Historias cortas con modelos de fondo.
Llegar a casa y encontrala así.
Todo el día lejos, pensando en ella, en su piel, en su olor, en el sabor de sus labios en la textura de su nalgas, de su vagina.
Llegar y encontrar su ropa tirada por el suelo de todo el lugar, su blusa, su pantalón, sus tenis. Ya me imagino lo que está haciendo tocándose sola o en la ducha.
En el cuarto está ella con sus ojos brillantes y ardientes me mira directo y fijamente se toca las piernas, de lado a lado llamando mi atención a su hermosa vagina, pasa sus dedos en su labios y deja caer saliva en la yema de los mismos y cerrando sus ojos regresa a su vagina y me mira de nuevo.
No podía seguir siendo espectador ya que lo que está servido es para mí.
Me acerque besando sus piernas desde su pies hasta llegar a los muslos sin dejar de pasar mis manos por esos lugares donde mi boca no podía pasar al mismo tiempo y así llevé mis manos y mis labios a su carnosa deliciosa y jugosa vagina.
"Chupame la pussy ¿Es rica cierto? Si disfruta que es para ti."
Pase mi lengua suavemente sobre su clítoris estaba suave y firme, y con mis dedos abrí los labios carnosos para poder disfrutar mejor, y con mi otra mano introduje un dedo. Ellas solo saben mirar hacia arriba y se retuercen con brincos suaves cuando les gusta lo que sienten, así que no me detuve.
Ella estaba tan excitada.
"No pares, no pares"
La verdad, si estaba incómodo en mi posición sin embargo la tomé por sus tobillos y los llevé hacia su cabeza, le dije que le pondría las piernas de aretes, y muy obediente las mantuvo altas porque sabía que se venía lo que más me gusta, nada me iba detener ya que tenía camino libre para degustar sabroso ano, que junto su vagina se veían como una pintura renacentista, dónde cada detalle cuenta una historia pequeña, dónde todo encaja, sentia que descubría el sentido de la vida, de mi vida.
Puse los cuatro dedos de mi mano izquierda sobre su clítoris dando giros circulares sin detenerme sin hacer presión pero con la fuerza suficiente que se requiere para que ellas no sientan, mientras chupaba su ano y metía mi lengua en el mismo puse tres dedos de mi mano derecha, los mas grandes, en el interior de sus labios externos haciendo movimientos de entrada y salida muy suaves para lubricarlos y use mi saliva para ayudar más el proceso.
Me tomo de la cabeza, me beso apasionadamente mientras agarraba mi cabeza y mi cuello, esperaba más quería más, sabía que eso me prendía más, por lo tanto me miró a lo ojos y me dijo.
"Aquí tienes a tu muñeca, a tu juguete, a tu perra"
Aproveché esa posición, me encanta tenerla abiertas, sometidas, viendo sus rostros de placer, para poder darle cachetadas y sujetar su cuello, tomar sus piernas arriba o con mis dedos continuar masajeando su clítoris y conseguir dos o tres orgasmos. Una vez logré esto y antes de correrme sobre ella tenía que introducirlo en su ano que tanto había deseado, ella sabía y estaba lista.
Disfruté mucho verla sonreír, torcer sus ojos, gemir, morder sus labios y agarrar la sábanas mientras la penetraba de un orificio a otro. Nunca antes había sentido algo así.
Ambos sabíamos que siempre sería mi perra, siempre sería su dueño.
Llegar a casa y encontrala así.
Todo el día lejos, pensando en ella, en su piel, en su olor, en el sabor de sus labios en la textura de su nalgas, de su vagina.
Llegar y encontrar su ropa tirada por el suelo de todo el lugar, su blusa, su pantalón, sus tenis. Ya me imagino lo que está haciendo tocándose sola o en la ducha.
En el cuarto está ella con sus ojos brillantes y ardientes me mira directo y fijamente se toca las piernas, de lado a lado llamando mi atención a su hermosa vagina, pasa sus dedos en su labios y deja caer saliva en la yema de los mismos y cerrando sus ojos regresa a su vagina y me mira de nuevo.
No podía seguir siendo espectador ya que lo que está servido es para mí.
Me acerque besando sus piernas desde su pies hasta llegar a los muslos sin dejar de pasar mis manos por esos lugares donde mi boca no podía pasar al mismo tiempo y así llevé mis manos y mis labios a su carnosa deliciosa y jugosa vagina.
"Chupame la pussy ¿Es rica cierto? Si disfruta que es para ti."
Pase mi lengua suavemente sobre su clítoris estaba suave y firme, y con mis dedos abrí los labios carnosos para poder disfrutar mejor, y con mi otra mano introduje un dedo. Ellas solo saben mirar hacia arriba y se retuercen con brincos suaves cuando les gusta lo que sienten, así que no me detuve.
Ella estaba tan excitada.
"No pares, no pares"
La verdad, si estaba incómodo en mi posición sin embargo la tomé por sus tobillos y los llevé hacia su cabeza, le dije que le pondría las piernas de aretes, y muy obediente las mantuvo altas porque sabía que se venía lo que más me gusta, nada me iba detener ya que tenía camino libre para degustar sabroso ano, que junto su vagina se veían como una pintura renacentista, dónde cada detalle cuenta una historia pequeña, dónde todo encaja, sentia que descubría el sentido de la vida, de mi vida.
Puse los cuatro dedos de mi mano izquierda sobre su clítoris dando giros circulares sin detenerme sin hacer presión pero con la fuerza suficiente que se requiere para que ellas no sientan, mientras chupaba su ano y metía mi lengua en el mismo puse tres dedos de mi mano derecha, los mas grandes, en el interior de sus labios externos haciendo movimientos de entrada y salida muy suaves para lubricarlos y use mi saliva para ayudar más el proceso.
Me tomo de la cabeza, me beso apasionadamente mientras agarraba mi cabeza y mi cuello, esperaba más quería más, sabía que eso me prendía más, por lo tanto me miró a lo ojos y me dijo.
"Aquí tienes a tu muñeca, a tu juguete, a tu perra"
Aproveché esa posición, me encanta tenerla abiertas, sometidas, viendo sus rostros de placer, para poder darle cachetadas y sujetar su cuello, tomar sus piernas arriba o con mis dedos continuar masajeando su clítoris y conseguir dos o tres orgasmos. Una vez logré esto y antes de correrme sobre ella tenía que introducirlo en su ano que tanto había deseado, ella sabía y estaba lista.
Disfruté mucho verla sonreír, torcer sus ojos, gemir, morder sus labios y agarrar la sábanas mientras la penetraba de un orificio a otro. Nunca antes había sentido algo así.
Ambos sabíamos que siempre sería mi perra, siempre sería su dueño.
0 comentarios - Culos y conchas para coger.