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Lo liberador de ser infiel 
“Si haces sexo oral a otro hombre, no podría volver a besarte jamás.” Esto me lo dijo mi esposo Andy cuando recién nos casamos hace 15 años!. Al tiempo me reí, pero a pesar de su tono humorístico, sabía que lo dijo muy en serio. Aquellos fueron tiempos más felices, y no le di importancia. Después de todo, no era mi intención ponerle los cuernos, además yo no creía en la infidelidad: ¿qué sentido tiene estar en Matrimonio si vas a ser infiel?
Años después y, por varios motivos, empecé a encontrarme muy infeliz en mi relación. Mi esposo ya no me interesaba ni para sexo oral, ni cualquier tipo de sexo. Estar en una relación sin sexo me mataba. No solo por la falta de orgasmos (para esto tenía mi vibrador, para masturbarme de manera clandestina mientras él estaba en la ducha), sino que yo necesitaba sentirme deseada, y disfrutar del calor de un Pene rígido y grueso. La falta de intimidad incluso llegó a afectar otros aspectos de nuestra relación y acabamos discutiendo por cualquier cosa. Fue entonces cuando un arquitecto compañero de trabajo, muy guapo, empezó a seducirme y por primera vez en mi vida sentí la tentación de ser infiel.

Al principio intenté resistirlo; en el fondo todavía estaba enamorada de mi esposo Andy y soñaba con recuperar la chispa. Pero cuantos más tiempo pasaba, más aumentó mi deseo de hacer alguna locura. Necesitaba sentirme viva y diva.  Entonces, después de mucho coqueteo al lado de la fotocopiadora, llegó a un punto en que no pude resistir más las atenciones de mi colega y durante un viaje de mi marido, abrí un nuevo email y empecé a escribir un mensaje breve y directo a mi compañero de trabajo: “¿Happy Hour hoy?”, e hice click en enviar. Me contestó de inmediato, diciendo que me esperaría en el parking después del trabajo para llevarme a casa. De repente todo el rollo del pecado de ser Infiel desaparecio; yo me iba a acostar con otro hombre.
Sentí un nudo en el estómago cuando subí al coche. Mi corazón se aceleró y sentí pulsaciones en mi entrepierna. Apenas hablamos en el coche pero cuando llegamos a mi casa, nada más cruzar la puerta, nos besamos y nos desnudamos con prisa. Fue un alivio sentir sus manos encima de mi piel y notar la sangre correr por mis venas por fin. Al final me encontré sexual y emocionalmente saciada pero curiosamente mi sentido de culpabilidad fue cero, y por eso era evidente que mi respeto a mi esposo Andy (desde ese dia "Cornudo Andy") ya había llegado a su fecha de caducidad.

Descubrí lo liberador de ser infiel, porque gracias a ello me dio el coraje de librarme de una relación que no me hacía feliz. Un vez lo hice con Andy esperando en la casa (le dije tenia reunion de trabajo) y llegue a casa directo a besarlo, y no hablo de un beso cualquiera, sino que le di un besazo, sabiendo que acababa de hacer sexo oral a otro hombre.
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