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Padre hay uno sólo 21º

Bruno, llevó a su padre de vuelta a la casa paterna, lo dejó allí y decidió regresar al hogar.
Ya estaba amaneciendo, entró a su casa sigilosamente, casi como un delincuente, no quería hacerse notar, y se dirigió directamente al galpón del fondo de la casa, pasaría las pocas horas que faltaban para que todos se levantaran, allí, y en el último de los casos, si alguien le consultaba dónde había estado, mentiría diciendo que ahí pasó la noche.
Ingresó al lugar, se quitó la ropa y se acostó para intentar conciliar el sueño, la jornada había sido larga y compleja, con todos los eventos sucedidos, con su hija primero y luego con su padre.
Temía la reacción de Felina, su hija, que ésta, hubiera reflexionado por lo sucedido y fuera merecedor del escarnio público. Qué toda su familia primaria, se hubiera enterado de su perversión con la hija y fuera acusado, señalado, sojuzgado y condenado a un destierro, fuera de su hogar.
Padre hay uno sólo 21º
A Felina algo la despertó, tal vez era la sed, que siempre le aparecía luego del intenso sexo, los líquidos consumidos en la agitación, la obligaban a beber agua mineral.
Se levantó y se encaminó hacia la cocina, en busca de la heladera, donde se encontraba ese indispensable elemento para la vida (el agua).
Como de reojo, de manera panorámica en su campo visual, creyó divisar la luz encendida del "cuartito" del fondo, donde su padre a veces (cuando discutía con su esposa "la madre de ella" iba a descansar). Bebió lentamente el líquido, mientras se acercaba a la banderola, una especie de abertura en la pared, que a través del vidrio dejaba ver el fondo del terreno y el cuarto o galpón de cachivaches, donde a veces moraba su padre.
Al confirmar su opinión, es decir, vio claridad en el lugar, se calzó un blazer (un saco) de hombre (de su padre) que encontró colgado en un perchero (el de la sala de estar) se lo puso, y salió al terreno, atravesó toda esa especie de parque, con plantas, pasto y algunos árboles, e ingresó, de manera estrepitosa al mismo, terminó su entrada subrepticia, corriendo y arrojándose sobre la "catrera" donde estaba acostado su padre, y sonrió seductoramente.
hermano
¡Hola, papi! Dijo con su más melosa voz acaramelada y la "carita" de niña mal criada y atrevida.
¡Felina, hija! ¿Qué hacés? Exclamó y preguntó Bruno, su papá.
Continuando con el melodrama, la jovencita, mientras se quitaba el saco, le planteó a su padre.
¡Pa, estuve pensando lo ocurrido más temprano entre nosotros! Aseguró dramáticamente
El hombre, confirmó para si ¡Sonamos! Es decir, muchas explicaciones no tenía lo sucedido, él podía argumentar (lo cual era cierto) que la confundió (por lo menos en primera instancia) con su mujer, pero a los segundos, debía haberse dado cuenta. Sin embargo, y recién evaluando los hechos y manipulándolos a su favor, se cuestionó ¿Pero ella, que creyó, qué pensó?
¡Con quien podría haberse confundido que él fuera! ¿Acaso Felina, estaba acostumbrada a ser avanzada, abarcada y tener relaciones sexuales en su propio hogar? ¡Habría creído que era el novio, el panadero! Elucubró irónicamente Bruno.
Eso tampoco tenía sustento, recién cuando esos pensamientos afloraron en su mente, fue que se calmó. Debía esperar y escucharla hablar a su hija.
Felina lo miraba a los ojos fijamente, como entendiendo los pocos caminos para la mentira.
¡Se, que lo que sucedió, fue absolutamente accidental! Testimonió la hija
¡Se que no sos un acosador, ni un degenerado violador!
¡Qué creíste que era mamá!
¡Igual no se, si eso me tiene que alegrar o preocupar! Ja, se sonrió (la comparación con la madre).
Sin embargo, eso no resuelve la cuestión de fondo, porque para ser sinceros, no fueron segundos los que compartimos, fue un buen rato ¡Lo digo en todos los sentidos de la acepción! Aclaró con una sonrisa pícara la hija, (implicando la ceptación y el disfrute de la situación por parte por lo menos de ella), y tanto vos, como yo, debimos, bah, nos dimos cuenta, que no éramos quienes creíamos que éramos.
hija
En ese momento del monólogo de la hija, Bruno pensaba si, intervenir o no, había la posibilidad de complicarla en el discurso, planteando ciertas incómodas preguntas, por ejemplo ¿Y vos Felina quién creías qué era? Porque él, su padre, tenía una coartada, declarando que el pensó que era su mujer, la madre de ella, era en un todo normal, pensarlo. Pero, ¿Y ella? Sin embargo, prosiguió con la estrategia, de callarse y escuchar.
Felina también, mientras iba realizando el relato de lo acontecido, se daba cuenta que el mismo, era endeble, y que la complicaba a ella misma. Pero mientras su padre no preguntara o la presionara, no corría peligro, aunque de última, era cuestión de tiempo, el también iba a llegar a esa conclusión y a ese razonamiento (si ya no la había tenido o hecho).
Igual, la joven, embarcada en la mentira, siguió con la misma, así que reconoció (astutamente y de manera falsa) que como ella se había peleado, discutido con su novio y próximo cónyuge, creyó que era este, y a pesar de que estaba mal, el acto sexual en su domicilio particular y familiar, lo había considerado, como una forma de reconciliación, dada la seriedad del noviazgo entre ambos (ella y el panadero).
Bruno, la miraba sin emitir comentario alguno.
¡Ahora bien, yo puedo mantener ese "relato, esa historia" pero ambos sabemos que no es fidedigno. Podemos dejarlo allí, o hablar con honestidad! ¡Vos decidís! Tiró la pelota para el lado de su padre.
incesto
Su padre no tuvo nada que pensar dijo, ¡Lo dejamos así! Eligió Bruno, que no era un ¿Enfermo?
¡Ufa, sabía que me ibas a venir con esto! Mencionó decepcionada Felina
Bruno, volvió hacer votos de silencio, y dejar pasar, los lances de la pendeja atrevida.
¡Porque esa pacatería moralista!
¡No te hagas el que no te caliento, como mujer!
¡Yo soy muy deseada por todos los hombres!
¡Por eso me cojiste!
Felina, se sacó, no soportaba ser rechazada, era orgullosa, y su psiquis, le impedía razonar con lógica, se volvía básica, chabacana, una "trolita" al ser despreciada o pasada por alto por el género masculino, bah también por el femenino.
Bruno entonces se tuvo que imponer, de manera severa ¡Te escuchás lo que estás diciendo!
¡Qué tenés? ¿Estás loca? ¿Estás enferma? ¡Andate, abandoná el cuarto! Ordenó Bruno
Recién en ese lapsus, bajó del ataque de "concha" que le había agarrado, pero igual dijo ¡No!
¡No me voy! E hizo, trompita, como cuando era una niña consentida de la familia, "puchero"
Y comenzó a sollozar, el padre no sabía como actuar, tal vez eran "lágrimas de cocodrilo".de caprichosa, porque no conseguía lo que quería.
Aunque, lloraba con congoja, parecía la "Chilindrina".
¡Bueno, ya está, calmate, no llores más! La alentaba su padre.
¡No, vos no me querés! Exclamaba llorando Felina
Bruno la miraba esperando una sonrisa de la joven, que dejara la actuación de lado, Pero, no, no sucedía y continuaba de manera más grave.
Bruno, a su vez, lo que menos quería era un escándalo, ya que, si todo continuaba así, él creía llevar las de perder, él era más culpable que ella, por lo menos él lo consideraba así..
Estaba en un dilema moral, ético y Bruno siempre fue un cagón.
La abrazó para que se calmara, y ella le dio la espalda como ofendida.
Felina al rato de escuchar las palabras cariñosas de su padre y las caricias para calmarla. Pasó su brazo derecho por detrás de su cuerpo y con su mano acarició el bulto de su padre, (era incorregible) ese que desde la mañana, cuando la poseyó, lo añoró y le gustó.
Su hermano Leo, no cargaba como su padre, este era más grande, el miembro viril de é (su padre Bruno) era del mejor tamaño que, no sólo del de su hermano, sino de los que había conocido hasta el momento.
Felina franeleó a su padre en la verga, acariciándola y sintiéndola entre sus dedos crecer.
hermana
Bruno, en todo este desenlace, sin darse cuenta, se había destapado y se encontraba con un pantaloncito corto, como de futbol.
Y con ese atuendo, era difícil no quedar expuesto y en evidencia, tras la excitación del manoseo peneano por parte de la hija.
Una cosa llevó a la otra y rápidamente, la poronga de Bruno estaba fuera de sus ropas, altiva y expectante, y con su mano, específicamente con sus dedos se dejó llevar y tocar sexualmente a su hija. Comenzó a jugar con la zanja del orto de la pendeja putita, mientras que ella lo alentaba y sentía, con espasmos en su cuerpito y gemidos sugestivos
familia
Felina, al comprobar que la resistencia de su padre había sido traspuesta, despojado del obstáculo culposo, dobló la apuesta y con su mano, atrapó la chota y comenzó a masturbarlo.
padre
Ya sin defensa aparente, la hija giró sobre su cuerpo, y se puso frente a él, pero aún de costado, cambió la mano y se mostró muy buena ambidiestra, (con la "zurda" también era hábil) prosiguiendo con la paja, y sumándole unos picos, unos besos húmedos, con los labios bien abiertos y dándole espacio al juego de su lengua, en la boca de su progenitor.
Padre hay uno sólo 21º
Ya a estas instancias su padre estaba entregado, no razonaba, la calentura le explotaba por todos sus poros, la pija, re-dura, era un fierro caliente, próximo a detonar.
En ese momento la chica se incorporó sobre él, se subió en cuatro patas y se llevó el choto a la boca, comenzando con una mamada, muy bien realizada, con toda dedicación y esmero, hasta cerraba sus ojos con amor y deseo genital.
hermano
Bruno lo sentía y también tenía convulsiones. Sin embargo, su hija quería algo más que sólo cumplir su capricho y darle placer oral, quería ser poseída por esa tremenda y gorda verga, por eso, a penas notó en su boca, que la vena del pene de su padre comenzaba a latir para estallar en una eyaculación, se retiró, se escapó, y velozmente se quitó las bragas.
hija
Se alejó hasta el otro extremo del camastro como esperando su ataque. Dentro de la calentura Bruno quería considerar la situación.
La primera vez había sido por error, ahora no había chamuyos, ni explicaciones que lo excusaran, y una cosa era recibir una felación y otra muy distinta penetrar a su hija consciente de ello.
Pero, a su vez ella se contoneaba como un mimbre, y en verdad, su figura era espléndida, la pendeja del orto tenía todas las curvas en su cuerpo.
incesto
Él se detuvo por un mínimo instante y ella se quejaba como una gata en celo, ronroneaba, gemía, y lo miraba desafiante, seductora, le apuntaba con ese cuerpo, con ese orto a él.
¡Que querés! ¡Qué buscás! Susurró Bruno
¡Qué me partas al medio, cojeme que soy tu hembra, penetrame! Desafió su hija
Bruno dudaba, cada vez más, pero sus ojos se posaban en el agujero del culito, cerrado, estrecho de la hija,
¿Querés mi pavo? Preguntó Felina
¡Es virgo! Aseguró ella
¿Eso querés que me cueste? Inquirió con un erotismo que derretía un glaciar la hija fácil de cascos, casquivana.
¡Es todo tuyo!
¡Tomalo!
¡Se el primero! Entregada y tanto más deseosa que el mismo Bruno, Felina se le inundaba la concha, y de sólo pensar tener bajo su piel, dentro de ella, el inmenso órgano, hasta el orto se le dilataba de la calentura y el ansia sexual.
hermana
Su padre seguía titubeando, receloso, temeroso de un castigo divino, pero el éxtasis lo invadió, y su perdición fue llevar su dedo hacia el, a ese oscuro objeto de deseo, a el anillo de cuero, el aro de piel, el hoyo, el ano e introducirlo en ese horno, que cocinaba todo a fuego lento, fue tocarlo y olvidarse de quienes eran, quería romperlo como a cualquier otro, eso era lo que más le gustaba del acto sexual, y máxime si se encontraba con uno (culo) tan perfecto y cero kilómetro, en un cuerpo tan exuberante como aquél, el de su hija.
Y se sacó, se perdió, se abalanzó y lo penetró de una sola vez, casi los dos se desgarraron.
familia
Ella, su hija, Felina, lo sintió durísimo, entrando y arrasando con todo, la estrechez, lo detenía, pero la presión se mantenía e ingresaba, ella clavó sus uñas en ambos lados de la cintura de su padre, como para detenerlo, pero alentándolo.
Bruno no sentía más nada, que la satisfacción de su glande, y al hacer tope con su bajo vientre, y los testículos que le golpeaban a ella la vulva, se lubricó instantáneamente.
El padre cabalgó sobre su hija como un jinete avezado y furioso tratando de domar a la potra salvaje indómita y beligerante, con ese espíritu de joven, de próxima yegua.
Felina, llegó un momento que no lo disfrutó más, le dolía mucho, aunque acabó más de dos veces por el culo, pero el hombre demoraba demasiado, y ella le dijo casi suplicante ¡Papi!
¡Papi, ya está! Aunque no quería dar el brazzo a torcer y manifestar que no lo aguantaba más.
Bruno estaba ciego, sordo y mudo. Buscaba terminar, llenarle ese culo virgen de guasca, impregnarlo con el néctar de su semen.
Las lágrimas de la promiscua hija, rodaban por las mejillas de esta. Y volvió a repetir, pero modificando el argumento ¡Papi! ¡Papi! ¡Ya basta! ¡Se siente olor!
Eso Bruno lo logró escuchar y lo volvió en si, lo trajo al aquí y ahora, los desconcentró.
Y con gracia, con una sonrisa dibujándole los labios, se la quitó (la garcha), y mientras lo hacía, veía el hoyo producido en la humanidad de su hija ¡No va a poder caminar por unos días cómoda! Pensó él
padre
Felina, se dio cuenta que claudicó, no se lo bancó, pero como no le cabía perder, y al girar vio el rostro de su padre como, resignado y sintiéndose en falta, así como cayó, se incorporó y se tragó el miembro, el pedazo de garcha, todo dentro de su boca, con la baranda impregnada de su interior en ella y se la chupó, aguantándose las arcadas.
Padre hay uno sólo 21º
Y haciéndolo eyacular en su garganta, mostrándole que era toda una mujer, y sabía que tenía obligaciones para con su macho, para con su hombre, que no era ninguna chiruza pascuata.
hermano
Eso Bruno, su padre, lo supo apreciar, y sus ojos, los del hombre, se llenaron de emoción por lo orgulloso que estaba de la hija, ya que esta, con aquello, se había recibido de mujer.
Felina, bebió hasta la última gota de leche y de los líquidos que salían de la pistola de su papá.
hija
Los dos en silencio permanecieron por un rato acostados, propinándose caricias y reconocimientos verdaderos, Felina creyó en ese momento, que había encontrado al hombre de su vida, el amor de su vida. Tal vez desde allí, en todo su devenir, buscará hombres mayores que ella, muy mayores, que como mínimo la doblen en edad.
incesto
Sin embargo, ese retozar, desinteresado, como hacía mucho ambos no disfrutaban, fue molestado, e interrumpido, por la irrupción de su hermano Leo, el hijo de Bruno, que la buscaba y la llamaba en voz alta, ellos divisaron la figura del familiar, saliendo de la casa y yendo rumbo al galpón, donde ambos, padre e hija se encontraban desnudos y habían tenido sexo del bueno.

142 comentarios - Padre hay uno sólo 21º

paulacasada +2
mmmmm divinas tus historias sos una genia uffffffff me dan ganitas de practicar alguna con mi hija que tiene 15 pero tengo que esperra aa que cumpla los 18 sabes besitos de pauli
xxxdios
🔥 🔥 🔥 🔥
er11
Muuuy bueno !!!! saludos dejo puntos.
tonyloco21
Una vez más excelente y excitante historia, ya quiero saber que pasa con Leo, si los descubre y cómo reaccionará. Gracias por un capitulo más.
Saludos y besos.
FreddySab
que bueno, ya espero la proxima parte
tonyloco21
@hindami hey porqué te pareció exagerado mi comentario? Jajaja
tonyloco21
Jajaja pensé que no te había gustado. Pero siendo así está bien, me agrada que me consideres él número 1.
ABRAZO.
Eljuaco28
como me dejaste. excelente relato como todos los anteriores. Te deje untos Saludos. espero el proximo