¿Cómo Tocar Bien Una Teta?

La responsabilidad sexual no debería reducirse al control de la natalidad o a la prevención de las ETS (enfermedades de transmisión sexual). Es necesario ampliarla al ámbito del placer. Se cree erróneamente que por quedarse sin ropa está asegurado el éxtasis, pero las encuestas callejeras evidencian lo contrario: hable en confianza con gente que no se acueste con usted y compruébelo.

La pastilla anticonceptiva permitió el control de la natalidad y el condón redujo el riesgo de contagio. Sin embargo, subsiste una sobrepoblación de malospolvos infectados con el mal del meterysacaressuficiente.

Ahondando en este problema recopilé varias quejas, pero vamos por partes, la que le da título a este artículo la consideré de atención urgente.

En principio, parece una contradicción gigantesca que existan tantos analfatetas dado el culto mediático que se le hace al pecho femenino. Un escote aparece hasta en anuncios para vender lapiceros y los implantes de mama ya casi forman parte de la canasta básica.

Larry Young y Brain Alexander, neurocientíficos sociales autores del libro "The Chemistry Between Us: Love, Sex and the Science of Attraction" alegan esa fascinación por los senos a la oxitocina, una hormona que promueve el vínculo entre la madre y el recién nacido. Lo cual, vuelve un poco edípico el asunto, para ellos esa desviación obligatoria de la mirada ante una camisa de cuello en V viene desde siempre, es un impulso inconsciente evolutivo.

Auguste Renoir lo dijo de otra forma: “nunca sería un artista si las mujeres no tuvieran senos” y cerca de mí, entrevistados al azar responden lo siguiente cuando se les pregunta ¿a qué sabe una teta?:

Sabe a placer, a quiero más.

El sabor depende de la pasión, cuando el sexo es rutina, sabe a comida vegetariana para un carnívoro.

Es que las observo y me da sed, también hambre, pero no puedo recordar un sabor.

Una teta no sabe a ni mielda pero es mi sabor favorito.

Cuando es prohibida, sabe a miel con culpa.

Tienen un sabor a tortilla o como a hostia.

Creo que sabe a ego.

Añado una de mi propia cosecha: Sabe a teta...

Queda claro, la textura de la piel, su forma curva, la suavidad y el simple hecho de que se mantengan ocultas provoca el morbo suficiente para que gusten, sean del tamaño que sean. Lo de llenar una copa C o talle 105 para considerarse atractiva es un artilugio de la sociedad de consumo que siempre busca vendernos lo que no necesitamos. Así que, si por causalidad, alguna tiene un amante, esposo, ligue o amigo con derecho que la acompleje por el tamaño de sus delanteras, no se intimide; pruebe sentirse bien con los otros 3 500 millones de hombres que habitan en el mundo y guarde la platita para un negocio propio.

Tal vez el problema de tanta insatisfacción radica en que nuestra cultura privilegia el sentido de la vista al momento de provocar excitación, educándolos a ellos para poseer lo que ven y a ellas para complacer al que las vio (si les gusta). De ahí que muchos no encuentren la diferencia entre manipular una teta o una bolita anti-stress.

Al parecer, según las madres con experiencia, el grandor de los pechos nada tiene que ver con la productividad a la hora de amamantar... según una amiga de grandes senos, la cantidad de leche producida por ella para ese menester fue inferior a la de una con senos medianos o pequeños... Salta a la vista que el tamaño es lo de menos...

El imaginario colectivo celebra el cuerpo de la mujer como objeto de satisfacción y no como sujeto por satisfacer. Por lo tanto, en defensa del derecho a sentir, si quiere pasar de una primera vez a una vigésimo sétima con esa persona, ganarse una buena recomendación con sus amigas o simplemente disfrutar haciendo disfrutar, le transcribo diferentes peticiones de ellas para el buen trato con sus senos.

La teta y la boca

Béselos. Acérquese a ellos con devoción. Bese el contorno del escote antes de tenerlos a la vista. Un beso, además de un primer contacto, es una señal de aprobación que genera confianza. Aproveche acariciarlos con la cara mientras tanto. La lengua puede irse asomando conforme aparece más piel. Recuerde que es un órgano muscular móvil y utilícelo en todas direcciones. Una vez que se encuentre frente al pezón, juegue un rato, luego ejerza bondadosamente su condición de mamífero: la presión ideal es la misma que utiliza a la hora de sacarle el jugo a una mandarina. Sobre los dientes no todas están de acuerdo, pero el oído le ayudará a controlar la dosis de masoquismo.

La teta y las manos

No se ordeñan, se manipulan. Una escena didáctica para este caso aparece en “Un perro andaluz”, observe ese movimiento circular de adentro hacia afuera utilizando toda la mano e imítelo en cuanto pueda. Por cultura general, termine de ver el cortometraje. Otra forma agradable consiste en realizar un masaje en sentido contrario a su caída, como queriendo levantarlas pero sin oprimirlas. Si lo hizo bien, le permitirán apretar con más ganas sin quitarle las manos o pegarle un codazo. El pezón se lleva bien con el índice y el pulgar. Lástima que la tecnología touch desterró las perillas de los electrodomésticos, sin embargo, busque la radio de su abuelo y pregúntele cómo hacía para localizar una frecuencia.

La teta y otros elementos

Buena parte del tedio dentro de la rutinaria vida adulta se debe a que cambiamos el juego físico por el entretenimiento pasivo. Curiosamente, el ejercicio de nuestra sexualidad nos permite seguir portándonos como ocurrentes niños traviesos así tengamos ochenta años. Dejando al homo sapiens-sapiens para las horas de oficina y acomodando al homo ludens en la cama o cualquier lugar que se preste, aumenta la posibilidad de disfrute. Pruebe con los cambios de temperatura o con las texturas: hielo, vino, cerveza, esperma (de una candela o de producción propia), crema, aceite, miel, melocotones en almíbar como los de Cien Años de Soledad o lo que se le ocurra que recuerde el consejo de Giacomo Casanova sobre comer y coger al mismo tiempo porque, al final, las dos prácticas se parecen.

¡Buen provecho!