Semejantes a dunas intranquilas
bajo el alba sangrante del desierto,
las cúpulas soberbias de tu cuerpo
sonrien desde sus cumbres coralinas.
Arden sendos claveles en sus cimas,
coronas ígneas de prohibidos templos,
donde el beso doliente su alimento
encuentra en la penumbra vespertina.
Desde tu pecho dos túrgidos poemas
me llaman con eróticos rubores;
entre canto y susurros de sirena
me invitas a beber en tus pezones.
De fuego y miel rebosan ambas copas.
Bebo ansioso. La luna se sonroja.
Brumario
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