Eso que aprendí
Lo único que empecé con el pie derecho en la vida fue meter la cabeza entre las piernas de una chica.
Trabajo y estudio, el amor de una mujer, los amigos a la distancia, son todas cosas que funcionan después de un arranque con el agua al cuello.
La primera vez que hice eso de lo que hablo fue con la hija de un empresario peruano que estaba muy orgullosa de ser de San Isidro y que tenia cara linda con nariz grande.
Teníamos trece, así que venia medio tabla. Pasaba sus vacaciones en Pinamar con la mamá y sin el novio y yo vivía en Pinamar los dos meses divertidos del año.
El novio fue dos días a visitar y salimos en grupo. Le gustaba hablar del año que había pasado en el Liceo Militar y hacia chistes que yo festeje bastante muerto de odio.
De nuevos solos, la chica y yo tomábamos el té con Melitas en un departamento de la calle Constitucion que como todos los de esa calle era gris y tenia un portero chileno.
La chica sufría por ser infiel y amaba a su novio y yo, clintoniano sin saberlo, pensaba que It ain’t over till it’s over y apuraba el té para pasar a chapar.
Perseverar en el desamor es una especialidad de la casa, así que siempre lograba que el capitulo chapar fuera mas largo que el de traer a colación a ese cornudo que yo envidiaba con el estomago.
Se chapaba en un cuarto de puerta corrediza de plástico, así que había que estar atento a que la mama de la chica, que era un amor de señora, no anduviera circulando.
Hacíamos el casi everything but, que era básicamente semi sexo oral.
La chica me dejaba frotar la nariz y la boca contra su bombacha, pero tenia prohibido correr el elástico. Yo apenas podía con la taquicardia algodón de por medio, así que no corría el elástico.
En marzo la chica me invitó a su casa en Buenos Aires. Cuando le di la dirección a mi viejo me dijo que arroyo al 900 es paquetísimo y que el viático me lo daba en Libras Esterlinas porque estaban ahí al pedo y en el Socorro se gasta más.
Me sorprendió ser un tipo prospero en la ventanilla de la casa de cambio y toque el timbre de la chica casi que demasiado temprano.
El primer día hubo misa con cura a domicilio, pero después la mamá de la chica se ocupo de no molestar y entonces empecé una cosa en mi vida con total éxito.
Estábamos en el beso esquimal de la bombacha cuando me acorde que la chica se había lamentado todo el almuerzo por su pobre novio engañado, ahora con bed and breakfast, así que me dio mal humor y corrí el elástico sin preguntar y metí la lengua. La chica casi pide medico, así que seguí en eso.
No se como me di cuenta que había que concentrarse en un punto y me concentre con la mente en blanco hasta que todo el sexo de la chica me tembló en la cara un rato.
Los siguientes dos días nos dedicamos a eso. La contraprestación fue siempre con la mano, pero a mi no me importaba.
Volví a Pinamar y en algún momento me di por derrotado en la competencia con el ex liceista y deje de ir por la vida haciendo el goliardo.
A la chica la crucé varias veces los años siguientes y siempre nos pusimos contentos de vernos.
Casi casi siempre que me fui a la cama con una mujer repetí la tradición de buscar ese punto y un día me sorprendió que no siempre es el mismo.
En general, cuando me encuentro con una mujer con la que me acosté nos ponemos contentos de vernos.
Por eso ahora, que tengo el gusto dulce en la boca de mi chica que duerme, celebro el día en que cambie el olor a pan caliente de esa bombacha por la cosa de verdad y me inicie con en el misterio sublime de usar la boca para eso.
www.vidadocampo.com
Lo único que empecé con el pie derecho en la vida fue meter la cabeza entre las piernas de una chica.
Trabajo y estudio, el amor de una mujer, los amigos a la distancia, son todas cosas que funcionan después de un arranque con el agua al cuello.
La primera vez que hice eso de lo que hablo fue con la hija de un empresario peruano que estaba muy orgullosa de ser de San Isidro y que tenia cara linda con nariz grande.
Teníamos trece, así que venia medio tabla. Pasaba sus vacaciones en Pinamar con la mamá y sin el novio y yo vivía en Pinamar los dos meses divertidos del año.
El novio fue dos días a visitar y salimos en grupo. Le gustaba hablar del año que había pasado en el Liceo Militar y hacia chistes que yo festeje bastante muerto de odio.
De nuevos solos, la chica y yo tomábamos el té con Melitas en un departamento de la calle Constitucion que como todos los de esa calle era gris y tenia un portero chileno.
La chica sufría por ser infiel y amaba a su novio y yo, clintoniano sin saberlo, pensaba que It ain’t over till it’s over y apuraba el té para pasar a chapar.
Perseverar en el desamor es una especialidad de la casa, así que siempre lograba que el capitulo chapar fuera mas largo que el de traer a colación a ese cornudo que yo envidiaba con el estomago.
Se chapaba en un cuarto de puerta corrediza de plástico, así que había que estar atento a que la mama de la chica, que era un amor de señora, no anduviera circulando.
Hacíamos el casi everything but, que era básicamente semi sexo oral.
La chica me dejaba frotar la nariz y la boca contra su bombacha, pero tenia prohibido correr el elástico. Yo apenas podía con la taquicardia algodón de por medio, así que no corría el elástico.
En marzo la chica me invitó a su casa en Buenos Aires. Cuando le di la dirección a mi viejo me dijo que arroyo al 900 es paquetísimo y que el viático me lo daba en Libras Esterlinas porque estaban ahí al pedo y en el Socorro se gasta más.
Me sorprendió ser un tipo prospero en la ventanilla de la casa de cambio y toque el timbre de la chica casi que demasiado temprano.
El primer día hubo misa con cura a domicilio, pero después la mamá de la chica se ocupo de no molestar y entonces empecé una cosa en mi vida con total éxito.
Estábamos en el beso esquimal de la bombacha cuando me acorde que la chica se había lamentado todo el almuerzo por su pobre novio engañado, ahora con bed and breakfast, así que me dio mal humor y corrí el elástico sin preguntar y metí la lengua. La chica casi pide medico, así que seguí en eso.
No se como me di cuenta que había que concentrarse en un punto y me concentre con la mente en blanco hasta que todo el sexo de la chica me tembló en la cara un rato.
Los siguientes dos días nos dedicamos a eso. La contraprestación fue siempre con la mano, pero a mi no me importaba.
Volví a Pinamar y en algún momento me di por derrotado en la competencia con el ex liceista y deje de ir por la vida haciendo el goliardo.
A la chica la crucé varias veces los años siguientes y siempre nos pusimos contentos de vernos.
Casi casi siempre que me fui a la cama con una mujer repetí la tradición de buscar ese punto y un día me sorprendió que no siempre es el mismo.
En general, cuando me encuentro con una mujer con la que me acosté nos ponemos contentos de vernos.
Por eso ahora, que tengo el gusto dulce en la boca de mi chica que duerme, celebro el día en que cambie el olor a pan caliente de esa bombacha por la cosa de verdad y me inicie con en el misterio sublime de usar la boca para eso.
www.vidadocampo.com
5 comentarios - Primera vez que chupé ahi abajo