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El arte de la felacion (mamar)

mamada, francés, chupada, llámenle como quieran. A petición de una de nuestras lectoras hago esta entrada dedicada a la siempre compleja práctica de la felación.

El arte de la felacion (mamar)


Previamente, hay que decir que no hay dos hombres que reaccionen de la misma manera ante estímulos encadenados similares. Eso significa que la mejor manera de saber lo que le gusta a tu pareja es escucharle (si se expresa) u observar sus reacciones ante nuestras acciones. Eso como premisa.

Parto de que, si a una mujer le desagrada hacer una felación, la posibilidad de tener éxito sexual con su pareja es casi nula, al menos en esa práctica concreta. Lo mismo vale para el hombre que la recibe, aunque me temo que no existe hombre alguno en el mundo que haga ascos a recibir una mamada de la chica que le gusta. Si ustedes son de este tipo de hombres o conocen a alguno, me lo hagan saber. Es importante, por tanto, que la mujer se involucre en lo que está haciendo y obtener placer sexual, tanto por la propia práctica como por saber que le está dando mucho placer a su chico. De los prejuicios ya ni hablamos, ¿estamos de acuerdo?

Cuando se comienza una felación pueden ocurrir varios supuestos. El más común es que, llegados a ese momento, el hombre ya esté lo suficientemente excitado por los juegos previos y su miembro se encuentre en plenitud eréctil. Otro caso es aquel miembro que se encuentra en fase semi-rígida por el motivo que sea (un descanso, una reciente eyaculación…). Y, por último, nos podemos encontrar que tenemos que partir de cero, es decir, el pene se encuentra en su mínimo tamaño y rigidez. Hay que advertir que la mujer que vaya a practicar una felación también puede provocar encontrarse con estos tres modelos de excitación. Si pretendes sorprender a tu pareja en plena siesta con una sorpresa, lo normal es que te encuentres en el último de los tres casos.

Si al hombre le apetece tener sexo en ese momento, el tamaño inicial de su miembro les tiene que dar igual. Es cuestión de segundos alcanzar la plena erección.

Si hay alguna duda de líbido, por el motivo que sea, conviene tener un poco de paciencia. Tanto si el pene está a medias como si está fláccido total y prevemos que no va a ser cuestión de segundos, es necesario no empezar con la artillería, me explico, metérnosla en la boca y “método chupa-chups” no es lo más conveniente. Lo más apropiado es comenzar por lo más básico, la comodidad. Mi experiencia me dice que la posición inicial más cómoda para el hombre es cuando se encuentra tumbado de espaldas en una cama con la pantorrillas colgando. La chica debe colocarse entre sus piernas, de rodillas sobre una superficie cómoda o sentada, dependiendo de la altura de la cama, sofá… La chica debe estar a la altura justa para poder dominar la situación, ni muy arriba ni muy abajo, teniendo en cuenta que habrá que ir cambiando de posición conforme el miembro se ponga más erecto. La técnica inicial consiste en sujetar los testículos suavemente con la palma de una mano, practicándoles ligeros masajes en círculos. Simultáneamente, podemos chupar o lamer los testículos, ¡ojo, con suavidad! Mientras hacemos esto, acariciamos su polla con una mano con movimientos de torsión ascendentes y descendentes. Conviene que todo este lubricado y recomiendo que sea con nuestra propia saliva, nada de lubricantes.

Sin dejar de masajear suavemente sus testículos, pasamos a lamer todo su miembro, prestando especial atención a la zona del frenillo, donde podemos aplicar pequeñas succiones o golpecitos con la lengua y los labios. Cuando notemos que la excitación es máxima es el momento de introducirla en nustra boca. Hay que ir poco a poco hasta conseguir meternos todo su sexo en nuestra boca. Es la técnica más complicada y requiere de experiencia y una dosis de aguante a las lógicas náuseas provocadas por la llegada del glande hasta nuestra garganta. Para ello, es imprescindible estar muy relajada para evitar arcadas desagradables. Si relajamos lo suficiente la garganta, el pene (salvo que sea descomunal) puede entrar en su totalidad en la boca. Esto no significa que sea lo más placentero para los hombres, aunque su líbido le indique precisamente eso. Lo que conseguimos con la introducción total y puntual del pene es que nuestro organismo genere una saliva muy espesa (la antesala de la náusea) que provoca una lubricación cálida y natural. Notaremos como esa espesa saliva va cayendo hasta los testiculos y lo impregna todo.

A partir de este momento debemos combinar varias técnicas. Usaremos una mano, o ambas, para simular los movimientos masturbatorios que ellos mismos suelen hacerse. Si se han fijado alguna vez, los hombres realizan unos movimientos, aparentemente aleatorios, con unas zonas de presión concretas. Combinar las chupadas cortas con la mano y, a continuación, hacer una garganta profunda, es lo que da los mejor resultados.

Una mamada no tiene por qué ser un fin en sí misma, puede ser la antesala de otra práctica posterior. Es decir, si eso es lo que desean, les basta con la anterior entrada de “El arte de la felación”. Lo que trataremos ahora es la felación completa.

Hay hombres que les excita tanto una mamada que apenas pueden disfrutar de ella. Me explico. Supongo que será porque la simple idea de lo que va a suceder les pone tanto que ya tenemos avanzado más de la mitad del camino. A otros, sin embargo, les cuesta un tiempo razonable y, por tanto, lo disfrutan más. Pero también hay un grupo de hombres a los que les cuesta llegar a la eyaculación con la felación. Suelen pertenecer a este grupo aquellos que están circuncidados debido a que su sensibilidad es menor y la falta de piel hace más dificil la práctica y se necesita más lubricación.

Por tanto, habrá que tener en cuenta la tipología de cada hombre para actuar de una manera u otra. Si el sujeto se corre con facilidad será mejor realizar la felación de manera más sutil, tanto en las formas como en el tiempo, es decir, procurando no insistir en las chupadas intensas y dejando pausas para combinar la felación con el uso de las manos. Ante estos hombres no es conveniente dejarles manejar la situación, que no te agarren la cabeza o empujen a su libre albedrío, haciéndoles ver que nosotras marcamos los tiempos para un mejor disfrute. Todo lo que esté alejado del entorno del frenillo retrasará su eyaculación; besos, pellizquitos con los labios, succión suave de los testículos… En el momento obvio en que su excitación es máxima, introducimos su miembro completamente en la boca y continuamos como en el siguiente grupo de hombres.

Para aquellos hombres que les cuesta eyacular o que lo hacen en un tiempo razonable, la técnica definitiva consiste en todo lo anteriormente dicho (como preámbulo)…y observar. Al contrario que en otro tipo de penetraciones, en las felaciones tenemos datos mucho más exactos de la dureza del pene en cada momento. Normalmente y a lo largo de toda la mamada, notaremos que su dureza y longitud va variando en cortos intervalos de tiempo. Eso no quiere decir que el hombre sufra bajadas de excitación sino que, dependiendo de los movimientos que hagamos, la sangre fluye de diferente forma.

Reitero, tan importante son los movimientos (que en ningún caso deberían ser bruscos) como la lubricación permanente. Aunque parezca lo contrario, un pene dentro de una boca está menos lubricado que dentro de una vagina excitada. Para contrarrestar este defecto deberemos usar la mayor parte de saliva que podamos generar. De ahí que sea una buena técnica aquella que comentamos de provocar unas babas densas al introducirnos la polla hasta el fondo de la garganta de vez en cuando (ver “El arte de la felación/1″) y hacer una buena distribución de esa espesa saliva con nuestras manos.

Cuando esté dentro de nuestra boca es muy recomendable usar la lengua para dar golpecitos en la base del glande y cuando está fuera de la boca, dar suaves lametazos por todo el miembro. Hay que imaginarse que a lo largo del tronco hay chocolate o mermelada que tenemos que limpiar, de abajo hacia arriba.

Después de todo esto, que no es poco, llega el momento más esperado. Y se nota. Su miembro y, por extensión, todo su cuerpo se tensa progresivamente. Es el punto en el que debemos poner nuestro mejor empeño. Recomiendo unos movimientos combinados de manos y boca. Si las chicas han tenido la suerte de ver a su chico masturbarse sabrán de lo que les hablo. Es el momento de aumentar el ritmo y la intensidad de la mamada y esperar la eyaculación. Aquí es cuestión de gustos, tanto para ellos como para ellas. Hay hombres a los que les gusta eyacular con su mano sobre nosotras pero a la gran mayoría les gusta finalizar dentro de la boca. Las preferencias de las féminas son iguales pero si quieren agradar a sus hombres recomiendo que sea algo pactado previamente y que prevalezca el gusto de ellos, que son los anfitriones de la fiesta. Lo de tragarnos el semen es algo particular de cada una. Personalmente, si la relación me excita lo suficiente, me gusta tragármelo.

No sé si me dejo algo en el tintero pero estoy dispuesta a responder aquellas dudas que surgan en los comentarios.

En una futura entrada trataré el tema del cunnilingus visto desde el lado femenino.

¡A practicar!

fuente: http://www.nuestrosrelatos.com/Foro/consejos-sexuales/el-arte-de-la-felacion/

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