El doctor de Carolina
Unos extraños dolores abajo del abdomen y cerca de la vagina, atormentaban a Carolina a cada instante. Hacia ya dos meses que consultaba a diferentes médicos y hospitales y en ninguno de ellos podía encontrar una solución a sus dolores agudos. Después de esas visitas desilucionantes, Carolina decide ir a un medico muy bueno del otro lado de la ciudad que le había recomendado su amiga de la universidad.
Mientras esta conduciendo para la clínica comienza a sentir la misma molestia que de costumbre. Decide entonces masajearse el lugar afectado y sin querer sus largas uñas tropiezan con una manta de vello moreno que sirve de antesala de su siempre apetecible coñito. Allí descubre que olvido las braguitas en la casa de su novio ya que salió bastante apurada. Sintió un pequeño cosquilleo y la humedad que empezaba a brotar fruto de sus continuos pensamientos sexuales. Sonrío como una chiquilla endiablada y al mismo tiempo se dio cuenta que el dolor había desaparecido.
La clínica privada no parecía ser muy concurrida pero tuvo que esperar unos veinte minutos para que por fin la atendiera el doctor Lynch el famoso médico experto que le había recomendado su amiga. Era un hombre medianamente joven y con unos ojos grandes que encandilaban con su brillo. Carolina no presto mucha atención al doctor ya que solo quería que la revisaran y le recetaran algún medicamento.
El doctor la hizo sentar en la camilla de su consultorio y le sugirió a la paciente que se desprendiera del pequeño saquito de lana para hacer más sencilla la revisación. Carolina accedió y dejo lucir una blusa blanca casi transparente que dejaba ver fácilmente su corpiño y sus pechos monumentales. Le explicó cual era su molestia y después de hacerle unas preguntas de rigor, el doctor empezó a masajear la zona afectada. Mientras, lento, con su mano efectuaba círculos y realizó una mueca que parecía de preocupación. Carolina sintió un poco de miedo y empezó a transpirar
- Señorita, le voy a pedir si es tan amable que retire su falda para que pueda extender los masajes un poco mas abajo, dijo él medico y agregó: no este tensa no es nada grave no se preocupe.
La paciente corrió el cierre de la falda y allí es cuando se dio cuenta lo de la falta de bragas.
A ver muy bien. acuéstese por favor señorita propuso a modo de orden el doctor.
Fue en ese momento que los masajes continuaron y los gruesos dedos del medico acecharon el monte de venus. Carolina cerró los ojos, experimentó un leve placer que en un par de minutos terminó en un pequeño gemido. Por un minuto no sintió mas masajes terapéuticos con lo que pensó que la consulta estaba terminando. Comprobó que se había equivocado cuando su vagina estaba siendo humedecía por la lengua del doctor. Su coñito estaba chorreando y muy excitado, la lengua del medico no paraba de chupar casi con desesperación ayudado por dos dedos que entraban y salian sin cesar
Doc.---tor balbuceo Carolina esto es parrrr.. tee del traaa –taa mieentooo ohhhhhhhh
Hmmm la verdad que si señorita
Carolina en ese momento estallo en un orgasmo colosal como hace tiempo no tenía, una electricidad que sacudió todo su cuerpo y que le hizo desprender un grito casi desgarrador.
El tremendo ruido alerto a una de las enfermeras del lugar quien abrió la puerta pensando que había ocurrido y se encontró con la pareja que ni cuenta se dio de su presencia. La enfermera era muy atractiva, rubia, de unos pechos bien redondos y unas piernas esculturales. Sin pensarlo un minuto ella se fue desprendiendo de la ropa rápidamente y a bajar los pantalones del medico que continua chupando sin detenerse. Dejo caer su calzón y tomo su verga que no podía sostener entera de lo grande que era.
El doctor se puso de pie y miro a su enfermera que le estaba mamando sus 19 cm de carne. Carolina, sin dejar de acariciar sus ardientes pechos se levanto de la camilla y fue a abalanzarce hacia el sexo del hombre. Le chupaba los huevos con fruición mientras la enfermera hacia lo mismo con el pene. La excitación del doctor llego a su exstasis final cuando empezó a descargar un torrente de semen que recorrieron todo el cuerpo de las chicas, en especial las boquitas y las cuatros tremendas tetas que empezaron a masajearse entre si.
Los besos repletos de saliva y humedad de Carolina y la enfermera terminaron en un salvaje 69 en la camilla, mientras el doctor Lynch miraba sentado tratando de descansar.
Carolina experimento el tercer orgasmo de la tarde y liberó una exención de flujo nunca antes experimentado.
Ahhhhh, hazme correr hija de putaaaaaaaaaa. Le grito a la enfermera que pareció excitarla ese insulto por que se corrió intensamente.
También esta imagen alzó la verga del doctor que no dudo en encaminarla hacia el culo perfecto y lubricado que le estaba dejando Carolina a su merced. Con unas estocadas primeros lentas y precisas y luego urgentes y calientes, sacudía la vagina.
Luego el doctor se colocó en la camilla y dejo toda la polla a disposición de cualquiera de las chicas. Fue la enfermera que sentó su cuerpo encima y comenzó a cabalgarlo como una perra en celo. El agujero del culo empezó a dilatarlo Carolina con su lengua primero, después con dos dedos.
Ayy Doctor me duele acá dijo gimiendo Carolina mientras le mostraba el agujero de su culo. Él médico hizo bajar a la rubia y sin contemplación comenzó a penetrar el culote de la paciente que gemí desaforadamente. El placer que sentía le estaba anestesiando el dolor de ser taladrada por semejante polla.
El momento de la corrida del hombre fue toda a parar a las entrañas de Carolina y los pequeños restos de leche fueron recogidos por la enfermera que no quería perderse nada.
Hmmm Doctor. El tratamiento fue muy eficaz.. ya no tengo mas dolores... bah me arde un poco el culito.. tiene algo para eso?
Unos extraños dolores abajo del abdomen y cerca de la vagina, atormentaban a Carolina a cada instante. Hacia ya dos meses que consultaba a diferentes médicos y hospitales y en ninguno de ellos podía encontrar una solución a sus dolores agudos. Después de esas visitas desilucionantes, Carolina decide ir a un medico muy bueno del otro lado de la ciudad que le había recomendado su amiga de la universidad.
Mientras esta conduciendo para la clínica comienza a sentir la misma molestia que de costumbre. Decide entonces masajearse el lugar afectado y sin querer sus largas uñas tropiezan con una manta de vello moreno que sirve de antesala de su siempre apetecible coñito. Allí descubre que olvido las braguitas en la casa de su novio ya que salió bastante apurada. Sintió un pequeño cosquilleo y la humedad que empezaba a brotar fruto de sus continuos pensamientos sexuales. Sonrío como una chiquilla endiablada y al mismo tiempo se dio cuenta que el dolor había desaparecido.
La clínica privada no parecía ser muy concurrida pero tuvo que esperar unos veinte minutos para que por fin la atendiera el doctor Lynch el famoso médico experto que le había recomendado su amiga. Era un hombre medianamente joven y con unos ojos grandes que encandilaban con su brillo. Carolina no presto mucha atención al doctor ya que solo quería que la revisaran y le recetaran algún medicamento.
El doctor la hizo sentar en la camilla de su consultorio y le sugirió a la paciente que se desprendiera del pequeño saquito de lana para hacer más sencilla la revisación. Carolina accedió y dejo lucir una blusa blanca casi transparente que dejaba ver fácilmente su corpiño y sus pechos monumentales. Le explicó cual era su molestia y después de hacerle unas preguntas de rigor, el doctor empezó a masajear la zona afectada. Mientras, lento, con su mano efectuaba círculos y realizó una mueca que parecía de preocupación. Carolina sintió un poco de miedo y empezó a transpirar
- Señorita, le voy a pedir si es tan amable que retire su falda para que pueda extender los masajes un poco mas abajo, dijo él medico y agregó: no este tensa no es nada grave no se preocupe.
La paciente corrió el cierre de la falda y allí es cuando se dio cuenta lo de la falta de bragas.
A ver muy bien. acuéstese por favor señorita propuso a modo de orden el doctor.
Fue en ese momento que los masajes continuaron y los gruesos dedos del medico acecharon el monte de venus. Carolina cerró los ojos, experimentó un leve placer que en un par de minutos terminó en un pequeño gemido. Por un minuto no sintió mas masajes terapéuticos con lo que pensó que la consulta estaba terminando. Comprobó que se había equivocado cuando su vagina estaba siendo humedecía por la lengua del doctor. Su coñito estaba chorreando y muy excitado, la lengua del medico no paraba de chupar casi con desesperación ayudado por dos dedos que entraban y salian sin cesar
Doc.---tor balbuceo Carolina esto es parrrr.. tee del traaa –taa mieentooo ohhhhhhhh
Hmmm la verdad que si señorita
Carolina en ese momento estallo en un orgasmo colosal como hace tiempo no tenía, una electricidad que sacudió todo su cuerpo y que le hizo desprender un grito casi desgarrador.
El tremendo ruido alerto a una de las enfermeras del lugar quien abrió la puerta pensando que había ocurrido y se encontró con la pareja que ni cuenta se dio de su presencia. La enfermera era muy atractiva, rubia, de unos pechos bien redondos y unas piernas esculturales. Sin pensarlo un minuto ella se fue desprendiendo de la ropa rápidamente y a bajar los pantalones del medico que continua chupando sin detenerse. Dejo caer su calzón y tomo su verga que no podía sostener entera de lo grande que era.
El doctor se puso de pie y miro a su enfermera que le estaba mamando sus 19 cm de carne. Carolina, sin dejar de acariciar sus ardientes pechos se levanto de la camilla y fue a abalanzarce hacia el sexo del hombre. Le chupaba los huevos con fruición mientras la enfermera hacia lo mismo con el pene. La excitación del doctor llego a su exstasis final cuando empezó a descargar un torrente de semen que recorrieron todo el cuerpo de las chicas, en especial las boquitas y las cuatros tremendas tetas que empezaron a masajearse entre si.
Los besos repletos de saliva y humedad de Carolina y la enfermera terminaron en un salvaje 69 en la camilla, mientras el doctor Lynch miraba sentado tratando de descansar.
Carolina experimento el tercer orgasmo de la tarde y liberó una exención de flujo nunca antes experimentado.
Ahhhhh, hazme correr hija de putaaaaaaaaaa. Le grito a la enfermera que pareció excitarla ese insulto por que se corrió intensamente.
También esta imagen alzó la verga del doctor que no dudo en encaminarla hacia el culo perfecto y lubricado que le estaba dejando Carolina a su merced. Con unas estocadas primeros lentas y precisas y luego urgentes y calientes, sacudía la vagina.
Luego el doctor se colocó en la camilla y dejo toda la polla a disposición de cualquiera de las chicas. Fue la enfermera que sentó su cuerpo encima y comenzó a cabalgarlo como una perra en celo. El agujero del culo empezó a dilatarlo Carolina con su lengua primero, después con dos dedos.
Ayy Doctor me duele acá dijo gimiendo Carolina mientras le mostraba el agujero de su culo. Él médico hizo bajar a la rubia y sin contemplación comenzó a penetrar el culote de la paciente que gemí desaforadamente. El placer que sentía le estaba anestesiando el dolor de ser taladrada por semejante polla.
El momento de la corrida del hombre fue toda a parar a las entrañas de Carolina y los pequeños restos de leche fueron recogidos por la enfermera que no quería perderse nada.
Hmmm Doctor. El tratamiento fue muy eficaz.. ya no tengo mas dolores... bah me arde un poco el culito.. tiene algo para eso?
7 comentarios - El doctor de Carolina
Autobiográfico gusti ? 😛
CONOCI "NO APTO" 🤤