Hipersexuales”: los que siempre tienen ganas
A veces el más dispuesto es el hombre; otras, la mujer. El deseo constante de uno choca con la rigidez y el esquematismo del otro.
¿Qué hacer?
Caso 1: hombres muy deseosos con mujeres apocadas
Hay hombres que gustan mucho del sexo y quieren que sus mujeres los acompañen cuerpo a cuerpo. Ellos están siempre bien dispuestos y lo hacen saber con gestos, dobles mensajes, llamados hot y un cuerpo preparado para el sexo.
Piden de sus damas igual participación y compromiso. Sin embargo, no siempre consiguen la paridad. Hay mujeres que no alcanzan tal nivel de excitación y otras que, aún teniendo un buen nivel de deseo, parecen apocadas ante sus maridos o parejas “hipersexuales”.
Ellas creen que tienen un deseo sexual bajo cuando en realidad el deseo del compañero está aumentado. Estas mujeres pueden replegar su iniciativa ante el avance prioritario de sus parejas. En algunos casos se dejan llevar con una mezcla de placer y temor: “si no lo complazco se va a ir con otra”.
Caso 2: mujeres expansivas con hombres esquemáticos
Las mujeres expansivas que se vinculan con hombres obstinados, conformistas, formales, rígidos, respetuosos de reglas, tratarán de amoldarse a ellos hasta el pronto aburrimiento. En cambio mostrarán su verdadero carácter en el trabajo, con amigas y en toda situación social.
Son mujeres que se apagan al atardecer y se encienden a la mañana, cuando comienzan sus actividades fuera de la atención de su cónyuge. Esperan que ellos las recuerden durante el día, les manden mensajes, llamados telefónicos, planeen una salida, pero ellos, nada. Nunca una sorpresa.
El día de sexo será alguno del fin de semana, con suerte los dos, siempre con el mismo ritual: ellos se acercan, tocan los mismos puntos erógenos, y todo se repite.
Las mujeres expansivas, independientes, siempre voluntariosas, incansables, directivas, buscadoras de placer, ahora se han convertido en seres insatisfechos, hartos de la apatía conyugal.
Las disfunciones sexuales hacen su aparición: pérdida de entusiasmo, del erotismo, del deseo sexual. Ellas desean algo diferente que colme el profundo descontento. Se ilusionan pensando en un cambio promisorio. Esperan durante el noviazgo, la maternidad, la crianza de los hijos, la menopausia. Esperan que el hombre se relaje y se active durante el invierno, luego, durante el verano. Y nada.
Cuando se les pregunta: “¿alguna vez fue diferente?”, responden sorprendidas “¡No!” Raro es que sus hombres rígidos lleguen a satisfacerlas y a mejorar el encuentro erótico-sexual. Estos hombres necesitan revisar sus conductas y relajar sus defensas.
A veces el más dispuesto es el hombre; otras, la mujer. El deseo constante de uno choca con la rigidez y el esquematismo del otro.
¿Qué hacer?
Caso 1: hombres muy deseosos con mujeres apocadas
Hay hombres que gustan mucho del sexo y quieren que sus mujeres los acompañen cuerpo a cuerpo. Ellos están siempre bien dispuestos y lo hacen saber con gestos, dobles mensajes, llamados hot y un cuerpo preparado para el sexo.
Piden de sus damas igual participación y compromiso. Sin embargo, no siempre consiguen la paridad. Hay mujeres que no alcanzan tal nivel de excitación y otras que, aún teniendo un buen nivel de deseo, parecen apocadas ante sus maridos o parejas “hipersexuales”.
Ellas creen que tienen un deseo sexual bajo cuando en realidad el deseo del compañero está aumentado. Estas mujeres pueden replegar su iniciativa ante el avance prioritario de sus parejas. En algunos casos se dejan llevar con una mezcla de placer y temor: “si no lo complazco se va a ir con otra”.
Caso 2: mujeres expansivas con hombres esquemáticos
Las mujeres expansivas que se vinculan con hombres obstinados, conformistas, formales, rígidos, respetuosos de reglas, tratarán de amoldarse a ellos hasta el pronto aburrimiento. En cambio mostrarán su verdadero carácter en el trabajo, con amigas y en toda situación social.
Son mujeres que se apagan al atardecer y se encienden a la mañana, cuando comienzan sus actividades fuera de la atención de su cónyuge. Esperan que ellos las recuerden durante el día, les manden mensajes, llamados telefónicos, planeen una salida, pero ellos, nada. Nunca una sorpresa.
El día de sexo será alguno del fin de semana, con suerte los dos, siempre con el mismo ritual: ellos se acercan, tocan los mismos puntos erógenos, y todo se repite.
Las mujeres expansivas, independientes, siempre voluntariosas, incansables, directivas, buscadoras de placer, ahora se han convertido en seres insatisfechos, hartos de la apatía conyugal.
Las disfunciones sexuales hacen su aparición: pérdida de entusiasmo, del erotismo, del deseo sexual. Ellas desean algo diferente que colme el profundo descontento. Se ilusionan pensando en un cambio promisorio. Esperan durante el noviazgo, la maternidad, la crianza de los hijos, la menopausia. Esperan que el hombre se relaje y se active durante el invierno, luego, durante el verano. Y nada.
Cuando se les pregunta: “¿alguna vez fue diferente?”, responden sorprendidas “¡No!” Raro es que sus hombres rígidos lleguen a satisfacerlas y a mejorar el encuentro erótico-sexual. Estos hombres necesitan revisar sus conductas y relajar sus defensas.
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