Felina me miró, luego del beso en el cuello que le di y me dijo ¿Qué hacés? Yo permanecí en silencio mirándola ¿Te agarró un ataque de "hermano cariñoso"? Repreguntó ella
Sólo se me ocurrió responder ¡No vamos a actuar! Ella me miró confundida y preguntó
¿Qué cosa querés actuar? Sosteniéndome la mirada
¡La novela, el cuento que leíste! Respondí más seguro de mis dichos, deje de titubear
¡Ah, si, dale! ¿Qué hacemos? Se enganchó Felina
¡Bueno, vos me contabas lo que descubriste al revelar las imágenes, y yo "tu novio en la ficción" no te creo, pero te contengo, como pareja te consuelo! Dije a pura improvisación
¡Si, perfecto! Se entusiasmó mi hermana
Ella también improvisaba su texto, y actuaba como si tuviera en sus manos las fotografías por ellas reveladas, que me mostraba para probar aquello (el descubrimiento del crimen).
Yo hacía que las veía, las analizaba y mientras la abrazaba le daba unos besitos protectores en su cuello primero, luego en sus mejillas, para terminar con piquitos inocentes en sus labios.
Noté que claramente los aceptaba con emoción, sin embargo, no sabía si realmente los sentía, los disfrutaba, o lo estaba actuando.
Doblé la apuesta, y mientras me sentaba en un sofá del cuarto, con una de mis manos le bajé la blusa que no se porque mierda llevaba puesta, dejando expuestos sus jóvenes senos.
Ella se inclinó hacia mi, me besó en los labios y me dijo ¡Tengo miedo!
Yo lo interpreté que entendía lo que se venía, lo que estábamos haciendo, pero igual pregunté ¿De qué? Ella respondió ¡Qué el asesino sepa que lo fotografié!
Estaba actuando y yo como un forro al palo queriéndomela cojer. Eso me turbó un toque, pero me recompuse de inmediato, tratando de esconder y disimular mi erección, manteniendo el diálogo exclamé ¡Pero como podría saberlo!
¡Corte! Dijo ella, Felina me miró y me dijo ¡No me acuerdo, no se como puede saberlo! Con carita triste, sintiéndose responsable, de haber interrumpido la escena y romper el clima logrado, toda una profesional consecuente la pendeja.
Continuó siendo crítica con ella misma y dijo ¡Además, no se besar! ¡Lo hice mal! ¡Me salió fingido!
¡Bueno, eso no importa, es cuestión de practicar! Respondí yo, dando crédito a lo que ella decía y dándome un lugar de conocedor, que no tenía. Más, cuando a mi, me habían encantado sus besos. Ese fue un error mío, ya que debido a eso, a aceptar sus palabras críticas, me dijo ¡Bueno, lee el libro, fijate como ella sabe o inventalo, que yo me voy a practicar besos con los espejos de la casa! Que bronca, yo quería continuar y en todo caso que practiquemos juntos.
Mientras leía, para conocer la historia, veía a mi hermana acometer contra cada espejo en nuestra casa, estaba como loca para hacerlo bien.
A fuerza de prueba y error, probaba y comprobaba, no sólo realizar bien el beso, como una eximia ejecutante de aquél, sino también, como daba haciéndolo, su apariencia para el otro.
Felina era una detallista de todo lo que hacía, y fundamentalmente en la experimentación, quería hacerlo bien, perfecto, ella decía "tal vez teóricamente no se exponerlo, pero en la práctica soy idónea".
Hasta que lo logró, verla besar, como ponía sus labios era sublime, y sentir sus besos, recibirlos, experimentarlos, era la gloria, la perfección, nadie besaba mejor que ella.
Leí rápido, como pude, para conocer la historia, pero el apuro impedía que comprendiera bien el argumento, así que lo re-elaboré explicando que la casa de fotografía donde reveló los negativos, había hecho una copia de una de sus fotos, por lo bien lograda y la había expuesto en la vidriera, y seguramente el homicida, la había visto, consultado en el local y estos, le habían dado el nombre y la dirección de "la periodista" (medio agarrado de los pelos, pero la necesidad tiene cara de hereje). Así que le di una vuelta de tuerca al guión, y más aún, había sumado un nuevo protagonista, el asesino (que por supuesto yo lo representaba y quería matarla) a pijazos quería hacerlo.
Ella estuvo de acuerdo y para componer mejor el rol del delincuente, me caractericé, con un vestuario de mi padre, un traje de él, que encontré dentro del placard en el dormitorio de mis padres. Y la versión, fue, que ella, la heroína, para salvarse y no ser víctima de ese cruel malvado, debía enamorarlo (por supuesto, más besos, abrazos y franela) ella aceptó y allí comprobé los avances producidos con las prácticas sobre el espejo, sus besos.
Y las historias se fueron sucediendo, unas tras otras, y todo terminaba allí, y si de casualidad me quería zarpar, ella, cuidadosamente, sin estridencias, se alejaba, se separaba y daba tácitamente por terminada la actuación.
Sin embargo, cada vez nos besábamos más, hasta allí sin lengua, pero nos abrazábamos, nos apretábamos y modificábamos los textos, los personajes, pero la esencia era siempre la misma, ella la heroína y yo el bandido, ella fingiendo amarme para que yo no la mate.
Aunque, cada vez más, la veía más compenetrada en la actuación, muchas veces no tenía ya que guiarla y decirle "ahora me tenés que besar", "besame", lo hacía por propia iniciativa.
Eso, me llevó al próximo paso, mucho más jugado, en una de esas "actuaciones" el malhechor, o sea yo, le metió las manos entre las piernas y acarició la zona púbica de Felina.
Ella, no hizo nada, no me quitó la mano en un primer momento y continuó la escena, pero cuando quise introducirle un garfio, se retiró diciéndome ¡Me hacés doler!
Eso fue todo un avance, así que en la actuación siguiente le expliqué, que tal vez le había dolido porque esa zona había que lubricarla ¿Cómo lubricarla? ¿Qué es lubricarla? Me preguntó curiosa ¡Mojarla! Respondí Lacónico ¡Mojarla, con qué! Exclamó ella
¡Si, con saliva! Aseguré ¡Dejame mostrarte! Indiqué yo con aplomo y seguro de mi mismo y ella no murmuró, ni siquiera pestañeó, se quedó quieta, inmóvil, suelta de cuerpo, se dejó llevar, guiar, por mi, su hermano cruel, aunque siempre dentro del contexto de la actuación.
Le quité suavemente las bragas, mientras besaba dulcemente su terso vientre pálido.
Su vulva virgen, impoluta, pelada, sin vellos, curiosamente, como si hubiera estado esperando esto, estaba depilada. Sus labios vaginales rosados, su pequeño clítoris, como un botón enrojecido por el deseo, se inflamó con el roce de mi lengua y ella se contorsionó de placer y de sorpresa, no sabía que con sólo un tenue roce esa parte de su cuerpo la ponía a convulsionar.
Observé en forma detallada como sus jugos, sus líquidos genitales aparecían en la cavidad inundándolo todo, se me hacía agua la boca y ella se retorcía de lujuria, el ansia, le produjo sed, y me lo manifestó, pero siguiendo el guión, como actriz responsable que era ¡Tengo la garganta seca, la boca pastosa! ¿Es por lo que me estás haciendo? Me indicó y preguntó
No supe que responder, sólo atiné a levantarme, dejándome ver totalmente erecto, como un fierro mi miembro, corrí a la cocina y le traje un vaso de agua del grifo de la pileta de nuestra cocina. Ella con la mirada extraviada de concupiscencia, se lo devoró en segundos, lo tragó. ¡Continuá mi amor! Me dijo lasciva y voluptuosa
La giré sin mediar palabra, y con la libido exaltada de Felina transformada en flujo chorreando por su raja introduje mis dedos en ella, dos dedos, el mayor y el anular, se deslizaron hacia su interior, sin dolor, mejor aún, con gozo y deleite, apoyando mi órgano viril erecto entre sus cachas, entre medio de la raya del culo, también mojada con sus secreciones derramadas por la incontinencia de su sensualidad desatada.
Sus movimientos innatos, congénitos, de manera natural, como jineteando por sobre mi verga me hicieron que me venga al instante, urgente, y me asusté, y no fui profesional como lo era ella, me retiré de su cuerpo, abandonándola, dejándola sola.
Mientras lo hacía, en ese momento de máxima excitación donde mis órganos sexuales experimentaban un placer intenso, me relajaba y los restos de mis secreciones involuntariamente caían sobre su espalda.
Yo apreté mi glande con mi mano derecha, tapando el ducto de la uretra o meato, pero las emisiones continuaban ininterrumpidamente sucediéndose mientras corría al cuarto de baño, entretanto escuchaba a mi hermana Felina preguntarme ¿Qué te pasa? ¿Qué te pasó? ¡Leo, Leo!
Yo agitado me lavé, me limpié, y no sabía que responder.
De todos modos debía regresar junto con ella, Felina permanecía en la cama tendida, desnuda, en la misma posición, como esperando continuar con la escena, boca abajo, apenas se incorporó para mirarme de perfil cuando ingresé nuevamente en el "cuarto de estudio" o "set de grabación" dejándome ver lo bella que era, su cuerpo sexy expuesto para mi, sus senos comestibles, los devoraría como un caníbal pensé, yo me mantenía en silencio sin saber que responder.
¡Corte! Dijo Felina y exclamó ¡Leo! ¡Decime la verdad! ¿Te measte? ¡Lo hiciste encima mío!
Yo, temblaba de miedo, de pánico, de vergüenza, mientras estaba en el baño, se me cruzó por la cabeza, que tal vez por casualidad, por azar, parte de mi semen hubiera corrido por su espalda, o entre sus cachas, ya que de hecho, yo estaba en medio de la raya del orto. y la descarga de mi líquido seminal fue involuntaria, repentina. Apenas entendí lo que estaba pasando me retiré, pero capas fue tarde (bien dice otro refrán, no es lo mismo la paja que el trigo). Aunque la práctica "la actuación" haya sido sin penetración no percibí la llegada de la eyaculación
Felina, me dio la espalda otra vez, se volteó, porque observó que ante su mirada inquisidora, yo no emitía respuesta, me dio una especie de "changüín", de ayuda, para que elabore una de mis mentiras habituales, ya me había "sacado la ficha", me tenía "calado", pero mis temores me dejaban sin verba.
Realmente estaba persuadido que la había dejado embarazada. Me imaginaba el escándalo en casa, mi madre a los gritos enfermándose, desmayándose, mi padre, dándome una paliza ejemplificadora, los vecinos murmurando y criticando, me iba a tener que ir del barrio, desaparecer, a mis amigos y conocidos no los podría mirar más a la cara. La zozobra en la familia de mi madre y la de mi padre, hasta casi seguro iría preso. Me estaba volviendo loco, paranoico.
Lo que atiné, en medio de la crisis que me envolvía sólo a mi, ya que ella desconocía todo esto, pobre inocente hermana mía, su hermano mayor, degenerado, la había deshonrado, humillado, agredido sexualmente condenándola a un embarazo, no sólo no deseado, sino que podría tener severos riesgos de enfermedades, retrasos, conmocionaría su vida, la condicionaría y yo preso. La tomé por sus brazos y nos metimos a la ducha, para limpiarla, para lavar el ultraje por mi cometido.
Ella no entendía nada, si era que yo seguía actuando, que todo había sido una charada, y yo que no me animaba a decirle lo que había o me había pasado, y las consecuencias de aquello para ambos.
Por ello, y a pesar de mi desazón, de mi desasosiego, disgusto e inquietud, seguí montando el show, como que continuaba la actuación, y en la ducha nos besamos, pero yo lo hacía sin ganas, y Felina lo notaba (ella me murmuró al oído) ¡No está saliendo bien la actuación! ¡Soy yo, que no entro en el rol! Aseguró mi ingenua y mal apreciada hermana. Y sin mediar más dichos se escurrió por un lateral, se puso a mis espaldas, y tomó con su manita tersa mi garcha, la irguió y me masturbó, a mi se me caían las lágrimas por su labor, era horrible la situación, el momento, como me sentía e igual, se me paraba la pija, un ser despreciable.
Esa noche, nos dormimos juntos, pegados, uno con el otro, a ella no le pareció mal, tal vez, presagiaba que existía un grave problema, y que era momento de acompañarnos.
Sin embargo, amanecí sólo en la cama que compartimos, bah, igual era alrededor del mediodía, me desperté, tal vez, por el silencio que reinaba en la casa, me encontré sólo, y desnudo, cosa poco habitual en mi. Caminé por toda la casa, llamando a mis familiares, sin embargo, nadie contestaba a mis pregones, y nadie estaba en el lugar.
Pensé lo peor, la habían llevado a mi hermana lejos de mi, y seguramente, llegarían con carros de asalto para detenerme, ir preso y ser violado en la cárcel.
De pronto escuché el ruido del motor de nuestra camioneta que ingresaba a la casa, corrí hasta la puerta de entrada y la entreabrí con cuidado, miré y la vi a ella, mi hermana Felina, descendiendo de la misma, aún con medio cuerpo dentro de la misma, ella también me observó con detenimiento, como intrigante, me volvió la incertidumbre.
Yo regresé hasta el dormitorio y me vestí, esperándola ver entrar a la habitación.
Ingresaron juntas a la casa con bolsas del mercado y conversando animadamente las dos.
¡Leo, Leíto! Me llamó mi madre, así que salí con cierto recelo.
Mi hermana había ido al baño, saludé a mi mamá, y le pregunté ¿Dónde estaban?
Angélica mi madre me respondió ¡Llevé a tu hermana al ginecólogo! El corazón medió un vuelco, un escozor recorrió mi piel, el miedo se apoderó de mi, alcancé a balbucear y reclamar ¿Por qué no me dijeron nada? ¡Pude acompañarlas! Mi madre me miró, sonrió y manifestó ¡Esas son cosas de mujeres! ¡No van los varones al ginecólogo, ni siquiera de acompañantes!
¿Y qué le hicieron a Felina? Inquirí preocupado
¡Bueno, tu hermana ya tiene la edad para una consulta, ya es mujer hace rato! Afirmó ella y con eso no respondía a mi pregunta, así que argumenté ¡Yo hace rato que soy un hombre y nunca fui o me llevaron a un urólogo!
Mi madre rió y exclamó ¡Pero no es lo mismo, los hombres sólo van si están enfermos! ¡En cambio al ginecólogo, toda mujer va habitualmente, de hecho hace varios años que debí llevarla y no continuar con el pediatra!
¡Pero por qué, no entiendo! Me quejé
¿Pero, que te pasa a vos con tu hermana? ¿Por qué tanta preocupación? Indagó mi madre
Allí, bajé un cambio, al final me iba a mandar preso sólo ¡Ufa, al final, si no pregunto es que no me importa, y cuando lo hago, resulta que exagero, ok, olvidate! Fingí ofenderme
¡Bueno, mirá, en las mujeres es algo más complejo que los varones, suceden muchos cambios físicos, hormonales, que hay que observar, inspeccionar! Aclaró mi madre dando por terminada la conversación y mencionó además ¡Mañana, vienen tus primos y tus tíos!
¿Quiénes? Pregunté ¡Los Prados! Contestó ella mirándome fijamente, sabía que no me llevo nada bien con Hector mi primo, ni con mi tío, que siempre mira libidinosamente a mi hermana Felina, y aprovecha cualquier ocasión para tocarla, o manosearla.
Me dirigí contrariado a nuestra habitación en busca de mi hermana, ella ya se había quitado la ropa y era como que me esperaba para contarme.
¿Qué pasó? ¿Qué te hicieron? Le pregunté angustiado
¡Nada, me hizo una ficha médica, tomó mi peso, temperatura, estatura, me revisó! ¡Y creo prescribió unas prácticas médicas, análisis de sangre, orina, etc.! Replicó Felina
¡Olvidate, vamos actuar! Clamó
Sin embargo, yo continuaba atormentado por lo ocurrido, el día anterior, y también por lo sucedido esa mañana, la visita al médico y los análisis, podrían desenmascarar los acontecimientos y el imprevisto embarazo, así que sin más palabras me negué y exigí continúe con las circunstancias en el ginecólogo. Felina se enojó, y no nos hablamos por el resto del día. Más aún, con la llegada de los primos y los tíos al otro día, continuamos con el mutismo entre ambos.
Mientras yo saludaba a mis primos queridos, e íbamos al fondo del terreno a jugar a la pelota. Mi tío Prados, agasajaba congratulándose, más que cariñosamente a mi hermana Felina, su única sobrina, todo el resto de sus sobrinos éramos varones, el viejo libidinoso siempre la manoseó a ella, y mi hermana nunca me dijo nada.
Más tarde, otro que fue a buscar a mi hermana Felina, fue el primo hector, primero, porque era otro que a mi me desagradaba, era una cuestión de piel, y no lo integraba en los juegos, segundo, y hasta ese día no me había dado cuenta, ella, mi hermana, lo pretendía.
En un momento dado, noté la ausencia de este, mi primo Hector, y presagié lo peor, pero, sin levantar sospechas, me escabullí y me puse en la búsqueda de él, y/o de mi hermana Felina, y bingo, los encontré a ambos, a los dos desnudos en el living, en la sala de estar, en la habitación principal, como kamikazes, expuestos a toda la familia.
Mis padres y mis tíos, estaban todos entre el comedor y la cocina, a metros de la sala, y el resto de los primos en el fondo del terreno. Llegué justo en el desenlace, y hasta esto podía, de alguna forma beneficiarme. Mi primo era dos años mayor que yo, tal vez, me podría vencer en una pelea, pero, no estaba en mi consideración, que eso suceda, ni le iba a dar chance que esté cerca de poder reaccionar.
De todos modos, lo que realmente me molestaba, eran todos los recaudos, las precauciones, la cautela que había tenido con ella, el miramiento, la tolerancia, la consideración que yo le dispensé a mi hermana, y este, en un rato, había llegado a la meta que a mi me había demandado meses de cortesía para conseguir.
Así que con toda mi furia me abalancé sobre él, lo golpee con todo lo que tenía, puños, patadas, lo avasalle, a bofetazos lo arrastré a la ducha y le hice chupar mi verga a lo macho.
Luego lo até y lo dejé en el galpón, mientras arreglaba las cosas con mi hermana Felina
Giré sobre mis pasos y Felina permanecía allí estática, paralizada, jamás me había visto tan sacado, a ella sólo la abofetee
Y no dijo ni Ah.... Aunque lo que me molesta más, es haber sido tan gil, la pendeja, sabía besar, sabía de sus zonas erógenas, había tenido experiencia en el manoseo, y hasta, capas no era virgen, y yo tan preocupado, tan angustiado, y de vengativo de mierda que soy, empecé a gritar, y todos los familiares se hicieron presentes, y todos conocieron mi versión de los hechos, lo mandé con "pitos y cadenas" al frente a mi primo, y amenacé a mi hermana de escracharla a ella también, si contradecía mi historia, fue un quilombo, un quilombo....
Felina se quedó sentada, desnuda, callada, en medio de todos sus tíos, primos y sus padres, mirando fijamente a su hermano Leo.
Sólo se me ocurrió responder ¡No vamos a actuar! Ella me miró confundida y preguntó
¿Qué cosa querés actuar? Sosteniéndome la mirada
¡La novela, el cuento que leíste! Respondí más seguro de mis dichos, deje de titubear
¡Ah, si, dale! ¿Qué hacemos? Se enganchó Felina
¡Bueno, vos me contabas lo que descubriste al revelar las imágenes, y yo "tu novio en la ficción" no te creo, pero te contengo, como pareja te consuelo! Dije a pura improvisación
¡Si, perfecto! Se entusiasmó mi hermana
Ella también improvisaba su texto, y actuaba como si tuviera en sus manos las fotografías por ellas reveladas, que me mostraba para probar aquello (el descubrimiento del crimen).
Yo hacía que las veía, las analizaba y mientras la abrazaba le daba unos besitos protectores en su cuello primero, luego en sus mejillas, para terminar con piquitos inocentes en sus labios.
Noté que claramente los aceptaba con emoción, sin embargo, no sabía si realmente los sentía, los disfrutaba, o lo estaba actuando.
Doblé la apuesta, y mientras me sentaba en un sofá del cuarto, con una de mis manos le bajé la blusa que no se porque mierda llevaba puesta, dejando expuestos sus jóvenes senos.
Ella se inclinó hacia mi, me besó en los labios y me dijo ¡Tengo miedo!
Yo lo interpreté que entendía lo que se venía, lo que estábamos haciendo, pero igual pregunté ¿De qué? Ella respondió ¡Qué el asesino sepa que lo fotografié!
Estaba actuando y yo como un forro al palo queriéndomela cojer. Eso me turbó un toque, pero me recompuse de inmediato, tratando de esconder y disimular mi erección, manteniendo el diálogo exclamé ¡Pero como podría saberlo!
¡Corte! Dijo ella, Felina me miró y me dijo ¡No me acuerdo, no se como puede saberlo! Con carita triste, sintiéndose responsable, de haber interrumpido la escena y romper el clima logrado, toda una profesional consecuente la pendeja.
Continuó siendo crítica con ella misma y dijo ¡Además, no se besar! ¡Lo hice mal! ¡Me salió fingido!
¡Bueno, eso no importa, es cuestión de practicar! Respondí yo, dando crédito a lo que ella decía y dándome un lugar de conocedor, que no tenía. Más, cuando a mi, me habían encantado sus besos. Ese fue un error mío, ya que debido a eso, a aceptar sus palabras críticas, me dijo ¡Bueno, lee el libro, fijate como ella sabe o inventalo, que yo me voy a practicar besos con los espejos de la casa! Que bronca, yo quería continuar y en todo caso que practiquemos juntos.
Mientras leía, para conocer la historia, veía a mi hermana acometer contra cada espejo en nuestra casa, estaba como loca para hacerlo bien.
A fuerza de prueba y error, probaba y comprobaba, no sólo realizar bien el beso, como una eximia ejecutante de aquél, sino también, como daba haciéndolo, su apariencia para el otro.
Felina era una detallista de todo lo que hacía, y fundamentalmente en la experimentación, quería hacerlo bien, perfecto, ella decía "tal vez teóricamente no se exponerlo, pero en la práctica soy idónea".
Hasta que lo logró, verla besar, como ponía sus labios era sublime, y sentir sus besos, recibirlos, experimentarlos, era la gloria, la perfección, nadie besaba mejor que ella.
Leí rápido, como pude, para conocer la historia, pero el apuro impedía que comprendiera bien el argumento, así que lo re-elaboré explicando que la casa de fotografía donde reveló los negativos, había hecho una copia de una de sus fotos, por lo bien lograda y la había expuesto en la vidriera, y seguramente el homicida, la había visto, consultado en el local y estos, le habían dado el nombre y la dirección de "la periodista" (medio agarrado de los pelos, pero la necesidad tiene cara de hereje). Así que le di una vuelta de tuerca al guión, y más aún, había sumado un nuevo protagonista, el asesino (que por supuesto yo lo representaba y quería matarla) a pijazos quería hacerlo.
Ella estuvo de acuerdo y para componer mejor el rol del delincuente, me caractericé, con un vestuario de mi padre, un traje de él, que encontré dentro del placard en el dormitorio de mis padres. Y la versión, fue, que ella, la heroína, para salvarse y no ser víctima de ese cruel malvado, debía enamorarlo (por supuesto, más besos, abrazos y franela) ella aceptó y allí comprobé los avances producidos con las prácticas sobre el espejo, sus besos.
Y las historias se fueron sucediendo, unas tras otras, y todo terminaba allí, y si de casualidad me quería zarpar, ella, cuidadosamente, sin estridencias, se alejaba, se separaba y daba tácitamente por terminada la actuación.
Sin embargo, cada vez nos besábamos más, hasta allí sin lengua, pero nos abrazábamos, nos apretábamos y modificábamos los textos, los personajes, pero la esencia era siempre la misma, ella la heroína y yo el bandido, ella fingiendo amarme para que yo no la mate.
Aunque, cada vez más, la veía más compenetrada en la actuación, muchas veces no tenía ya que guiarla y decirle "ahora me tenés que besar", "besame", lo hacía por propia iniciativa.
Eso, me llevó al próximo paso, mucho más jugado, en una de esas "actuaciones" el malhechor, o sea yo, le metió las manos entre las piernas y acarició la zona púbica de Felina.
Ella, no hizo nada, no me quitó la mano en un primer momento y continuó la escena, pero cuando quise introducirle un garfio, se retiró diciéndome ¡Me hacés doler!
Eso fue todo un avance, así que en la actuación siguiente le expliqué, que tal vez le había dolido porque esa zona había que lubricarla ¿Cómo lubricarla? ¿Qué es lubricarla? Me preguntó curiosa ¡Mojarla! Respondí Lacónico ¡Mojarla, con qué! Exclamó ella
¡Si, con saliva! Aseguré ¡Dejame mostrarte! Indiqué yo con aplomo y seguro de mi mismo y ella no murmuró, ni siquiera pestañeó, se quedó quieta, inmóvil, suelta de cuerpo, se dejó llevar, guiar, por mi, su hermano cruel, aunque siempre dentro del contexto de la actuación.
Le quité suavemente las bragas, mientras besaba dulcemente su terso vientre pálido.
Su vulva virgen, impoluta, pelada, sin vellos, curiosamente, como si hubiera estado esperando esto, estaba depilada. Sus labios vaginales rosados, su pequeño clítoris, como un botón enrojecido por el deseo, se inflamó con el roce de mi lengua y ella se contorsionó de placer y de sorpresa, no sabía que con sólo un tenue roce esa parte de su cuerpo la ponía a convulsionar.
Observé en forma detallada como sus jugos, sus líquidos genitales aparecían en la cavidad inundándolo todo, se me hacía agua la boca y ella se retorcía de lujuria, el ansia, le produjo sed, y me lo manifestó, pero siguiendo el guión, como actriz responsable que era ¡Tengo la garganta seca, la boca pastosa! ¿Es por lo que me estás haciendo? Me indicó y preguntó
No supe que responder, sólo atiné a levantarme, dejándome ver totalmente erecto, como un fierro mi miembro, corrí a la cocina y le traje un vaso de agua del grifo de la pileta de nuestra cocina. Ella con la mirada extraviada de concupiscencia, se lo devoró en segundos, lo tragó. ¡Continuá mi amor! Me dijo lasciva y voluptuosa
La giré sin mediar palabra, y con la libido exaltada de Felina transformada en flujo chorreando por su raja introduje mis dedos en ella, dos dedos, el mayor y el anular, se deslizaron hacia su interior, sin dolor, mejor aún, con gozo y deleite, apoyando mi órgano viril erecto entre sus cachas, entre medio de la raya del culo, también mojada con sus secreciones derramadas por la incontinencia de su sensualidad desatada.
Sus movimientos innatos, congénitos, de manera natural, como jineteando por sobre mi verga me hicieron que me venga al instante, urgente, y me asusté, y no fui profesional como lo era ella, me retiré de su cuerpo, abandonándola, dejándola sola.
Mientras lo hacía, en ese momento de máxima excitación donde mis órganos sexuales experimentaban un placer intenso, me relajaba y los restos de mis secreciones involuntariamente caían sobre su espalda.
Yo apreté mi glande con mi mano derecha, tapando el ducto de la uretra o meato, pero las emisiones continuaban ininterrumpidamente sucediéndose mientras corría al cuarto de baño, entretanto escuchaba a mi hermana Felina preguntarme ¿Qué te pasa? ¿Qué te pasó? ¡Leo, Leo!
Yo agitado me lavé, me limpié, y no sabía que responder.
De todos modos debía regresar junto con ella, Felina permanecía en la cama tendida, desnuda, en la misma posición, como esperando continuar con la escena, boca abajo, apenas se incorporó para mirarme de perfil cuando ingresé nuevamente en el "cuarto de estudio" o "set de grabación" dejándome ver lo bella que era, su cuerpo sexy expuesto para mi, sus senos comestibles, los devoraría como un caníbal pensé, yo me mantenía en silencio sin saber que responder.
¡Corte! Dijo Felina y exclamó ¡Leo! ¡Decime la verdad! ¿Te measte? ¡Lo hiciste encima mío!
Yo, temblaba de miedo, de pánico, de vergüenza, mientras estaba en el baño, se me cruzó por la cabeza, que tal vez por casualidad, por azar, parte de mi semen hubiera corrido por su espalda, o entre sus cachas, ya que de hecho, yo estaba en medio de la raya del orto. y la descarga de mi líquido seminal fue involuntaria, repentina. Apenas entendí lo que estaba pasando me retiré, pero capas fue tarde (bien dice otro refrán, no es lo mismo la paja que el trigo). Aunque la práctica "la actuación" haya sido sin penetración no percibí la llegada de la eyaculación
Felina, me dio la espalda otra vez, se volteó, porque observó que ante su mirada inquisidora, yo no emitía respuesta, me dio una especie de "changüín", de ayuda, para que elabore una de mis mentiras habituales, ya me había "sacado la ficha", me tenía "calado", pero mis temores me dejaban sin verba.
Realmente estaba persuadido que la había dejado embarazada. Me imaginaba el escándalo en casa, mi madre a los gritos enfermándose, desmayándose, mi padre, dándome una paliza ejemplificadora, los vecinos murmurando y criticando, me iba a tener que ir del barrio, desaparecer, a mis amigos y conocidos no los podría mirar más a la cara. La zozobra en la familia de mi madre y la de mi padre, hasta casi seguro iría preso. Me estaba volviendo loco, paranoico.
Lo que atiné, en medio de la crisis que me envolvía sólo a mi, ya que ella desconocía todo esto, pobre inocente hermana mía, su hermano mayor, degenerado, la había deshonrado, humillado, agredido sexualmente condenándola a un embarazo, no sólo no deseado, sino que podría tener severos riesgos de enfermedades, retrasos, conmocionaría su vida, la condicionaría y yo preso. La tomé por sus brazos y nos metimos a la ducha, para limpiarla, para lavar el ultraje por mi cometido.
Ella no entendía nada, si era que yo seguía actuando, que todo había sido una charada, y yo que no me animaba a decirle lo que había o me había pasado, y las consecuencias de aquello para ambos.
Por ello, y a pesar de mi desazón, de mi desasosiego, disgusto e inquietud, seguí montando el show, como que continuaba la actuación, y en la ducha nos besamos, pero yo lo hacía sin ganas, y Felina lo notaba (ella me murmuró al oído) ¡No está saliendo bien la actuación! ¡Soy yo, que no entro en el rol! Aseguró mi ingenua y mal apreciada hermana. Y sin mediar más dichos se escurrió por un lateral, se puso a mis espaldas, y tomó con su manita tersa mi garcha, la irguió y me masturbó, a mi se me caían las lágrimas por su labor, era horrible la situación, el momento, como me sentía e igual, se me paraba la pija, un ser despreciable.
Esa noche, nos dormimos juntos, pegados, uno con el otro, a ella no le pareció mal, tal vez, presagiaba que existía un grave problema, y que era momento de acompañarnos.
Sin embargo, amanecí sólo en la cama que compartimos, bah, igual era alrededor del mediodía, me desperté, tal vez, por el silencio que reinaba en la casa, me encontré sólo, y desnudo, cosa poco habitual en mi. Caminé por toda la casa, llamando a mis familiares, sin embargo, nadie contestaba a mis pregones, y nadie estaba en el lugar.
Pensé lo peor, la habían llevado a mi hermana lejos de mi, y seguramente, llegarían con carros de asalto para detenerme, ir preso y ser violado en la cárcel.
De pronto escuché el ruido del motor de nuestra camioneta que ingresaba a la casa, corrí hasta la puerta de entrada y la entreabrí con cuidado, miré y la vi a ella, mi hermana Felina, descendiendo de la misma, aún con medio cuerpo dentro de la misma, ella también me observó con detenimiento, como intrigante, me volvió la incertidumbre.
Yo regresé hasta el dormitorio y me vestí, esperándola ver entrar a la habitación.
Ingresaron juntas a la casa con bolsas del mercado y conversando animadamente las dos.
¡Leo, Leíto! Me llamó mi madre, así que salí con cierto recelo.
Mi hermana había ido al baño, saludé a mi mamá, y le pregunté ¿Dónde estaban?
Angélica mi madre me respondió ¡Llevé a tu hermana al ginecólogo! El corazón medió un vuelco, un escozor recorrió mi piel, el miedo se apoderó de mi, alcancé a balbucear y reclamar ¿Por qué no me dijeron nada? ¡Pude acompañarlas! Mi madre me miró, sonrió y manifestó ¡Esas son cosas de mujeres! ¡No van los varones al ginecólogo, ni siquiera de acompañantes!
¿Y qué le hicieron a Felina? Inquirí preocupado
¡Bueno, tu hermana ya tiene la edad para una consulta, ya es mujer hace rato! Afirmó ella y con eso no respondía a mi pregunta, así que argumenté ¡Yo hace rato que soy un hombre y nunca fui o me llevaron a un urólogo!
Mi madre rió y exclamó ¡Pero no es lo mismo, los hombres sólo van si están enfermos! ¡En cambio al ginecólogo, toda mujer va habitualmente, de hecho hace varios años que debí llevarla y no continuar con el pediatra!
¡Pero por qué, no entiendo! Me quejé
¿Pero, que te pasa a vos con tu hermana? ¿Por qué tanta preocupación? Indagó mi madre
Allí, bajé un cambio, al final me iba a mandar preso sólo ¡Ufa, al final, si no pregunto es que no me importa, y cuando lo hago, resulta que exagero, ok, olvidate! Fingí ofenderme
¡Bueno, mirá, en las mujeres es algo más complejo que los varones, suceden muchos cambios físicos, hormonales, que hay que observar, inspeccionar! Aclaró mi madre dando por terminada la conversación y mencionó además ¡Mañana, vienen tus primos y tus tíos!
¿Quiénes? Pregunté ¡Los Prados! Contestó ella mirándome fijamente, sabía que no me llevo nada bien con Hector mi primo, ni con mi tío, que siempre mira libidinosamente a mi hermana Felina, y aprovecha cualquier ocasión para tocarla, o manosearla.
Me dirigí contrariado a nuestra habitación en busca de mi hermana, ella ya se había quitado la ropa y era como que me esperaba para contarme.
¿Qué pasó? ¿Qué te hicieron? Le pregunté angustiado
¡Nada, me hizo una ficha médica, tomó mi peso, temperatura, estatura, me revisó! ¡Y creo prescribió unas prácticas médicas, análisis de sangre, orina, etc.! Replicó Felina
¡Olvidate, vamos actuar! Clamó
Sin embargo, yo continuaba atormentado por lo ocurrido, el día anterior, y también por lo sucedido esa mañana, la visita al médico y los análisis, podrían desenmascarar los acontecimientos y el imprevisto embarazo, así que sin más palabras me negué y exigí continúe con las circunstancias en el ginecólogo. Felina se enojó, y no nos hablamos por el resto del día. Más aún, con la llegada de los primos y los tíos al otro día, continuamos con el mutismo entre ambos.
Mientras yo saludaba a mis primos queridos, e íbamos al fondo del terreno a jugar a la pelota. Mi tío Prados, agasajaba congratulándose, más que cariñosamente a mi hermana Felina, su única sobrina, todo el resto de sus sobrinos éramos varones, el viejo libidinoso siempre la manoseó a ella, y mi hermana nunca me dijo nada.
Más tarde, otro que fue a buscar a mi hermana Felina, fue el primo hector, primero, porque era otro que a mi me desagradaba, era una cuestión de piel, y no lo integraba en los juegos, segundo, y hasta ese día no me había dado cuenta, ella, mi hermana, lo pretendía.
En un momento dado, noté la ausencia de este, mi primo Hector, y presagié lo peor, pero, sin levantar sospechas, me escabullí y me puse en la búsqueda de él, y/o de mi hermana Felina, y bingo, los encontré a ambos, a los dos desnudos en el living, en la sala de estar, en la habitación principal, como kamikazes, expuestos a toda la familia.
Mis padres y mis tíos, estaban todos entre el comedor y la cocina, a metros de la sala, y el resto de los primos en el fondo del terreno. Llegué justo en el desenlace, y hasta esto podía, de alguna forma beneficiarme. Mi primo era dos años mayor que yo, tal vez, me podría vencer en una pelea, pero, no estaba en mi consideración, que eso suceda, ni le iba a dar chance que esté cerca de poder reaccionar.
De todos modos, lo que realmente me molestaba, eran todos los recaudos, las precauciones, la cautela que había tenido con ella, el miramiento, la tolerancia, la consideración que yo le dispensé a mi hermana, y este, en un rato, había llegado a la meta que a mi me había demandado meses de cortesía para conseguir.
Así que con toda mi furia me abalancé sobre él, lo golpee con todo lo que tenía, puños, patadas, lo avasalle, a bofetazos lo arrastré a la ducha y le hice chupar mi verga a lo macho.
Luego lo até y lo dejé en el galpón, mientras arreglaba las cosas con mi hermana Felina
Giré sobre mis pasos y Felina permanecía allí estática, paralizada, jamás me había visto tan sacado, a ella sólo la abofetee
Y no dijo ni Ah.... Aunque lo que me molesta más, es haber sido tan gil, la pendeja, sabía besar, sabía de sus zonas erógenas, había tenido experiencia en el manoseo, y hasta, capas no era virgen, y yo tan preocupado, tan angustiado, y de vengativo de mierda que soy, empecé a gritar, y todos los familiares se hicieron presentes, y todos conocieron mi versión de los hechos, lo mandé con "pitos y cadenas" al frente a mi primo, y amenacé a mi hermana de escracharla a ella también, si contradecía mi historia, fue un quilombo, un quilombo....
Felina se quedó sentada, desnuda, callada, en medio de todos sus tíos, primos y sus padres, mirando fijamente a su hermano Leo.
136 comentarios - Así comenzaron los juegos con mi hermana, según Leo 2º Pa