Lo que espera una pareja de ti y nunca te has atrevido a preguntar
Da igual el sexo, no nos confundamos. Existe el rumor de que las mujeres son muy complicadas y nunca sabes realmente lo que piensan. Cierto, pero los hombres tampoco se quedan atrás. No sabemos si son los alimentos transgénicos, la destrucción de la capa de ozono o internet pero las diferencias entre sexos (en este aspecto) cada vez son más pequeñas.
Y, cuando se juntan dos de estos seres, las consecuencias pueden llegar a equipararse con las de una bomba nuclear. Y, en ocasiones, nos quedaríamos cortos. El universo que engloba a una pareja es digno de estudio, unas más que otras, pero no hay ninguna que se salve. Podemos echarle siempre la culpa a la mala comunicación que existe entre la mayoría, y no nos faltaría razón. ¿Cuántas veces algo que parecía una tontería ha sido motivo incluso de ruptura provisional? Si, esas rupturas que todos conocemos y hemos hecho a ‘la despechada’ por no saber solucionar las cosas de otra manera. Suelen terminar con un portazo, un silencio previo a una huida sin destino, solo irte lejos sin mirar atrás esperando que la otra persona te siga para una reconciliación de película.
Las personas estamos cambiando, eso está claro, pero el miedo a expresar lo que pensamos libremente en una relación sigue perenne. ¿Qué es lo que nos lo impide? Tener miedo a que la parienta/pariente malinterpreten nuestras palabras y se arme la marimorena puede ser una razón de peso. Hay mentes que deberían considerarse prodigiosas, y no la de Rusell Crowe. Esas mentes que son capaces de tergiversar toda la información que les pasa por el tímpano y hacer una historia completamente paralela cuando ésta llega al cerebro. Algo que se conoce mundanamente como ‘darle la vuelta a la tortilla’ o ‘hacerse una paja mental’.
Y de cerebros va la cosa, ya que existen algunos que son especialmente complicados, o mejor dicho, ‘cerebros burbuja’. Esos a los que cualquier información mínimamente agresiva los altera pudiendo llegar incluso a la autodestrucción. Cualquier cosa importante que le queramos transmitir debemos planearlo al detalle. Como recomendación, resulta útil un plan B por si las cosas no salen bien. ¿A qué nos referimos? Algo tan efectivo como una botella de vino tinto para relajar la situación, una visita totalmente ‘inesperada’ de un amigo tuyo o recuperar el romanticismo con música bajo la ventana.
A pesar de todo lo anterior, los grandes problemas vienen cuando tu pareja ha imaginado una situación idílica y se enfada contigo por no haber cumplido sus expectativas. Por ejemplo: ya hace tiempo que no celebráis vuestro aniversario pero sabes que el próximo será especial. Decides recuperar la chispa con un regalo sorpresa sin esperar nada a cambio. Bueno, en lo más profundo tienes la esperanza de que tu pareja sea igual de detallista y también te sorprenda. ERROR. Si no ha habido comunicación no esperes que la telepatía haga el trabajo. ¿Qué pasa entonces? Llega la cena, esperas ansiosa/o el momento y le tapas los ojos mientras pones en sus manos el dichoso regalo. No sabes si su cara es de emoción, sorpresa o de que simplemente sabe que tiene una bomba entre sus manos. Su tarde tirada en el sofá pasará lentamente por su retina mientras se golpea mentalmente la cabeza pensando el por qué de esta situación. Una vez más, la falta de comunicación vuelve para darte una palmadita en la espalda e invitarte a una nueva discusión.
Da igual el sexo, no nos confundamos. Existe el rumor de que las mujeres son muy complicadas y nunca sabes realmente lo que piensan. Cierto, pero los hombres tampoco se quedan atrás. No sabemos si son los alimentos transgénicos, la destrucción de la capa de ozono o internet pero las diferencias entre sexos (en este aspecto) cada vez son más pequeñas.
Y, cuando se juntan dos de estos seres, las consecuencias pueden llegar a equipararse con las de una bomba nuclear. Y, en ocasiones, nos quedaríamos cortos. El universo que engloba a una pareja es digno de estudio, unas más que otras, pero no hay ninguna que se salve. Podemos echarle siempre la culpa a la mala comunicación que existe entre la mayoría, y no nos faltaría razón. ¿Cuántas veces algo que parecía una tontería ha sido motivo incluso de ruptura provisional? Si, esas rupturas que todos conocemos y hemos hecho a ‘la despechada’ por no saber solucionar las cosas de otra manera. Suelen terminar con un portazo, un silencio previo a una huida sin destino, solo irte lejos sin mirar atrás esperando que la otra persona te siga para una reconciliación de película.
Las personas estamos cambiando, eso está claro, pero el miedo a expresar lo que pensamos libremente en una relación sigue perenne. ¿Qué es lo que nos lo impide? Tener miedo a que la parienta/pariente malinterpreten nuestras palabras y se arme la marimorena puede ser una razón de peso. Hay mentes que deberían considerarse prodigiosas, y no la de Rusell Crowe. Esas mentes que son capaces de tergiversar toda la información que les pasa por el tímpano y hacer una historia completamente paralela cuando ésta llega al cerebro. Algo que se conoce mundanamente como ‘darle la vuelta a la tortilla’ o ‘hacerse una paja mental’.
Y de cerebros va la cosa, ya que existen algunos que son especialmente complicados, o mejor dicho, ‘cerebros burbuja’. Esos a los que cualquier información mínimamente agresiva los altera pudiendo llegar incluso a la autodestrucción. Cualquier cosa importante que le queramos transmitir debemos planearlo al detalle. Como recomendación, resulta útil un plan B por si las cosas no salen bien. ¿A qué nos referimos? Algo tan efectivo como una botella de vino tinto para relajar la situación, una visita totalmente ‘inesperada’ de un amigo tuyo o recuperar el romanticismo con música bajo la ventana.
A pesar de todo lo anterior, los grandes problemas vienen cuando tu pareja ha imaginado una situación idílica y se enfada contigo por no haber cumplido sus expectativas. Por ejemplo: ya hace tiempo que no celebráis vuestro aniversario pero sabes que el próximo será especial. Decides recuperar la chispa con un regalo sorpresa sin esperar nada a cambio. Bueno, en lo más profundo tienes la esperanza de que tu pareja sea igual de detallista y también te sorprenda. ERROR. Si no ha habido comunicación no esperes que la telepatía haga el trabajo. ¿Qué pasa entonces? Llega la cena, esperas ansiosa/o el momento y le tapas los ojos mientras pones en sus manos el dichoso regalo. No sabes si su cara es de emoción, sorpresa o de que simplemente sabe que tiene una bomba entre sus manos. Su tarde tirada en el sofá pasará lentamente por su retina mientras se golpea mentalmente la cabeza pensando el por qué de esta situación. Una vez más, la falta de comunicación vuelve para darte una palmadita en la espalda e invitarte a una nueva discusión.
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