Luego de regresar del terreno lindero a mi casa, de la experiencia vivida con los vecinos septuagenarios, recogí las prendas que quedaron en el suelo de mi fondo e ingresé a mi hogar desnuda, directamente a la ducha, tenía restos de guasca, estaba toda baboseada, raspada y sucia. No daba para que me pusiera las ropas limpias y también las enchastre con aquellos fluidos extraños.
Luego de la ducha reparadora, salí del cuarto de baño hacia mi dormitorio, casi húmeda aún, vi la cama y no pude resistirme, me arrojé sobre ella, estaba cansada, tal vez, el sexo al aire libre, en comunión con la naturaleza, el haber soportado sobre mi humanidad, los cuerpos pesados de los ancianos, con resaca aún de la noche anterior, con los amigos de mi hermano, todo sumado, me había desgastado. Mi vagina, sentía el ardor de la profusa actividad.
Aunque, más lo hacía, y más ganas tenía. Hasta hace poco tiempo, no lo hacía y ni ganas tenía, y ahora, desde los juegos con mi hermano, era casi una rutina, mi cuerpo me lo pedía a gritos, necesitaba que me revolvieran el estofado.
Me dormité así como estaba, desnuda en la cama del cuarto que compartíamos con mi hermano, bah, cuando el estaba, ahora era sólo para mi, hasta que este regresara de la "colimba", el servicio militar obligatorio.
Algo me despertó, no supe bien que fue, porque me sobresalté. Observé que estaba anocheciendo, así que procuré no continuar durmiendo, ya que de lo contrario, no podría conciliar el sueño, más tarde a la hora de dormir, iba a quedarme insomne.
Así que me incorporé y me vestí de entre casa, como para bajar al comedor y cenar con mis padres. No tenía conciencia de la hora que era.
Salí al vestíbulo y estaba todo muy oscuro y en silencio, volví sobre mis pasos y me acerqué hasta la mesa de noche, donde estaba mi reloj pulsera, me fijé la hora y eran las 02.45 A.M, era tardísimo, por eso ese silencio y esa oscuridad, había pasado la hora de la cena, más aún, mi padre, habitualmente se ponía el despertador a las 04.00 A.M, porque entraba a la fábrica a las 06.00 A.M ¡Qué garrón! Murmuré cuando fui tomada de imprevisto por detrás con firmeza y destreza, un brazo me abrazó a la altura del abdomen, justo bajo mis pechos, y el otro brazo, se dirigió entre mis pantalones en búsqueda de mi vulva.
Se insertaron varios dedos en ella y con un movimiento rítmico pero agresivo me masturbó. Lo curioso fue, que más allá de la sorpresa, sólo atiné a abrir mis piernas completamente, para que esa acción no sea obstaculizada por nada que lo interrumpa.
Ni una queja, ni un gemido, ni una resistencia opuse al agresor, que fácil que soy pensé, sin tomar en cuenta las consecuencias, sin reparos ni curiosidad por saber quien era el que me agredía, podría haber sido un ladrón, un asesino, un homicida, pero yo no pensé en nada de eso, sólo gocé la fricción. Tal vez el placer fue tanto porque mi vulva estaba sensibilizada por tanta actividad reciente en el termino de horas había tenido excesiva actividad.
¡Te gusta mi bebé! Exclamó la voz de mi padre
Y con ella acabé retorciéndome loca de placer, ni siquiera podía contestar afirmativamente de la calentura y el morbo que me dio oír su voz ronca, mientras hurgaba en mi intimidad.
¡Vení vamos a tu dormitorio! Me dijo en voz baja, y se adelantó, mientras yo lo seguía dejando caer mis prendas en la escalera y totalmente desnuda iba tras sus pasos.
Creo que, seguía acabando con el roce de mis piernas, de la excitación que portaba mi cuerpo.
Él también estaba que explotaba, su verga inflada iba goteando líquidos pre seminales, me tomó por la cintura me recostó en la cama y me introdujo su pija en mi boca, apenas la saboreé y acabo en mi rostro, en mi cara, en mis labios, en mi boca, el chorro corrió por mis senos, sentí el gusto de su semen y volví a terminar, sin penetración, sin caricias, sin nada, sólo de caliente que estaba.
Pero lo excepcional fue otra cosa, hasta aquí nunca lo había experimentado, él, mi padre Bruno, no quería penetrarme de forma "normal" bah, si podemos hablar de normalidad en esta incipiente relación que aquí comenzaba. Podía tocarme, chuparme, yo podía masturbarlo, comerle la pòronga, pero no quería penetrarme, habrá pensado que era virgen o que se yo, tanto le insistí que me lo hizo contra natura, por el orto. Y allí pasó lo maravilloso, su verga era celestial, realizó un milagro "que blasfema" me hizo acabar, y no sólo eso, me hizo mear de placer, me pillé, pero oriné con placer, con una comezón orgásmica y mi chorro se elevó como despidiendo, expulsando algo, expelió como cuando de la tierra surge el "oro negro" el petróleo.
Sentí cosas inexplicables, temí cagarme de felicidad, temí no controlar esfínteres, es más, le seré absolutamente honesta, sincera, hasta me pedoree, un par de gases salieron, cuando salió de mi recto, la chota de mi padre.
Todo pasó muy rápido, casi sin entablar un diálogo, el miraba la puerta de entrada a mi habitación, por temor que apareciera mi madre, su cónyuge, además observaba el reloj, los minutos volaron, era cerca de las 04.00 A.M hora que debía sonar su despertador y el debía apagarlo acostado en su cama, se despedía de mi y me dejaba recontra caliente, ya que a pesar de haber acabado contranatura, me dejó el deseo que me poseyera por adelante.
¡Pá, paaa! ¿Te vas? ¡Y me dejás así! ¡No, no vale! ¡Haceme acabar una vez más! Rogaba que me penetrara, pero el se negaba tercamente, lo único que atinó fue a chupármela hasta hacerme acabar.
La campanilla del despertador interrumpió nuestra despedida y desapareció velozmente trotando desnudo hacia su cuarto, el que compartía con mi mamá para apagar la alarma.
Yo me incorporé y así como estaba bajé a la cocina, a prepararme algo para comer, estaba famélica de hambre. Mientras mi padre apuraba su ducha habitual para irse a trabajar.
Comí despaciosamente todo lo comestible que encontré, como imaginarán, no soy una gran cocinera, aunque tengo otras virtudes, además quería verlo una vez más antes que se marchara a su empleo y hasta la tarde no lo vería, sentí que me enamoré de él, mi papá.
Salió del cuarto de baño todo cambiado, de corbata puesta y apurado por agarrar su saco y marcharse sin un hasta luego, sin un beso, dejé mi comida, corrí hacia donde estaba su saco y me interpuse el se acercó obligado para tomar esa prenda y yo aproveché para intentar quitarle el cinturón y comerme otra vez esa verga que había tenido hasta hace unos momentos a trás en el interior de mi cuerpo. Sin embargo, de mal modo me dijo ¡Salí, se me hace tarde! Y se fue
De verdad, no me gustó su actitud, y me hizo mal su comportamiento, me trató como una cualquiera y me dejó llorando, si lloré.
Me fui masticando rabia y una porción de pizza fría, la última que quedaba, hacia mi cuarto, acongojada, eso no se hace pensaba, mientras abría la puerta de mi dormitorio, y oh, sorpresa.
Mi abuelito, desnudo y al palo, estaba dentro de mi habitación esperándome desnudo, con su habitual cara seria, de pocos amigos me dijo ¡Ahora me toca a mi! Había visto todo lo acontecido con mi padre, su hijo.
Luego de la ducha reparadora, salí del cuarto de baño hacia mi dormitorio, casi húmeda aún, vi la cama y no pude resistirme, me arrojé sobre ella, estaba cansada, tal vez, el sexo al aire libre, en comunión con la naturaleza, el haber soportado sobre mi humanidad, los cuerpos pesados de los ancianos, con resaca aún de la noche anterior, con los amigos de mi hermano, todo sumado, me había desgastado. Mi vagina, sentía el ardor de la profusa actividad.
Aunque, más lo hacía, y más ganas tenía. Hasta hace poco tiempo, no lo hacía y ni ganas tenía, y ahora, desde los juegos con mi hermano, era casi una rutina, mi cuerpo me lo pedía a gritos, necesitaba que me revolvieran el estofado.
Me dormité así como estaba, desnuda en la cama del cuarto que compartíamos con mi hermano, bah, cuando el estaba, ahora era sólo para mi, hasta que este regresara de la "colimba", el servicio militar obligatorio.
Algo me despertó, no supe bien que fue, porque me sobresalté. Observé que estaba anocheciendo, así que procuré no continuar durmiendo, ya que de lo contrario, no podría conciliar el sueño, más tarde a la hora de dormir, iba a quedarme insomne.
Así que me incorporé y me vestí de entre casa, como para bajar al comedor y cenar con mis padres. No tenía conciencia de la hora que era.
Salí al vestíbulo y estaba todo muy oscuro y en silencio, volví sobre mis pasos y me acerqué hasta la mesa de noche, donde estaba mi reloj pulsera, me fijé la hora y eran las 02.45 A.M, era tardísimo, por eso ese silencio y esa oscuridad, había pasado la hora de la cena, más aún, mi padre, habitualmente se ponía el despertador a las 04.00 A.M, porque entraba a la fábrica a las 06.00 A.M ¡Qué garrón! Murmuré cuando fui tomada de imprevisto por detrás con firmeza y destreza, un brazo me abrazó a la altura del abdomen, justo bajo mis pechos, y el otro brazo, se dirigió entre mis pantalones en búsqueda de mi vulva.
Se insertaron varios dedos en ella y con un movimiento rítmico pero agresivo me masturbó. Lo curioso fue, que más allá de la sorpresa, sólo atiné a abrir mis piernas completamente, para que esa acción no sea obstaculizada por nada que lo interrumpa.
Ni una queja, ni un gemido, ni una resistencia opuse al agresor, que fácil que soy pensé, sin tomar en cuenta las consecuencias, sin reparos ni curiosidad por saber quien era el que me agredía, podría haber sido un ladrón, un asesino, un homicida, pero yo no pensé en nada de eso, sólo gocé la fricción. Tal vez el placer fue tanto porque mi vulva estaba sensibilizada por tanta actividad reciente en el termino de horas había tenido excesiva actividad.
¡Te gusta mi bebé! Exclamó la voz de mi padre
Y con ella acabé retorciéndome loca de placer, ni siquiera podía contestar afirmativamente de la calentura y el morbo que me dio oír su voz ronca, mientras hurgaba en mi intimidad.
¡Vení vamos a tu dormitorio! Me dijo en voz baja, y se adelantó, mientras yo lo seguía dejando caer mis prendas en la escalera y totalmente desnuda iba tras sus pasos.
Creo que, seguía acabando con el roce de mis piernas, de la excitación que portaba mi cuerpo.
Él también estaba que explotaba, su verga inflada iba goteando líquidos pre seminales, me tomó por la cintura me recostó en la cama y me introdujo su pija en mi boca, apenas la saboreé y acabo en mi rostro, en mi cara, en mis labios, en mi boca, el chorro corrió por mis senos, sentí el gusto de su semen y volví a terminar, sin penetración, sin caricias, sin nada, sólo de caliente que estaba.
Pero lo excepcional fue otra cosa, hasta aquí nunca lo había experimentado, él, mi padre Bruno, no quería penetrarme de forma "normal" bah, si podemos hablar de normalidad en esta incipiente relación que aquí comenzaba. Podía tocarme, chuparme, yo podía masturbarlo, comerle la pòronga, pero no quería penetrarme, habrá pensado que era virgen o que se yo, tanto le insistí que me lo hizo contra natura, por el orto. Y allí pasó lo maravilloso, su verga era celestial, realizó un milagro "que blasfema" me hizo acabar, y no sólo eso, me hizo mear de placer, me pillé, pero oriné con placer, con una comezón orgásmica y mi chorro se elevó como despidiendo, expulsando algo, expelió como cuando de la tierra surge el "oro negro" el petróleo.
Sentí cosas inexplicables, temí cagarme de felicidad, temí no controlar esfínteres, es más, le seré absolutamente honesta, sincera, hasta me pedoree, un par de gases salieron, cuando salió de mi recto, la chota de mi padre.
Todo pasó muy rápido, casi sin entablar un diálogo, el miraba la puerta de entrada a mi habitación, por temor que apareciera mi madre, su cónyuge, además observaba el reloj, los minutos volaron, era cerca de las 04.00 A.M hora que debía sonar su despertador y el debía apagarlo acostado en su cama, se despedía de mi y me dejaba recontra caliente, ya que a pesar de haber acabado contranatura, me dejó el deseo que me poseyera por adelante.
¡Pá, paaa! ¿Te vas? ¡Y me dejás así! ¡No, no vale! ¡Haceme acabar una vez más! Rogaba que me penetrara, pero el se negaba tercamente, lo único que atinó fue a chupármela hasta hacerme acabar.
La campanilla del despertador interrumpió nuestra despedida y desapareció velozmente trotando desnudo hacia su cuarto, el que compartía con mi mamá para apagar la alarma.
Yo me incorporé y así como estaba bajé a la cocina, a prepararme algo para comer, estaba famélica de hambre. Mientras mi padre apuraba su ducha habitual para irse a trabajar.
Comí despaciosamente todo lo comestible que encontré, como imaginarán, no soy una gran cocinera, aunque tengo otras virtudes, además quería verlo una vez más antes que se marchara a su empleo y hasta la tarde no lo vería, sentí que me enamoré de él, mi papá.
Salió del cuarto de baño todo cambiado, de corbata puesta y apurado por agarrar su saco y marcharse sin un hasta luego, sin un beso, dejé mi comida, corrí hacia donde estaba su saco y me interpuse el se acercó obligado para tomar esa prenda y yo aproveché para intentar quitarle el cinturón y comerme otra vez esa verga que había tenido hasta hace unos momentos a trás en el interior de mi cuerpo. Sin embargo, de mal modo me dijo ¡Salí, se me hace tarde! Y se fue
De verdad, no me gustó su actitud, y me hizo mal su comportamiento, me trató como una cualquiera y me dejó llorando, si lloré.
Me fui masticando rabia y una porción de pizza fría, la última que quedaba, hacia mi cuarto, acongojada, eso no se hace pensaba, mientras abría la puerta de mi dormitorio, y oh, sorpresa.
Mi abuelito, desnudo y al palo, estaba dentro de mi habitación esperándome desnudo, con su habitual cara seria, de pocos amigos me dijo ¡Ahora me toca a mi! Había visto todo lo acontecido con mi padre, su hijo.
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102 comentarios - La primera vez que me agarró mi papá