para que parezca más grande- contestó
-disculpame que te diga, pero ya es grande-
Y no le mentía, el pendejo cargada un aparato bastante importante.
-así que te gusta? Es todo tuyo putita-
Lo miré, no me gustaba ese trato, sobre todo no le quería dar juego para que no se agrande.
Los cinco segundo que duró la mirada fueron suficientes para hacerle entender que se había desubicado.
Se lo empecé a chupar, lento, suave, con cariño diría yo, lo quería demorar, quería demostrarle quien mandaba.
Mi lengua iba y venía por ese tronco blanco leche y esos huevos lampiños, de tanto en tanto, perdía toda su cabeza dentro de mi boca.
Me agarró de la nuca y me la puso hasta el fondo de la garganta, di una arcada. Debía devolver el golpe así que puse mis manos en sus nalgas y apunté el índice de mi mano derecha al agujero de su culo.
Se apartó.
-Qué hacés loca?
-Si vos vas a usar las manos yo también, relajate nene, yo se muy bien lo que hago, no me fuerces a nada.
Acepto y solo dejó sus manos en mi cabeza, pero sin usar la fuerza.
Seguí chupándolo, a medida que aceleraba el ritmo podía sentir como le latía el corazón, parecía que le iba a explotar el pecho.
Comenzó a acabar mientras le temblaba el cuerpo, me tragué toda su leche y con la última gota cayó al suelo, no se pudo mantener en pie.
Me paré y lo miré como haciéndole entender quien mandaba.
Ganaba 1 a 0.
Aproveché que estaba parada y fui por otro vaso de cerveza y terminé de desnudarme.
Volví al sillón y me abrí de piernas delante suyo.
-Ahora vos bombón, a ver cuánto sabés?
Me miró la concha como quien ve un tesoro, se acercó con cuidado, despació.
Me metió un dedo, luego dos, yo estaba mojada, empezó a meter y sacar los dedos con un ritmo frenético. Lo paré en seco, le dije que ahora le tocaba a él hacerme sexo oral, me dijo que no. Que no me iba a hacer eso, que no le gustaba. Así que siguió con sus manos, decidí no discutir y lo dejé, pensé en que me echaba un polvo y me iba, ya la cosa no me gustaba.
Debo admitir que con las manos el pibe se manejó muy bien porque a los cinco minutos me arranco un orgasmo de cuajo. Me dejé ir y grité de placer mientras arañaba el sillón.
Ahora era él quien me miraba de manera sobradora.
Ahora si, me abrió bien las piernas se las puso en sus hombros y de una embestida me la puso toda hasta el fondo.
Que placer.
Que bien se sentía esa pija grande dentro mío.
Si no fuera que él se movía como una locomotora, hubiera sido un polvo extraordinario.
Mientras me cogía con fuerza sus manos empezaron a apretar mis tetas. Me apretaba fuerte.
Si bien siempre mis sensaciones de placer fueron mucho más allá de mi umbral del dolor esta vez debo admitir que me dolía lo que me estaba haciendo. Le pedí que no me apretara tanto y el solo respondía, “si, si” mientras me bombeaba de manera frenética, tres o cuatro minutos tuve esa pija taladrándome hasta que la sacó y me empezó a regar la cara de semen.
-tomá puta, querés más leche, acá tenes, tomala toda que te gusta.
Ese fue el límite.
Me paré y le di un empujón.
-Quién te crees que sos mocoso? Antes de aprender a coger aprendé a tratar bien a una mujer, pendejo de mierda.
Comencé a juntar mi ropa.
-Pará no te enojés, te estaba jodiendo, además donde vas a encontrar un pendejo que te garche como yo.
Hice que no lo escuchaba y empecé a vestirme.
-Pará no te vistas
-Soltame
-Quedate
-Soltame te dije, yo me voy
Y otra vez lo empujé.
Para qué?
Juro que no vi venir la primer trompada. Me dio de lleno en la nariz. Me tumbó.
Quede mareada. De pronto empecé a sentir en mi boca la sangre que me brotaba.
La segunda y la tercera fueron en el pómulo derecho.
La cuarta en la boca.
Gritó fuerte “ey ahora!!”
Vi dos personas bajando las escaleras. Creo que eran dos pibes de la edad de él.
La vista se me había puesto nublosa.
Uno se apartó y fue hasta un mueble que estaba del otro lado del living y puso música.
De repente empezó a sonar en toda la casa una música tipo heavy metal a todo volumen.
Ellos empezaron a gritar.
-Vamos que todavía no le hice el culo a la puta esta- dijo el mocoso.
Los otros dos me agarraron, uno del pelo, el otro de las manos y me llevaron de vuelta al sillón. Me pusieron boca abajo y dejaron mi culo a merced de mi cita a ciegas.
Sentí que me vaciaban la cerveza en el culo, me pegaron en las nalgas cachetadas que me dolieron un montón y él entró con su pija bien parada dentro mío.
Me dolió mucho.
Mientras me cogía me tiraba del pelo y me gritaba.
-Esto querías puta? O no? Decilo putita, decí que te encanta mi pija.
Uno de los que me sostenía me quiso poner la pija en la boca, me negué, otra trompada y otra más.
Cedí.
Me cogían a lo bestia, como salvajes.
El de la boca acabó enseguida y me llenó de leche y después se limpió con mi pelo, el que estaba en mi culo, mientras acababa me ahorcaba con mi corpiño.
Sentía que me ahogaba.
El que hasta entonces no había hecho nada me sacó del sillón de los pelos y me tiró en la alfombra.
Se subió encima mío y también me cogió como poseido.
No se cuanto duró.
Se turnaban para cogerme entre los tres.
Me bañaron en cerveza, en leche y finalmente, me sacaron al patio de la casa y mientras yo estaba tirada en el suelo, los tres parados encima mío comenzaron a mearme mientras reían sin parar.
Antes de irse uno de ellos, no se quien y a esa altura no interesaba, me metió la punta de la botella de cerveza en la concha. Y ahí me dejaron. Tirada.
Y esa maldita música no paraba de sonar.
Amanecí en el hospital.
Se deben haber compadecido.
La Dra. que me atendió me dijo que no había nada roto, golpes varios, raspones, magullones y nada más.
Me preguntó que había pasado.
No pude hacer otra cosa que ponerme a llorar.
Por eso desde ese día, casi, casi, casi, nunca, contesto más mensajes privados de gente que conozco en cyber espacios de sexo.
FIN
Gracias.
“…Hola, me gusta como te expresas, tus palabras me llevan a lugares en los que nunca había estado. Despertás en mí un montón de sensaciones que jamás experimenté. Me encantaría hablar con vos y si es posible conocernos…”
Así fue el mensaje que recibí un día.
Debo decir que me gustó, mucho.
No solo el pensar que alguien había sentido algo con mis palabras, si no también, debo confesarlo, era algo maravilloso para mi ego.
Contesté el mensaje, dos días después.
Inmediatamente y como si fuera un chateo, la respuesta.
Y como todos sabemos estas cosas son así. Un mensaje trae otro y así nos pasamos unos días, mensaje va y mensaje viene.
Las charlas no eran nada del otro mundo. Cosas comunes de un hombre y una mujer que se conocen en un espacio de sexo.
Lo único que a veces me incomodaba, admito, era que él, a quien no voy a nombrar para que no haya inconvenientes, mostraba cierta devoción hacia mi, algo que yo no sabía si se trataba de algo real o de simple desesperación por encamarse conmigo. Pero ya les hice referencia a eso del ego, así que charlaba con él de lo más normal.
Varias noches me invitó a verlo masturbarse en su webcam y acepté, me mandaba fotos de su pene a mi casilla de correo.
Varias veces me toqué viéndolo acabar, pero nunca se lo hice saber. Todo era un juego y yo quería poner las reglas.
Pero, repito, todos sabemos como terminan estas cosas.
Un día me propuso vernos.
Acepté.
Me propuso su casa o si yo quería, la mía. Siempre me gustó jugar de visitante, así no tengo problemas en irme cuando quiera, siempre lo consideré más fácil que echar a un pesado de mi casa.
Quedamos en vernos el sábado en su casa a la medianoche.
Me vestí de manera provocativa, aunque es obvio que en una cita un sábado a la medianoche en la casa de un flaco no es necesario provocar, pero bueno, una es mujer y siempre quiere ser coqueta.
La primer sorpresa, fue encontrarme con un chalet hermoso. Me había dicho que tenía 40 años, así que me lo imaginé un profesional destacado o tal vez un empresario exitoso, como para tener tremenda casa. La cosa iba tomando color.
Toqué el timbre y me atendió un pibe.
- Vos sos Fionna?
- Si- le dije- pero vos no sos…
- Si soy yo, lo que pasa que si te decía mi verdadera edad jamás me ibas a dar bola y no ibas a dejar demostrarte quien soy.
Me quedé helada, delante de mí había parado un pibe que si tenía 18 años los había cumplido hacía 20 minutos. Tenía puesta una remera negra de un grupo metálico, creo, unas bermudas cargo, negras también y descalzo. Tenía un piercing en su ceja derecha, en el labio y en la lengua. Ambos antebrazos tatuados como así también la pantorrilla izquierda.
Se dio cuenta que lo observé de arriba abajo como pasándole un scanner mental.
-Fionna, no te dejes asustar por las apariencias, no te olvides que yo soy el que habló con vos todos estos días.
-si, y me mentiste-me defendí
-pero te expliqué por qué-se justificó- además ya estás acá, te vas a ir?
Decidí quedarme, era verdad, ya estaba ahí, estaba algo producida y tenía ganas de tener sexo. Además recordé el dicho ese de que “A vaca vieja, le gusta el pasto tierno”, hacía mucho que no estaba con un bomboncito tan tierno.
Pasé y quedé impresionada con la casa.
-Esta casa es tuya?
-No, es de mis viejos, pero no están, se fueron al campo y hasta el lunes no vienen.
-Bien planeado- pensé
-Ponete cómoda- me invitó.
Me senté en lo que sería el living en un cómodo sillón de cuero.
Él trajo una cerveza, no me dio ninguna opción de elegir, y sirvió dos vasos hasta el tope.
Brindamos, tomamos un trago y se me sentó al lado, como para comerme en ese mismo instante.
Reculé, quería un poco de previa, sabía que si lo le daba diez centímetros de ventaja, el pendejo me ensartaba de una.
Así que empecé a sacarle cualquier tema, pero ya tenía todo decidido en la cabeza, a lo sumo en una hora, estaba pidiendo un taxi, calculé que el mocoso, con el afrecho que tenía me echaría un par de polvos y después borracho por la cerveza se quedaría dormido.
Que ingenua.
Dilaté todo lo que pude hasta que empezamos a besarnos, sabía que el ritmo lo tenía que manejar yo, nunca le tenía que dar la iniciativa porque si no me moría de angustia.
Lo dejé meter mano por todos lados, pero siempre teniéndolo a raya.
Le empecé a sobar el bulto, pero no groseramente, para que no se me vaya en seco. Descubrí que bajo la bermuda había un instrumento interesante y eso me calentó.
Me saqué la remera y el corpiño y le di mis tetas.
Se le iluminó la cara al imberbe, se les tiró encima como si nunca hubiera visto un par en vivo y en directo. Lo sofrené un poco para que no me las operara con los dientes.
Lo paré y le saqué las bermudas, él no llevaba ropa interior.
De más está decir que tenía la pija parada, me sorprendió que no tenía pelos, estaba todo depilado.
-te afeitaste?- pregunté
-si, para que parezca más grande- contestó
-disculpame que te diga, pero ya es grande-
Y no le mentía, el pendejo cargada un aparato bastante importante.
-así que te gusta? Es todo tuyo putita-
Lo miré, no me gustaba ese trato, sobre todo no le quería dar juego para que no se agrande.
Los cinco segundo que duró la mirada fueron suficientes para hacerle entender que se había desubicado.
Se lo empecé a chupar, lento, suave, con cariño diría yo, lo quería demorar, quería demostrarle quien mandaba.
Mi lengua iba y venía por ese tronco blanco leche y esos huevos lampiños, de tanto en tanto, perdía toda su cabeza dentro de mi boca.
Me agarró de la nuca y me la puso hasta el fondo de la garganta, di una arcada. Debía devolver el golpe así que puse mis manos en sus nalgas y apunté el índice de mi mano derecha al agujero de su culo.
Se apartó.
-Qué hacés loca?
-Si vos vas a usar las manos yo también, relajate nene, yo se muy bien lo que hago, no me fuerces a nada.
Acepto y solo dejó sus manos en mi cabeza, pero sin usar la fuerza.
Seguí chupándolo, a medida que aceleraba el ritmo podía sentir como le latía el corazón, parecía que le iba a explotar el pecho.
Comenzó a acabar mientras le temblaba el cuerpo, me tragué toda su leche y con la última gota cayó al suelo, no se pudo mantener en pie.
Me paré y lo miré como haciéndole entender quien mandaba.
Ganaba 1 a 0.
Aproveché que estaba parada y fui por otro vaso de cerveza y terminé de desnudarme.
Volví al sillón y me abrí de piernas delante suyo.
-Ahora vos bombón, a ver cuánto sabés?
Me miró la concha como quien ve un tesoro, se acercó con cuidado, despació.
Me metió un dedo, luego dos, yo estaba mojada, empezó a meter y sacar los dedos con un ritmo frenético. Lo paré en seco, le dije que ahora le tocaba a él hacerme sexo oral, me dijo que no. Que no me iba a hacer eso, que no le gustaba. Así que siguió con sus manos, decidí no discutir y lo dejé, pensé en que me echaba un polvo y me iba, ya la cosa no me gustaba.
Debo admitir que con las manos el pibe se manejó muy bien porque a los cinco minutos me arranco un orgasmo de cuajo. Me dejé ir y grité de placer mientras arañaba el sillón.
Ahora era él quien me miraba de manera sobradora.
Ahora si, me abrió bien las piernas se las puso en sus hombros y de una embestida me la puso toda hasta el fondo.
Que placer.
Que bien se sentía esa pija grande dentro mío.
Si no fuera que él se movía como una locomotora, hubiera sido un polvo extraordinario.
Mientras me cogía con fuerza sus manos empezaron a apretar mis tetas. Me apretaba fuerte.
Si bien siempre mis sensaciones de placer fueron mucho más allá de mi umbral del dolor esta vez debo admitir que me dolía lo que me estaba haciendo. Le pedí que no me apretara tanto y el solo respondía, “si, si” mientras me bombeaba de manera frenética, tres o cuatro minutos tuve esa pija taladrándome hasta que la sacó y me empezó a regar la cara de semen.
-tomá puta, querés más leche, acá tenes, tomala toda que te gusta.
Ese fue el límite.
Me paré y le di un empujón.
-Quién te crees que sos mocoso? Antes de aprender a coger aprendé a tratar bien a una mujer, pendejo de mierda.
Comencé a juntar mi ropa.
-Pará no te enojés, te estaba jodiendo, además donde vas a encontrar un pendejo que te garche como yo.
Hice que no lo escuchaba y empecé a vestirme.
-Pará no te vistas
-Soltame
-Quedate
-Soltame te dije, yo me voy
Y otra vez lo empujé.
Para qué?
Juro que no vi venir la primer trompada. Me dio de lleno en la nariz. Me tumbó.
Quede mareada. De pronto empecé a sentir en mi boca la sangre que me brotaba.
La segunda y la tercera fueron en el pómulo derecho.
La cuarta en la boca.
Gritó fuerte “ey ahora!!”
Vi dos personas bajando las escaleras. Creo que eran dos pibes de la edad de él.
La vista se me había puesto nublosa.
Uno se apartó y fue hasta un mueble que estaba del otro lado del living y puso música.
De repente empezó a sonar en toda la casa una música tipo heavy metal a todo volumen.
Ellos empezaron a gritar.
-Vamos que todavía no le hice el culo a la puta esta- dijo el mocoso.
Los otros dos me agarraron, uno del pelo, el otro de las manos y me llevaron de vuelta al sillón. Me pusieron boca abajo y dejaron mi culo a merced de mi cita a ciegas.
Sentí que me vaciaban la cerveza en el culo, me pegaron en las nalgas cachetadas que me dolieron un montón y él entró con su pija bien parada dentro mío.
Me dolió mucho.
Mientras me cogía me tiraba del pelo y me gritaba.
-Esto querías puta? O no? Decilo putita, decí que te encanta mi pija.
Uno de los que me sostenía me quiso poner la pija en la boca, me negué, otra trompada y otra más.
Cedí.
Me cogían a lo bestia, como salvajes.
El de la boca acabó enseguida y me llenó de leche y después se limpió con mi pelo, el que estaba en mi culo, mientras acababa me ahorcaba con mi corpiño.
Sentía que me ahogaba.
El que hasta entonces no había hecho nada me sacó del sillón de los pelos y me tiró en la alfombra.
Se subió encima mío y también me cogió como poseido.
No se cuanto duró.
Se turnaban para cogerme entre los tres.
Me bañaron en cerveza, en leche y finalmente, me sacaron al patio de la casa y mientras yo estaba tirada en el suelo, los tres parados encima mío comenzaron a mearme mientras reían sin parar.
Antes de irse uno de ellos, no se quien y a esa altura no interesaba, me metió la punta de la botella de cerveza en la concha. Y ahí me dejaron. Tirada.
Y esa maldita música no paraba de sonar.
Amanecí en el hospital.
Se deben haber compadecido.
La Dra. que me atendió me dijo que no había nada roto, golpes varios, raspones, magullones y nada más.
Me preguntó que había pasado.
No pude hacer otra cosa que ponerme a llorar.
Por eso desde ese día, casi, casi, casi, nunca, contesto más mensajes privados de gente que conozco en cyber espacios de sexo.
FIN
23 comentarios - Todo tiene un por qué.
No te hagas problema, en alguno de los otros, te debo haber dejado caliente. Es cuestión de emparejar, vio.
Jajajaja
Besos.
Gracias por pasar.
😳 😳 😳 😳 😳
Casi me lo creo posta, muy bien hecho!
¡Saludos escritora!
Imagino que el efecto debe ser general, sos terrible!
Generaste en mi los dos sentimientos que mas hibitualmente tengo adentro mio, anidando, haciendo cuevas y buscando explotar: calentura y ganas de matar.
A esos pibes los mataria despacio, haciendolos llorar, haciendole cosas para las que habria que crear palabras nuevas.
Y la pobre fionna que aventuras eh!? No la hagas sufrir tanto! 😉
Te dejo un beso enorme, me encanta como escribis aunque a veces me hagas revolver las tripas!
nunca mas contesto un mp!!! jejeje
al otro día no fuistes a la casa a matarlos a uno x uno???
besos!
Chevyta!
leeesandro, gracias por pasar y dejar tu comment, te lo agradezco de corazón.
pablo, de vos que puedo decir, me inspirás que sería de mis escritos sin la cómplice mirada tuya y de relojero.
chevyta, lo que quieras....
Gracias a todos.
F.
Me encanto la parte de tu encuentro, algo bastante normal hoy en dia y me fuiste llevando de la mano a otro sentimiento encontrado en tu relato. la ira, la bronca, las emocioones de violencia e impotencia que imagine vivio Fiona.
pero en definitiva tu relato me encanto, y lo bien que manejaste tiempos y situaciones!!
¡¡¡¡ la botella de cerveza ,estaba vacia ??? o te la tomaste al reaccionar ??
gracias por tu invitacion...
si te parece hacemos un encuentro, puede ser en tu casa o en la mia!!!
rodolfo322 P!oringuero[/color]
Pero no todos, todos, somos iguales, te lo digo yo 😉
Un beso muy grande. ;)
Gracias
GRACIAS POR INVITAR!!
es verdad amor, me desvirgaste.
Dicen que lo feo y lo bello, lo bueno y lo malo se encuentran y se contienen como un guante a una mano. Imagino una ronda redonda de culos penes garchando y siendo garchados, dando y recibiendo.
Tu relato tiene eso de excitante, donde se intercambian los roles con una rapidez ejaculatoria.
besos...
Besos
Puff! Llegué a tu relato. Y NUNCA te mandaría un MP con lo que me pareció un escrito tuyo! 😉
Para mí, el relato se dividió en 2 partes. La primera me calentó muchísimo! Tuve que acomodarme varias veces en mi silla porque... bueno, me apretaba el pantalón 😬
Estupenda descripción. Sos fantástica a la hora de garchar (en tus relatos, claro).
Pero la segunda parte, cuando pintó la violencia, debo confesarte que me puse muy mal. Me pintó una desesperación! Muy bien logrado.
Te felicito Fiona, excelente relato.
aunque con un final triste....
para la proxima q el venga a tu casa 😀 😀 😀 😀 😀
Olivia.