El profe de mis hijos me conquistó
Lucia es una mujer que en estos momentos no puede llegar a casa de sus padres, sus hermanos, o de ningún pariente o amigo que tuvo. Es que nadie le perdona que haya dejado a su esposo e hijos, para irse a vivir con otro hombre. “Sé que muchos me van a condenar, pero actué por amor”, dice ella. Asegura que quiere explicar aquí lo que no Se la conoce como Luchi, tiene 27 años, se casó a los 17 con un arquitecto que hoy tiene 37 años, tuvo con él dos hijos que hoy tienen 9 y 5 años: “Yo me casé porque quedé embarazada, era una chiquilina y tenía miedo de asumir la responsabilidad sola, mi marido ya se había recibido, así que yo ni veía la necesidad de estudiar y menos trabajar puesto que él me lo daba todo”.
Las cosas para Luchi no fueron fáciles desde el inicio: “A pesar de tenerlo todo, no lo tenía a mi marido todo el tiempo a mi lado, es que él trabajaba en una empresa grande que de repente nomás le comisionaba al interior del país y como él no quería que estemos de aquí para allá detrás de él, siempre me quedaba en casa y era mamá la que venía a hacerme compañía. Aparte mi marido es como medio frío, no era de llamarme, de tener detalles conmigo, famoso venía y si yo no le contaba qué tal mi día, él ni me preguntaba. Cuando mi hijo cumplió 2 años yo perdí un bebé y poco después se descubrió que tenía quistes en el ovario y que capaz era por eso, así que me operaron dos veces luego en un intervalo de 9 meses porque volvió a crecer, el caso era que si quería otro hijo tenía que embarazarme rápido o sino corría el riesgo de ya no poder encargar más, yo sufrí mucho todo ese tiempo, era mi mamá y no mi esposo quien padecía detrás mío. Pero tuve a mi otro hijo y todo salió bien por suerte”.
Poco después del nacimiento del segundo hijo de Luchi, al marido le ofrecieron trabajar en Formosa, así que tuvieron que ir todos: “Para mí fue un golpe muy fuerte, al principio estaba feliz porque creí que por fin tendría un marido, que él nos dedicaría más tiempo y eso, así que viajé muy ilusionada, pero ni esperanza había sido, terminé más sola porque amanecía y él ya salía y a veces volvía hiper tarde, y como estaba lejos ni la compañía de mi mamá tenía, así que traté de campanearme con mis hijos. Me hice amiga de unas chicas de mi edad y nuestra diversión era sentarnos en la vereda a tomar un vinito”.
Luchi dice que se acostumbró a su vida, aunque no le gustaba: “Yo la verdad es que no quería admitir que ya perdí ese amor que sentía por mi marido. No pensaba en eso, pero cuando él tenía una tarde libre, yo como que solo esperaba que sea al día siguiente y que se vaya a ocuparse de sus cosas, prefería saberlo trabajando que en casa descansando. Y lo peor para mí era que me exigía tener sexo, los primeros años yo era la que le buscaba y la verdad es que sino lo hacía él tranquilo, pero me cansé, y me conformé. Así que cuando él me buscaba yo solo cumplía, pero hasta ahí”.
Para Luchi en ese momento sus únicos momentos felices eran cuando sus hijos iban a la práctica de fútbol: “Me hice amiga del profe de ellos, un tipo joven, de mi edad, atractivo, sencillo, encantador. Famoso los demás padres llevaban y dejaban a sus hijos, y como yo no tenía nada que hacer en casa, me quedaba a toda la práctica con ellos, así que siempre estaba ayudandolo y eso”.
El apodo del profe es Beto, tiene 28 años, es separado: “El tiene una hija de 3 años y como no le dejaban verle, estaba en un juicio con su ex. Siempre hablabamos de eso”, dice.
Luchi dice que si se hubiese dado cuenta de en qué se estaba metiendo, posiblemente se hubiera alejado más del profesor de sus hijos: “Yo nunca quise hacer sufrir a nadie, y nunca quise separarme de mis nenes, pero me enamoré y creo que en realidad por primera vez amé a un hombre cuando conocí a Beto. Lo que yo sentía por mi marido cuando me casé nunca fue tan fuerte así”, asegura.
“Sólo soy una mujer enamorada”.
Luchi recuerda así aquella la tarde en que se animó a encarar al profesor de fútbol de sus hijos: “Yo fui sola a la práctica, ese día mis hijos tenían como un campamento, llevaron todas sus cosas para dormir en el patio de la escuela nomás, y como sabía que iban a estar otras mamis yo tranquila. Así que yo les dejé a ellos ahí y fui antes de que empiece Beto a dar su clase. “¿Qué pasa?”, me dijo cuando me vio llegando sola. “Ya no voy a poder venir aquí”, le dije. “Ah, ya me imagino”, me dijo él y me sorprendió, porque yo pensé que me iba a preguntar el motivo. “¿En serio, y por qué crees?”, le pregunté”.
La mujer dice que el hombre se le acercó, y la miró a los ojos: “Porque preferís escapar de mí antes que enfrentar lo que nos está pasando”, me dijo. Yo sentí que me faltaba el aire y creo que hasta me acobardé porque me di vuelta como para irme, pero allí el me agarró de la cintura y me dijo “sos una cobarde”, porque ni siquiera te animás a darme la cara”.
Luchi sintió los brazos del profesor, su voz cerca de sus oídos y, según cuenta, se mareó: “Yo creo que me superó la situación, casi me caí y él tuvo que sostenerme y recostarme en un silloncito que había. Me dijo: “Tranquilizate, estamos solos; esto no tiene por qué salir de acá, no tenés por qué ponerte así”. Yo tenía mi cabeza recostada en su hombro, y allí nos besamos, pero fue un beso tierno, un beso muy dulce”, recuerda.
Luchi aceptó acompañar al profesor a un reservado porque estaba segura que como siempre el marido llegaría tarde: “Fue increíble lo que sentí, la verdad es que nunca me había sentido así, estaba más enamorada que nunca y me sentí súper bien en los brazos de Beto, me sentí querida, protegida, amada. Pero aquello terminó mal porqué llegué a eso de las once de la noche a mi casa y lo encuentro a mi marido que había sido llegó temprano, no me creyó que estaba en la casa de una amiga y tuvimos una discusión muy fea. Creo que aproveché el momento y le dije de todo, todo lo que hace años tenía guardado. Allí fue que decidí que no quería seguir a su lado”, afirma.
Sin embargo, Luchi no se decidía a hablarle de separación:
“Beto fue muy comprensivo conmigo, él nunca me presionó, pero yo sabía que le estaba haciendo sufrir, así que un día de la semana tome mis cosas, las cosas de mis hijos y me mudé al departamento de Beto, la chica que justo estaba empezando a trabajar en casa le llamó a mi mamá, y esta a mi marido para preguntarle qué pasaba, porque yo me estaba mudando”.
Luchi dice que su marido fue a tocar la puerta del departamento de Beto con gente de seguridad: “Se llevaron a mis hijos y no dejaron que yo los vuelva a ver, pero ahora estoy en un juicio para que me permitan por lo menos visitarles. Yo no quería que pase esto, pero tampoco podía seguir viviendo al lado de la persona que ya no amaba. Esto es lo que quiero que todos entiendan, y que se pongan un poco en mi lugar. No soy un monstruo, sólo soy una mujer enamorada”, termina diciendo.
Lucia es una mujer que en estos momentos no puede llegar a casa de sus padres, sus hermanos, o de ningún pariente o amigo que tuvo. Es que nadie le perdona que haya dejado a su esposo e hijos, para irse a vivir con otro hombre. “Sé que muchos me van a condenar, pero actué por amor”, dice ella. Asegura que quiere explicar aquí lo que no Se la conoce como Luchi, tiene 27 años, se casó a los 17 con un arquitecto que hoy tiene 37 años, tuvo con él dos hijos que hoy tienen 9 y 5 años: “Yo me casé porque quedé embarazada, era una chiquilina y tenía miedo de asumir la responsabilidad sola, mi marido ya se había recibido, así que yo ni veía la necesidad de estudiar y menos trabajar puesto que él me lo daba todo”.
Las cosas para Luchi no fueron fáciles desde el inicio: “A pesar de tenerlo todo, no lo tenía a mi marido todo el tiempo a mi lado, es que él trabajaba en una empresa grande que de repente nomás le comisionaba al interior del país y como él no quería que estemos de aquí para allá detrás de él, siempre me quedaba en casa y era mamá la que venía a hacerme compañía. Aparte mi marido es como medio frío, no era de llamarme, de tener detalles conmigo, famoso venía y si yo no le contaba qué tal mi día, él ni me preguntaba. Cuando mi hijo cumplió 2 años yo perdí un bebé y poco después se descubrió que tenía quistes en el ovario y que capaz era por eso, así que me operaron dos veces luego en un intervalo de 9 meses porque volvió a crecer, el caso era que si quería otro hijo tenía que embarazarme rápido o sino corría el riesgo de ya no poder encargar más, yo sufrí mucho todo ese tiempo, era mi mamá y no mi esposo quien padecía detrás mío. Pero tuve a mi otro hijo y todo salió bien por suerte”.
Poco después del nacimiento del segundo hijo de Luchi, al marido le ofrecieron trabajar en Formosa, así que tuvieron que ir todos: “Para mí fue un golpe muy fuerte, al principio estaba feliz porque creí que por fin tendría un marido, que él nos dedicaría más tiempo y eso, así que viajé muy ilusionada, pero ni esperanza había sido, terminé más sola porque amanecía y él ya salía y a veces volvía hiper tarde, y como estaba lejos ni la compañía de mi mamá tenía, así que traté de campanearme con mis hijos. Me hice amiga de unas chicas de mi edad y nuestra diversión era sentarnos en la vereda a tomar un vinito”.
Luchi dice que se acostumbró a su vida, aunque no le gustaba: “Yo la verdad es que no quería admitir que ya perdí ese amor que sentía por mi marido. No pensaba en eso, pero cuando él tenía una tarde libre, yo como que solo esperaba que sea al día siguiente y que se vaya a ocuparse de sus cosas, prefería saberlo trabajando que en casa descansando. Y lo peor para mí era que me exigía tener sexo, los primeros años yo era la que le buscaba y la verdad es que sino lo hacía él tranquilo, pero me cansé, y me conformé. Así que cuando él me buscaba yo solo cumplía, pero hasta ahí”.
Para Luchi en ese momento sus únicos momentos felices eran cuando sus hijos iban a la práctica de fútbol: “Me hice amiga del profe de ellos, un tipo joven, de mi edad, atractivo, sencillo, encantador. Famoso los demás padres llevaban y dejaban a sus hijos, y como yo no tenía nada que hacer en casa, me quedaba a toda la práctica con ellos, así que siempre estaba ayudandolo y eso”.
El apodo del profe es Beto, tiene 28 años, es separado: “El tiene una hija de 3 años y como no le dejaban verle, estaba en un juicio con su ex. Siempre hablabamos de eso”, dice.
Luchi dice que si se hubiese dado cuenta de en qué se estaba metiendo, posiblemente se hubiera alejado más del profesor de sus hijos: “Yo nunca quise hacer sufrir a nadie, y nunca quise separarme de mis nenes, pero me enamoré y creo que en realidad por primera vez amé a un hombre cuando conocí a Beto. Lo que yo sentía por mi marido cuando me casé nunca fue tan fuerte así”, asegura.
“Sólo soy una mujer enamorada”.
Luchi recuerda así aquella la tarde en que se animó a encarar al profesor de fútbol de sus hijos: “Yo fui sola a la práctica, ese día mis hijos tenían como un campamento, llevaron todas sus cosas para dormir en el patio de la escuela nomás, y como sabía que iban a estar otras mamis yo tranquila. Así que yo les dejé a ellos ahí y fui antes de que empiece Beto a dar su clase. “¿Qué pasa?”, me dijo cuando me vio llegando sola. “Ya no voy a poder venir aquí”, le dije. “Ah, ya me imagino”, me dijo él y me sorprendió, porque yo pensé que me iba a preguntar el motivo. “¿En serio, y por qué crees?”, le pregunté”.
La mujer dice que el hombre se le acercó, y la miró a los ojos: “Porque preferís escapar de mí antes que enfrentar lo que nos está pasando”, me dijo. Yo sentí que me faltaba el aire y creo que hasta me acobardé porque me di vuelta como para irme, pero allí el me agarró de la cintura y me dijo “sos una cobarde”, porque ni siquiera te animás a darme la cara”.
Luchi sintió los brazos del profesor, su voz cerca de sus oídos y, según cuenta, se mareó: “Yo creo que me superó la situación, casi me caí y él tuvo que sostenerme y recostarme en un silloncito que había. Me dijo: “Tranquilizate, estamos solos; esto no tiene por qué salir de acá, no tenés por qué ponerte así”. Yo tenía mi cabeza recostada en su hombro, y allí nos besamos, pero fue un beso tierno, un beso muy dulce”, recuerda.
Luchi aceptó acompañar al profesor a un reservado porque estaba segura que como siempre el marido llegaría tarde: “Fue increíble lo que sentí, la verdad es que nunca me había sentido así, estaba más enamorada que nunca y me sentí súper bien en los brazos de Beto, me sentí querida, protegida, amada. Pero aquello terminó mal porqué llegué a eso de las once de la noche a mi casa y lo encuentro a mi marido que había sido llegó temprano, no me creyó que estaba en la casa de una amiga y tuvimos una discusión muy fea. Creo que aproveché el momento y le dije de todo, todo lo que hace años tenía guardado. Allí fue que decidí que no quería seguir a su lado”, afirma.
Sin embargo, Luchi no se decidía a hablarle de separación:
“Beto fue muy comprensivo conmigo, él nunca me presionó, pero yo sabía que le estaba haciendo sufrir, así que un día de la semana tome mis cosas, las cosas de mis hijos y me mudé al departamento de Beto, la chica que justo estaba empezando a trabajar en casa le llamó a mi mamá, y esta a mi marido para preguntarle qué pasaba, porque yo me estaba mudando”.
Luchi dice que su marido fue a tocar la puerta del departamento de Beto con gente de seguridad: “Se llevaron a mis hijos y no dejaron que yo los vuelva a ver, pero ahora estoy en un juicio para que me permitan por lo menos visitarles. Yo no quería que pase esto, pero tampoco podía seguir viviendo al lado de la persona que ya no amaba. Esto es lo que quiero que todos entiendan, y que se pongan un poco en mi lugar. No soy un monstruo, sólo soy una mujer enamorada”, termina diciendo.
5 comentarios - No pense pasar por esto!!!
+ 🙎♂️
si por lo menos te la mandaramos nosotros es una cosa
pero por el profeeeee naaaaaaaa
ajaja
saludos
igual
Formosa mas aburrido
q otra cosa hacer