Se llama rendimiento a la utilidad, el beneficio, la compensación, la eficacia o el producto que otorga algo o alguien. Suele aparecer vinculada al estado físico, en este caso, el concepto alude a optimizar el aprovechamiento de los recursos corporales y técnicos. Quien consigue maximizar el uso de los recursos disponibles y adquiere nuevas habilidades mediante el entrenamiento, alcanza un gran nivel competitivo y/o de alto rendimiento económico.
Para los que nunca leyeron mis relatos, les doy una apretada síntesis de como empezó todo. Comenzó, con la ida de mi hermana junto a nuestra madre, a su primera consulta y revisión médica ginecológica. Cabe aclarar, que mi hermana había tenido un percance con uno de nuestros primos y a mamá, le habían aparecido dudas de la virginidad de su hija, mi hermana.
Por lo cual, había solicitado turno con la debida anticipación asistiendo ambas a la inspección o examen que el facultativo iba a realizar, para luego diagnosticar según su opinión profesional.
Ya realizado el trámite, regresaron ambas a nuestro hogar y mi hermana comenzó a darme el parte diario o el informe de situación, tal cual lo haría nuestra madre con nuestro padre.
Ella, "Felina" es su nombre, me relataba aquella experiencia traumática, como todas las primeras veces de cualquier cosa desconocida. Me dijo que estaba nerviosa en la sala de espera, hasta que la llamaron. Entraron ambas y la primera acción fue un interrogatorio, efectuada por el doctor.
Que, con buen tino antes de realizarla, intentó que ella, mi hermana se sintiera cómoda, tanto fue así que le preguntó si la presencia de nuestra madre en la sesión no la incomodaba.
Felina, que no quería estar allí, y lo hacía obligada por nuestra madre, se cobró venganza y manifestó que se sentía cohibida ante su presencia (la de nuestra madre) motivo por el cual el galeno le pidió amablemente que se retirara.
Madre salió contrariada pero convencida que su hija lo hacía para castigarla y no por otros motivos.
El "matasanos", le indicó que se desvistiera, que se quitara toda la ropa. Que se quedara como Dios la trajo al mundo.
Al inspeccionarla, el "tordo" observó que ella ya no era virgen, cosa que ella conocía sin dudar, pero, montó una parodia, hizo como que se acongojaba, sus lágrimas de cocodrilo inundaban sus mejillas.
Aseguraba que debía haber un error, que jamás había estado con un hombre íntimamente, etc.
El médico era un veterano pero no por ello un estúpido. La hizo vestir, sentar, y para darle una lección, "peló la chota" y la exhibió diciendo ¡Nunca tuviste o viste una de estas entre tus manos u otros de tus miembros!
Felina se hacía la sorprendida y ponía caras de asombro. Como insistía en mentirle al galeno, el doctor redobló la apuesta y fue más guarro aún.
Le hizo manosear la verga, la toqueteó las tetas y como corolario le ordenó que pruebe el gusto, tal vez lo recordaría, tras una memoria gustativa.
Ella manteniendo la charada, le siguió el juego, era ver quien redoblaba la apuesta más fuerte.
De todos modos, al médico se le fue la estrategia al carajo, y se excito, mantuvo la erección de su miembro viril por largo espacio de tiempo, y a esa altura necesitaba acabar.
Así que para no perder totalmente la línea le advirtió que no iba a denunciarla con su madre, pero tendría que volver hasta tanto no confesara toda su experiencia.
Felina aceptó, no tenía muchas alternativas, para ser más preciso, ninguna.
Mientras me contaba aquello, se me paró la pija, así que me puse en bolas y le dije que me hiciera una mamada. Mi hermana para que dar bien conmigo, afirmó que la mía era más linda y con mejor sabor.
Para serles aún más honesto todavía, eso me cachondeó mucho más, me desnudé y le ordené que hiciera lo mismo. Hacía ya un tiempo que veníamos practicando. Aún le costaba asimilar todo el choto en la boca. Le producía arcadas cuando entraba en sus amígdalas.
Lagrimeaban sus pupilas.
Se le llenaba de saliva su boca. Una baba pegajosa que vomitaba sobre el tronco de mi verga.
Pero esa vez fui por más, le pedí el orto, su culo redondo y sin mediar excusas y ningún obstáculo, me lo entregó.
La puse de costado, como para que le entre de una. Ella imaginó que sería más agradable que las nauseas que le provocaba mi chota en la garganta.
Sin embargo, la primera vez cuesta, mis genitales irrumpieron en su humanidad irritando el conducto, inflamando el recto.
Hasta que, producto a la fricción, el frotar en forma recurrente el orificio, ese roce produjo una pequeña cantidad de fluidos en el interior del ojete que cargaron con emisiones y efluvios que me produjeron una eyaculación en aquella cavidad anal.
Le advertí que debía ser condescendiente con el médico, nos tenía a su merced aún. Debíamos modificar aquello y comprometerlo también a él. Ese sería su objetivo. Felina hasta allí nunca me había desobedecido, era mi esclava, el brazo ejecutor de mis elucubraciones, el autor intelectual de inocentes crímenes pasionales.
Recordé algunos de ellos, como cuando la llevé a que pagara la deuda que yo tenía con un "finanza mafia", que me la tenía jurada. Y le mentí que era un casting para un film erótico español.
Pero, gracias a ello, tuve mi primer filmadora, con la que hice varios videos posteriores que comercialicé en la web.
Ese fue un negocio redondo, porque no sólo saldé mi deuda sino que además, me llevé la cámara filmadora como pago en efectivo. Recuerdo que el chabón no quería invertir más que el saldo de la deuda, pero lo convencí de la virtudes de mi hermanita.
Entendió que algo ella debía ganar de aquello y accedió, nunca supo que la cámara no iba a ser para ella, sino para mi, lo que en el capitalismo se conoce como medios de producción.
Ella sólo me exigió, bah, fue un pedido, un ruego, que yo permaneciera en el improvisado "set de filmación", era la primera vez que la entregaba a un desconocido para ella.
Se pasó todo el acto sexual fijando su vista en mis ojos, que estaban en el lente de la cámara.
Luego de aquello, le dimos rienda suelta al séptimo arte, una actividad a destajo al aparato, pero ya en nuestro dormitorio, en nuestra casa. Recuerdo que filmaba todas las sesiones amatorias o mejor dicho de sexo entre ambos.
Junté un "canuto" importante gracias a mi hermanita.
Ponía la cámara en un trípode y comenzaban las tomas. No produje más, porque me cansaba de cojerla, no se me paraba más, o si lo lograba, no podía acabar, no aparecía el "CUM" la explosión de leche, la eyaculación con la que tiene que terminar cualquier video porno que se aprecie de tal.
Ella es un relojito, parece esas pilas "Duracel", anda y anda sin parar, además es de orgasmos simultáneos. Toma un poco de líquido y sigue.
La solución yo la conocía, la sabía, debía llamar a cualquiera de mis amigos o conocidos, que lo harían no sólo gratis, sino hasta pagarían unos pocos pesos, porque son ratas y/o pobres.
Sin embargo, eso significaría primero, quemar a mi hermana entre conocidos o vecinos del barrio, segundo, ni se me cruzaba por la cabeza yo tener que pagarle a un tipo para que se coja a semejante bocadito. Pero por último, que era el motivo esencial, "sine qua nom", era que, no me había gustado nada verla con otro.
Recuerdo que esa vez, cuando pagó mi deuda, peleamos, la destraté.
La humillé por más de una semana, la veía y la odiaba, como me permitió hacerlo, como no se negó. Pensaba, porque lo disfrutó, porque es una puta, sucia, una promiscua.
Rememoro que la retraté, la filmé, mostrándola como a una zorra, una impura, obscena. La inspeccioné antes de tocarla de nuevo hasta el mínimo resquicio, la hice bañar en "Espadol" la desinfecté.
Bueno, pero ya en este momento, le daba directivas de como manejarse con el médico.
Ya con más tecnología y con más medios de producción para nuestra actividad, la cual me disponía a desarrollar y lucrar. Hice que llevara una cámara en su bolsa de mano, su cartera y filmara al ginecólogo para blindar su chantaje. Esa sería la única y última vez que nos tuviera en sus manos.
Hizo, como me tenía acostumbrado, un trabajo óptimo, correcto, lo filmó y eso fue una evidencia incontrastable.
Nunca más nos molestó, guardó el secreto para con nuestros padres, fundamentalmente con nuestra madre, que era la más desconfiada y vacilante respecto a su hija.
Con aquello, di por terminado el proceso, el periodo de adiestramiento de mi hermanita.
A mi consideración, ya estaba para pasar a otro nivel, el de las ligas mayores. Iba a hacerla una profesional. Sin embargo, faltaba la prueba de fuego, y ha esa, nos disponíamos a realizar, de manera consensuada con Felina.
Ella esta vez no estaba nerviosa, por lo menos no lo demostraba en las vísperas.
Si debía analizar ese momento, diría que estaba ansiosa por el porvenir, por lo que le deparara el destino, ella confiaba en mi, había experimentado cada decisión mía y había sobrevivido.
Yo, la había dejado descansar para ese acontecimiento.
Sus partes íntimas estaban en perfectas condiciones, sin inflamaciones, sin irritaciones, sin ninguna escoriación y ávidas de entrar en acción.
En un auto contratado para aquel fin, la acompañé como su "chulo, su fiolo", fumos a un eco área, donde esperaban un grupo, una banda de clientes, al que yo apuntaba conquistar, de ese segmento del mercado del ocio y placer. Una plaza dentro de ese tipo comercial que creía poco explotado y muy rentable, en otras palabras, el de las orgías y/o gangbang.
Mi hermanita se desconcertó en un primer momento, tal vez no esperaba, bah, seguramente no lo habría adivinado nunca, pero se repuso rápidamente del aturdimiento inicial, mientras que yo a su lado, la instaba a que continúe con lo planeado, que mantuviera el plan de negocios y las técnicas y estrategias para sobrellevar lo desconocido ¡Improvisá como vos sabés! Ordené y prosiguió.
A su vez, a ellos, los clientes, les había dado "carta libre" para hacer todo lo que quisieran con ella.
Así también les había cobrado. Les dije que actuaran con absoluta libertad, sin miramientos, el límite era, la vida, que no la maten, que la dejaran con vida.
Esta, era una prueba frontera, iba a definir si ella servía o no para lo que la quería que hiciera. Dividiría las aguas, era la culminación de nuestro trabajo juntos, y el remate iba a restringir, reducir o ampliar y aumentar sus responsabilidades.
Me bajé del vehículo, para dejar lugar a que participen otros. Sin embargo, y a pesar de que uno de ellos subió al asiento trasero y la penetró por detrás, había poco espacio para el resto, y no daba que hicieran cola esperando su turno. Así que propuse que saliera del mismo y aprovecharan lo espacioso de esa geografía, del entorno silvestre donde nos encontrábamos.
Uno e ellos, el que tenía más iniciativa, la levantó sobre su hombro y la llevó a los yuyos.
Allí con más libertad la asaltaron todos, se abalanzaron sobre ella arremetiendo contra sus agujeros genitales. Mi hermanita no se defendía ni retrocedía, se entregaba a ese fárrago caótico de cuerpos masculinos que en forma desordenada pugnaban por someterla.
Intentaban superar entre ellos los obstáculos de los otros miembros de la gavilla.
Tenía todas las aberturas de su cuerpo ocupadas, comprometidas por órganos sexuales masculinos.
Se multiplicaba para satisfacer a toda esa multitud, chupaba pijas, lamía culos, masturbaba, era penetrada por el ano y la vagina, todo al mismo tiempo y a la misma vez.
Después de todo, me confesó que lo único que realmente le molestó era el pasto, que le producía una picazón, una especie de alergia en su blanca palidez.
De todos modos aquello, era atenuado por el placer del "garche", era viciosa, le gustaba sentir ese frenesí, se apasionaba exaltándose, excitando sus sentidos.
Entraba en una especie de locura delirante, en trance genésico, quedaba suspendida en éxtasis alucinógenos, cautiva de sus más básicas sensaciones.
Cautiva de sus instintos, prisionera del deseo, arrollada por lo físico, privada de la libertad de elegir, de discernir, sin criterio o juicio ético moral. Inconsciente en su comportamiento, una especie de zombie, anestesiada, sin voluntad.
La experiencia era intensa, en algún momento pensé en intervenir y cancelar ese amasijo, pero a su vez, en otros instantes pretendí sumarme a ese revoltijo de cuerpos.
Mis reflexiones equidistaban entre ser otro atacante queriéndola devorar, y salvaguardarla protegiéndola ante su desamparo.
En ese debate filosófico consumí todo el tiempo que demandó el evento, y como toda conclusión existencial, quedó postergada en la valoración de la utilidad, de considerar los efectos prácticos, que debía esperar para juzgar.
Sin dudas mi posición desvaloriza los sentimientos como especulativos en pos de lo útil y práctico.
Para finalizar y dejando abierta cualquier conclusión, debo decir que todo salió bien, todos conformes. Los clientes satisfechos, me pidieron contratarla nuevamente. Yo absolutamente complacido y contento por los resultados obtenidos. Por un lado sacié una necesidad, un deseo, una pasión y por el otro cumplí mi deseo de exitoso emprendedor, cumpliendo con las condiciones y exigencias requeridas.
Respecto a Felina, mi hermana, creo que está agradecida por haber podido complacerme, aunque como es una característica en ella, no se la ve muy convencida o conforme con lo realizado, o si lo está, no lo demuestra.
Se levantó pancha, agarró sus ropas, mientras asimilaba o asentía a los halagos de los que habían pagado por sus servicios, y se subió al asiento trasero del auto, mientras se vestía y esperaba a que yo me despidiera y subiera al mismo, haciendo oídos sordos a los comentarios del conductor del auto de alquiler.
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