Ser el primogénito en una familia, y más aún cuando el mismo es varón, tiene sus beneficios, y este es mi caso.
Yo fui el primer hijo, del sexo masculino que llegó a la familia, por el lado de mi madre, es decir, de todos los hermanos y hermanas de mamá, yo fui el número uno.
El primero en recibir los mimos y caricias, tanto en mi familia nuclear, mi madre, y mi padre, como así también en toda la parentela del lado de mi madre.
Es así, como, la "Diva", así la conocen y la llamamos todos los nietos a la abuela Ramona, la madre de mi madre, tuvo entre sus brazos al primer bebe de la familia, es decir yo.
Eso, como decía más arriba, tiene sus privilegios, fui de allí en adelante, el consentido de toda la familia, y principalmente de mi abuela, "La Diva". Sin embargo, de allí, a que lograra convencerla a que se desnude para mi, su nieto predilecto, hay un gran trecho.
Pero, los que leyeron anteriores relatos, como por ejemplo "Éramos pocos y llegó la abuela", saben de las características distintivas que tiene esta "Abu".
Es todo un caso, es una bohemia, que allá por los años cincuenta (1950) se separó, se divorció de mi abuelo y se fue con su amante hacia Europa, específicamente España.
Ella, fue la musa inspiradora de este, un artista plástico mediocre, pero con contactos, que intentó con la pintura, hasta recalar en la fotografía, y logró cierto éxito, a través de mi abuela, como su modelo fetiche, con quien se casó en segundas nupcias, y vivieron sin grandes lujos pero sin carencias, como las que ella (mi abuela) afrontaba en su provincia natal, al lado de mi verdadero abuelo, el padre de mi mamá.
Es decir, en otras palabras, no era algo nuevo para ella posar, y tampoco, el caso que fuera con poca o sin ropas, era una profesional. Y según algunos comentarios mal intencionados, principalmente del lado de la familia de mi padre, ella había vendido su cuerpo, es decir, para el otro sector de mi familia, la paterna, la de mi viejo, era lisa y llanamente una prostituta.
Hasta aquí todo bien, bah, no bien, pero, era lo que se decía. Sin embargo, y aunque esto fuera realmente así de cierto, eso había de algún modo caducado, prescribido. Era otra época, en otros tiempos, pero en el aquí y ahora, era una abuelita cariñosa, conmigo su primer ñieto.
Yo, a estas alturas, estaba en plena ebullición, comenzando los juegos con mi hermana Felina, y con escarceos y devaneos con mi madre, ambigüedades con rodeos, que sólo lograban mi divagación, por ejemplo, esta, la de fotografiarla como antaño, sin ropas, desnuda.
Ella, mi abuela "La DIva" fue recelosa, es decir, suspicaz, temerosa, precavida.
Sin embargo, siempre sospeché en ella cierta malicia, cierta intención cuasi perversa para conmigo, era la típica calienta pijas, las que más adelante conocería, todas aquellas mujeres histéricas de mi juventud, y hoy, en la actualidad, la están pagando, porque los nuevos jóvenes, son ahora los histéricos. Antes, era condición casi sine qua nom de las féminas.
Esta abuela, recordaba yo, que siempre me apretaba contra sus tetas, sus formidables ubres, duras, pezonudas, me besaba de manera habitual en los labios, y recuerdo su olor, siempre como a jazmín, el recuerdo me excita, y me hace endurecer mi choto. Seguro ella lo sentía, lo presentía, era muy "bicha" esa abuelita.
Así que, a pesar de intentar eludir mi pedido en primera instancia, la digresión y los preámbulos. Desviando el hilo del discurso oral para expresar algo, cualquier cosa, que se apartaba del tema que estábamos tratando, como en una especie de preliminar, se decidió y fue al grano. Sin más prolegómenos accedió a realizarlo, pero, con la certeza, que eso sería un secreto entre ambos, "nuestro secreto" y una recomendación, si me ponía "loquillo" se terminaba abruptamente, tal cual se había iniciado.
Sin más palabras, se desvistió y fue como una tabla de arcilla, dejó que yo la moldeara, la dirigiera, fue dócil, obediente, adoptando las posturas y poses que le solicitaba, y aunque yo explotaba de calentura, y me acomodara la garcha continuamente, me comporté como un profesional, ético que jamás se zarpó, por lo menos frente a ella.
Más aún cuando ella, descorchó uno de esos vinos añejos, los que le encantan, y con ellos se pone sumamente alegre, se desinhibe, sin embargo, como verán, eso no le cuesta tanto, para nada parce cohibida, menos aún retraída, pero pierde sus frenos con el alcohol.
Se estimula, se pone creativa, luego de su elixir, el vino, fue en busca de sábanas y se arropó como una diosa. Cualquiera de las divinidades femeninas menores de la mitología grecolatina que simbolizaban la naturaleza.
Hasta, se vistió con prendas de mi hermana, compradas por el novio panadero, nuevas, que ni siquiera había estrenado Felina, y que le entraban, algo ajustadas, ceñidas a su cuerpo, pero hay que reconocer, que no se cuantas abuelas pueden vestir atuendos de sus nietas, y mal, no le quedaban.
Claramente el vino la puso cachonda, lo noté en sus pezones, los que se irguieron, parecían sendos timbres, parados, redondos, como los corchos de sus vinos favoritos, en ese momento, pensé venirme en seco.
La "Abu" se vestía y desvestía, cambiaba de atuendos para mi, su nieto preferido, recordaba sus tiempos de modelaje, creo que se abstrajo de la realidad y me veía a mi, como un profesional de la fotografía, como el artista que fue su extinto segundo marido.
Aunque, cuando apareció con su físico intacto, para esta fotografía, me sentí aquél, quería ser ese artista, que aunque mediocre le "daba masa" a la "Abueli" ¡Qué fuerte estaba la veterana! ¡Por Dios, recojible! Ella aún calentaba no sólo a veteranos, sino a tipos de mediana edad y hasta muchos pendejos como yo.
Hasta su piel se mantenía tersa, se veía suave, cuidada, no se manifestaban grietas, arrugas, ni huellas del paso del tiempo por su anatomía.
Además estaba a la moda, toda depilada, aunque se que no era un tema de moda, ya que mi madre, siempre decía que había adquirido esa costumbre de ella, que se depilaba hasta las cejas.
Un físico envidiable, monumental, majestuoso, que despertaba la libido a todos, hombres y mujeres. Mi barrio estaba conmocionado por la vuelta de mi abuela, la madre de Angélica. Todos murmuraban sobre la bellezas de las mujeres de la familia, mi hermana, mi madre y mi abuela.
Bue... Para ser honesto, los hombres hacían más hincapié en eso, las mujeres lo asociaban a ellas, no con la belleza, sino por lo "casquivanas" lo puta que eran, todas, empezando por la más vieja (mi abuela) pasando por la madre (Angélica) hasta la pendeja (mi hermana Felina).
En síntesis, resumiendo, me recibí de "alguna manera" de gigolo, de fiolo, porque esas fotos fueron muy valiosas en esa etapa de mi vida. Muchas de ellas sirvieron para tener algún billete en mi bosillo, en épocas de vacas flacas.
344 comentarios - Convencí a mi abuelita que se desnude y me deje fotografiar
@tantrico @kalel0584 @michotalarga1 @caliche1963 Muchas gracias a todos por sus apreciaciones, comentarios, calificativos y adjetivos generosos, ocurrentes y graciosos, saludos