(El relato es real. Las fotos de ella, internet. Las otras, mías)
Al tercer día de compartir la casa con Silvana, haberla visto levantarse en tanga y corpiño, y escucharla gemir cogiendo en su cuarto, empecé a pajearme y darle mis tributos lecheros. Un día que no estaba, entré en su dormitorio para revisar su computadora. En una carpeta llamada Selfies encontré sus fotos:
Silvana es una chica de 27 años, morocha, de 1.70, bonita de cara, un cuerpo maravilloso con tetas grandes, firme culo y largas piernas. Yo soy profesor, 49 años, y luego de divorciarme, para aliviar gastos, busqué alguien para compartir la casa.
Y en ese momento estaba mirando sus fotos. Excitadísimo con tremenda potra, saqué la pija que crecía y la apoyé sobre el teclado de la PC
Y apareció otra foto de la hermosa y puta Silvana
Me agarré la verga para moverla, disfrutando la paja y el cuerpo de ella, hasta que empecé a eyacular rica y abundante leche
Mirándola en tanguita, con el semen corriendo por mis piernas, me levanté y fui hasta el placard para buscar su ropa interior.
Encontré una bombacha de color negro y me la puse
Después elegí otra blanca. ¡Era hermoso sentir la telita sobre mis bolas y pija!
Sin agitarme el pene acabé nuevamente. Los chorros los recogí con la primera tanguita. De ese modo sentí que no eran pajas, sino cogida y descarga en la conchita y tetas.
En otra parte encontré sus bombachas usadas. Tomé una rosada y mis dedos palparon que estaba endurecida. Al llevarla a la nariz olí a flujo de hembra. “¡Ay nena! ¡Seguro tenías puesta esta sobre tu conchita antes de coger!" Y me la puse
La verga no cabía dentro de la bombacha, y sentí más rico mientras salían gotitas del glande, mojando la tanguita
Con el hilito metido en mi culo, imaginé que era el mismo que había estado hundido en su orto. “¡Trolita mia! ¿¡Sentiste igual que yo ahora los orgasmos!?”
Aguanté la acabada para dirigirme hasta su cama destendida. Pusé las bombachitas sobre la almohada y me tiré boca abajo. Me invadió el olor a su perfume y sexo. En esa cama había cogido. Oliendo las bombachas y con otra puesta empecé a refregarme, como si estuviese cogiendo con Silvana.
Dejé las sábanas enlechadas. Volví a sus lugares las bombachitas con mi leche.
(Continúa)
Al tercer día de compartir la casa con Silvana, haberla visto levantarse en tanga y corpiño, y escucharla gemir cogiendo en su cuarto, empecé a pajearme y darle mis tributos lecheros. Un día que no estaba, entré en su dormitorio para revisar su computadora. En una carpeta llamada Selfies encontré sus fotos:
Silvana es una chica de 27 años, morocha, de 1.70, bonita de cara, un cuerpo maravilloso con tetas grandes, firme culo y largas piernas. Yo soy profesor, 49 años, y luego de divorciarme, para aliviar gastos, busqué alguien para compartir la casa.
Y en ese momento estaba mirando sus fotos. Excitadísimo con tremenda potra, saqué la pija que crecía y la apoyé sobre el teclado de la PC
Y apareció otra foto de la hermosa y puta Silvana
Me agarré la verga para moverla, disfrutando la paja y el cuerpo de ella, hasta que empecé a eyacular rica y abundante leche
Mirándola en tanguita, con el semen corriendo por mis piernas, me levanté y fui hasta el placard para buscar su ropa interior.
Encontré una bombacha de color negro y me la puse
Después elegí otra blanca. ¡Era hermoso sentir la telita sobre mis bolas y pija!
Sin agitarme el pene acabé nuevamente. Los chorros los recogí con la primera tanguita. De ese modo sentí que no eran pajas, sino cogida y descarga en la conchita y tetas.
En otra parte encontré sus bombachas usadas. Tomé una rosada y mis dedos palparon que estaba endurecida. Al llevarla a la nariz olí a flujo de hembra. “¡Ay nena! ¡Seguro tenías puesta esta sobre tu conchita antes de coger!" Y me la puse
La verga no cabía dentro de la bombacha, y sentí más rico mientras salían gotitas del glande, mojando la tanguita
Con el hilito metido en mi culo, imaginé que era el mismo que había estado hundido en su orto. “¡Trolita mia! ¿¡Sentiste igual que yo ahora los orgasmos!?”
Aguanté la acabada para dirigirme hasta su cama destendida. Pusé las bombachitas sobre la almohada y me tiré boca abajo. Me invadió el olor a su perfume y sexo. En esa cama había cogido. Oliendo las bombachas y con otra puesta empecé a refregarme, como si estuviese cogiendo con Silvana.
Dejé las sábanas enlechadas. Volví a sus lugares las bombachitas con mi leche.
(Continúa)
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