Es falso que solo con ciertas posiciones haya concepción, lo esencial es evitar la ansiedad. Sin embargo, atienda las recomendaciones de los especialistas para hacer de este momento un instante más placentero y divertido.
“Tiene que ser de tal manera o de tal otra, porque si no, no quedan embarazadas”, dicen los mitos y las creencias populares. Sin embargo, es falso que las parejas que planean encargar un hijo deban practicar siempre las mismas posiciones en sus relaciones sexuales. “No hay posturas específicas para quedar embarazadas, sino algunas que favorecen la fecundación”.
¿Por qué unas más que otras?
“Cuando Miguel Ángel estudió la anatomía humana, nos dejó su libro de dibujos Las máquinas del amor. Allí, le quita el erotismo al cuerpo, a pesar de que era el gran pintor de la sensualidad, para revelar la realidad sexual: mecánica y anatómicamente, el pene es un cilindro que debe ingresar en un conducto, para eyacular un líquido y que haya un producto”, explica Pol.
“La idea es amoldar los cuerpos de manera tal que ese cilindro llegue hasta el punto máximo posible, con el fin de que los espermatozoides recorran el menor trayecto; es decir, si hay penetración profunda, hay mayor factibilidad de embarazo, porque los espermatozoides llegarán más fácil y rápidamente a la cabeza del útero”, sostiene el sexólogo.
Agrega que hay una frase que los hombres deberían pensar siempre en el momento en que están con una mujer: “‘Me amoldaré a ti, como el mar a las rocas, cuando chocan con ellas y las acarician’—dice Pol—. Así, no solamente hay penetración, sino además, compenetración, pues para evitar que la penetración profunda resulte dolorosa para la mujer, el hombre debe encargarse de mantener con su pareja la sensualidad, complicidad y el ritmo adecuado”.
Subraya que no hay que recurrir a corrientes innovadoras, aparentemente, que hacen exploraciones y propuestas que ponen a la pareja en aprietos a la hora del amor, pues, según el sexólogo, “lo importante es que la mente de ambos esté en la caricia, la mirada y el goce, no en: ‘me voy a caer’ o ‘así no voy a poder’; por el contrario, la sexualidad entre más cómoda, más placentera”.
Sin embargo, recalca que no necesariamente esas posiciones garantizan ni eximen de un embarazo. “Si no hay penetración profunda, sino un orgasmo, por ejemplo, en los labios menores, puede haber espermatozoides juguetones y expedicionarios que lleguen a fecundar, aunque no es lo usual.
Quienes no estén buscando un hijo, no deben confiarse e igualmente cuidarse de un embarazo no deseado. Es más, con una gota de líquido preseminal también podría producirse el embarazo, porque los espermatozoides que van ahí son supremamente fuertes”, agrega el especialista.
Sin presiones
El doctor Pol afirma que existen tres tipos de sexualidad: reproductiva, de comunicación y de juego erótico. “Se pueden mezclar entre ellas, pero por ningún motivo tiene que primar la reproductiva, pues cuando se asume solamente así, surgen sus dos enemigos principales: el machismo y la prisa”.
Esto significa que cuando, por tradiciones ancestrales y erróneas, en el hombre recae la obligación de embarazar a la mujer y en ella, la de fecundar, ese deber por el logro para él como macho fecundante y para ella como hembra fértil y pasiva puede repercutir en la fisiología y hacer frustrante el objetivo y la experiencia.
“Esa obligatoriedad se conoce como ansiedad anticipatoria ejecutoria y, sicosomáticamente, afecta para que la mujer no quede embarazada. La relación debe ser lenta, sensual y segura, lo demás es un burdo intento de imitación. Es importante no tener la obligación conyugal de la procreación, sino que como pareja de amantes están juntos por placer y, de paso, por encargar a Pepito”, comenta Pol.
En ese sentido, el doctor recuerda una conferencia sobre la calidad del semen que hizo el andrólogo barranquillero Fernando Vázquez, en la que se exponía cómo la obligación que siente el hombre por embarazar a su pareja puede afectar incluso la calidad del semen.
Otro mito que el especialista considera rebatible es el que sostiene que la pareja debe estar junta un número de veces específicas en una sola oportunidad para fecundar. Es más recomendable que, después de la relación, haya un tiempo de reposo.
Según el especialista, darse un lapso de tiempo es conveniente. Sin embargo, no hace falta proponérselo, pues si la relación ha sido placentera y satisfactoria para ambos, generalmente en los minutos posteriores hay un descanso mutuo que se convierte en integración, porque hay cansancio. Pero, igualmente, no debe ser una obligación.
“Mi recomendación es que lo tomen con dulzura, sensualidad, sensibilidad, que vivan la experiencia y que aprendan a jugar en el sexo con creatividad propia, erotismo, confidencialidad y complicidad, pues este es bello hasta para procrear; de esa manera llegará el bebé que desean”, concluye el sexólogo.
“La carretilla”. La mujer está acostada en el borde de la cama boca arriba, con las piernas levantadas, sujetándolas, para su comodidad, en el cuerpo del hombre, que está de pie.
“El misionero”. La mujer está acostada boca arriba y el hombre se sitúa encima de ella.
“La cucharita”. Es una posición lateral en la cual ambos se acuestan de medio lado y el hombre se localiza detrás de la mujer.
“El perrito”. “También se conoce como ‘felina’, pues la mujer, boca abajo, levanta las nalgas pero acuesta sus hombros, como una pantera que se agacha cuando va a cazar, y el hombre se localiza frente a ella”.
“Tiene que ser de tal manera o de tal otra, porque si no, no quedan embarazadas”, dicen los mitos y las creencias populares. Sin embargo, es falso que las parejas que planean encargar un hijo deban practicar siempre las mismas posiciones en sus relaciones sexuales. “No hay posturas específicas para quedar embarazadas, sino algunas que favorecen la fecundación”.
¿Por qué unas más que otras?
“Cuando Miguel Ángel estudió la anatomía humana, nos dejó su libro de dibujos Las máquinas del amor. Allí, le quita el erotismo al cuerpo, a pesar de que era el gran pintor de la sensualidad, para revelar la realidad sexual: mecánica y anatómicamente, el pene es un cilindro que debe ingresar en un conducto, para eyacular un líquido y que haya un producto”, explica Pol.
“La idea es amoldar los cuerpos de manera tal que ese cilindro llegue hasta el punto máximo posible, con el fin de que los espermatozoides recorran el menor trayecto; es decir, si hay penetración profunda, hay mayor factibilidad de embarazo, porque los espermatozoides llegarán más fácil y rápidamente a la cabeza del útero”, sostiene el sexólogo.
Agrega que hay una frase que los hombres deberían pensar siempre en el momento en que están con una mujer: “‘Me amoldaré a ti, como el mar a las rocas, cuando chocan con ellas y las acarician’—dice Pol—. Así, no solamente hay penetración, sino además, compenetración, pues para evitar que la penetración profunda resulte dolorosa para la mujer, el hombre debe encargarse de mantener con su pareja la sensualidad, complicidad y el ritmo adecuado”.
Subraya que no hay que recurrir a corrientes innovadoras, aparentemente, que hacen exploraciones y propuestas que ponen a la pareja en aprietos a la hora del amor, pues, según el sexólogo, “lo importante es que la mente de ambos esté en la caricia, la mirada y el goce, no en: ‘me voy a caer’ o ‘así no voy a poder’; por el contrario, la sexualidad entre más cómoda, más placentera”.
Sin embargo, recalca que no necesariamente esas posiciones garantizan ni eximen de un embarazo. “Si no hay penetración profunda, sino un orgasmo, por ejemplo, en los labios menores, puede haber espermatozoides juguetones y expedicionarios que lleguen a fecundar, aunque no es lo usual.
Quienes no estén buscando un hijo, no deben confiarse e igualmente cuidarse de un embarazo no deseado. Es más, con una gota de líquido preseminal también podría producirse el embarazo, porque los espermatozoides que van ahí son supremamente fuertes”, agrega el especialista.
Sin presiones
El doctor Pol afirma que existen tres tipos de sexualidad: reproductiva, de comunicación y de juego erótico. “Se pueden mezclar entre ellas, pero por ningún motivo tiene que primar la reproductiva, pues cuando se asume solamente así, surgen sus dos enemigos principales: el machismo y la prisa”.
Esto significa que cuando, por tradiciones ancestrales y erróneas, en el hombre recae la obligación de embarazar a la mujer y en ella, la de fecundar, ese deber por el logro para él como macho fecundante y para ella como hembra fértil y pasiva puede repercutir en la fisiología y hacer frustrante el objetivo y la experiencia.
“Esa obligatoriedad se conoce como ansiedad anticipatoria ejecutoria y, sicosomáticamente, afecta para que la mujer no quede embarazada. La relación debe ser lenta, sensual y segura, lo demás es un burdo intento de imitación. Es importante no tener la obligación conyugal de la procreación, sino que como pareja de amantes están juntos por placer y, de paso, por encargar a Pepito”, comenta Pol.
En ese sentido, el doctor recuerda una conferencia sobre la calidad del semen que hizo el andrólogo barranquillero Fernando Vázquez, en la que se exponía cómo la obligación que siente el hombre por embarazar a su pareja puede afectar incluso la calidad del semen.
Otro mito que el especialista considera rebatible es el que sostiene que la pareja debe estar junta un número de veces específicas en una sola oportunidad para fecundar. Es más recomendable que, después de la relación, haya un tiempo de reposo.
Según el especialista, darse un lapso de tiempo es conveniente. Sin embargo, no hace falta proponérselo, pues si la relación ha sido placentera y satisfactoria para ambos, generalmente en los minutos posteriores hay un descanso mutuo que se convierte en integración, porque hay cansancio. Pero, igualmente, no debe ser una obligación.
“Mi recomendación es que lo tomen con dulzura, sensualidad, sensibilidad, que vivan la experiencia y que aprendan a jugar en el sexo con creatividad propia, erotismo, confidencialidad y complicidad, pues este es bello hasta para procrear; de esa manera llegará el bebé que desean”, concluye el sexólogo.
“La carretilla”. La mujer está acostada en el borde de la cama boca arriba, con las piernas levantadas, sujetándolas, para su comodidad, en el cuerpo del hombre, que está de pie.
“El misionero”. La mujer está acostada boca arriba y el hombre se sitúa encima de ella.
“La cucharita”. Es una posición lateral en la cual ambos se acuestan de medio lado y el hombre se localiza detrás de la mujer.
“El perrito”. “También se conoce como ‘felina’, pues la mujer, boca abajo, levanta las nalgas pero acuesta sus hombros, como una pantera que se agacha cuando va a cazar, y el hombre se localiza frente a ella”.
1 comentarios - Sexo en el embarazo, posiciones!