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Amalia

Amalia es la hija de Carmen, la señora que siempre ayudó en casa con los quehaceres domésticos a mamá.
Nació cuando yo tenía 10 años.
Siempre fue en casa una más, era una nena preciosa.
Fue para Fernando y para mí, como una hermana menor.
Y para nuestros viejos, después de que mamá no pudo tener más chicos, fue una luz. Había veces que la trataban mejor que a nosotros.
Amalia fue tratada por todos nosotros como una princesa.
Heredaba mi ropa, la ayudábamos en la escuela, que mis viejos le pagaban para que tuviera una buena educación, y hasta a veces venía de vacaciones con nosotros.
Y como bien dice el dicho los chicos crecen.
Cuando cumplió 18 entre Carmen y mis viejos, decidieron mandarla a Amalia a estudiar a la ciudad.
Todavía recuerdo la mañana en que Fer la trajo al departamento en donde yo vivía.
De aquella niña con la que yo jugaba a la mamá, no había ni rastros.
Amalia, ahora, era una pendeja divina. Morocha, flaca, unas tetas grandes, muy grandes y unos ojos marrones con una mirada pícara que podía derretir a cualquiera.
Nada que ver con la nena que se había quedado en el pueblo.
Yo había vuelto a casa para ciertos acontecimientos, pero me fui quedando atrás en el desarrollo de la nena.
Igualmente muy dentro mío Amalia seguía siendo una niña.
Enseguida le di alojamiento en casa, le pregunté por el viaje, le hice algo de comer y la ayudé a ponerse cómoda.
Era febrero, así que yo estaba algo aliviada en el laburo por lo cual disponía de tiempo para dedicarle, por lo menos, para que se vaya acostumbrando a la ciudad.
Amalia me quería mucho y de verdad me trataba como a una hermana mayor.
Me contaba todo y siempre me pedía consejos.
Yo en lo que podía la ayudaba.
Todas las noches, después de comer, nos quedábamos hablando de cualquier cosa, generalmente recordábamos cosas de nuestra infancia.
Pero una noche, el tema fue otro. Chicos.
- Malia, así le decía , ¿dejaste algún noviecito en el pueblo?
Abrió los ojos como si le hablara de Satanás y les aseguro que con esa mirada me dijo todo. Se sonrojó.
Yo, ya había abierto la puerta, ahora no me quedaba más que meterme de lleno.
-¿No me vas a decir que no tenés novio?
Otra vez la mirada baja y las mejillas color fuego.
-Nunca estuve con un chico.
Fue una respuesta lacónica. A esa altura yo me jugaba el pellejo que Fernando, mi hermano para algún distraído, ya la había pasado por las armas, pero se ve que el “nene” era más respetuoso de lo que yo creía, o mi viejo lo tendría amenazado de muerte.
- bueno no está mal- dije tratando de no hacerla sentir mal-¿no te gustan los chicos?- disparé sin filtro alguno.
- Si, me encantan, es que no se…
Dudaba, hablaba bajo.
-Mirá Malia que acá en la Facu. o en cualquier boliche que salgas te van a tirar los galgos por cualquier lado, vas a tener que aprender a cuidarte-
Terminamos la charla enseguida y nos fuimos a dormir. Tardé en hacerlo y les juro que pude escuchar en la pieza de ella ciertos gemidos que intentaban ser tapados. Se ve que la nena se castigaba sola. Confieso que me excité escuchándola masturbarse, así que yo también me casqué.
Al otro día después de la cena volví sobre el tema, quería llegar al fondo de todo, si es que lo había.
Le pregunté si nunca había estado con un chico.
Me dijo que si, un compañero de escuela de su misma edad, llamado Miguel.
Me contó que se llevaban bien, que se querían y era su primera y única referencia sexual.
Investigando un poco llegué al fondo de la cuestión. Resulta que este chico Miguel era tan torpe y asustadizo como ella.
Me dijo que a ella le gustaba mucho cuando el le tocaba y le besaba las tetas. Y también me dijo que la cosa se desmadró cuando intentaron tener sexo.
Pareciera ser, según descripción de Amalia, que este chico tenía un lindo instrumento, de grandes proporciones y que cuando intentó ponérselo, en seco obviamente, ella pegó un grito que los asustó a los dos, que dejaron la cosa ahí y nunca más volvieron a hablar del tema. Lo que se dice, solo una mala experiencia. No la había llegado ni a desvirgar.
Seguimos hablando normalmente, ella se había abierto. Le pregunté si ese había sido su único intento en serio, me confirmó que si. También le pregunté si no le había gustado otro chico. Me dijo que no, que siempre se acordaba muy bien de Miguel que tenía lindos recuerdos, pero que el amor de su vida era Fernando. Chan!!!!
Quedé descolocada, así que contraataqué. Sin irme del tema, le cambié el ángulo.
Le pregunté, sin decirle agua va, si la noche anterior se había masturbado.
Se puso bordó y empezó a pedirme perdón, no pude más que reirme.
Le dije que estaba bien, que no se hiciera problema que era algo normal, que yo también lo hacía.
La fui tranquilizando.
Igualmente le dije que me preocupaba mucho tanta inocencia de su parte, suponía que por estos lugares se la iban a comer cruda, pero lo que más preocupaba, debo confesar era que la piba aun era virgen y nunca nadie le había provocado un orgasmo.
Algo tenía que hacer.
La dejé ser unos días, que vaya tomando confianza.
Yo debo tener la cabeza muy podrida, porque lo primero que pensé era que yo le tenía que dar su primer orgasmo. No me pregunten por qué, tal vez no sepa que contestarles.
Así que como les dije le fui dando soga a Amalia y ella, que confiaba ciegamente en mi, se fue soltando.
Como diría Roque Narvaja, no puedo ser tan antigua, el vino fue el cómplice. Las mujeres somos algo débiles con el alcohol generalmente, así que imaginense que Amalia no era la excepción, si no más bien, todo lo contrario.
La excusa fue terrible, le dije que quería ayudarla, que tenía un poco de miedo por como era ella y que yo no iba a estar para ayudarla cada vez que saliera o conociera gente, así que había cosas que tenía que saber y que yo le podía enseñar lo “poco” que sabía. Tampoco le iba a contar a la piba que a esta altura del partido yo ya tenía todos los clásicos corridos.
Al principio me miró con desconfianza debo decirles, pero a medida que el alcohol fue corriendo la cosa empezó a mejorar.
Primero me desnudé yo y la dejé tocarme. Amalia sabía lo básico nada más.
Le dije que toque sin miedo y al primer lugar que fue, fue a mi concha totalmente depilada, le extrañó verla así, suave, sin un pelo. La tocó y sintió mi humedad, se fue acercando como para ver más de cerca. Aproveché y le di un beso en el cuello. Pareciera que un latigazo la invadió porque enseguida se hizo para atrás.
Le pedí perdón, me dijo que no me hiciera problema, el asunto era que no se lo esperaba.
La besé.
La volví a besar.
Dejó entrar mi lengua húmeda en la totalidad de su boca.
Apoyé suavemente mi mano en su teta y noté la dureza de su pezón.
Estaba excitada.
Le saqué la remera que llevaba puesta y les aseguro que me sorprendí y calenté al ver tremendas tetas. Tetas pardas, así como ella con unos pezones marrones oscuros y muy grandes.
La tiré completamente sobre el sofá y le saqué el pantalón.
Sus piernas estaban muy bien , sus muslos eran firmes.
Desnuda era una mujer.
Por último saqué su bombacha y una mata espesa de pelo negro tapaba, casi en su totalidad su conchita. Quizás de ahí, que ella se sorprendió al verme totalmente depilada.
Le acaricié suavemente el pubis, ella cerró lo ojos.
Me acerqué muy lentamente y pasé muy despacito mi lengua por sus labios vaginales. Se arqueo de placer.
El sabor de su concha era divino, tenía ese olor a nuevo, de no usado. El rosado contrastaba con la mata de pelos renegrida.
Sus jugos calientes empezaron a meterse en mi boca.
Me agarró del pelo y me acercó hacia ella como si quisiera meterme dentro suyo.
Yo seguía jugando con mi lengua mientras amasaba sus tetas.
Amalia se retorcía de placer.
Yo también estaba caliente así que empecé a masajear mi clítoris.
A medida que se iba calentando la nena me arrancaba los pelos. A los tres minutos pegó un grito de placer que creo se escuchó en todo el barrio.
Quedó tendida en el sofá, como extasiada.
La dejé así como estaba y me fui a la pieza, tomé mi vibrador y me masturbé, estaba muy caliente. Al otro día cuando me desperté, Amalia todavía estaba desnuda en el sofá, se había dormido ahí. Les juro que estuve tentada, pero me contuve.
Ya tenía en la cabeza otros planes para la nena.
Ese día, me evitó todo lo que pudo.
Lo consideré normal, pero a la noche volví a atacar y ella bajó la guardia.
La invité a mi pieza, la desnudé completamente y la tuve a mi merced.
Otra vez me comí su concha, mordí sus pezones y hasta metí mi lengua en su culo.
Amalia era un tesoro recién descubierto.
Se desgarró de placer.
Le enseñé a hacer el 69 y juro que me calentó lo torpe de su lengua tratando de chuparme. Le pedí que me metiera los dedos y obedeció.
Grité de placer cuando ella tenía tres de sus dedos dentro mío.
Me apuré en hacerla acabar, era una leona, parecía siempre pedir más.
Esa noche dormimos juntas, desnudas y abrazadas.
En todo momento se me ocurrió la idea de usar mis “juguetes” para con ella, pero me parecía poco natural romper ese himen con algo artificial o simplemente con mis dedos, pero esa virginidad no podía ser un premio para cualquiera.
Y si, no me quedó otra opción.
Lo llamé a Fernando.
Inventé cualquier excusa como para que viniera a casa el fin de semana.
Sabía que nunca se la había cogido a Amalia, pero en realidad no sabía si no lo había intentado, así que decidí sacarlo del pueblo y darle la libertad de la ciudad en donde no iba a tener presiones de ningún tipo.
Debo confesar que nunca tuve fantasías de ningún tipo con Fer. Es mi hermano, somos muy buenos amigos y siempre nos entendimos bien. Reconozco que es un pibe que puede estar tranquilamente con cualquier piba que se proponga ya sea por facha o por labia, siempre fue ganador.
Fer apareció el viernes por casa como habíamos quedado.
Enseguida inventé la excusa de una cena esa noche.
Ellos fueron a hacer las compras para su cena y yo me encerré en el lavadero del departamento. Me quedaría ahí a esperar los acontecimientos.
Fer se portó re bien. La trató muy delicadamente. Sinceramente no sabía si era una estrategia o no, pero en ningún momento le tiró los galgos. El hijo de puta me estaba arruinando los planes.
Después de comer se sentaron un rato a ver tele en el living y ahí vino lo inesperado.
Mientras charlaban de cualquier cosa, no se de donde sacó el coraje, pero Amelia se abalanzó sobre él y lo besó. Fernando quedó congelado. Fueron diez segundos que parecieron eternos. Silencio total.
Cuando volvió en si, la tomó de la cara y le respondió con un beso totalmente calenturiento, por decirlo de algún modo. Ella se aferró a él como para no soltarlo nunca.
La escena era muy linda, besos apasionados, abrazos, respiraciones cortas.
De pronto ella, de nuevo tomando la iniciativa, se sacó la remera y el manjar esplendoroso de sus tetas quedaron a disposición de mi hermano. Otros eternos diez segundos de pausa. Y a partir de ahí ya todo fue como imaginé.
Fer se abalanzó sobre las tetas de Malia y las comió, las besó, las lamió y las refregó contra su pecho lampiño. Ella gemía.
Tardaron nada en quedarse desnudos y él, como lo suponía, la llevó hasta su pija parada.
Nunca había visto a mi hermano desnudo así en su adultez y debo reconocer que estaba más que fuerte. Tenía una pija bastante linda y grande. Rondaría los 20 cms.
Yo no le había enseñado a la nena a chupar, pero debo decir que me sorprendió ver como ella se aferró al aparato y se lo metió en la boca como desesperada.
Se ve que no lo hizo bien de entrada porque la cara de Fernando denotaba más sufrimiento que placer. Igualmente se la bancó hasta que ella se acomodó solita. El la “ayudaba” con sus manos tomándola la cabeza. A los cinco minutos un chorrazo de semen dio de lleno en la cara de la nena. No digo que me dio asquito, pero no sabía como iba a reaccionar ella. Igualmente Fer siguió como si nada.
La llevó hasta la pieza.
Los seguí.
La tiró en la cama, le abrió las piernas y la empezó a chupar.
Ella gemía como desesperada, no paraba de moverse.
El se incorporó, agarró su pija con su mano y la dirigió hasta la concha de Amalia. Estuve tentada de gritarle, de advertirle, pero ya las cartas estaban sobre la mesa. Que sea lo que Dios quiera.
Se la puso y dio dos estocadas cortitas, algo lo molestaba y el no sabía lo que era, Malia tampoco se lo dijo. La tercera estocada fue más bruta.
Ella gritó y clavó sus uñas en la espalda de Fer, que ni se percataba de lo que estaba pasando.
La cosa fue que cuando el se miró penetrarla, nunca entendí porque los hombre se miran la verga mientras cogen, y vio la sangre. La sacó enseguida.
Esta vez los segundos de silencio, que siempre eran diez, parecieron dos eternidades.
- Sos virgen????
- Ya no- dijo ella y sonreía.
Habría que haber visto la lascivia en la cara de ella, Fer estaba descolocado.
Ella igualmente le agarró la pija, casi gomosa a esta altura, y la dirigió de nuevo a su vagina.
El empezó a tratarla más suavemente. No se por qué, el daño ya estaba hecho.
Malia se aferraba a las nalgas de Fer y lo atraía hacia ella con fuerza.
Me imaginaba la cabeza de mi pobre hermano maquinando a mil por hora.
Las cosas volvieron a tomar su carril normal y ante los gritos de ella, mi hermano la sacó y empezó a descargar su leche en la oscuridad de las tetas de Amalia, ella estaba en éxtasis.
Se tiró al lado de ella, cansado.
La nena lo empezó a llenar de besos, destilaba amor por los poros esa piba.
Solita y sin indicación alguna volvió a llenarse la boca con la pija de Fer. En ningún momento le dio asco la sangre en que había quedado en el tronco.
La chupó, ahora sí, con una habilidad asombrosa. Segundos después Fernando estaba al palo de nuevo.
Malia se subió sobre él y lo empezó a cabalgar. Subía y bajaba fabulosamente. Sus nalgas ahora ensanchadas por la posición, eran las de una hembra hecha y derecha. Firmes, oscuras, transpiradas.
Ella se movía a buen ritmo, mientras Fer se ahogaba entre sus tetas.
Diez minutos de sensual galope hasta que el la subió un poco para poder sacarla y descargarle un chorro espeso de leche sobre esas maravillosas nalgas.
Terminado, ella se volvió a sentar sobre su verga y se apoyó sobre el pecho de él. Se quedó dormida con Fernando dentro suyo. Él también se durmió.
No tuve otra que irme.
Estaba en llamas. Tomé un taxi hasta el centro, me metí en el bar. Elegí un morocho interesante y lo hice llevarme a su departamento. Necesitaba coger.
Juro que mientras cogía la imagen de Amalia y sus tetas cabalgando a Fer no se iban nunca de mi cabeza y eso me excitaba aún más.
Acabé como hacía tiempo no pasaba.
Llegué a casa a las 4 de la mañana. Malia dormía en su pieza, Fer en la mía.
Me puse un camisón y me tiré a dormir al lado de mi hermano.
No terminé de aterrizar en la cama.
-Fionna, tengo que contarte algo- susurro.
-No Fer, ahora no, estoy muy cansada, mañana hablamos, dale?
Me reí y a los pocos minutos ya estaba dormida.
Soñé con Amalia.

Fin

7 comentarios - Amalia

taxilibre
que lindooooooooooooooooo¡¡¡¡ gracias por compartir.
Becket061
Atrevida !!! 🙎‍♂️
CHEVY
volviste idola!
lucaslp
Nos tenias medios abandonados. Extrañaba tus relatos, le dan sentido a mi vida, je je.
Saludos
justi98
de 10.
Gracias.
+10.
pabloalmagro
Excelso! Maravilloso! Monumental! 🙌
Sos una campeona! Yo quiero conocer a tu amiguita Amalia, che! 🤤 🤤 🤤
Que bueno! Me hiciste calentar y mucho! Y eso que pense que despues de leer ciertas cosas ya nada esta noche me iba a calentar!
Te dejo un beso pecaminoso, prohibido y lejano! Y un abrazo enorme como un amanecer!

Amalia
maguito
Genial hermosa!gracias por tu invitación.....me hacés calentar mucho! 😉