No pense pasar por esto (la carne es debil y lastimosamente.

“La carne es débil y lastimosamente caí”





Esta historia comenzó cuando Esteban (21) se mudó con su mamá y sus dos hermanas a una casa de un barrio residencial. Lo hicieron por recomendación del médico de la mamá, que cayó en estado de depresión después de que su marido falleció. Apenas instalados en la nueva casa conocieron a Belén (25), la vecina de al lado, que está casada con un médico recién recibido y es mami de una bebé. Desde ese momento la vecina ya no salió de la casa, lo que a Esteban no le molestó para nada hasta que ella comenzó a acosarlo.
La primera señal “extraña” que manifestó la vecina fue un abrazo que le dio a Esteban y en donde hubo un apretón un poco comprometido. Fue cuando él fue a verla porque la escuchó discutir con su marido y creyó que él la golpeó. Además, ella tenía puesta una remera que él reconoció: era su remera y no se explicó cómo es que ella lo tenía.
Lo siguiente pasó en su cumpleaños, un domingo en que su mamá y sus hermanas le prepararon un “almuerzo sorpresa” y ahí estaba la vecina, más entusiasmada que nadie. Cuando después del almuerzo él se retiró a su dormitorio, se desnudó y se tiró a la cama, la vecina abrió la puerta, le sacó una foto, tomó su anatómico que estaba tirado en el piso y salió corriendo.
Esteban quiso cortar por lo sano esa situación así que se vistió y siguió a su vecina hasta su casa. Ella le abrió y lo hizo pasar, y con un gesto tentador le mostró que debajo del shorcito tenía puesto su anatómico.
¿ENAMORADA?
La vecina le dijo que si quería su ropa interior que se lo saque, y el universitario fue y se lo sacó (“yo no pensaba mirar, pero tenía totalmente depilado y se me fueron los ojos ahí”, confiesa). Hubo un beso del que él se arrepintió y salió corriendo de ahí, ya que su intención jamás fue mezclarse con una casada.
El resto del día lo pasó en casa de un amigo ya que no quería encontrarse con la vecina, y volvió cerca de la medianoche. El recuerda que se desnudó y se acostó a dormir, y también explica que apagó el aire porque estaba refrescando y abrió de par en par las ventanas, que por cierto, todavía no tenían rejas.
“Me desperté porque sentí que alguien se sentó en mi cama y demasiado grande me asusté. Quiso sentarme y ahí la otra ya se me subió encima. Yo creo que por su perfume le reconocí, y le dije ¿vos estás loca o qué? Y me dijo si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma, y me acarició”, cuenta Esteban.
El tumbó a Belén pero ella estaba decidida a satisfacer sus pecadores deseos: “como una gata por ahí se me subió otra vez encima y me dijo vos no perdés nada porque sos el hombre, en todo caso yo la que pierdo, porque me enamoré de alguien que me rechaza, y si me das el gusto una vez yo te prometo que no vas a volver a saber de mí”.
Esteban dice que tanto las palabras de la vecina como el hecho de que lo estaba acariciando sin su permiso, lo hicieron ceder: “tampoco soy un maricón para ponerme a gritar porque ella me entró con esas intenciones, así que le dije una vez más que ella tiene un hogar y por qué quiere manchar eso, y ella me dijo que por qué defiendo un hogar que a su marido no le importa. El me tiene tirada, y por eso me enamoré de vos, me dijo”.
LA DECISION
Esteban dice que se dejó “vencer” por el momento: “yo no le veía a ella como una chiquilina que después me iba a armar escándalo, y por lo menos en eso tuve razón, porque nunca me creó problemas. Cuando ya no me resistí ella se me subió encima, hizo todo más o menos, y por el camino me gustó, porque ya sabés cómo es el hombre, le insistís un poco y a cualquier mujer le va a encontrar el gusto”.
Su vecina, por otra parte, es joven y atractiva: “cuando le di el gusto le dije andate por favor, no me comprometas más, y le llevé hasta la ventana y allí ella empezó otra vez a acariciarme y una vez más la carne fue débil. Se fue a eso de las tres de la mañana y yo cerré la ventana porque un poquito más y mi mamá le pillaba conmigo. Después yo dije, ¿por qué tuve que entregarme si sé que ella no me conviene”, cuenta Esteban.
“Me sentí violado”
Esteban “desapareció” casi dos semanas de su casa después de haber tenido sexo con la vecina: “con el pretexto de que tenía un examen no me fui más, me quedé en casa de un socio y le conté a él la verdad para que me ayude. Se preocupó por mí, porque no sabíamos si mi vecina era una loca que podía acusarme no sé, de violación o algo así”.
Pero nada pasó: “tuve un encuentro con ella y todo tranquilo, actuaba como si jamás pasó lo que pasó, y al final era yo el que le buscaba la mirada pero ni ahí me daba bolilla. Parecía que consiguió conmigo lo que quiso y después no le importé más, y yo tampoco quise insistir como me convenía que actúe así”.
Pasó un mes sin que Esteban tenga contacto de ningún tipo con la vecina: “un fin de semana yo tenía examen y mamá y mis dos hermanas se fueron al interior, a casa de una tía. Yo me quedé en casa a estudiar y se vino una tormenta y apagón de luz. Cuando estaba buscando la linterna me tocan a la puerta y voy a abrir, y ahí le encuentro a Belén toda mojada. ¿Qué pasa?, le dije”.
¿OTRA VEZ?
Esteban dice que no tuvo tiempo de pensar demasiado: “en mi puerta se me tiró encima y yo le metí porque aunque no había nadie en la calle por la tormenta, cualquier podía vernos. Estás loca, le dije, y ella me tiró en el piso, no sé, parecía como poseída. Me desnudó y prácticamente me violó aunque por supuesto yo puse de mi parte. Después me dijo que ya se tiene que ir porque su marido estaba en su casa”.
Eso asustó al muchacho: “tres veces en total tuvimos sexo, y ahora mi mamá me cuenta que Belén está embarazada. Yo no sé qué pensar, ella no me habló de eso y pienso que no me va a reclamar nada porque no le conviene, pero me siento mal pensando que puedo tener un hijo que ni me va a conocer. Yo siempre quise ser papá, y voy a esperar que nazca el bebé y si se me parece no sé, a lo mejor hago algo. Estoy muy preocupado y no sé a quién pedirle consejo”, termina diciendo el universitario.



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