El intercambio de parejas, que también se llama swinging es una actividad social para los novios o matrimonios que se reúnen en un local para hacer intercambios sexuales.
¿De dónde viene esta práctica? Cuando el SIDA todavía no era visto como una amenaza, los matrimonios de clase alta de Estados Unidos de la década de los 70 solían reunirse en fiestas y meter los nombres de las mujeres en un saquito y los de los hombres en otro.
Se escogía un nombre de cada saquito al azar y esa pareja se iba al coche o a alguna habitación a practicar sexo. Esta práctica la vemos, por ejemplo, en la película La tormenta de Hielo.
Pero antes, y con el vocabulario y el pensamiento más machista, este juego se conocía como intercambio de esposas. Más tarde, se desterró esta palabra para dar a entender que no eran los hombres los que dejaban a sus esposas a otros hombres sino que era un pacto que la pareja hacía conjuntamente.
Además, este nombre no era correcto ya que en el swinging también entran prácticas como el voyeurismo (la pareja mirando como su cónyuge practica sexo con alguien) o el exhibicionismo (mostrar el acto sexual a terceros).
El Mundo nos pone en antecedentes sobre esta práctica y sus distintos grados: “El grado de participación en las reuniones de swinging puede variar bastante. Está el ’soft swinging’ o ’soft swap’ -intercambio ligero- y que sólo implica besos, caricias y sexo oral con una tercera o cuarta persona, pero no penetración o coito”.
Este tipo de swinging puede ser mediante el intercambio de tu pareja por otra, tríos, sexo en grupo o grandes orgías.
“El ‘full swap’ -o intercambio completo- conlleva coito con alguien distinto a tu pareja. Aunque se supone que es éste uno de los fines del ’swinging’, eso no implica que sea la forma más común”.
Es decir, que con el intercambio de pareja no se busca solamente el coito con penetración sino que abarca más prácticas sexuales.
En el swinging el morbo viene dado por el sentido de posesión que te une a tu pareja y el permiso que le das para poder practicar sexo con una tercera o con más de una.
Un caso en el diario antes citado nos pone en aviso del comportamiento de algunos de estos swingers: “Una pareja nos contó que fueron, en plan de exploración, con unos conocidos a un club de este tipo, que la cosa se animó y con unas copitas de más y a lo tonto, a lo tonto la velada acabo en un intercambio. Desde ese momento, no saben muy bien por qué esas personas les rehuían y no volvieron a salir con ellos. En algunas ocasiones, está comprobado que después de intensas y fogosas intimidades pueden venir frialdades extremas”.
Quizás aquí entra la idea de que el morbo está en hacerlo con alguien la primera vez y no repetir, pues es lo desconocido lo que da morbo y lo conocido, se puede volver rutina.
Además, algunos advierten algún peligro en el intercambio repetido con las mismas personas: muchos piensan que la pareja puede engancharse de esa otra persona y dejarle por él o ella. Por eso, muchas parejas ponen como norma no repetir con la misma persona dos veces.
Internet es el paraíso para las parejas que quieren practicar el intercambio. En la red pueden encontrarse las direcciones de todos los clubes así como contactos con otras parejas que desean hacer swinging.
Más adelante diremos dónde puedes practicar el intercambio de parejas, pero antes ¿ya se lo has comentado a tu compañero o compañera? Los expertos afirman que éste es el primer problema.
Según entendidos, tanto hombres como mujeres que están en pareja, sienten deseo de estar con otros hombres y/o mujeres, por doloroso que esto pueda ser para el cónyuge. Dicen que es la naturaleza humana. Pero muy pocos se atreven a confesar esta fantasía a sus parejas por miedo a perderlas, que el compañero piense que ya no le quiere, que crea que ya ha dejado de sentir deseo por él o ella…
Sólo una gran confianza y conocimiento de la pareja garantizan que ésta no se sienta ofendida con la proposición.
Esta práctica, a día de hoy, se ha extendido por todo el mundo.
Como anuncian los terapeutas sexuales autores del artículo de El Mundo, “El ’swinging’ implica, a priori, un altísimo grado de confianza en la propia persona y en la pareja -así como un fuerte compromiso mutuo-. Lógicamente, si la pareja ya muestra grietas en la relación, el ’swinging’ puede causar demasiadas tensiones y conflictos que llegan a ser insuperables”.
Además, no es recomendable practicarlo si una parte de la pareja se siente obligada a practicar swinging para salvar su matrimonio o para complacer a la otra parte porque, según dicen los terapeutas, puede resultar muy traumático para esta persona que no está realmente motivada e incluso puede verse menospreciada y, en cierta manera, violada.
¿Has practicado alguna vez intercambio de parejas? ¿Te gustaría pero no te atreves a proponerlo? ¿No tienes pareja? Un secreto: muchas de las parejas que acuden a clubes de intercambio no son realmente novios o matrimonios sino dos amigos con ganas de divertirse…
Fuente: http://www.blogswinger.com
¿De dónde viene esta práctica? Cuando el SIDA todavía no era visto como una amenaza, los matrimonios de clase alta de Estados Unidos de la década de los 70 solían reunirse en fiestas y meter los nombres de las mujeres en un saquito y los de los hombres en otro.
Se escogía un nombre de cada saquito al azar y esa pareja se iba al coche o a alguna habitación a practicar sexo. Esta práctica la vemos, por ejemplo, en la película La tormenta de Hielo.
Pero antes, y con el vocabulario y el pensamiento más machista, este juego se conocía como intercambio de esposas. Más tarde, se desterró esta palabra para dar a entender que no eran los hombres los que dejaban a sus esposas a otros hombres sino que era un pacto que la pareja hacía conjuntamente.
Además, este nombre no era correcto ya que en el swinging también entran prácticas como el voyeurismo (la pareja mirando como su cónyuge practica sexo con alguien) o el exhibicionismo (mostrar el acto sexual a terceros).
El Mundo nos pone en antecedentes sobre esta práctica y sus distintos grados: “El grado de participación en las reuniones de swinging puede variar bastante. Está el ’soft swinging’ o ’soft swap’ -intercambio ligero- y que sólo implica besos, caricias y sexo oral con una tercera o cuarta persona, pero no penetración o coito”.
Este tipo de swinging puede ser mediante el intercambio de tu pareja por otra, tríos, sexo en grupo o grandes orgías.
“El ‘full swap’ -o intercambio completo- conlleva coito con alguien distinto a tu pareja. Aunque se supone que es éste uno de los fines del ’swinging’, eso no implica que sea la forma más común”.
Es decir, que con el intercambio de pareja no se busca solamente el coito con penetración sino que abarca más prácticas sexuales.
En el swinging el morbo viene dado por el sentido de posesión que te une a tu pareja y el permiso que le das para poder practicar sexo con una tercera o con más de una.
Un caso en el diario antes citado nos pone en aviso del comportamiento de algunos de estos swingers: “Una pareja nos contó que fueron, en plan de exploración, con unos conocidos a un club de este tipo, que la cosa se animó y con unas copitas de más y a lo tonto, a lo tonto la velada acabo en un intercambio. Desde ese momento, no saben muy bien por qué esas personas les rehuían y no volvieron a salir con ellos. En algunas ocasiones, está comprobado que después de intensas y fogosas intimidades pueden venir frialdades extremas”.
Quizás aquí entra la idea de que el morbo está en hacerlo con alguien la primera vez y no repetir, pues es lo desconocido lo que da morbo y lo conocido, se puede volver rutina.
Además, algunos advierten algún peligro en el intercambio repetido con las mismas personas: muchos piensan que la pareja puede engancharse de esa otra persona y dejarle por él o ella. Por eso, muchas parejas ponen como norma no repetir con la misma persona dos veces.
Internet es el paraíso para las parejas que quieren practicar el intercambio. En la red pueden encontrarse las direcciones de todos los clubes así como contactos con otras parejas que desean hacer swinging.
Más adelante diremos dónde puedes practicar el intercambio de parejas, pero antes ¿ya se lo has comentado a tu compañero o compañera? Los expertos afirman que éste es el primer problema.
Según entendidos, tanto hombres como mujeres que están en pareja, sienten deseo de estar con otros hombres y/o mujeres, por doloroso que esto pueda ser para el cónyuge. Dicen que es la naturaleza humana. Pero muy pocos se atreven a confesar esta fantasía a sus parejas por miedo a perderlas, que el compañero piense que ya no le quiere, que crea que ya ha dejado de sentir deseo por él o ella…
Sólo una gran confianza y conocimiento de la pareja garantizan que ésta no se sienta ofendida con la proposición.
Esta práctica, a día de hoy, se ha extendido por todo el mundo.
Como anuncian los terapeutas sexuales autores del artículo de El Mundo, “El ’swinging’ implica, a priori, un altísimo grado de confianza en la propia persona y en la pareja -así como un fuerte compromiso mutuo-. Lógicamente, si la pareja ya muestra grietas en la relación, el ’swinging’ puede causar demasiadas tensiones y conflictos que llegan a ser insuperables”.
Además, no es recomendable practicarlo si una parte de la pareja se siente obligada a practicar swinging para salvar su matrimonio o para complacer a la otra parte porque, según dicen los terapeutas, puede resultar muy traumático para esta persona que no está realmente motivada e incluso puede verse menospreciada y, en cierta manera, violada.
¿Has practicado alguna vez intercambio de parejas? ¿Te gustaría pero no te atreves a proponerlo? ¿No tienes pareja? Un secreto: muchas de las parejas que acuden a clubes de intercambio no son realmente novios o matrimonios sino dos amigos con ganas de divertirse…
Fuente: http://www.blogswinger.com
5 comentarios - Qué es ser swinger?