La concha de Marta estaba húmeda como una zanja por lasfantasías sensuales a las que se había entregado cuando fue a colgar su ropa enel altillo... «Espero que hayan terminado... -llamó a los deshollinadores-, nome gusta mancharme la ropa con manchas negras... -continuó, inclinándose paraque los hombres con cara de hollín pudieran ver su torneada figura-.
-No querríamos ensuciar tu ropa, cariño». Hans, uno de losdeshollinadores, le respondió con descaro. Pero, por otro lado, no nosimportaría ensuciarnos contigo», añadió su ayudante Gunther con una sonrisa caliente
Mientras Hans empezaba a acariciarle las tetas con sus dedosllenos de hollín. Ahora me manchaste el vestido con huellas de tus dedos». dijoMarta enojada, «¿qué voy a hacer?
-¡Quitártelo, porsupuesto! sugirió Gunther pícaramente, pasándole la mano por su monte de Venus.
Si los dos calentones hubieran sabido que Marta estaba yamuy mojada entre las piernas y que se moría por que la cojan, tal vez se habríandesanimado un poco. La situación en el altillo era lo más parecido al paraísoque Marta podía conseguir, ya que estaba en cuclillas, con dos gordaserecciones en sus manos, sin saber cuál quería chupar primero!
Gunther fue el primero en tener el placer de deslizar suenorme y gorda pija en la madura concha de labios gruesos de Marta «Aquí hayuna pequeña chimenea que no ha sido deshollinada en mucho tiempo» bromeó mientrasmetía y sacaba su rígida pija de su horno. «Hans sonrió a su ayudante mientrasintroducía su temblorosa herramienta entre los suaves labios de Marta. Ellagimió de placer mientras chupaba su punta salada, saboreando su gusto aqueso...
Marta ya no estaba preocupada por ensuciarse el vestido. Selo había quitado y cabalgaba sobre la gruesa erección de Hans.
Ahora que te limpiamos la chimenea principal, creo que serámejor que te limpiemos la pequeña chimenea. Hans informó a Marta mientrasalineaba la cabeza de su pija con el orificio fruncido de su ano y laintroducía lentamente en las estrechas profundidades de su culo. Marta estuvo apunto de desmayarse de placer cuando le estiró la espalda hasta que pensó quese iba a partir en dos.
Gunther también era un fanático del sexo anal y no veía lahora de probar el culo de Marta. «Primero puedes darme un pequeño paseo, paraponerme bien mojado y resbaladizo», le dijo mientras lubricaba su pija con losjugos de su culo y Hans la golpeaba juguetonamente el orto con el mango de un destornillador. Y despuésvoy a llenarte tu precioso culito». Mientras pronunciaba estas palabras,Gunther introdujo su poronga en el estrecho ano de Marta. Los labios vaginalesde Marta se abrieron hacia fuera, pareciendo a todas luces una preciosa rosa decarne.
La escena en el altillo recordaba a Sodoma y Gomorramientras los dos deshollinadores cambiaban de lugar, pero seguían cogiendo elprecioso culo de Marta.
Marta nunca había sido cogida tan bien ni durante tantotiempo. Hans y Gunther parecían inexpugnables, tanto físicamente como en suimaginación. Nunca antes la habían penetrado por detrás y estaba descubriendorápidamente que le gustaba que una pija grande y temblorosa se la metiera pordentro, tanto o más que el hecho de que le llenaran el culo. También legustaban los orgasmos anales que experimentaba y estaba a punto de convertirseen una adicta al sexo anal.
Mientras subía y bajaba, con el culo empalado en la pija deHans, Gunther hizo una sugerencia: «¿Por qué no le haces el “especialbarridos”? Hans aceptó de inmediato. «¡Tú por delante y yo por detrás!»,contestó. Gunther se acostó y puso a Marta encima de él. luego le metió laporonga en la concha de labios calientes
y Hans se puso en cuclillas detrás de ella, introduciéndolela pija en el orto. Marta chilló de inmediato. Lo único que le faltaba era laleche de los dos y, por supuesto, no hacía falta decirlo, ¡lo consiguió!
-No querríamos ensuciar tu ropa, cariño». Hans, uno de losdeshollinadores, le respondió con descaro. Pero, por otro lado, no nosimportaría ensuciarnos contigo», añadió su ayudante Gunther con una sonrisa caliente
Mientras Hans empezaba a acariciarle las tetas con sus dedosllenos de hollín. Ahora me manchaste el vestido con huellas de tus dedos». dijoMarta enojada, «¿qué voy a hacer?
-¡Quitártelo, porsupuesto! sugirió Gunther pícaramente, pasándole la mano por su monte de Venus.
Si los dos calentones hubieran sabido que Marta estaba yamuy mojada entre las piernas y que se moría por que la cojan, tal vez se habríandesanimado un poco. La situación en el altillo era lo más parecido al paraísoque Marta podía conseguir, ya que estaba en cuclillas, con dos gordaserecciones en sus manos, sin saber cuál quería chupar primero!
Gunther fue el primero en tener el placer de deslizar suenorme y gorda pija en la madura concha de labios gruesos de Marta «Aquí hayuna pequeña chimenea que no ha sido deshollinada en mucho tiempo» bromeó mientrasmetía y sacaba su rígida pija de su horno. «Hans sonrió a su ayudante mientrasintroducía su temblorosa herramienta entre los suaves labios de Marta. Ellagimió de placer mientras chupaba su punta salada, saboreando su gusto aqueso...
Marta ya no estaba preocupada por ensuciarse el vestido. Selo había quitado y cabalgaba sobre la gruesa erección de Hans.
Ahora que te limpiamos la chimenea principal, creo que serámejor que te limpiemos la pequeña chimenea. Hans informó a Marta mientrasalineaba la cabeza de su pija con el orificio fruncido de su ano y laintroducía lentamente en las estrechas profundidades de su culo. Marta estuvo apunto de desmayarse de placer cuando le estiró la espalda hasta que pensó quese iba a partir en dos.
Gunther también era un fanático del sexo anal y no veía lahora de probar el culo de Marta. «Primero puedes darme un pequeño paseo, paraponerme bien mojado y resbaladizo», le dijo mientras lubricaba su pija con losjugos de su culo y Hans la golpeaba juguetonamente el orto con el mango de un destornillador. Y despuésvoy a llenarte tu precioso culito». Mientras pronunciaba estas palabras,Gunther introdujo su poronga en el estrecho ano de Marta. Los labios vaginalesde Marta se abrieron hacia fuera, pareciendo a todas luces una preciosa rosa decarne.
La escena en el altillo recordaba a Sodoma y Gomorramientras los dos deshollinadores cambiaban de lugar, pero seguían cogiendo elprecioso culo de Marta.
Marta nunca había sido cogida tan bien ni durante tantotiempo. Hans y Gunther parecían inexpugnables, tanto físicamente como en suimaginación. Nunca antes la habían penetrado por detrás y estaba descubriendorápidamente que le gustaba que una pija grande y temblorosa se la metiera pordentro, tanto o más que el hecho de que le llenaran el culo. También legustaban los orgasmos anales que experimentaba y estaba a punto de convertirseen una adicta al sexo anal.
Mientras subía y bajaba, con el culo empalado en la pija deHans, Gunther hizo una sugerencia: «¿Por qué no le haces el “especialbarridos”? Hans aceptó de inmediato. «¡Tú por delante y yo por detrás!»,contestó. Gunther se acostó y puso a Marta encima de él. luego le metió laporonga en la concha de labios calientes
y Hans se puso en cuclillas detrás de ella, introduciéndolela pija en el orto. Marta chilló de inmediato. Lo único que le faltaba era laleche de los dos y, por supuesto, no hacía falta decirlo, ¡lo consiguió!
2 comentarios - Marta y su Doble Anal 1977 - Fotos y Relato