MARQUÉS DE SADE,
FRAGMENTO (Juliette o Las prosperidades del vicio)
Me senté; la comida fue tan deliciosa como libertina; las mujeres, arregladas apenas, exponían a los manoseos de estos disolutos todos los encantos que les habían distribuido las Gracias. Uno tocaba un pecho apenas abierto, el otro manoseaba un culo más blanco que el alabastro; solamente nuestros coños eran poco festejados: no es con tales gentes con quienes hacen fortuna atractivos semejantes; convencidos de que es preciso ultrajar con frecuencia a la naturaleza para reconquistarla, sólo ofrecen el incienso a aquellas partes cuyo culto se dice que está prohibido por ella. Los vinos más exquisitos, los platos más suculentos calientan las cabezas, y Saint-Fond agarra a Madame de Noirceuil; el criminal se excitaba con el atroz crimen que su pérfida imaginación maquinaba contra esta infortunada; la lleva a un canapé, en una punta del salón, y la sodomiza mientras me ordena que vaya a cagarle en la boca; cuatro jóvenes muchachos se colocan de manera que excita a cada uno con una mano, mientras un tercero encoña a Madame de Noirceuil, y un cuarto, situado más alto que yo, me hace chupar su miembro; un quinto da por el culo a Saint-Fond.
—¡Ah!, ¡santo cielo! —exclama Noirceuil—, ¡este grupo es encantador! No conozco nada tan bonito como ver joder así a la mujer de uno; no la tratéis con miramientos, Saint-Fond, os lo ruego.
Y colocando las nalgas de Eglée a la altura de su boca, hace cagar en ella a esta pequeña, mientras que él sodomiza a Lindane y el sexto muchacho le da por el culo a él. D’Albert, uniéndose al cuadro, viene a completar la partida izquierda; sodomiza a Henriette, besando el culo del muchacho que fornica al ministro, y manosea, a derecha e izquierda, todo lo que sus manos pueden alcanzar.
FRAGMENTO (Juliette o Las prosperidades del vicio)
Me senté; la comida fue tan deliciosa como libertina; las mujeres, arregladas apenas, exponían a los manoseos de estos disolutos todos los encantos que les habían distribuido las Gracias. Uno tocaba un pecho apenas abierto, el otro manoseaba un culo más blanco que el alabastro; solamente nuestros coños eran poco festejados: no es con tales gentes con quienes hacen fortuna atractivos semejantes; convencidos de que es preciso ultrajar con frecuencia a la naturaleza para reconquistarla, sólo ofrecen el incienso a aquellas partes cuyo culto se dice que está prohibido por ella. Los vinos más exquisitos, los platos más suculentos calientan las cabezas, y Saint-Fond agarra a Madame de Noirceuil; el criminal se excitaba con el atroz crimen que su pérfida imaginación maquinaba contra esta infortunada; la lleva a un canapé, en una punta del salón, y la sodomiza mientras me ordena que vaya a cagarle en la boca; cuatro jóvenes muchachos se colocan de manera que excita a cada uno con una mano, mientras un tercero encoña a Madame de Noirceuil, y un cuarto, situado más alto que yo, me hace chupar su miembro; un quinto da por el culo a Saint-Fond.
—¡Ah!, ¡santo cielo! —exclama Noirceuil—, ¡este grupo es encantador! No conozco nada tan bonito como ver joder así a la mujer de uno; no la tratéis con miramientos, Saint-Fond, os lo ruego.
Y colocando las nalgas de Eglée a la altura de su boca, hace cagar en ella a esta pequeña, mientras que él sodomiza a Lindane y el sexto muchacho le da por el culo a él. D’Albert, uniéndose al cuadro, viene a completar la partida izquierda; sodomiza a Henriette, besando el culo del muchacho que fornica al ministro, y manosea, a derecha e izquierda, todo lo que sus manos pueden alcanzar.
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