Yamila, mi sobrina de 26 años, estuvo cinco días en mi casa. Y yo más de tres pajas diarias por ella.
Llegó para buscar trabajo y se alojaba en una habitación frente a la mia. Yamila es una morocha bonita de 1.57 de altura, tetas medianas y hermoso culo. A la mañana del cuarto día de su visita salió a hacer sus cosas. Había colgado su ropa recién lavada, y me excitó ver sus tanguitas. Busqué el celular para fotografiar. Tomé una blanca y en el patio del fondo me la puse.
Después elegí otra de color negro, y saltaron los primeros juguitos
Entonces agarré otras tres y las llevé al living, para sentirlas apretándome la pija, mirando porno en la compu.
“¡Ay Yami, trolita linda, con tus bombachitas va otra acabada para vos nena!”, dije en voz alta, excitadísimo
Y empecé a soltar ricos chorros de leche, mientras repetía: “¡Tomá Yami, toma putita hermosa en tu conchita!”
“¡Ay tío! ¡Gracias por la tremenda lecheada para mi!”. Era Yami. Debido a mi calentura no había escuchado su entrada. La sobrina había escuchado y visto mi pajeada. No supe que hacer ni decir, con la pija parada y enchastrada.
-No te hagás problema, me gusta, pero esperame que voy a mi pieza y vuelvo – dijo. Regresó envuelta en un toallón, se sentó en un sillón y me preguntó: ¿Te gusta?
No pude creerlo: su conchita morena, de pendeja, era estrechita y estaba depilada. “Y que decís de mis tetitas”, consultó
La verga retomó su vigor. Y exclamé: “¡Sos toda hermosa Yamila!”
“Entonces, ¡seguí mirándome y pajeate de nuevo!” Desbocado con su cuerpo maravilloso, nada me costó obedecerla
Cuando se dio cuenta por mis gemidos que iba a acabar, la putita pidió: “¡Llename las tetas de tu lechita tío!”
Al otro día se marchó. Todavía me pajeo mirándola.
Llegó para buscar trabajo y se alojaba en una habitación frente a la mia. Yamila es una morocha bonita de 1.57 de altura, tetas medianas y hermoso culo. A la mañana del cuarto día de su visita salió a hacer sus cosas. Había colgado su ropa recién lavada, y me excitó ver sus tanguitas. Busqué el celular para fotografiar. Tomé una blanca y en el patio del fondo me la puse.
Después elegí otra de color negro, y saltaron los primeros juguitos
Entonces agarré otras tres y las llevé al living, para sentirlas apretándome la pija, mirando porno en la compu.
“¡Ay Yami, trolita linda, con tus bombachitas va otra acabada para vos nena!”, dije en voz alta, excitadísimo
Y empecé a soltar ricos chorros de leche, mientras repetía: “¡Tomá Yami, toma putita hermosa en tu conchita!”
“¡Ay tío! ¡Gracias por la tremenda lecheada para mi!”. Era Yami. Debido a mi calentura no había escuchado su entrada. La sobrina había escuchado y visto mi pajeada. No supe que hacer ni decir, con la pija parada y enchastrada.
-No te hagás problema, me gusta, pero esperame que voy a mi pieza y vuelvo – dijo. Regresó envuelta en un toallón, se sentó en un sillón y me preguntó: ¿Te gusta?
No pude creerlo: su conchita morena, de pendeja, era estrechita y estaba depilada. “Y que decís de mis tetitas”, consultó
La verga retomó su vigor. Y exclamé: “¡Sos toda hermosa Yamila!”
“Entonces, ¡seguí mirándome y pajeate de nuevo!” Desbocado con su cuerpo maravilloso, nada me costó obedecerla
Cuando se dio cuenta por mis gemidos que iba a acabar, la putita pidió: “¡Llename las tetas de tu lechita tío!”
Al otro día se marchó. Todavía me pajeo mirándola.
0 comentarios - Pajas con mi sobrina