La Iglesia de Satán en Argentina (Organización que aglutina distintos grupos satanicos como La Cofradía de la Mano Negra y La Orden del Astro Negro), realizara su Orgia anual en conmemoración de los 49 años de la fundación de la primera Iglesia de Satán.
Se celebrara un misa negra y luego se procederá a los festejos sexuales. Se realizara el 30 de abril a la medianoche (noche de Walurgis).
¿Qué son las Misas Negras?
Las Misas Negras comenzaron en el siglo XVIII.
Las personas que en el siglo XVIII empezaron a asistir a las “misas negras”, lo hicieron por alguna de estas tres razones, o por las tres juntas: 1) para romper con la aburrida monotonía de su vida cotidiana, 2) por esnobismo y 3) por el deseo sincero de adorar a Satanás, y al mismo tiempo renegar de Dios, en cuyas bondades se confiaba muy poco, y mucho más en la brujería negra.
Estos últimos eran fanáticos que la religión católica había desengañado, o sumergido en la desesperación. Se encontraban también entre los iniciados a estas ceremonias, a muchos que iban en busca de nuevos placeres eróticos y sexuales, dominados casi siempre por el sadismo.
Las misas negras surgieron en forma de tres clases de ceremonias que se celebraban de acuerdo a un orden preestablecido, siempre el mismo. Se comenzaba renegando de Jesucristo, escupiendo las hostias, pisándolas y atravesándolas con alfileres. Las hostias eran fabricadas o robadas de un templo católico. A esta blasfemia, le seguían una serie de cánticos confusos, que entonaban los asistentes sin abandonar su sitio, moviendo el cuerpo rítmicamente.
La ceremonia de brujería negra se practicaba en un local cerrado, el cual estaba decorado con lienzos negros colgando de los muros y se iluminaba con cirios también negros. Además, ardían varios pebeteros con incienso y hierbas estimulantes y alucinógenas. Lo que se buscaba, era que los asistentes a la misa negra cayeran en un estado de creciente excitación, cuando alcanzaban tal estado, estaban listos para la siguiente fase de la sesión demoníaca.
Aquel rito de desafío a la religión católica, realizado de forma blasfema e insultante, daba paso al sacrificio sangriento celebrado ante el cuerpo desnudo de una sacerdotisa a cuyos costados ardían sendos pebeteros. El humo que estos emanaban contribuían a crear una atmósfera altamente alucinante, y los vahos emitidos embriagaban hasta el delirio a los practicantes fanáticos de la brujería negra. De este modo se iban exacerbando los ánimos de todos, y en especial la sensibilidad de la joven tendida desnuda sobre el altar.
El sacrificio no consistía en la muerte, sino en la simple introducción de una hostia consagrada, (debidamente enrollada), en el orificio vaginal de la sacerdotisa, la cual era casi siempre joven y muy hermosa.
De esta tarea se encargaba el sacerdote oficiante, que pertenecía siempre al sexo masculino. Era frecuente que previo a realizarse ese acto, se procediera al sacrificio ritual de un animal, como sucede con la magia vudú haitiano, un claro ejemplar de brujería negra.
En esos casos se degollaba un gallo, un cordero o un macho cabrío jóven, sobre el cuerpo de la mujer. La sangre debía recorrerle el cuerpo entero, especialmente sus seños y vagina. La sacerdotisa sobre cuyo cuerpo se derramaba la sangre caliente, se iba excitando más y más conforme el líquido tibio y palpitante iba cubriendo su cuerpo.
La mujer comenzaba a lanzar roncos gemidos, mientras el oficiante, una vez vaciado de su sangre el animal sacrificado, dejaba caer sobre ella, gota a gota, el contenido de un recipiente con forma de cáliz. Finalmente, el sacerdote deslizaba la hostia por la piel de todo el cuerpo de la joven, la doblaba y la introducía en su vagina totalmente abierta y completamente mojada. Llegaba así a su fin la segunda etapa de la misa negra.
Los concurrentes a la ceremonia estaban ya preparados para pasar a la etapa final de la misa negra, que era la carnal. Cada uno de los “feligreses” se abalanzaba sobre la persona que se encontraba más cerca. En esos momentos y a la luz de los cirios y encendidos por los vapores desprendidos de los pebeteros, resultaba casi imposible averiguar a qué sexo pertenecía la persona que había al costado.
Sólo el sumo sacerdote sabía a quién dedicaba su entusiasmo erótico: obviamente, a la joven doncella que yacía desnuda y totalmente excitada sobre el altar, la cual lo recibiría sin protestar, incluso con entusiasmo, sabiendo de antemano cuál era el rol que tenía que representar.
De este modo se realizaba la orgía, y se completaba la última fase de la misa negra. El sexo era, como puede apreciarse, el remate de una ceremonia ampliamente practicada en el siglo XVIII, que tuvo sus antecedentes en las ceremonias sagradas de la antigüedad y que hoy ha renacido con un increíble vigor.
En la actualidad, las misas negras y el satanismo se han extendido por todo el mundo, y muchas veces van asociados con el consumo de estupefacientes y los abusos sexuales, apartándose del objetivo original, que era alcanza el poder para conseguir lo que se deseara. Solamente el auténtico Vudú centroamericano ha seguido fiel a los principios y a las prácticas rituales de los primeros brujos y hechiceros populares de la Edad Media.
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