Procedimientos para cogerse una mina desconocida

Se trata solamente de sostener la mirada sobre los ojos de la mujer que nos gusta. Si ella no la esquiva, todo está hecho. Así de simple. La mujer que acepta nuestra mirada, ya aceptó nuestra pija. Después las tácticas de seducción sobran. Las flores, los cafés, los poemas, las cursilerías solo servirán para arruinarlo todo. No hay que ofender a la mujer que ya aceptó nuestra verga con dilaciones inútiles. Por supuesto que al principio habrá algunos histeriqueos, algunas negativas, pero es solo por compromiso. La mujer necesita dejar en claro que no es fácil, justo antes de entregarse. Cómo debemos proceder para concretar el trámite para que se produzca el desenlace esperado? Olvidar las palabras, dejar que hablen las manos. Si buscamos un contacto físico lo que tenemos que hacer justamente es contacto físico. Nada de confesiones amorosas ni elogios superfluos. Manos. Toques amables en los brazos, manos suaves en los hombros acercándonos desde atrás, manos en la cintura, caricias en la panza. No hay que dejarse derrotar por los primeros rechazos naturales al contacto, es un rechazo natural, instintivo, un rechazo que está presente de manera automática en cualquier especie animal cuando otro invade nuestro territorio. Y nosotros somos animales. Notarán que son rechazos débiles, que se cuidan mucho de no espantar al depredador. Una vez que el cuerpo fue derrotado hay que atacar la boca de manera decidida, sin retroceder, sin dejar escapar, la mano en la nuca cubriendo la retirada es una buena estrategia. La boca es la entrada de la concha. El que conquista la boca, ya puede ir sacando la garcha. Y hay que sacar la garcha ahí, en ese momento. Que sepa que ya no hay vuelta atrás, y ella no quiere vuelta atrás. Ya está caliente, mojada, los ojos le brillan y las mejillas se vuelven rozagantes. Ahora las manos deben ir a las tetas, sin quedarse demasiado. Ahora las manos tienen que ser buitres revoloteando los alrededores de la concha sin atacarla, esperando que se rinda. No hay nada que moje más una concha que desear ser tocada y sentir que las manos no llegan nunca. Pero tampoco hay que hacerse desear demasiado. A esta altura ella ya está sacudiendo nuestra pija de manera enérgica y nuestras manos están posadas sobre su tajo. Los dedos no deben entrar, hay que suprimir esa tentación. Hay que acariciar la argolla superficialmente primero. Con un dedo suave sobre el tajo. Tampoco se debe atacar el clítoris desnudo de entrada, se debe empezar con caricias circulares sobre su capuchón, más adelante al comprobar que la humedad es la indicada, sí metemos dedos y los revolvemos siempre con suavidad. Ahora ya está todo a punto caramelo. No hay que caer en la tentación de pedir que te la chupen. Ella sola va a metérsela en la boca, si no lo hace, se deja pasar, algunas mujeres tienen aversión al sexo oral y forzar esto nos dejaría sin nada. en este instante su concha es nuestra, y debemos hacer nuestro trabajo.Empezamos con suavidad, penetraciones lentas y fluidas, con ritmo. Podemos dejarla enterrada bien adentro y revolverla en círuculos, llegando con nuestra pija a los rincones más ocultos de su interior. Debemos estar atentos a lo que nos pide sin pedir, si acelera el ritmo debemos seguirla, no hay que desaprovechar las señales que nos da cuando está por llegar al orgasmo. Si corre, la corremos. Y finalmente acabamos. Si lo estamos haciendo sin forro, hay que tener la delicadeza de no acabarle adentro, conviene la primera vez hacerlo sobre la panza, es un área segura. No cometamos la imprudencia de enlecharle la cara o tratar de empujarle la verga dentro de la boca. Ya habrá tiempo para eso en otros encuentros, y será ella quien lo pida, no hay duda. Le damos algunos besos tiernos y la dejamos a solas con sus sentimientos de culpa, no queremos estar ahí cuando aparezcan. Y nos vamos, saludando con la mano en alto y una sonrisa plena como la reina del corso.
Así sea.

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