Este es mi primer post y espero que les guste. Lo que les voy a contar es algo curioso que me sucedió realmente hace un mes, cuando me mudé a mi nuevo departamento.
Todo comenzó con los dos hombres que me acompañaron en el camión de mudanza, rompieron sin querer una caja y mis ropitas femeninas quedaron a la vista. Me sentí avergonzado, desnudo, pero a ellos no pareció incomodarles, ambos se miraron y sonrieron. El más alto de ellos sacó mi juguete íntimo y me dijo "Se ve que sos juguetón, bebé". Me sentí chiquitito, encerrado en un camión con dos hombres corpulentos, un poco sucios, cansados de trabajar. Estaba temeroso y excitado. Los miré a ambos y no dejaban de clavarme sus ojos en mi cuerpito, me estaban penetrando.
-Si, papu. Soy juguetón -le respondí, y él se agarró el buto que ya se notaba a través de su jogging y sin abrir la boca me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
-Es tempranito, bebé. Desayunaste? - me preguntó y su compañero echó a reír.
-Todavía no -le dije mirándole el bulto.
-Vení para acá atras - me dijo y me agarró del hombro. Fui con paso lento, me sentia muy excitado y miré el piso todo el tiempo. Todo lo mio estaba ahi. En cajas medio abiertas que seguramente ya habían mirado antes de que yo subiera.
El hombre era moreno, manos grandes y dedos anchos. Tenía el cabello oscuro y corto, y unos ojos verdeoscuros que me hipnotizaban. De espaldra grande, ancha y cintura pequeña, hacía que sus piernas grandotas me atrajeron como a un animal.
-Yo te voy a dar de desayunar -me dijo mientras se sentaba sobre el piso del camión y bajaba su joggin hasta las rodillas.
Dentro de un slip ajustado duro como el hierro se notaba su enorme instrumento digno de ser succionado. Me agarró del pelo y me hizo bajar la cabeza hasta su cintura. Derepente me encontré en 4 patas con mi cara en su pene. Lo sacó completamente y me levantó la cabeza. "A ver esa boca como se abre?" Abrí la boca como él me pedía y me dijo "Mmm no... me parece que no te va a entrar" y guardó su pija.
-No, no no -le dije-, Si que me va a entrar. Probemos.
-No dejá -dijo y me soltó y se terminó de subir el pantalón-. Tengo mucha pija para tu boquita. No entra ahí.
Sí, papu porfa -le dije-. Dejame que te muestre que si entra.
Me miró con indiferencia. Entendí su juego. Le bajé el pantalón, el calzoncillo, abri la boca tan grande como pude y saboreandola de a poco me la puse en la boca. Estaba calentita y muy hinchada. Le pase la lengua en todas las direcciones posibles, por la cabecita que ya tenia un poquito de baba, por los huevos peludos y negros y por todo el tronco. La comí con desesperación, quería que mi macho notara que la quería comer. Me ahogué en varias oportunidades pero no la pensaba largar. Él con sus manos grandotas me apretaba la cabeza contra su pija que estaba más venosa e hinchada que antes.
-Qué putito divino - decía entre suspiros.
-Qué hijo de puta como la come - lo escuchaba decir.
Subí mi lengua para chuparle ese abdomen duro y delgado pero no me lo permitío.
-Mi cuerpo es para las minas -me dijo y me agarró del pelo -. Para vos putito, solamente la pija.
Asi que sin pensarlo me la volví a comer. No me di cuenta en que momento nos habíamos detenido pero derepense sentí como me bajaban los pantalones de una sola vez y como alguien me escupía la cola. Era el chofer. Sin dejar de chupar me abrí la cola con las manos para que él pudiera escupirme bien.
Vi que entre ellos se dieron un estrechón de mano, como festejando una victoria, y sin levantar la cabeza noté como el que estaba atrás mío me abría apenas las piernas y me da golpes con su verga dura. Este era un hombre unos 25 años, con barba de apenas unos días, ojos marrones y pelo castaño claro. Delgado, de buen cuerpo y un poco petiso.
-Tenés que probar esta boca -le dijo el más grande - Se ve que está acostumbrada a la poronga.
Me volví a ahogar y un hilo de saliva me unia a el. Por su parte el de atrás acomodó su pija caliente en mi oyito que ya estaba la suficientemente mojado y de un solo golpe la metió entera. Grité y el morocho me tapó la boca con otro pijazo. Me dolia mucho la cola. Nunca me la habían puesto entera de una.
-Uhh bebé que calentito que esta aca adentro.
Me empecé a mover para cogerme esa rica pica. Estuvimos un buen rato sin hablar, hasta que el más joven sin decir nada me acabó adentro. Sentí como la pija se ponía más gruesa y como escupía varios chorros de semen calentitos que me mojaban la cola. Al darse cuenta, el morocho se empezó a pajear sin solarme la cara.
-Así que no desayunaste bebé -me decía - ahora te voy a dar la lechita para que crezcas fuerte.
Y de un momento a otro sentí un rico waskazo en mi cara y abrí grane la boca para saborear ese semen de macho que tanto me había excitado. Saboreé un poco de sus gotas. Se limpiaron y les dije que quería acabar pero no me hicieron caso. Me dijeron que me pajeara en mi casa después. Me ayudaron en silencio a bajar las cosas y acomodar. Intenté buscarlos nuevamente pero no estaban de humor. A los dos días me llamaron de la agencia porque había quedado una caja mia en la camioneta, asi que iban a pasar a traermela.
Cuando llegaron eran 4, ellos dos y sus amigos.. pero esa historia la dejo para otra ocasión.
Si alguien quiere comer un bebito como yo, por inbox respondo 🙂
Todo comenzó con los dos hombres que me acompañaron en el camión de mudanza, rompieron sin querer una caja y mis ropitas femeninas quedaron a la vista. Me sentí avergonzado, desnudo, pero a ellos no pareció incomodarles, ambos se miraron y sonrieron. El más alto de ellos sacó mi juguete íntimo y me dijo "Se ve que sos juguetón, bebé". Me sentí chiquitito, encerrado en un camión con dos hombres corpulentos, un poco sucios, cansados de trabajar. Estaba temeroso y excitado. Los miré a ambos y no dejaban de clavarme sus ojos en mi cuerpito, me estaban penetrando.
-Si, papu. Soy juguetón -le respondí, y él se agarró el buto que ya se notaba a través de su jogging y sin abrir la boca me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
-Es tempranito, bebé. Desayunaste? - me preguntó y su compañero echó a reír.
-Todavía no -le dije mirándole el bulto.
-Vení para acá atras - me dijo y me agarró del hombro. Fui con paso lento, me sentia muy excitado y miré el piso todo el tiempo. Todo lo mio estaba ahi. En cajas medio abiertas que seguramente ya habían mirado antes de que yo subiera.
El hombre era moreno, manos grandes y dedos anchos. Tenía el cabello oscuro y corto, y unos ojos verdeoscuros que me hipnotizaban. De espaldra grande, ancha y cintura pequeña, hacía que sus piernas grandotas me atrajeron como a un animal.
-Yo te voy a dar de desayunar -me dijo mientras se sentaba sobre el piso del camión y bajaba su joggin hasta las rodillas.
Dentro de un slip ajustado duro como el hierro se notaba su enorme instrumento digno de ser succionado. Me agarró del pelo y me hizo bajar la cabeza hasta su cintura. Derepente me encontré en 4 patas con mi cara en su pene. Lo sacó completamente y me levantó la cabeza. "A ver esa boca como se abre?" Abrí la boca como él me pedía y me dijo "Mmm no... me parece que no te va a entrar" y guardó su pija.
-No, no no -le dije-, Si que me va a entrar. Probemos.
-No dejá -dijo y me soltó y se terminó de subir el pantalón-. Tengo mucha pija para tu boquita. No entra ahí.
Sí, papu porfa -le dije-. Dejame que te muestre que si entra.
Me miró con indiferencia. Entendí su juego. Le bajé el pantalón, el calzoncillo, abri la boca tan grande como pude y saboreandola de a poco me la puse en la boca. Estaba calentita y muy hinchada. Le pase la lengua en todas las direcciones posibles, por la cabecita que ya tenia un poquito de baba, por los huevos peludos y negros y por todo el tronco. La comí con desesperación, quería que mi macho notara que la quería comer. Me ahogué en varias oportunidades pero no la pensaba largar. Él con sus manos grandotas me apretaba la cabeza contra su pija que estaba más venosa e hinchada que antes.
-Qué putito divino - decía entre suspiros.
-Qué hijo de puta como la come - lo escuchaba decir.
Subí mi lengua para chuparle ese abdomen duro y delgado pero no me lo permitío.
-Mi cuerpo es para las minas -me dijo y me agarró del pelo -. Para vos putito, solamente la pija.
Asi que sin pensarlo me la volví a comer. No me di cuenta en que momento nos habíamos detenido pero derepense sentí como me bajaban los pantalones de una sola vez y como alguien me escupía la cola. Era el chofer. Sin dejar de chupar me abrí la cola con las manos para que él pudiera escupirme bien.
Vi que entre ellos se dieron un estrechón de mano, como festejando una victoria, y sin levantar la cabeza noté como el que estaba atrás mío me abría apenas las piernas y me da golpes con su verga dura. Este era un hombre unos 25 años, con barba de apenas unos días, ojos marrones y pelo castaño claro. Delgado, de buen cuerpo y un poco petiso.
-Tenés que probar esta boca -le dijo el más grande - Se ve que está acostumbrada a la poronga.
Me volví a ahogar y un hilo de saliva me unia a el. Por su parte el de atrás acomodó su pija caliente en mi oyito que ya estaba la suficientemente mojado y de un solo golpe la metió entera. Grité y el morocho me tapó la boca con otro pijazo. Me dolia mucho la cola. Nunca me la habían puesto entera de una.
-Uhh bebé que calentito que esta aca adentro.
Me empecé a mover para cogerme esa rica pica. Estuvimos un buen rato sin hablar, hasta que el más joven sin decir nada me acabó adentro. Sentí como la pija se ponía más gruesa y como escupía varios chorros de semen calentitos que me mojaban la cola. Al darse cuenta, el morocho se empezó a pajear sin solarme la cara.
-Así que no desayunaste bebé -me decía - ahora te voy a dar la lechita para que crezcas fuerte.
Y de un momento a otro sentí un rico waskazo en mi cara y abrí grane la boca para saborear ese semen de macho que tanto me había excitado. Saboreé un poco de sus gotas. Se limpiaron y les dije que quería acabar pero no me hicieron caso. Me dijeron que me pajeara en mi casa después. Me ayudaron en silencio a bajar las cosas y acomodar. Intenté buscarlos nuevamente pero no estaban de humor. A los dos días me llamaron de la agencia porque había quedado una caja mia en la camioneta, asi que iban a pasar a traermela.
Cuando llegaron eran 4, ellos dos y sus amigos.. pero esa historia la dejo para otra ocasión.
Si alguien quiere comer un bebito como yo, por inbox respondo 🙂
1 comentarios - La Mudanza y Los Hombres del Camión
Bienvenida al club putita, me encantó tu relato y me gustaria ver tus fotos usando esas ropitas y juguetitos que esos machotes encontraron.
Obvio, también quiero la continuación !!!
Me encantó ❤️