Desde que recuerdo, desde que tengo memoria, me veo jugando con mi hermana, debo aclarar un par de cosas, primero que los juegos fueron modificándose, transformándose, evolucionando y segundo que al principio, no me hacían ninguna gracia, eran obligados y contra de mi voluntad.
Para los que siguen y conocen la historia esto es redundante, pero el público se renueva, y para estos doy una apretada síntesis.
Mi hermana Felina es tres años menor que yo, mi madre Angélica que me ama (y yo a ella) Bruno mi padre, que tiene una predilección por mi hermana, así como mi madre la tiene conmigo.
Ahora bien, cuando rememoro en el inicio de los juegos, hablo de mucho tiempo atrás, cuando en el barrio donde vivo, era casi una zona desértica, un páramo, con una cantidad pequeña de viviendas dispuesta por la geografía del territorio de manera aleatoria.
En ese contexto (tiempo y espacio) era otra la sociedad, es decir, totalmente distinta a la que hoy conocemos. Paso a dar unos ejemplos;
Muchos de mis amigos, conocidos, vecinos, no tuteaban a sus padres (no era nuestro caso, en nuestra familia si lo hacíamos) sin embargo, me faltan dedos de ambas manos para indicar en ese tiempo familias que no lo hacían;
Mi madre, no se cansa de contar que despedía a mi padre en la puerta de casa y se quedaba viéndolo hasta que este paraba, y subía al colectivo que lo llevaba a su trabajo (cabe agregar que lo visualizaba a cinco cuadras, o sea quinientos metros) con esto quiero referenciar que salvo los árboles, arbustos y pastos altos, no había construcciones ni otra cosa que interrumpiera la óptica. Hoy el barrio se transformó en una ciudad pujante, una urbe comercial, según algunas estadísticas la zona más comercial del cono urbano sur bonaerense, y por supuesto, hoy es imposible hacer aquello, desde la vereda de mi casa con suerte ves la del frente, debido a la cantidad de vehículos que pasan por la calzada, a veces, hasta eso se hace imposible;
Otro dato es que todos estábamos en la calle todo el día, nos levantábamos, desayunábamos y salíamos a jugar hasta el mediodía, cuando regresábamos a nuestras casas a almorzar, para luego volver a salir hasta la hora de la merienda (esto en vacaciones) si no a la escuela y al regresar de ella, volvíamos a salir hasta la hora de la cena, y en algunos casos (la mayoría) volvíamos a salir hasta que nos llamaban para dormir, así todos los días. Cosa que hoy, no existe, ni siquiera podemos imaginar aquello, y a pesar que hablo de alrededor de veinte años atrás, es otro país, otra sociedad.
Otro detalle es que en aquella sociedad los juegos estaban divididos, separados en sexos, es decir, las nenas con las nenas y los nenes con los nenes.
Los varones jugábamos fundamentalmente a la pelota (el fútbol) primero, porque aún hoy continúa siendo la pasión de la mayoría y segundo, que era común que el regalo para cualquier fiesta, fuera la de una pelota. Además, como ya dije, lo que sobraban eran terrenos baldíos, las cuales transformábamos en canchas, nos costaba más formar dos equipos de varones que pelotas y lugar para jugar.
Pero, también jugábamos a la bolita, al trompo, remontábamos barriletes, etc. Y las nenas, jugaban a la rayuela, al elástico y no se que otras cosas, porque como mencioné, no le dábamos ninguna importancia.
Y acá surge mi primer conflicto con esa sociedad machista, seguramente misógina, era para aquellos años, para mi, toda una crisis existencial. Ya que el poco valor que se le daba a la mujer, en todo sentido, sabiéndola débil, físicamente hablando, en su destreza corporal, considerada inferior su género y todo lo que indicara un carácter parecido y con esto quiero precisar el desprecio general por los homosexuales. Todo este entorno chocaba con el mandato de mis padres, que me habían hecho responsable por la integridad de mi hermana, no sólo física, sino también emocional. Vale decir, que yo debía, no sólo cuidarla que no se lastime, sino también que ella, participe, se divierta, se integre, socialice, etc.
Esto me hacía ver ante el grupo de pertenencia, como raro, domesticado, cuestionado, y a mi desorientado, confundido. Principalmente con los sentimientos para con mi hermana, que pendulaban entre el odio y el amor.
Es decir, teníamos la tranquilidad que podíamos dejar nuestras cosas tiradas en cualquier lugar, al costado del camino, en la calle, en las veredas. Y cuando regresábamos y las buscábamos las encontrábamos en el preciso lugar donde las habíamos dejado. Pero yo, no podía descuidar, olvidar, dejar de prestar atención a mi hermana, que a esa altura estaba al nivel de cualquier otra cosa, un juguete, una bicicleta y mi hermana.
Conforme íbamos creciendo, desarrollándonos como jóvenes, aquellos juegos sexistas, se fueron difumando, es decir, comenzó una interacción entre ambos sexos a través de juegos como la escondida, la mancha, etc. Todo el tradicional grupo de varones y mujeres que jugábamos desde siempre teníamos la misma edad, como mínimo tres años más que mi hermana Felina, pero los había de cuatro, cinco y seis años mayores, y esto atentaba contra ella. La tensión sexo genital de todos nosotros no era congruente con ella.
Quiero explicar con esto, que, aquellos prejuicios de compartir el juego entre ambos sexos habían desaparecido y no sólo eso, sino que nos excitaba socializar entre géneros.
Yo, observaba como me conmovía el atrapar a una chica jugando a la mancha, ese contacto varón/mujer, o esconderme junto a una núbil muchacha para no ser descubierto. Pero, mi hermana desentonaba, la aislaban como siempre, como de costumbre, y a mi, cada vez me molestaba más tener que bancarla, era un garrón. Sentía que era una costumbre una obligación bailar con las más fea.
No porque lo fuera, sino que era/es mi hermana (dicen, más aburrido que bailar con la hermana) pues eso era lo que yo hacía desde que tenía memoria.
Y Felina, no era de las que se conformaban y se quedaba tranquila, no cerraba el orto, y se quedaba piola a esperar, no, se ponía a quejar, y si yo no respondía se iba a casa a reclamar con mi madre (que en otras cuestiones no me hubieran interesado) ya que mi madre siempre estaba/está de mi lado, salvo en estas cuestiones (las mujeres que me pretenden).
A saber, Felina fue un par de veces y le dijo a mi madre lo siguiente:
¡Ma, Leo está jugando con los otros varones a las escondidas con las mujeres y no me dejan participar! La primera vez que se lo dijo, tuve un reto feo, y de castigo no volvimos a salir más de tarde/noche, la segunda vez que se quejó, no salimos más a la calle.
Así de categórica fue nuestra madre, yo fui a pedir apoyo a mi padre y él como de costumbre me respondió ¡Si mamá lo dispuso por algo será!
Yo quise argumentar motivos y realizar una defensa y recibí de mi padre un par de cinturonazos en la espalda, fin de la discusión.
La bronca que tenía era indecible, encima no podía desahogarme con nadie, ese verano fue inolvidable, pero por muchos motivos, hasta aquí los malos, aunque "no hay mal que por bien no venga" eso dice el refrán.
Así como yo, Felina se opiaba, (ah, otra cosa para los que no son seguidores, mi hermana, tiene como característica andar sin ropas) de chiquita con lo máximo que se vestía era con una bombacha, y a nadie le llamaba la atención, sin embargo los años pasaron, hasta le florecieron, le crecieron pendejos, tenía pelos allí abajo, vello púbico, que a veces se los afeitaría, porque unas veces tenía y otras no, sin embargo, para los habitantes de la casa, seguía hasta allí, pasando desapercibida, posta, era algo natural, mi madre también era de pasearse en tetas o con el culo al aire al salir de darse un baño totalmente desnuda.
Mi padre recibía a las visitas en slip, así que era una costumbre, tal vez, una mala costumbre de toda la familia de esa, mi casa.
Felina, como decía, se aburría y deambulaba por la casa sin ropas, o se quedaba mirando desde la ventana a la calle como los otros jugaban.
Justo frente a nuestra casa habían quedado los últimos lotes baldíos, y en ellos nuestros vecinos amigos jugaban, las chicas al conocer principalmente mi castigo, si me veían asomar ellas rápidamente burlándose, mofándose de mi, se ponían en fila y al unísono bajaban sus pantaloncitos, mini short, dejando ver sus nalgas.
Esto fue observado por mi hermana Felina, y tal vez por mi madre Angélica. Así que para evitar esto que era vergonzoso para mi, dejé de acceder al porche, al frente de la casa, y me recluí en el vasto fondo de nuestra casa, de más de quinientos metros cuadrados.
En el terreno de nuestro fondo, había distintos tipos de árboles, pero también lugar para jugar a la pelota. Así que jugaba sólo como un loco, llevando la pelota y pateando contra algún árbol.
Hasta que una tarde de esas, apareció Felina con un balón para jugar conmigo. Eso me hizo perdonarla, sabía que estaba arrepentida, ya que por su culpa ambos nos habíamos perjudicado por el castigo, y como yo la evitaba, estaba enojado con ella, se acercó para limar asperezas y arreglarnos, me pidió disculpas y se las acepté sin rencores.
Recuerdo, que esa tarde jugamos hasta que llegó una tormenta violenta, con ocasional caída de granizo, pero mientras llovía y no se había levantado el viento fuerte, con las ráfagas que más tarde se produjeron, ni los truenos, relámpagos, rayos y centellas, permanecimos haciendo fútbol, a pesar del barro que en algunos lugares de la cancha se había formado.
En la vorágine del juego, no había reparado en el barro, salvo, en determinado momento en que Felina se tiró a atajar la pelota y me pidió ¿Dejamos por hoy? Ya que comenzaban a caer gotas grandes y tronaban los cielos.
Allí la contemplé detenidamente, tal vez la primera vez que la "vi" como mujer, estaba muy sexy embarrada, mojada y cansada. ¡Si, dale, dejemos! Respondí
Eso se hizo una "sana" costumbre y jugamos en presencia un par de veces de nuestro padre y nuestra madre.
Hasta que un día comenzó hacerlo (jugar a la pelota) desnuda, porque me decía que le transpiraba mucho la "cachucha" la vagina y el roce con las bragas o un short le hacía sarpullido, yo indiferente (honestamente en ese momento ya no) pero hasta ahí nunca me había molestado y menos ahora pensé.
Este nuevo acercamiento entre ambos, hizo que confraternizáramos como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. Comenzamos a conversar más entre ambos, contarnos cosas, ser más confidentes, hasta que noté que yo la veía de otro modo a mi hermana, la esta viendo como un objeto de deseo. No sabía que hacer, ni como modificar aquello, tampoco sabía si quería eliminarlo (a esos sentimientos) o encontrar una forma de liberarlos.
Por lo pronto, hasta no saber como seguir, le dije, que dejemos de jugar fútbol (yo no podía evitar excitarme y era patético jugar erecto, al palo, casi ni podía correr).
Ella se sorprendió, se puso a la defensiva ¿Te aburrís conmigo? Me preguntó
No sabía que responder y le dije ¡No, pero podemos pensar otra cosa!
¡Otra cosa! ¿Qué cosa? Repreguntó Felina
¡Otro juego! Dije yo
¿Querés jugar a la rayuela? Sonrió ella
¡No, pero todos estos son juegos de chicos y ya no lo somos! Aposté por más
¿Y qué juegos de adultos querés jugar? Preguntó y se respondió ¡Juegos lúdicos, de mesa!
¡Enseñame a jugar ajedrez! Me pidió y lo hice
Pero como le ganaba fácil, y los libros nunca fueron su fuerte se aburrió y lo dejamos.
¿A qué otra cosa podemos jugar? Me preguntaba hastiada
¡No se, pensé que podíamos actuar historias! Le dije sonrojado
¿Cómo actuar historias, qué historias? Repreguntó
¡No se, leemos algún cuento corto y lo representamos! respondí
¡Mmmm, no me copan las lecturas! Respondió ella
Eso lo sabía, la idea era que yo leyera y llevemos acabo alguna historia donde haya franela.
Así que ese día le puso actitud y buscó algunos libros para leer.
En un primer momento me arrepentí, porque como quería agradarme, y mostrar que le interesaba se puso a leer y ocupaba el tiempo en que ambos compartíamos, leyendo, y lo hacía en la parte del fondo del terreno, donde antes jugábamos a la pelota.
¡Y, encontraste algo interesante! Exclamé harto de esperar
¡Si, esta es la historia de una fotógrafa que sin querer saca una foto y que en segundo plano aparece la imagen de un crimen y es perseguida! Me respondió feliz
¡Perfecto! Afirmé
A mi, lo que me interesaba era cualquier historia, igual la idea mía, era deformar la misma y empezar a tener algún contacto con ella, aunque hubiera sido una receta de cocina hubiera servido para mis objetivos.
La primera puesta en escena, fue digna de un director afamado, encontré en el galpón de herramientas de mi padre, dos reflectores, que el utilizaba para cuando iba a cazar con su familia al campo de noche.
Los adapté en unos caños e hice una especie de set de grabación, ese fue el debut, al final, conforme fuimos representando ya no había nada más que ella y yo. Cero escenografía.
Recuerdo ella se había maquillado y peinado, realmente parecía una estrella de cine. No me acuerdo nada del guión, sólo me acuerdo, que conseguí una cámara de fotos instantáneas y que la hacía desnudar (si por casualidad no lo estaba y actuar) y ella a pesar que acostumbraba andar sin ropas, actuando frente a mi, se cohibía, tuve que convencerla para que representara mis guiones y hasta algunas veces, que se desnudara. Más aún cuando le dije de fotografiarla, y filmarla en un proyector de super 8, se negó rotundamente.
Sin embargo, como es con todas las cosas, uno se termina acostumbrando si sabe presionar, y sólo aceptó, si yo también me dejaba filmar desnudo por ella, y eso fue la frutilla del postre, lo que esperara que pidiera, es decir, yo sólo no me iba a poner en bolas, esta, fue la excusa perfecta, para de ese momento en adelante, ambos estar desnudos mientras "actuábamos".
Hicimos distintos tipos de "producciones artísticas" (dramas, comedias, aventuras) y en distintos escenarios (interiores y exteriores), recuerdo que el fondo del terreno fue la escenografía habitual, de distintas obras de aventura, donde ella, mi musa inspiradora era encadenada, esclavizada, pero difícil de doblegar, comúnmente era la heroína rebelde.
Otras veces, hasta la filmé fuera de nuestro ámbito, lo hicimos en público, en el barrio, en la calle, en la avenida, y ella se prestaba gustosa.
Allí, también me percaté, que no sólo para mi era una criatura hermosa, mis amigos, vecinos y conocidos, aquellos que la excluían o segregaban, ahora querían acercarse, incluirla "hacer buenas migas" seducirla, cojerla.
Así que, nunca más, salimos a filmar a sitios concurridos, aunque observé, que a ella le gustaba ser reconocida y deseada.
De todos modos hasta allí, mi experiencia era una paja, una masturbación incompleta, inconclusa, no podía terminar allí. Pero, el otro paso a dar, era muy complicado, podía ser catastrófico, principalmente para mi.
Y sin mediar palabras que argumenten mi deseo, me acerqué por detrás de ella, y besé el cuello desnudo de mi hermana Felina, también en traje de Eva.
Este relato es el especial para nochebuena y navidad, tal vez logre terminar la continuación, la segunda parte para fin de año y año nuevo ¡Felicidades para todos, principalmente para mis seguidores! Saludos
Para los que siguen y conocen la historia esto es redundante, pero el público se renueva, y para estos doy una apretada síntesis.
Mi hermana Felina es tres años menor que yo, mi madre Angélica que me ama (y yo a ella) Bruno mi padre, que tiene una predilección por mi hermana, así como mi madre la tiene conmigo.
Ahora bien, cuando rememoro en el inicio de los juegos, hablo de mucho tiempo atrás, cuando en el barrio donde vivo, era casi una zona desértica, un páramo, con una cantidad pequeña de viviendas dispuesta por la geografía del territorio de manera aleatoria.
En ese contexto (tiempo y espacio) era otra la sociedad, es decir, totalmente distinta a la que hoy conocemos. Paso a dar unos ejemplos;
Muchos de mis amigos, conocidos, vecinos, no tuteaban a sus padres (no era nuestro caso, en nuestra familia si lo hacíamos) sin embargo, me faltan dedos de ambas manos para indicar en ese tiempo familias que no lo hacían;
Mi madre, no se cansa de contar que despedía a mi padre en la puerta de casa y se quedaba viéndolo hasta que este paraba, y subía al colectivo que lo llevaba a su trabajo (cabe agregar que lo visualizaba a cinco cuadras, o sea quinientos metros) con esto quiero referenciar que salvo los árboles, arbustos y pastos altos, no había construcciones ni otra cosa que interrumpiera la óptica. Hoy el barrio se transformó en una ciudad pujante, una urbe comercial, según algunas estadísticas la zona más comercial del cono urbano sur bonaerense, y por supuesto, hoy es imposible hacer aquello, desde la vereda de mi casa con suerte ves la del frente, debido a la cantidad de vehículos que pasan por la calzada, a veces, hasta eso se hace imposible;
Otro dato es que todos estábamos en la calle todo el día, nos levantábamos, desayunábamos y salíamos a jugar hasta el mediodía, cuando regresábamos a nuestras casas a almorzar, para luego volver a salir hasta la hora de la merienda (esto en vacaciones) si no a la escuela y al regresar de ella, volvíamos a salir hasta la hora de la cena, y en algunos casos (la mayoría) volvíamos a salir hasta que nos llamaban para dormir, así todos los días. Cosa que hoy, no existe, ni siquiera podemos imaginar aquello, y a pesar que hablo de alrededor de veinte años atrás, es otro país, otra sociedad.
Otro detalle es que en aquella sociedad los juegos estaban divididos, separados en sexos, es decir, las nenas con las nenas y los nenes con los nenes.
Los varones jugábamos fundamentalmente a la pelota (el fútbol) primero, porque aún hoy continúa siendo la pasión de la mayoría y segundo, que era común que el regalo para cualquier fiesta, fuera la de una pelota. Además, como ya dije, lo que sobraban eran terrenos baldíos, las cuales transformábamos en canchas, nos costaba más formar dos equipos de varones que pelotas y lugar para jugar.
Pero, también jugábamos a la bolita, al trompo, remontábamos barriletes, etc. Y las nenas, jugaban a la rayuela, al elástico y no se que otras cosas, porque como mencioné, no le dábamos ninguna importancia.
Y acá surge mi primer conflicto con esa sociedad machista, seguramente misógina, era para aquellos años, para mi, toda una crisis existencial. Ya que el poco valor que se le daba a la mujer, en todo sentido, sabiéndola débil, físicamente hablando, en su destreza corporal, considerada inferior su género y todo lo que indicara un carácter parecido y con esto quiero precisar el desprecio general por los homosexuales. Todo este entorno chocaba con el mandato de mis padres, que me habían hecho responsable por la integridad de mi hermana, no sólo física, sino también emocional. Vale decir, que yo debía, no sólo cuidarla que no se lastime, sino también que ella, participe, se divierta, se integre, socialice, etc.
Esto me hacía ver ante el grupo de pertenencia, como raro, domesticado, cuestionado, y a mi desorientado, confundido. Principalmente con los sentimientos para con mi hermana, que pendulaban entre el odio y el amor.
Es decir, teníamos la tranquilidad que podíamos dejar nuestras cosas tiradas en cualquier lugar, al costado del camino, en la calle, en las veredas. Y cuando regresábamos y las buscábamos las encontrábamos en el preciso lugar donde las habíamos dejado. Pero yo, no podía descuidar, olvidar, dejar de prestar atención a mi hermana, que a esa altura estaba al nivel de cualquier otra cosa, un juguete, una bicicleta y mi hermana.
Conforme íbamos creciendo, desarrollándonos como jóvenes, aquellos juegos sexistas, se fueron difumando, es decir, comenzó una interacción entre ambos sexos a través de juegos como la escondida, la mancha, etc. Todo el tradicional grupo de varones y mujeres que jugábamos desde siempre teníamos la misma edad, como mínimo tres años más que mi hermana Felina, pero los había de cuatro, cinco y seis años mayores, y esto atentaba contra ella. La tensión sexo genital de todos nosotros no era congruente con ella.
Quiero explicar con esto, que, aquellos prejuicios de compartir el juego entre ambos sexos habían desaparecido y no sólo eso, sino que nos excitaba socializar entre géneros.
Yo, observaba como me conmovía el atrapar a una chica jugando a la mancha, ese contacto varón/mujer, o esconderme junto a una núbil muchacha para no ser descubierto. Pero, mi hermana desentonaba, la aislaban como siempre, como de costumbre, y a mi, cada vez me molestaba más tener que bancarla, era un garrón. Sentía que era una costumbre una obligación bailar con las más fea.
No porque lo fuera, sino que era/es mi hermana (dicen, más aburrido que bailar con la hermana) pues eso era lo que yo hacía desde que tenía memoria.
Y Felina, no era de las que se conformaban y se quedaba tranquila, no cerraba el orto, y se quedaba piola a esperar, no, se ponía a quejar, y si yo no respondía se iba a casa a reclamar con mi madre (que en otras cuestiones no me hubieran interesado) ya que mi madre siempre estaba/está de mi lado, salvo en estas cuestiones (las mujeres que me pretenden).
A saber, Felina fue un par de veces y le dijo a mi madre lo siguiente:
¡Ma, Leo está jugando con los otros varones a las escondidas con las mujeres y no me dejan participar! La primera vez que se lo dijo, tuve un reto feo, y de castigo no volvimos a salir más de tarde/noche, la segunda vez que se quejó, no salimos más a la calle.
Así de categórica fue nuestra madre, yo fui a pedir apoyo a mi padre y él como de costumbre me respondió ¡Si mamá lo dispuso por algo será!
Yo quise argumentar motivos y realizar una defensa y recibí de mi padre un par de cinturonazos en la espalda, fin de la discusión.
La bronca que tenía era indecible, encima no podía desahogarme con nadie, ese verano fue inolvidable, pero por muchos motivos, hasta aquí los malos, aunque "no hay mal que por bien no venga" eso dice el refrán.
Así como yo, Felina se opiaba, (ah, otra cosa para los que no son seguidores, mi hermana, tiene como característica andar sin ropas) de chiquita con lo máximo que se vestía era con una bombacha, y a nadie le llamaba la atención, sin embargo los años pasaron, hasta le florecieron, le crecieron pendejos, tenía pelos allí abajo, vello púbico, que a veces se los afeitaría, porque unas veces tenía y otras no, sin embargo, para los habitantes de la casa, seguía hasta allí, pasando desapercibida, posta, era algo natural, mi madre también era de pasearse en tetas o con el culo al aire al salir de darse un baño totalmente desnuda.
Mi padre recibía a las visitas en slip, así que era una costumbre, tal vez, una mala costumbre de toda la familia de esa, mi casa.
Felina, como decía, se aburría y deambulaba por la casa sin ropas, o se quedaba mirando desde la ventana a la calle como los otros jugaban.
Justo frente a nuestra casa habían quedado los últimos lotes baldíos, y en ellos nuestros vecinos amigos jugaban, las chicas al conocer principalmente mi castigo, si me veían asomar ellas rápidamente burlándose, mofándose de mi, se ponían en fila y al unísono bajaban sus pantaloncitos, mini short, dejando ver sus nalgas.
Esto fue observado por mi hermana Felina, y tal vez por mi madre Angélica. Así que para evitar esto que era vergonzoso para mi, dejé de acceder al porche, al frente de la casa, y me recluí en el vasto fondo de nuestra casa, de más de quinientos metros cuadrados.
En el terreno de nuestro fondo, había distintos tipos de árboles, pero también lugar para jugar a la pelota. Así que jugaba sólo como un loco, llevando la pelota y pateando contra algún árbol.
Hasta que una tarde de esas, apareció Felina con un balón para jugar conmigo. Eso me hizo perdonarla, sabía que estaba arrepentida, ya que por su culpa ambos nos habíamos perjudicado por el castigo, y como yo la evitaba, estaba enojado con ella, se acercó para limar asperezas y arreglarnos, me pidió disculpas y se las acepté sin rencores.
Recuerdo, que esa tarde jugamos hasta que llegó una tormenta violenta, con ocasional caída de granizo, pero mientras llovía y no se había levantado el viento fuerte, con las ráfagas que más tarde se produjeron, ni los truenos, relámpagos, rayos y centellas, permanecimos haciendo fútbol, a pesar del barro que en algunos lugares de la cancha se había formado.
En la vorágine del juego, no había reparado en el barro, salvo, en determinado momento en que Felina se tiró a atajar la pelota y me pidió ¿Dejamos por hoy? Ya que comenzaban a caer gotas grandes y tronaban los cielos.
Allí la contemplé detenidamente, tal vez la primera vez que la "vi" como mujer, estaba muy sexy embarrada, mojada y cansada. ¡Si, dale, dejemos! Respondí
Eso se hizo una "sana" costumbre y jugamos en presencia un par de veces de nuestro padre y nuestra madre.
Hasta que un día comenzó hacerlo (jugar a la pelota) desnuda, porque me decía que le transpiraba mucho la "cachucha" la vagina y el roce con las bragas o un short le hacía sarpullido, yo indiferente (honestamente en ese momento ya no) pero hasta ahí nunca me había molestado y menos ahora pensé.
Este nuevo acercamiento entre ambos, hizo que confraternizáramos como hacía mucho tiempo no lo hacíamos. Comenzamos a conversar más entre ambos, contarnos cosas, ser más confidentes, hasta que noté que yo la veía de otro modo a mi hermana, la esta viendo como un objeto de deseo. No sabía que hacer, ni como modificar aquello, tampoco sabía si quería eliminarlo (a esos sentimientos) o encontrar una forma de liberarlos.
Por lo pronto, hasta no saber como seguir, le dije, que dejemos de jugar fútbol (yo no podía evitar excitarme y era patético jugar erecto, al palo, casi ni podía correr).
Ella se sorprendió, se puso a la defensiva ¿Te aburrís conmigo? Me preguntó
No sabía que responder y le dije ¡No, pero podemos pensar otra cosa!
¡Otra cosa! ¿Qué cosa? Repreguntó Felina
¡Otro juego! Dije yo
¿Querés jugar a la rayuela? Sonrió ella
¡No, pero todos estos son juegos de chicos y ya no lo somos! Aposté por más
¿Y qué juegos de adultos querés jugar? Preguntó y se respondió ¡Juegos lúdicos, de mesa!
¡Enseñame a jugar ajedrez! Me pidió y lo hice
Pero como le ganaba fácil, y los libros nunca fueron su fuerte se aburrió y lo dejamos.
¿A qué otra cosa podemos jugar? Me preguntaba hastiada
¡No se, pensé que podíamos actuar historias! Le dije sonrojado
¿Cómo actuar historias, qué historias? Repreguntó
¡No se, leemos algún cuento corto y lo representamos! respondí
¡Mmmm, no me copan las lecturas! Respondió ella
Eso lo sabía, la idea era que yo leyera y llevemos acabo alguna historia donde haya franela.
Así que ese día le puso actitud y buscó algunos libros para leer.
En un primer momento me arrepentí, porque como quería agradarme, y mostrar que le interesaba se puso a leer y ocupaba el tiempo en que ambos compartíamos, leyendo, y lo hacía en la parte del fondo del terreno, donde antes jugábamos a la pelota.
¡Y, encontraste algo interesante! Exclamé harto de esperar
¡Si, esta es la historia de una fotógrafa que sin querer saca una foto y que en segundo plano aparece la imagen de un crimen y es perseguida! Me respondió feliz
¡Perfecto! Afirmé
A mi, lo que me interesaba era cualquier historia, igual la idea mía, era deformar la misma y empezar a tener algún contacto con ella, aunque hubiera sido una receta de cocina hubiera servido para mis objetivos.
La primera puesta en escena, fue digna de un director afamado, encontré en el galpón de herramientas de mi padre, dos reflectores, que el utilizaba para cuando iba a cazar con su familia al campo de noche.
Los adapté en unos caños e hice una especie de set de grabación, ese fue el debut, al final, conforme fuimos representando ya no había nada más que ella y yo. Cero escenografía.
Recuerdo ella se había maquillado y peinado, realmente parecía una estrella de cine. No me acuerdo nada del guión, sólo me acuerdo, que conseguí una cámara de fotos instantáneas y que la hacía desnudar (si por casualidad no lo estaba y actuar) y ella a pesar que acostumbraba andar sin ropas, actuando frente a mi, se cohibía, tuve que convencerla para que representara mis guiones y hasta algunas veces, que se desnudara. Más aún cuando le dije de fotografiarla, y filmarla en un proyector de super 8, se negó rotundamente.
Sin embargo, como es con todas las cosas, uno se termina acostumbrando si sabe presionar, y sólo aceptó, si yo también me dejaba filmar desnudo por ella, y eso fue la frutilla del postre, lo que esperara que pidiera, es decir, yo sólo no me iba a poner en bolas, esta, fue la excusa perfecta, para de ese momento en adelante, ambos estar desnudos mientras "actuábamos".
Hicimos distintos tipos de "producciones artísticas" (dramas, comedias, aventuras) y en distintos escenarios (interiores y exteriores), recuerdo que el fondo del terreno fue la escenografía habitual, de distintas obras de aventura, donde ella, mi musa inspiradora era encadenada, esclavizada, pero difícil de doblegar, comúnmente era la heroína rebelde.
Otras veces, hasta la filmé fuera de nuestro ámbito, lo hicimos en público, en el barrio, en la calle, en la avenida, y ella se prestaba gustosa.
Allí, también me percaté, que no sólo para mi era una criatura hermosa, mis amigos, vecinos y conocidos, aquellos que la excluían o segregaban, ahora querían acercarse, incluirla "hacer buenas migas" seducirla, cojerla.
Así que, nunca más, salimos a filmar a sitios concurridos, aunque observé, que a ella le gustaba ser reconocida y deseada.
De todos modos hasta allí, mi experiencia era una paja, una masturbación incompleta, inconclusa, no podía terminar allí. Pero, el otro paso a dar, era muy complicado, podía ser catastrófico, principalmente para mi.
Y sin mediar palabras que argumenten mi deseo, me acerqué por detrás de ella, y besé el cuello desnudo de mi hermana Felina, también en traje de Eva.
Este relato es el especial para nochebuena y navidad, tal vez logre terminar la continuación, la segunda parte para fin de año y año nuevo ¡Felicidades para todos, principalmente para mis seguidores! Saludos
55 comentarios - Así comenzaron los juegos con mi hermano, según Leo 1º Pa
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