Piercings, tatuajes y prostitución
Vilma Mazzolini es terapeuta en bio-psico-genealogía y hace años que se dedica a ayudar a la gente para resolver bloqueos o problemas emocionales. Hace 8 años, cuando se divorció, contempló como sus hijos se tatuaban y ponían piercings. Esto la intrigó y empezó a interesarse sobre este tema. Pronto se dió cuenta que esta era una práctica usual entre los jóvenes los padres de los cuales se separaban. Esto la impulsó a investigar todo este mundo de los ornamentos corporales, hasta el día de hoy, que está a punto de publicar un libro sobre el tema.
Vilma descubrió que los ornamentos del cuerpo nos hablan del padecimiento, del bloqueo, o de esperas inconscientes, muchas veces ocasionadas por nuestra genealogía. Modos, gustos personales, señales de reconocimiento de un grupo, las joyas, piercings o tatuajes, son indicadores de un malestar profundo; dónde el corazón y el alma están encadenados por historias familiares vividas mucho antes de nuestro nacimiento. Esto no quiere decir que sean “perjudiciales” o que los hayamos de eliminar, pero como indicadores que son de un malestar normalmente inconsciente, es interesante poder saber o conocer qué es lo que nos están “diciendo” para poder hacer el problema visible y poderlo trabajar a nivel consciente.
Los piercings y los tatuajes han estado desde siempre, ya en las antiguas civilizaciones, señales de distinciones tribales o de creencias. De ahí que, estas marcas tienen un simbología y significado diferente en función de la cultura de la que cada persona provenga. En Europa, que es dónde Vilma ha centrado sus investigaciones, entre los años 500 y 1500 (la Edad Media) hubo un gran boom bajo el dogma del catolicismo, principalmente en España y en Italia. En esta época, todo estaba relacionado con la religión. Por ejemplo, estaba prohibido derramar ni una gota de sangre, porque se decía que esto era llamar al diablo. Las joyas no cumplían una función estética, sino que eran el reconocimiento de una casta o de un oficio. Por ejemplo, los que llevaban un anillo en el dedo gordo de la mano derecha, quería decir que tenían un trabajo relacionado con la sangre: cirujanos, verdugos, carniceros, etc. A principios del S XIII, un piercing en la lengua era una señal de perjurio, y el agujero se hacía a los condenados con un hierro al rojo vivo. Curiosamente, la gente que ha tratado Vilma que llevan un piercing en la lengua, admiten que son personas que no dicen nunca toda la verdad, lo cual no quiere decir que digan mentiras. Acostumbran a ser jóvenes a los cuales les falta lo más esencial: la presencia de los padres, habitualmente por horarios de trabajo. Este jóvenes acostumbran a inventarse un mundo imaginario familiar cuando están fuera de casa, creando unos padres diferentes a los que realmente tienen.
Un piercing en el ombligo bloquea la energía que circula por el meridiano de la concepción, que va desde el perineo hasta los dientes (medicina china). La consecuencia de esto es la esterilitzación, tanto en el caso de una chica como de un chico. Cuando está en la parte de arriba del ombligo, es una mensaje que se recibe del árbol familiar, el cual transmitió una orden de no querer traer más hijos a este mundo para evitarlos el padecimiento. En la parte de abajo, es una decisión a nivel personal de no querer tener hijos. Vilma explica que de 40 mujeres que han consultado con ella por problemas de esterilidad, 18 llevaban un piercing en el ombligo. Estas 18, después de quitárselo, han quedado embarazadas. Vilma no tiene ninguna duda, pues, de que un piercing en el ombligo es un método válido de anticoncepción, aun cuando aparentemente, no pueda parecer demasiado científico... Los piercings en los labios, en cambio, están relacionados con los problemas de comunicación. Si es en el labio inferior, es señal de haber tenido un padre virulento con la palabra, y esta persona no quiere, o no está interesado en comunicarse. En el caso del labio superior, estaríamos hablando del árbol genealógico de la madre. Los orígenes de los tatuajes en las paletillas está relacionado con las violaciones, la prostitución y el adulterio. Explica Vilma que en el año 1120, un rey francés decretó que ninguna mujer podía comerciar con su cuerpo; las únicas que podían hacerlo eran las que vivían en los burdeles, y cuando salían al exterior, tenían que identificarse con un pintalabios rojo (de aquí vendría la asociación que hay todabía actualmente de unos labios rojos con una prostituta). Y cuando una mujer era violada y se quedaba preñada, era llevada inmediatamente a un burdel, donde tenía que trabajar para poder mantener su hijo. Al violador, en cambio, sólo se le imponía una multa. Esto, siempre y cuando se tratase de mujeres pobres y humildes, porque en el caso de una chica noble o rica, era llevada a un convento, y el violador colgado. En el supuesto de que una de estas chicas pobres intentara escapar de este destino, era marcada con una flor en la paletilla derecha. En cambio, las nobles que cometían adulterio, eran tatuades en la paletilla izquierda. Es decir, que cualquier tatuaje en las paletillas, implicaba que en algún momento ha habido un padecimiento por alguno de estos motivos, el cual puede continuar arrastrándose a través de varias generaciones si no sale a la superficie y se cura. Un lugar dónde antiguamente las mujeres se tatuaban y se ponían joyas en los pies, eran los harenes. Un anillo en el dedo gordo, por ejemplo, era la marca de la favorita o "Mufatdalah" ;en el segundo, de tener un hijo macho; en el tercero, de haber sido repudiada; al cuarto, de haber sido llevada a otro harén; y al quinto, de adultera y condena a muerte. Hoy en día no se acostumbran a llevar joyas en los pies, pero sí que se pueden ver reminiscencias en el tipo de zapatos que llevan las mujeres, qué tipo de ornamentos llevan, o qué dedos de los pies enlazan algunas sandalias. De otras joyas, como los brazaletes, estaban relacionadas con las diferentes especialidades que tenían las prostitutas.
Los pendientes han tenido diferentes simbologías a lo largo de los tiempos. Los filibusteros, por ejemplo, llevaban un pendiente en la oreja izquierda, en cambio, los piratas, en la derecha. En la época franquista, un pendiente en un hombre era una distinción sexual, y en la marina, de ser un niño huérfano. En todo caso, los pendientes son una señal de propiedad sobre alguien. Hoy en día, los chicos que llevan un pendiente en la izquierda, quiere decir que están muy atados a su madre. Si lo llevan en la derecha, que tienen una fuerte confrontación con su madre. En ambos casos, estamos hablando de una madre “castradora” y dominante.
Los piercings en la nariz son una herencia de los bufones del rey, a los cuales el rey los ataba una cuerda (a la anilla) para hacer lo que quisiera. Se decía de los bufones que eran tratados peor que los perros. Estamos hablando, pues, de una simbología de cabeza de turco. De otras, como en el pezón, son indicadores de no haber tenido leche materna y todo lo que va asociado, es decir, falta de amor.
Según Vilma, pues, todos estos piercings alivian estos malestares internos que llevan las personas adentro, sin saberlo. Pero esto no quiere decir que curen o sanen estos problemas, que continúan existiendo. La solución es intentar averiguar el motivo, hacerlo consciente y trabajarlo. Y a esto se dedica Vilma.
Fuente: http://www.vivalavida.org/portal/index.php/Articulos/El-significado-de-JOYAS-TATUAJES-Y-PIERCINGS-Por-Vilma-Mazzolini.html
Vilma Mazzolini es terapeuta en bio-psico-genealogía y hace años que se dedica a ayudar a la gente para resolver bloqueos o problemas emocionales. Hace 8 años, cuando se divorció, contempló como sus hijos se tatuaban y ponían piercings. Esto la intrigó y empezó a interesarse sobre este tema. Pronto se dió cuenta que esta era una práctica usual entre los jóvenes los padres de los cuales se separaban. Esto la impulsó a investigar todo este mundo de los ornamentos corporales, hasta el día de hoy, que está a punto de publicar un libro sobre el tema.
Vilma descubrió que los ornamentos del cuerpo nos hablan del padecimiento, del bloqueo, o de esperas inconscientes, muchas veces ocasionadas por nuestra genealogía. Modos, gustos personales, señales de reconocimiento de un grupo, las joyas, piercings o tatuajes, son indicadores de un malestar profundo; dónde el corazón y el alma están encadenados por historias familiares vividas mucho antes de nuestro nacimiento. Esto no quiere decir que sean “perjudiciales” o que los hayamos de eliminar, pero como indicadores que son de un malestar normalmente inconsciente, es interesante poder saber o conocer qué es lo que nos están “diciendo” para poder hacer el problema visible y poderlo trabajar a nivel consciente.
Los piercings y los tatuajes han estado desde siempre, ya en las antiguas civilizaciones, señales de distinciones tribales o de creencias. De ahí que, estas marcas tienen un simbología y significado diferente en función de la cultura de la que cada persona provenga. En Europa, que es dónde Vilma ha centrado sus investigaciones, entre los años 500 y 1500 (la Edad Media) hubo un gran boom bajo el dogma del catolicismo, principalmente en España y en Italia. En esta época, todo estaba relacionado con la religión. Por ejemplo, estaba prohibido derramar ni una gota de sangre, porque se decía que esto era llamar al diablo. Las joyas no cumplían una función estética, sino que eran el reconocimiento de una casta o de un oficio. Por ejemplo, los que llevaban un anillo en el dedo gordo de la mano derecha, quería decir que tenían un trabajo relacionado con la sangre: cirujanos, verdugos, carniceros, etc. A principios del S XIII, un piercing en la lengua era una señal de perjurio, y el agujero se hacía a los condenados con un hierro al rojo vivo. Curiosamente, la gente que ha tratado Vilma que llevan un piercing en la lengua, admiten que son personas que no dicen nunca toda la verdad, lo cual no quiere decir que digan mentiras. Acostumbran a ser jóvenes a los cuales les falta lo más esencial: la presencia de los padres, habitualmente por horarios de trabajo. Este jóvenes acostumbran a inventarse un mundo imaginario familiar cuando están fuera de casa, creando unos padres diferentes a los que realmente tienen.
Un piercing en el ombligo bloquea la energía que circula por el meridiano de la concepción, que va desde el perineo hasta los dientes (medicina china). La consecuencia de esto es la esterilitzación, tanto en el caso de una chica como de un chico. Cuando está en la parte de arriba del ombligo, es una mensaje que se recibe del árbol familiar, el cual transmitió una orden de no querer traer más hijos a este mundo para evitarlos el padecimiento. En la parte de abajo, es una decisión a nivel personal de no querer tener hijos. Vilma explica que de 40 mujeres que han consultado con ella por problemas de esterilidad, 18 llevaban un piercing en el ombligo. Estas 18, después de quitárselo, han quedado embarazadas. Vilma no tiene ninguna duda, pues, de que un piercing en el ombligo es un método válido de anticoncepción, aun cuando aparentemente, no pueda parecer demasiado científico... Los piercings en los labios, en cambio, están relacionados con los problemas de comunicación. Si es en el labio inferior, es señal de haber tenido un padre virulento con la palabra, y esta persona no quiere, o no está interesado en comunicarse. En el caso del labio superior, estaríamos hablando del árbol genealógico de la madre. Los orígenes de los tatuajes en las paletillas está relacionado con las violaciones, la prostitución y el adulterio. Explica Vilma que en el año 1120, un rey francés decretó que ninguna mujer podía comerciar con su cuerpo; las únicas que podían hacerlo eran las que vivían en los burdeles, y cuando salían al exterior, tenían que identificarse con un pintalabios rojo (de aquí vendría la asociación que hay todabía actualmente de unos labios rojos con una prostituta). Y cuando una mujer era violada y se quedaba preñada, era llevada inmediatamente a un burdel, donde tenía que trabajar para poder mantener su hijo. Al violador, en cambio, sólo se le imponía una multa. Esto, siempre y cuando se tratase de mujeres pobres y humildes, porque en el caso de una chica noble o rica, era llevada a un convento, y el violador colgado. En el supuesto de que una de estas chicas pobres intentara escapar de este destino, era marcada con una flor en la paletilla derecha. En cambio, las nobles que cometían adulterio, eran tatuades en la paletilla izquierda. Es decir, que cualquier tatuaje en las paletillas, implicaba que en algún momento ha habido un padecimiento por alguno de estos motivos, el cual puede continuar arrastrándose a través de varias generaciones si no sale a la superficie y se cura. Un lugar dónde antiguamente las mujeres se tatuaban y se ponían joyas en los pies, eran los harenes. Un anillo en el dedo gordo, por ejemplo, era la marca de la favorita o "Mufatdalah" ;en el segundo, de tener un hijo macho; en el tercero, de haber sido repudiada; al cuarto, de haber sido llevada a otro harén; y al quinto, de adultera y condena a muerte. Hoy en día no se acostumbran a llevar joyas en los pies, pero sí que se pueden ver reminiscencias en el tipo de zapatos que llevan las mujeres, qué tipo de ornamentos llevan, o qué dedos de los pies enlazan algunas sandalias. De otras joyas, como los brazaletes, estaban relacionadas con las diferentes especialidades que tenían las prostitutas.
Los pendientes han tenido diferentes simbologías a lo largo de los tiempos. Los filibusteros, por ejemplo, llevaban un pendiente en la oreja izquierda, en cambio, los piratas, en la derecha. En la época franquista, un pendiente en un hombre era una distinción sexual, y en la marina, de ser un niño huérfano. En todo caso, los pendientes son una señal de propiedad sobre alguien. Hoy en día, los chicos que llevan un pendiente en la izquierda, quiere decir que están muy atados a su madre. Si lo llevan en la derecha, que tienen una fuerte confrontación con su madre. En ambos casos, estamos hablando de una madre “castradora” y dominante.
Los piercings en la nariz son una herencia de los bufones del rey, a los cuales el rey los ataba una cuerda (a la anilla) para hacer lo que quisiera. Se decía de los bufones que eran tratados peor que los perros. Estamos hablando, pues, de una simbología de cabeza de turco. De otras, como en el pezón, son indicadores de no haber tenido leche materna y todo lo que va asociado, es decir, falta de amor.
Según Vilma, pues, todos estos piercings alivian estos malestares internos que llevan las personas adentro, sin saberlo. Pero esto no quiere decir que curen o sanen estos problemas, que continúan existiendo. La solución es intentar averiguar el motivo, hacerlo consciente y trabajarlo. Y a esto se dedica Vilma.
Fuente: http://www.vivalavida.org/portal/index.php/Articulos/El-significado-de-JOYAS-TATUAJES-Y-PIERCINGS-Por-Vilma-Mazzolini.html
2 comentarios - Piercings, tatuajes y prostitución