SE HIZO ESPERAR.
Se hizo esperar. A pesar de este extraño comienzo de la primavera, con temperaturas algo bajas, finamente llego. Un finde de calorcito.
Ya estaba todo arreglado para ese sábado. Desde hacía unas semanas sabíamos que teníamos el cumple de un amigo mío en su casa de fin de semana. Todo había surgido una noche que nos encontramos con el de casualidad en un bar, salió el tema y le dijo a Luly si quería ir, a lo que ella respondió que sí. Fue de esas cosas que surgen de compromiso, en el encuentro inesperado (…arreglemos para hacer algo la semana que viene, o…yo aviso por whats app y nos juntamos los que podamos), ahora me doy cuenta.
La cuestión que llego el día, la idea era pasar el día en la casa de fin de semana, comer un asado y si el clima ayudaba, meternos en la pile. Ese sábado nos levantamos temprano, preparamos algunas cosas y cerca de las 9:30 salimos al patio a ver como estaba el clima. Ya para esa hora, si bien no hacía calor, se sentía la humedad en el aire, el cielo estaba completamente despejado y un sol radiante anunciaba un día caluroso.
Ahí le surgió una interrogante a Luly, que se iba a poner y quienes irían, algo que por los días fríos anteriores, no se le había cruzado por la cabeza y por otro lado comencé a preguntarme quienes irían, si era algo en parejas, o que, ya que con Daniel, el cumpleañeros, no había hablado más del tema.
El problema de Luly era que tenía dos opciones de bikini, o la colales (que tanto me gusta) o una tipo vedetina que usaba para casos extremos cuando iba a la playa con la familia o cosas así. No había punto medio. Finalmente, a último momento decidió llevar las dos, por las dudas.
Llegamos a la casa cerca de las 11 de la mañana donde nos recibió Daniel, que ya estaba en cuero, algo sudado y con manchas de carbón en su cuerpo, signos de que había estado trabajando. Nos acomodamos en el quincho y Daniel rápidamente trajo una cerveza. Nos ofrecimos a ayudarlo y mientras yo salaba la carne Luly preparaba la ensalada.
Las primeras en llegar fueron seis chicas, que nos saludaron y fueron directo a la pileta. Daniel se sacó las ojotas, tomo algo de velocidad y se zambulló en la pileta para finalmente emerger a la superficie a centímetros del grupo. La mire a Luly y le dije: –…vamos? – Mientras me sacaba la remera.
Luly fue al baño a cambiarse. Tengo que confesar que me sentía algo ansioso por verla salir y ver que llevaba puesto. Entre al agua, de una forma menos espectacular que Daniel y me acerque a él.
–Che, quienes son tus amigas? –Pregunte pícaramente.
–No, no, son amigas de mi hermana, les dije que se queden, pero dicen que no, que en un rato se van.
–Uh, que cagada, hay un par que están buenas. –Termino mi frase cuando Luly sale del baño, tenía la colales. Se acerca a la pileta y se sienta en el borde, con los pies en el agua.
Salgo de la pileta a buscar los lentes de sol que había dejado en la mochila y un vaso de cerveza cuando escucho voces que venían de la calle, eran los pibes, habían venido en un par de autos, todos juntos. Salgo a recibirlos y ayudarlos con las cosas y mientras entrabamos, yo con una bolsa de carbón y unas bolsitas del súper, uno de los que estaba entrando primero se da vuelta y dice: –Uh, mira ese ojete. –Haciendo referencia a Luly, que en ese momento estaba sentada en el borde, de espalda al ingreso. Y antes que pudiera decir nada, los más bocones empezaron a tirar frases:
–Que puta…
–Como le rompo el culo…
–No podes venir así…
Ya en ese momento no podía decir más nada, tenía que dejar que solos se dieran cuenta quien era. Yo igual contento. Que mejor que le alaguen la cola a mi novia. Cuando los ve, se levanta para saludarlos y mientras algunos ya se iban dando cuenta quien era otros aún estaban concentrados en la cola y su movimiento al pararse, mientras hacían sonidos onomatopéyicos y codeaban al que tenían al lado.
Luly se acomodó la colales y se acercó a saludar mientras, sin dejar de caminar, seguí hasta el quincho donde deje las bolsas del supermercado y la de carbón. De repente el silencio se había apoderado del grupo que hacia instantes entraba efervescente, mientras Luly pasaba entre ellos saludando uno por uno.
Para antes de comer ya habíamos tomado varias cervezas y un poco más de un fernet. Comimos con vinos y luego durante la sobremesa Daniel saco la licuadora y empezamos a hacer unos tragos frutales con ron que eran tan ricos como peligrosos, donde se sumaron las amigas de la hermana.
Cerca de las 4 de la tarde ya estábamos bastante alegres y una de las chicas, a la que Daniel le había estado hablando toda la tarde, se acerca a un equipito de música, enchufa el celu y pone un compilado de cumbia y reggaetón.
Las chicas, como lo llevan en la sangre, casi automáticamente se pusieron a bailar mientras las miradas de los flacos de clavaban en sus cuerpos. Luly que estaba algo alegre me agarra la mano y me lleva a bailar. Se movía muy sensual y cuando daba una vuelta no podía evitar mirarle la cola que con esa tanguita se veía tan bien. En poco tiempo comencé a sentir que lentamente se iba endureciendo mi pene. Me detuve un momento –Mi amor, vamos a tomar algo? –Y mientras me perfilaba hacia la mesa una de las chicas, que estaban bailando en ronda entre ellas, viendo que se iba por decisión mía la agarro de la mano y la llevo a bailar con ellas.
Era increíble verla bailar así, haciendo algunos movimientos de reggaetón en tanguita, frente las miradas impiadosas de mis amigos.
Me excitaba mucho verla así, tan desinhibida. Se acercó a donde estaba sentado a buscar algo para tomar, en ese momento, no sé por qué, recordé una conversación que habíamos tenido una vez, de jugar a que ella era una prostituta y yo le pagaba por sexo. Si bien lo habíamos hecho, no había resultado del todo excitante la experiencia, tal vez si el juego previo, pero nos habíamos quedado un poco desilusionados con el jueguito ese.
–Mil pesos… –Le digo.
–Qué? –Me contesta todavía algo agitada por el baile y sin entender absolutamente nada. Para hacérsela corta, me acerco a su oído y le digo: –Te acordas cuando te pague por sexo?
–Se ríe y asienta con la cabeza.
–Yo ahora me voy a ir de acá, pero te voy a estar viendo, te doy mil pesos si sos la más puta del lugar.
–Me miro sorprendida, pero automáticamente supe que era un sí, era realmente la fantasía de ser una prostituta, no era una simulación, era verdad, con la adrenalina que eso implicaba.
Me levante, me acerque donde estaba Daniel y le dije que me iba a recostar un rato porque me dolía un poco la cabeza. Desde la ventana dela habitación, que estaba en planta alta podía ver perfectamente todo. Puse una silla a unos metros de la ventana, para que no me vieran, y me senté ahí a ver a mi putita. Era un voyeur de mi propia novia.
Ella siguió bailando con las chicas, como si nada. Hasta ahí venia relativamente bien, hasta que la amiga de la hermana agarro al cumpleañeros de la mano y lo puso en el medio de la ronda, una a una, casi como un juego comenzaron a hacerle bailes muy sensuales y Daniel levantaba las manos, mirando a sus amigos, mientras estos lo arengaban.
Fueron pasando, una a una, y cuando llego el turno de Luly nadie esperaba nada. Se acercó bailando muy sensual, mientras a Daniel se le borraba la sonrisa de la cara a mí me brotaba. Los gritos de los hombres mermaron y solo algunas palmas se escuchaban. Las chicas explotaron de emoción y eran ellas las de los gritos.
Luly camino, rodeándolo por atrás, apoyando uno de sus hombros por la espalda de Daniel hasta llegar a estar frente a frente, coloco sus manos en los hombros de él y mientras bajaba bailando le clavaba las uñas en su pecho.
Se dio vuelta y apoyo su cola en el mientras con las manos se agarraba los tobillos, el atino a agárrale la cintura, pero un ápice de cordura se apodero de él, volviendo a levantar las manos y haciendo que los flacos volvieran a enloquecer.
Algunos aprovecharon el momento para sacar a bailar a las chicas, mientras Luly bailaba muy sensual con Daniel, apoyándole la cola sobre miembro, al que ya sentía algo tieso, con una de sus manos lo sostenía del cuello y con la otra sostenía la mano de Daniel apoyada sobre su abdomen. Daniel, que no se sentía muy a gusto franeleando a la novia de su amigo, cuando vio la oportunidad, se escapó para sacar a bailar a la amiga de su hermana.
En ese momento la llame por teléfono a Luly y le dije dónde estaba. Vino rápidamente a donde la esperaba con el pene completamente erecto y húmedo.
Se sentó en la cama y lo llevo directo a la boca, mentiría si dijera que me practico sexo oral, prácticamente fue colocar su boca sobre mi pene para recibir casi instantáneamente semen a borbotones, que trago por completo.
Se hizo esperar. A pesar de este extraño comienzo de la primavera, con temperaturas algo bajas, finamente llego. Un finde de calorcito.
Ya estaba todo arreglado para ese sábado. Desde hacía unas semanas sabíamos que teníamos el cumple de un amigo mío en su casa de fin de semana. Todo había surgido una noche que nos encontramos con el de casualidad en un bar, salió el tema y le dijo a Luly si quería ir, a lo que ella respondió que sí. Fue de esas cosas que surgen de compromiso, en el encuentro inesperado (…arreglemos para hacer algo la semana que viene, o…yo aviso por whats app y nos juntamos los que podamos), ahora me doy cuenta.
La cuestión que llego el día, la idea era pasar el día en la casa de fin de semana, comer un asado y si el clima ayudaba, meternos en la pile. Ese sábado nos levantamos temprano, preparamos algunas cosas y cerca de las 9:30 salimos al patio a ver como estaba el clima. Ya para esa hora, si bien no hacía calor, se sentía la humedad en el aire, el cielo estaba completamente despejado y un sol radiante anunciaba un día caluroso.
Ahí le surgió una interrogante a Luly, que se iba a poner y quienes irían, algo que por los días fríos anteriores, no se le había cruzado por la cabeza y por otro lado comencé a preguntarme quienes irían, si era algo en parejas, o que, ya que con Daniel, el cumpleañeros, no había hablado más del tema.
El problema de Luly era que tenía dos opciones de bikini, o la colales (que tanto me gusta) o una tipo vedetina que usaba para casos extremos cuando iba a la playa con la familia o cosas así. No había punto medio. Finalmente, a último momento decidió llevar las dos, por las dudas.
Llegamos a la casa cerca de las 11 de la mañana donde nos recibió Daniel, que ya estaba en cuero, algo sudado y con manchas de carbón en su cuerpo, signos de que había estado trabajando. Nos acomodamos en el quincho y Daniel rápidamente trajo una cerveza. Nos ofrecimos a ayudarlo y mientras yo salaba la carne Luly preparaba la ensalada.
Las primeras en llegar fueron seis chicas, que nos saludaron y fueron directo a la pileta. Daniel se sacó las ojotas, tomo algo de velocidad y se zambulló en la pileta para finalmente emerger a la superficie a centímetros del grupo. La mire a Luly y le dije: –…vamos? – Mientras me sacaba la remera.
Luly fue al baño a cambiarse. Tengo que confesar que me sentía algo ansioso por verla salir y ver que llevaba puesto. Entre al agua, de una forma menos espectacular que Daniel y me acerque a él.
–Che, quienes son tus amigas? –Pregunte pícaramente.
–No, no, son amigas de mi hermana, les dije que se queden, pero dicen que no, que en un rato se van.
–Uh, que cagada, hay un par que están buenas. –Termino mi frase cuando Luly sale del baño, tenía la colales. Se acerca a la pileta y se sienta en el borde, con los pies en el agua.
Salgo de la pileta a buscar los lentes de sol que había dejado en la mochila y un vaso de cerveza cuando escucho voces que venían de la calle, eran los pibes, habían venido en un par de autos, todos juntos. Salgo a recibirlos y ayudarlos con las cosas y mientras entrabamos, yo con una bolsa de carbón y unas bolsitas del súper, uno de los que estaba entrando primero se da vuelta y dice: –Uh, mira ese ojete. –Haciendo referencia a Luly, que en ese momento estaba sentada en el borde, de espalda al ingreso. Y antes que pudiera decir nada, los más bocones empezaron a tirar frases:
–Que puta…
–Como le rompo el culo…
–No podes venir así…
Ya en ese momento no podía decir más nada, tenía que dejar que solos se dieran cuenta quien era. Yo igual contento. Que mejor que le alaguen la cola a mi novia. Cuando los ve, se levanta para saludarlos y mientras algunos ya se iban dando cuenta quien era otros aún estaban concentrados en la cola y su movimiento al pararse, mientras hacían sonidos onomatopéyicos y codeaban al que tenían al lado.
Luly se acomodó la colales y se acercó a saludar mientras, sin dejar de caminar, seguí hasta el quincho donde deje las bolsas del supermercado y la de carbón. De repente el silencio se había apoderado del grupo que hacia instantes entraba efervescente, mientras Luly pasaba entre ellos saludando uno por uno.
Para antes de comer ya habíamos tomado varias cervezas y un poco más de un fernet. Comimos con vinos y luego durante la sobremesa Daniel saco la licuadora y empezamos a hacer unos tragos frutales con ron que eran tan ricos como peligrosos, donde se sumaron las amigas de la hermana.
Cerca de las 4 de la tarde ya estábamos bastante alegres y una de las chicas, a la que Daniel le había estado hablando toda la tarde, se acerca a un equipito de música, enchufa el celu y pone un compilado de cumbia y reggaetón.
Las chicas, como lo llevan en la sangre, casi automáticamente se pusieron a bailar mientras las miradas de los flacos de clavaban en sus cuerpos. Luly que estaba algo alegre me agarra la mano y me lleva a bailar. Se movía muy sensual y cuando daba una vuelta no podía evitar mirarle la cola que con esa tanguita se veía tan bien. En poco tiempo comencé a sentir que lentamente se iba endureciendo mi pene. Me detuve un momento –Mi amor, vamos a tomar algo? –Y mientras me perfilaba hacia la mesa una de las chicas, que estaban bailando en ronda entre ellas, viendo que se iba por decisión mía la agarro de la mano y la llevo a bailar con ellas.
Era increíble verla bailar así, haciendo algunos movimientos de reggaetón en tanguita, frente las miradas impiadosas de mis amigos.
Me excitaba mucho verla así, tan desinhibida. Se acercó a donde estaba sentado a buscar algo para tomar, en ese momento, no sé por qué, recordé una conversación que habíamos tenido una vez, de jugar a que ella era una prostituta y yo le pagaba por sexo. Si bien lo habíamos hecho, no había resultado del todo excitante la experiencia, tal vez si el juego previo, pero nos habíamos quedado un poco desilusionados con el jueguito ese.
–Mil pesos… –Le digo.
–Qué? –Me contesta todavía algo agitada por el baile y sin entender absolutamente nada. Para hacérsela corta, me acerco a su oído y le digo: –Te acordas cuando te pague por sexo?
–Se ríe y asienta con la cabeza.
–Yo ahora me voy a ir de acá, pero te voy a estar viendo, te doy mil pesos si sos la más puta del lugar.
–Me miro sorprendida, pero automáticamente supe que era un sí, era realmente la fantasía de ser una prostituta, no era una simulación, era verdad, con la adrenalina que eso implicaba.
Me levante, me acerque donde estaba Daniel y le dije que me iba a recostar un rato porque me dolía un poco la cabeza. Desde la ventana dela habitación, que estaba en planta alta podía ver perfectamente todo. Puse una silla a unos metros de la ventana, para que no me vieran, y me senté ahí a ver a mi putita. Era un voyeur de mi propia novia.
Ella siguió bailando con las chicas, como si nada. Hasta ahí venia relativamente bien, hasta que la amiga de la hermana agarro al cumpleañeros de la mano y lo puso en el medio de la ronda, una a una, casi como un juego comenzaron a hacerle bailes muy sensuales y Daniel levantaba las manos, mirando a sus amigos, mientras estos lo arengaban.
Fueron pasando, una a una, y cuando llego el turno de Luly nadie esperaba nada. Se acercó bailando muy sensual, mientras a Daniel se le borraba la sonrisa de la cara a mí me brotaba. Los gritos de los hombres mermaron y solo algunas palmas se escuchaban. Las chicas explotaron de emoción y eran ellas las de los gritos.
Luly camino, rodeándolo por atrás, apoyando uno de sus hombros por la espalda de Daniel hasta llegar a estar frente a frente, coloco sus manos en los hombros de él y mientras bajaba bailando le clavaba las uñas en su pecho.
Se dio vuelta y apoyo su cola en el mientras con las manos se agarraba los tobillos, el atino a agárrale la cintura, pero un ápice de cordura se apodero de él, volviendo a levantar las manos y haciendo que los flacos volvieran a enloquecer.
Algunos aprovecharon el momento para sacar a bailar a las chicas, mientras Luly bailaba muy sensual con Daniel, apoyándole la cola sobre miembro, al que ya sentía algo tieso, con una de sus manos lo sostenía del cuello y con la otra sostenía la mano de Daniel apoyada sobre su abdomen. Daniel, que no se sentía muy a gusto franeleando a la novia de su amigo, cuando vio la oportunidad, se escapó para sacar a bailar a la amiga de su hermana.
En ese momento la llame por teléfono a Luly y le dije dónde estaba. Vino rápidamente a donde la esperaba con el pene completamente erecto y húmedo.
Se sentó en la cama y lo llevo directo a la boca, mentiría si dijera que me practico sexo oral, prácticamente fue colocar su boca sobre mi pene para recibir casi instantáneamente semen a borbotones, que trago por completo.
Comentarios Destacados
90 comentarios - Voyeur de mi novia Luly por mil pesos
que lindo se ve ese ojeteeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!
Muy buen relato, y ni hablar las fotos..
+10
Tenes un culito para llenarlo de lecheeeeeeeeeee
Muy bue post! Van puntos!
cómo me calentó la historia
excelente historia, rica flaca
Gracias por compartir toda su belleza.
Está para mucho mas y quiero verlo!
Felices orgasmos!!!!
Van 4 puntos