Apenas se incorporó al ejército como soldado, por culpa del servicio militar obligatorio, que hasta ese año "1994" (fue el último) todos los varones a la edad de dieciocho, debían cumplir. Los amigos de mi hermano que zafaron, que fueron por distintos motivos exceptuados de la "colimba" o los de mayor edad, vieron el "campo libre" para el acceso a su hermanita Felina, es decir, yo.
Esto sucedería, por una gran cantidad de variables y de motivos.
El primero y principal era, que me estaba poniendo muy buena, de hecho ya hacía algún tiempo lo estaba. Es decir, había desarrollado, tenía los atributos físicos y un pícaro desenfado en mi personalidad.
El segundo, fue que mi hermano, por bocón, por fantarrón, seguro por hacerse popular, para lograr ser admirado o específicamente para que su grupo de pares lo integre, contaba más de lo necesario respecto a los juegos conmigo, y hasta me enteré más tarde, que cobraba en dinero, para mostrar algunas de las fotos que tenía de mi sin ropa, totalmente desnuda.
Y tercero, porque yo, su hermanita, había desarrollado un deseo que tal vez fuera algo innato, pero que, yo siempre lo culpé a él (mi hermano) de haberme enviciado, por lo de los juegos sexuales entre ambos, él y yo en el cuarto del fondo de nuestra casa natal.
O en el galpón de nuestros habituales juegos.
De hecho, me mostraron algunas de esas imágenes que el vendió, nuestras.
Es así que, sus cuatro mejores amigos, los que conocían todos sus secretos, bah, los nuestros, me poseyeron, a la vez. Cómo no iban hacerlo si estaban exaltados y conocían de lo que yo era capas de nhacer.
Aunque, hasta ese momento, Leo, mi hermano, estaba convencido que ese ansia que yo demostraba por la "garcha", por la "verga" o en lo sexual, era sólo con él, o en el mayor de los casos (y esto le costaba mucho aceptarlo y/o confesarlo) por la de nuestro primo Hector, por ese acontecimiento desagradable en una reunión familiar en nuestra casa.
Más tarde se enteraría que ya lo había hecho, (no hasta ese momento) o la hacía con Julio, su ex amigo, que vivió un tiempo en nuestra casa, alternándolos a los dos en mi cuerpo.
Con nuestro padre, con mis primos, con los tíos, hasta con los abuelos y más, vecinos, amigos.
Y no sólo lo hacía de a uno contra uno, sino a partir de sus cuatro amigos, me gustaba "enfiestarme" de a muchos.
Pero, vayamos de a poco, desde el principio.
Apenas mi hermano Leo se marchó a incorporarse al servicio militar, recibí la llamada en fila de sus amigos, conocidos, compañeros de colegio y vecinos de nuestro barrio, que lo conocían a él, pero fundamentalmente a mi.
Es más, no me podía ni duchar que sonaba el teléfono, y si atendía otro que no fuera yo cortaban, y mis padres desconfiaban, principalmente mi madre.
Y fundamentalmente de ella tenía miedo, porque seguro le iba a llenar la cabeza a mi hermano, le iba a meter fichas, y después tendría que bancarme la reprimenda de él, o hasta tal vez desde el cuartel, mandaría instrucciones para que se me castigue y cancelara las pocas salidas que ellos me autorizaban hacer.
Producto de todo ello, y a la insistencia de todos los conocidos de mi hermano, arreglé una cita con el más confidente de Leo, como para que este, me ayude a decirles a los otros que me perjudicaban sus llamados anónimos.
Y allí fue que nos encontramos en el centro de nuestro vecindario, y por primera vez, estuve con el confidente y amigo de mi hermano solos en un bar. Le comenté y le pregunté si él, sabía algo de las llamadas, y de hecho inquirí, para que quería verme en este caso él (me había estado llamando como el resto).
Primero comenzó, mientras tomábamos una gaseosa con un discurso de "chaperón" de que estaba allí producto de un pedido de mi hermano, y que le quedaba claro ahora, que yo se lo manifestaba, lo verídico y reales que eran las preocupaciones de Leo, mi hermano.
Y me dijo además que Leo había dejado precisas instrucciones para él respecto de ella, o sea de mi.
Yo me sonreí, le dije ¡Vos pensás que me lo voy a creer!
Él respondió ¡Si no me querés creer vamos hasta mi casa y te muestro la carta!
¿Qué carta? Pregunté inocente
¡La carta donde me ordena que te vigile y lo tenga al tanto! Afirmó
¿Andá? Respondí incrédula
Él me tomó de la mano y me dijo ¡Vení y sacate la duda! Y yo pasándome de ingenua lo acompañé hasta su domicilio, que por supuesto no era tal, sino un "bulo" un lugar donde se mandaban las "jodas" las orgías, él y sus amigos. No creo que Leo lo conociera, mi hermano no es de ese tipo de varón, era y es más tímido o formal, además tiene a una puta gratis..... Yo, su hermanita.
Apenas entré, casi no alcancé a sentarme en un sofá de tres cuerpos, que aparecieron tres muchachos más y me atacaron desvistiéndome, yo no entendía nada, ni reaccioné. No sabía si era un juego, como los de mi hermano, es más, en un momento esperé que ingresara él también, (hablo de Leo, mi hermano). Pero no, me equivoqué, y al no gritar, y al no reaccionar, en ese momento, luego me pareció extemporáneo hacerlo, entonces lo acepté, más tarde lo disfruté.
Los chicos estaban como locos, sacados, fuera de si. Todo era por culpa de mi hermano, que seguramente había contado nuestras tardes de sexo fantasioso a través de las historias creadas por su imaginación a todos ellos.
Porque aunque esté bien, tampoco soy un bomba sexy, para que ellos reaccionaran así. O esperaban mucho de mi o me sabían tan fácil, que no opondría resistencia ni los denunciaría.
Yo sólo decía ¡Despacio, chicos, despacio! ¡Duele, me duele, esperen! ¡Tranquilos! ¡Hagámoslo bien! ¡Con cuidado! ¡Yo también quiero pasarla bien!
Después de mencionar esto muchas veces, fue como que se serenaron.
Y a partir de eso, la empecé a pasar mejor, ellos dejaron de amenazarme, bajaron un cambio y continuaron hablándome pero con palabras más calientes que violentas.
Fueron casi cinco horas de garche, ellos querían seguir, yo también quería continuar, sin embargo ya atardecía, se hacía oscuro, y no me quedaban excusas para darles a mis padres. Además ellos estaban satisfechos, el que menos me cojió, acabó, como mínimo tres veces....
Así que, de común acuerdo con ellos, me calcé la tanga amarilla, feliz por mi primera experiencia orgiástica.
Me vestí, y me acompañaron para que no me pasara nada? Una ironía.
Llegué entonces sana y salva a casa, e ingresé con cara de naipe, con cara de boluda...
La cara de mis padres no era lo que se dice de felicidad, menos aún cuando vieron a cuatro de los amigos de su hijo Leo. Estos notaron las facciones en las caras de mis padres, de disgusto e intentaron explicar, lo que fundamentalmente mi madre no se tragaba. Que estuvimos en la avenida principal del barrio mirando vidrieras juntos con otros amigos, vecinos.
61 comentarios - La Venganza de los amigos de mi Hermano (según Felina)
fue una dura venganza!!