Se me dio por escribir un poco y hoy vuelvo a compartirles una experiencia personal. Esto ocurrió en mi adolescencia y fue una de las tantas cosas que se me quedaron grabadas a fuego.
Espero que sea del agrado de mis compadres y comadres…
Recién terminábamos de jugar a la pelota y, mientras caminábamos en busca de la Coca Cola refrescante, Raúl se me acercó y me hizo aminorar la marcha para quedarnos atrás del grupo principal. Me comentó que sus viejos se habían ido por el fin de semana y que tendría la casa disponible para armar alguna “cosita”. Le pregunté qué tenía en mente y me contestó que quería intentar convencerla a Alejandra para que le entregara la cola. Cuando escuché ésa oración, mis ratones se pusieron a saltar en mi cabeza y empecé a maquinar cómo podría aprovechar ésa situación al máximo.
Hacía un tiempo que yo salía con Fernanda y era su novio formal, ella supo ser la más deseada del barrio y el sólo hecho de verla caminar, te dejaba claro que sus laureles eran bien merecidos. Ella es de estatura mediana y tiene un largo cabello enrulado, no es bonita de cara, pero tiene un aspecto de gitana ó de ésas bailarinas flamencas que parecen cogerte cuando te miran. Su cuerpo es un auténtico canto a la belleza femenina, unos pechos redondos y duritos, del tamaño justo, ni chicos ni grandes y tan paraditos que siempre le costaba disimular sus pezones. Su cintura era chiquita y coronaba a un culo que aun hoy me cuesta describir, era la época de los jeans Gozzini en las mujeres y ella parecía salida de un comercial de la marca.
Pese a todo su supuesto “currículum”, relatado hasta el hartazgo por parte de sus conocidos, yo fui su primer hombre y estábamos disfrutando de los primeros meses
de sexo adolescente, yo con 17 y ella con 19 años. Obvio que el tema de la cola estaba pendiente y yo debía tomar "cartas" en el asunto.
Le dije a Raúl que podríamos comer unas pizzas, abundantemente regadas con cerveza, y que yo alquilaría un par de pelis para entonar el ambiente. Acordamos el horario y la división de los gastos, en ésa época, los hombres todavía pagaban todo, y nos dispusimos a tomar la Coca reparadora, contentos y compartiendo una sonrisa lasciva y maquiavélica.
Llegué a casa, me bañé, y me procuré el mejor aspecto. Debía ser una noche especial y todo tenía que encajar en su lugar. Pasé por el videoclub y tuve la suerte de que “Ghost, la sombra del amor”, un estreno en ésa época, estuviera disponible. Contento con la elección, enfilé hacia el cuarto de las condicionadas y empecé a buscar algo acorde a la intención que nos movilizaba. Como si los astros se hubieran alineado, me tropecé con una película de la Cicciolina, secundada por Moana. No recuerdo el nombre de la porno, pero en ésa época, era muy raro ver anales y supe que con la “Ciccio”, la temática estaba asegurada.
Llegué como a las 10 de la noche y Fernanda ya me esperaba en la puerta de su casa, ella vive justo en frente de Alejandra y Raúl vive en la misma vereda de Fernanda, a sólo 3 casas de distancia, por lo que enseguida estábamos golpeando a la puerta de Raúl. El nos abrió, nos saludamos y, con un gesto cómplice, me llevó hasta la cocina para mostrarme que había cumplido con su parte del acuerdo.
Comimos pizzas mientras veíamos “Ghost”. La única que gaseosa que acordamos comprar, duró un suspiro y fue reemplazada por unas exquisitas cervezas heladas.
Las chicas suspiraban y deliraban por la peli y Patrick Swayze, pero a nosotros nos asomaba el ancho de espadas de nuestras mangas y nos costaba no reirnos.
La peli terminó y nos separamos para el mimo de rigor, el alcohol había cumplido su cometido, yo la llevé a Fernanda hasta la cocina y Raúl se quedó con Alejandra en el living. Pasaron unos minutos y Raúl me mandó al frente de una: “Sergio, mostrále a las chicas lo otro que trajiste”. Ellas me encararon presurosas y no me quedó otra que abrir la bolsa y mostrarles el dorso del videocassete, se rieron a dúo y nos aprestamos a ver la porno.
Aún hoy trato de recordar el nombre de la peli, pero lo que es seguro, es que entre la “Ciccio” y Moana, no dejaron tipo sin que les visite el culo. Fue una hora y media de garchadas extremas, lechazos y unos gemidos que me pusieron al palo. Nuestras novias miraron casi atónitas, comentando cada aspecto de las penetraciones anales, de cómo hacían para no sentir dolor, etc. Y ésos comentarios echaban leña a un fuego que ya me consumía, no pudiendo disimular la erección que me causaba.
La peli terminó, por fin y Raúl nos dijo amablemente: “Chicos, la casa es suya” y se fue con Alejandra hacia el cuarto de sus viejos. Nos miramos con Fernanda y enfilamos hacia el cuarto de Raúl. Apenas cerré la puerta, Fernanda se me avalanzó encima y comenzamos a comernos con la boca. Teníamos toda la noche por delante y, ya en bolas, nos tiramos en la cama. Fernanda me chupó la pija como nunca antes, yo la tenía muy dura y venosa, era un placer ver mi pija desaparecer en su boca con cada chupada y verla emerger luego, toda lustrosa de su saliva. Comenzó a pajearme con tanta fuerza, que tuve que pedirle por favor que parara, si no quería que la llenara de leche, ella sonrió como explicándome que quería justo eso, pero la aparté con urgencia.
Yo ya tenía diagramada mi noche y no quería que nada se interpusiera con mis planes. La tomé de las piernas y la acerqué hacia mi, ella se abrió toda y me mostró una concha muy jugosa, tanto que sus pelitos brillaban con la luz del cuarto. Literalmente, me la comí, me puse toda su concha en la boca y empecé a chuparla con frenesí, su sabor era exquisito y me tragué cada gota de sus jugos. Mi lengua subía y bajaba hasta su culo, también mojado y con sus olores de mujer todos mezclados. Ella gemía como una loca y me agarraba la cabeza, acompañando cada movimiento de mi boca.
La traje un poco más hacia mi y le puse toda la pija adentro de una, ella tembló como si la hubiera estaqueado y empezó a gemir en mis oídos, “Me encanta, cogéme fuerte” me repetía mientras yo la taladraba cada vez más profundo. Me apoyé sus piernas en mis hombros y se la volví a poner a toda, con cada envión, la cabeza de mi pija le tocaba el útero y ella parecía ponerse más loca, “Ay, qué rico dolor” me repetía, una y otra vez. Acabó así, casi gritando.
La escena era impresionante, su cuerpo mojado de transpiración, suya y mía y su concha abierta, enrojecida y mojada. Vi su rostro y algo me decía que ella quería más, fue ahí cuando supe que ése era mi momento, la hice dar vuelta y quedó con su tremendo culo bien en alto, abierto y con su torso casi completamente apoyado en la cama, estaba entregada, sometida. Se la volví a poner en la concha, mientras mi saliva caía sobre el agujero de su culo, a modo de improvisado lubricante. El dedo gordo de mi mano derecha empezó a masajearle el anillo, esparciendo la saliva y lubricando aquel hoyo hermoso, fue entrando de a poco, acompasado con cada embestida que le daba a su concha, yo no sentía nada más que mi dedo entrando cada vez un poquito más en su apretado canal. De a ratos lo sacaba y lo chupaba, para volverlo a meter, ésta vez un poco más adentro. Ella me guiaba:”así papi” ó “no tan adentro, ahí me duele”. Luego de unos minutos, el dolor pareció irse y mi pija pidió cambio. Yo todavía era un adolescente pelotudo y creyendo allanado el camino, se la puse de una en el culo:“Pará, hijo de puta, me vas a matar”, me dijo casi gritando, me detuve, miré, y mi pija estaba a medio camino, me quedé quieto y empecé a acariciar sus caderas abiertas y mojadas, ella pareció acomodarse y yo empecé a moverme de nuevo, pero ésta vez, mucho más despacio.
Hay un punto en que el culo deja de “resistirse”, se siente como si tuvieras puesto un condón muy apretado y, de repente, se expandiera ó rajara. Cuando sentí eso, supe que la mesa estaba servida. Me empecé a mover más fuerte, ella me acompañaba gimiendo con una mezcla de dolor y placer. Yo veía cómo mi pija se le perdía en el hoyo con cada embestida y empecé a delirar: “hijo de puta, hijo de puta”, me repetía Fernanda, cada vez que llegaba hasta el final, yo se la sacaba hasta el borde del glande y se la volvía a meter hasta el fondo. La leche ya venía, pero decidí demorarla un poquito más y le saqué la pija del culo, su agujero estaba muy abierto, dilatado y los pelitos de sus bordes enrojecidos, estaban llenos de una espuma blanca. Le metí la lengua todo lo que pude, el sabor era algo amargo, pero me hizo enloquecer. Ella disfrutaba de aquella pausa, pero yo ya no podía más.
Su culo, ahora todo mio, me dejó entrar casi sin resistencia. La tomé de la cintura y la atraje hacia mi, le puse toda la pija adentro y comencé a moverme corto, pero fuerte. Mi mano izquierda se aferró a su hombro:“hijo de puta, hijo de puta” volvió a repetir, casi implorando.
La leche vino casi con dolor, la sentí subirme por los huevos con un cálido ardor, mis
manos se aferraron a sus hombros y la atraje toda hacia mi, me quedé quieto mientras ella seguía moviéndose y empecé a derramarme adentro de su culo, cada lechazo me hacía temblar y la cabeza se me llenó de aire y de una especie de electricidad. Caí fulminado en su espalda y me quedé ahí un buen rato, sintiendo, oliendo, besando. Fernanda sollozaba de dolor y placer, mientras mantenía sus manos sobre mis nalgas, como no queriendo dejarme salir.
Espero que les haya gustado. ;)
Espero que sea del agrado de mis compadres y comadres…
Recién terminábamos de jugar a la pelota y, mientras caminábamos en busca de la Coca Cola refrescante, Raúl se me acercó y me hizo aminorar la marcha para quedarnos atrás del grupo principal. Me comentó que sus viejos se habían ido por el fin de semana y que tendría la casa disponible para armar alguna “cosita”. Le pregunté qué tenía en mente y me contestó que quería intentar convencerla a Alejandra para que le entregara la cola. Cuando escuché ésa oración, mis ratones se pusieron a saltar en mi cabeza y empecé a maquinar cómo podría aprovechar ésa situación al máximo.
Hacía un tiempo que yo salía con Fernanda y era su novio formal, ella supo ser la más deseada del barrio y el sólo hecho de verla caminar, te dejaba claro que sus laureles eran bien merecidos. Ella es de estatura mediana y tiene un largo cabello enrulado, no es bonita de cara, pero tiene un aspecto de gitana ó de ésas bailarinas flamencas que parecen cogerte cuando te miran. Su cuerpo es un auténtico canto a la belleza femenina, unos pechos redondos y duritos, del tamaño justo, ni chicos ni grandes y tan paraditos que siempre le costaba disimular sus pezones. Su cintura era chiquita y coronaba a un culo que aun hoy me cuesta describir, era la época de los jeans Gozzini en las mujeres y ella parecía salida de un comercial de la marca.
Pese a todo su supuesto “currículum”, relatado hasta el hartazgo por parte de sus conocidos, yo fui su primer hombre y estábamos disfrutando de los primeros meses
de sexo adolescente, yo con 17 y ella con 19 años. Obvio que el tema de la cola estaba pendiente y yo debía tomar "cartas" en el asunto.
Le dije a Raúl que podríamos comer unas pizzas, abundantemente regadas con cerveza, y que yo alquilaría un par de pelis para entonar el ambiente. Acordamos el horario y la división de los gastos, en ésa época, los hombres todavía pagaban todo, y nos dispusimos a tomar la Coca reparadora, contentos y compartiendo una sonrisa lasciva y maquiavélica.
Llegué a casa, me bañé, y me procuré el mejor aspecto. Debía ser una noche especial y todo tenía que encajar en su lugar. Pasé por el videoclub y tuve la suerte de que “Ghost, la sombra del amor”, un estreno en ésa época, estuviera disponible. Contento con la elección, enfilé hacia el cuarto de las condicionadas y empecé a buscar algo acorde a la intención que nos movilizaba. Como si los astros se hubieran alineado, me tropecé con una película de la Cicciolina, secundada por Moana. No recuerdo el nombre de la porno, pero en ésa época, era muy raro ver anales y supe que con la “Ciccio”, la temática estaba asegurada.
Llegué como a las 10 de la noche y Fernanda ya me esperaba en la puerta de su casa, ella vive justo en frente de Alejandra y Raúl vive en la misma vereda de Fernanda, a sólo 3 casas de distancia, por lo que enseguida estábamos golpeando a la puerta de Raúl. El nos abrió, nos saludamos y, con un gesto cómplice, me llevó hasta la cocina para mostrarme que había cumplido con su parte del acuerdo.
Comimos pizzas mientras veíamos “Ghost”. La única que gaseosa que acordamos comprar, duró un suspiro y fue reemplazada por unas exquisitas cervezas heladas.
Las chicas suspiraban y deliraban por la peli y Patrick Swayze, pero a nosotros nos asomaba el ancho de espadas de nuestras mangas y nos costaba no reirnos.
La peli terminó y nos separamos para el mimo de rigor, el alcohol había cumplido su cometido, yo la llevé a Fernanda hasta la cocina y Raúl se quedó con Alejandra en el living. Pasaron unos minutos y Raúl me mandó al frente de una: “Sergio, mostrále a las chicas lo otro que trajiste”. Ellas me encararon presurosas y no me quedó otra que abrir la bolsa y mostrarles el dorso del videocassete, se rieron a dúo y nos aprestamos a ver la porno.
Aún hoy trato de recordar el nombre de la peli, pero lo que es seguro, es que entre la “Ciccio” y Moana, no dejaron tipo sin que les visite el culo. Fue una hora y media de garchadas extremas, lechazos y unos gemidos que me pusieron al palo. Nuestras novias miraron casi atónitas, comentando cada aspecto de las penetraciones anales, de cómo hacían para no sentir dolor, etc. Y ésos comentarios echaban leña a un fuego que ya me consumía, no pudiendo disimular la erección que me causaba.
La peli terminó, por fin y Raúl nos dijo amablemente: “Chicos, la casa es suya” y se fue con Alejandra hacia el cuarto de sus viejos. Nos miramos con Fernanda y enfilamos hacia el cuarto de Raúl. Apenas cerré la puerta, Fernanda se me avalanzó encima y comenzamos a comernos con la boca. Teníamos toda la noche por delante y, ya en bolas, nos tiramos en la cama. Fernanda me chupó la pija como nunca antes, yo la tenía muy dura y venosa, era un placer ver mi pija desaparecer en su boca con cada chupada y verla emerger luego, toda lustrosa de su saliva. Comenzó a pajearme con tanta fuerza, que tuve que pedirle por favor que parara, si no quería que la llenara de leche, ella sonrió como explicándome que quería justo eso, pero la aparté con urgencia.
Yo ya tenía diagramada mi noche y no quería que nada se interpusiera con mis planes. La tomé de las piernas y la acerqué hacia mi, ella se abrió toda y me mostró una concha muy jugosa, tanto que sus pelitos brillaban con la luz del cuarto. Literalmente, me la comí, me puse toda su concha en la boca y empecé a chuparla con frenesí, su sabor era exquisito y me tragué cada gota de sus jugos. Mi lengua subía y bajaba hasta su culo, también mojado y con sus olores de mujer todos mezclados. Ella gemía como una loca y me agarraba la cabeza, acompañando cada movimiento de mi boca.
La traje un poco más hacia mi y le puse toda la pija adentro de una, ella tembló como si la hubiera estaqueado y empezó a gemir en mis oídos, “Me encanta, cogéme fuerte” me repetía mientras yo la taladraba cada vez más profundo. Me apoyé sus piernas en mis hombros y se la volví a poner a toda, con cada envión, la cabeza de mi pija le tocaba el útero y ella parecía ponerse más loca, “Ay, qué rico dolor” me repetía, una y otra vez. Acabó así, casi gritando.
La escena era impresionante, su cuerpo mojado de transpiración, suya y mía y su concha abierta, enrojecida y mojada. Vi su rostro y algo me decía que ella quería más, fue ahí cuando supe que ése era mi momento, la hice dar vuelta y quedó con su tremendo culo bien en alto, abierto y con su torso casi completamente apoyado en la cama, estaba entregada, sometida. Se la volví a poner en la concha, mientras mi saliva caía sobre el agujero de su culo, a modo de improvisado lubricante. El dedo gordo de mi mano derecha empezó a masajearle el anillo, esparciendo la saliva y lubricando aquel hoyo hermoso, fue entrando de a poco, acompasado con cada embestida que le daba a su concha, yo no sentía nada más que mi dedo entrando cada vez un poquito más en su apretado canal. De a ratos lo sacaba y lo chupaba, para volverlo a meter, ésta vez un poco más adentro. Ella me guiaba:”así papi” ó “no tan adentro, ahí me duele”. Luego de unos minutos, el dolor pareció irse y mi pija pidió cambio. Yo todavía era un adolescente pelotudo y creyendo allanado el camino, se la puse de una en el culo:“Pará, hijo de puta, me vas a matar”, me dijo casi gritando, me detuve, miré, y mi pija estaba a medio camino, me quedé quieto y empecé a acariciar sus caderas abiertas y mojadas, ella pareció acomodarse y yo empecé a moverme de nuevo, pero ésta vez, mucho más despacio.
Hay un punto en que el culo deja de “resistirse”, se siente como si tuvieras puesto un condón muy apretado y, de repente, se expandiera ó rajara. Cuando sentí eso, supe que la mesa estaba servida. Me empecé a mover más fuerte, ella me acompañaba gimiendo con una mezcla de dolor y placer. Yo veía cómo mi pija se le perdía en el hoyo con cada embestida y empecé a delirar: “hijo de puta, hijo de puta”, me repetía Fernanda, cada vez que llegaba hasta el final, yo se la sacaba hasta el borde del glande y se la volvía a meter hasta el fondo. La leche ya venía, pero decidí demorarla un poquito más y le saqué la pija del culo, su agujero estaba muy abierto, dilatado y los pelitos de sus bordes enrojecidos, estaban llenos de una espuma blanca. Le metí la lengua todo lo que pude, el sabor era algo amargo, pero me hizo enloquecer. Ella disfrutaba de aquella pausa, pero yo ya no podía más.
Su culo, ahora todo mio, me dejó entrar casi sin resistencia. La tomé de la cintura y la atraje hacia mi, le puse toda la pija adentro y comencé a moverme corto, pero fuerte. Mi mano izquierda se aferró a su hombro:“hijo de puta, hijo de puta” volvió a repetir, casi implorando.
La leche vino casi con dolor, la sentí subirme por los huevos con un cálido ardor, mis
manos se aferraron a sus hombros y la atraje toda hacia mi, me quedé quieto mientras ella seguía moviéndose y empecé a derramarme adentro de su culo, cada lechazo me hacía temblar y la cabeza se me llenó de aire y de una especie de electricidad. Caí fulminado en su espalda y me quedé ahí un buen rato, sintiendo, oliendo, besando. Fernanda sollozaba de dolor y placer, mientras mantenía sus manos sobre mis nalgas, como no queriendo dejarme salir.
Espero que les haya gustado. ;)
12 comentarios - La noche de la cola (Segundo relato)
salu2
Fox037
y tu amigo...??? también hizo el suyo ??
Si señor, fue una noche redonda !!! 🙎♂️
Sabado madrugada aprovechando que está noche me he quedado en casita me dispuse a leer cuánta invitación me había llegado.
La tuya \"era especial\" porque me hiciste saber que yo te motive a volver a escribir, y eso además de alegrarme me dió un inmenso placer haberte leído.
Me metí en la historia, me falto sentir ese sabor amargo que mencionas, me posicione tanto en el personaje que me convertí en esos minutos de lectura en el mismisimo Becket061.
NUEVAMENTE TE DIGO ME ALEGRO DE HABER SIDO TU INSPIRACIÓN PARA TAN LINDO RELATO.
Besos y los que me quedan para vos.
😉
🙌 🙌 🙌
a favoritos pa leerlo con detenimiento. ahora ando preparando la cena 😀 😀
saludos amigo becket!