Santiago, su suegro, acabó sobre ella, en el rostro y sobre sus senos, parte del semen ingreso en su garganta, corrió entre su paladar, deslizándose por su lengua, sus labios supieron el gusto de aquella vieja esperma, el hombre estaba hecho, sació sus bajos instintos, máximo, luego de haberse calentado previamente con la nieta semidesnuda y observándola a su nuera cojer con el hijo, su nieto. Eso aún le daba vueltas en la cabeza.
¡Sabe Bruno, mi hijo, que te cojés a Leo! Preguntó el abuelo a su nuera
¡Cómo va a saber! ¡Tampoco sabe que vos y yo cojemos! Descartó Angélica
¡Si, bueno, pero nosotros lo hacíamos de vez en cuando y bien, es decir cuidando las formas! Aseguró el familiar,
¡Claro, como ahora! ¿No? Ironizó la mujer
¡Y hablando de eso, vestite! Ordenó su nuera
¡Bueno, igual hoy fue todo una casualidad!
¡Hacía mucho que no lo hacíamos, y ahora me doy cuenta porque! Conjeturó Santiago
¡No lo creas, no imagines giladas!
¡Lo que sucedió hoy con mi hijo fue una eventualidad, algo que no se va a repetir!
¡Pasó, por una gran cantidad de eventos que no volverán a coincidir! Afirmó Angélica
¿Y cuáles fueron esos eventos? Preguntó el suegro a la nuera mientras terminaba de vestirse
¡Muchos, el hecho de haber estado más de cuarenta y cinco días sin salir del cuartel, haciendo la instrucción, yo un poco alegre por brindar con alcohol, el encontrarnos solos los dos en la casa, con tu hijo, visitándote y mi hija con su novio! Aclaró convencida la mujer
Santiago pensó en contarle que su propia hija los había visto a ella y su hijo, que a su vez son el hermano y la madre, pero optó por callárselo y tenerla como confidente a su nieta.
Mientras tanto en el otro cuarto, terminaba también la otra contienda sexual, Leo no tenía ya energías, entre su madre y su hermana se habían encargado de atenderlo muy bien.
Así que este último, se dirigió al cuarto de baño para tomar una ducha, y Felina, su hermana, la hija de Angélica y nieta de Santiago, regresó a la cocina y continuó con el postre, que postergó ante la presencia sexual y el acto genital con Leo.
Comenzaron entonces a despedirse, el suegro sólo lo dijo chau a su nuera, le repugnó verla llena de su guasca en la cara.
Se dirigió a la cocina para ver si por ahí estaban sus nietos y la encontró a Felina en la misma posición que la había dejado, antes del encuentro con su madre en la sala.
Temió que esta hubiera observado algo, el hombre preguntó ¿Tu hermano, mi nieto?
¡Ufff, vos sabés como es Leo, se mete al baño y no se lo que hace, parece una novia! ¡Jajaja! Exclamó riéndose sonoramente la joven.
¿Vos estuviste todo este tiempo acá? Cuestionó el abuelo
¡Si, me enganché a ver una película en la televisión y me comí no se cuantos postres! Mintió ella a su abuelo. Esa respuesta no satisfizo a su abuelo, porque tenía cola de paja, el no acostumbraba a actuar de manera tan desprolija.
¡Bueno, me voy, teneme al tanto si esto que vimos hoy se vuelve a repetir! Aclaró Santiago
¡Pero que, le dijiste algo a mamá! Exclamó casi defraudada la nieta
¡Ni loco, vine a preguntarle que había pasado con tu padre, que lo observé compungido, sin embargo ella, la cual me pareció honesta, no sabía nada! Aseguró el hombre
Felina pensaba ¡Y claro, que va a saber, si ella no estaba cuando cojimos con papá!
¡Es decir, que mamá no sabe nada que la vimos! Reiteró la consultó la nieta a su abuelo
¡Para nada, mejor así! Estableció Santiago, saludó con un beso a su nieta y se marchó.
Angélica, mientras tanto se dirigió al cuarto de baño, escuchó antes de entrar a su hijo cerrando la ducha presto a salir de allí. Giró sobre sus pasos y se encaminó hacia el lavadero, no quería mostrarse frente a él, luego de cojer con su suegro, tenía miedo de enfrentar los ojos de su hijo, o pisarse ante algún comentario, tal vez hubiera rastros de esperma de aquél en su cabello, bah, por un montón de cosas, se desvió, arrojó todas las prendas en el lavarropas, se mojó un poco sus partes pudendas, se enjuagó la boca, y corrió a su habitación.
Leo estaba terminando de secarse, cuando Felina ingresó al baño.
¡Hola bombón! Le dijo ella a su hermano, él sonrió.
¡Se fue el viejo choto! Exclamó el joven haciendo referencia a su abuelo (que efectivamente era un viejo choto que aún funcionaba y se cojía a su madre)
¡Si! Respondió su hermana, cumpliendo lo prometido al abuelito, no hacer comentario alguno de nada, ella siempre había creído que "en boca cerrada no entran moscas".
Felina se quitó la única prenda que vestía y se metió en la ducha, lo primero que hizo fue enjabonar la tanga y colgarla de la canilla de la ducha, mientras observaba que su hermano se retiraba del cuarto.
Sin embargo un minuto después volvía a entrar allí pero con una cámara fotográfica con flash.
¡No cortala, ni se te ocurra fotografiarme, que sos pajero! Calificó Felina a Leo su hermano
¡Bebé, mañana me voy, vuelvo al cuartel y no se cuanto tiempo voy a estar sin salir! Aseguró él
¿Y con eso qué? Preguntó la hermana
¡Con esto me voy hacer alta paja en la "cuadra"! (así denominaban al lugar donde los reclutas dormían) ¡Qué pajero! Exclamó ella
¡Te quisiera ver a vos un mes sin cojer! Mencionó él
¡Hacé como todos, llevate alguna revista porno! Planteó ella
¡La paja debe ser rápida y con una foto tuya se me para enseguida! Aclaró él
¡Si ya tenés fotos mías, las que posé para vos en la terraza! Recordó Felina
¡Ya se, pero quiero una cojiéndote en la ducha, una sola! Solicitó él con cara de boludo
¡Una sola, eh, porque donde veo que sacás dos te rompo la cámara! Advirtió su hermana
Y como ella era, él sabía que lo cumplía, fue una sola nomás en el baño.
Igual, cuando se pusieron a cachondear, sacó unas cuantas, la dejó terminar de bañar y la llevó en andas hasta el dormitorio que compartían desde niños, allí prosiguió el encuentro.
Era curioso como ella le hacía parar la pija, nunca más nadie logró esa reacción inmediata en él. Podía pasársela cojiéndola toda la vida, que la verga se levantaba ante su roce, su proximidad, era una absoluta cuestión de piel, de hecho ella lo había desvirgado, y al parecer, el cuerpo tenía memoria emotiva.
Ella se entregó también de manera total, le dejó hacer cualquier cosa e hizo cualquier cosa, ella también tenía sensaciones distintas con él, y claro, no era lo mismo que con cualquier otro macho, este era de su misma sangre, era su carne, era su hermano.
Se cojieron hasta quedar dormidos.
Don Santiago llegó a su casa y observó a su hijo Bruno, aún deprimido, no sabía en definitiva el motivo, y este lo ocultaba, no se lo quería confesar, así que, tal vez por un cuestión de culpa (haberse cojido desde siempre a su nuera, la esposa de este) lo invitó a salir, Bruno no quería, sin embargo, Don Santiago lo obligó, ¡Si no me vas a decir porque mierda estás así, entonces me vas a acompañar! Le espetó enojado. Bruno lo miró sin responder, el viejo continuó con la arenga ¡No puede ser que vengas a casa cada muerte de obispo y cuando lo hacés nos preocupás a mi y a tu mamá! La madre, escuchaba el razonamiento de su marido, y como ya tenía ganas de irse a dormir, y no continuar manteniéndole la vela a semejante grandulón, lo alentó a que fuera con su padre, al cabaret.
¡Ahí te hice debutar, y fue bueno para vos, así que ahora también será lo mejor! Confesó el padre, y Bruno accedió más por este que por él.
El lugar era deprimente, y su padre lo glorificaba como si fuera un paraíso, las mujeres eran de cuarta, igual que el ambiente, todos "gronchos" o semi analfabetos iban a ese tugurio.
Una especie de galpón amplio, de chapas y maderas, con partes parecidas a una especie de quincho, que hasta cañas tacuaras había.
En una especie de escenario bailaba con pocas ganas una trola rubia de malla enteriza azul eléctrico, o púrpura, entrada en años, o por lo menos de cara antigua.
Don Santiago con su hijo se acercaron al borde del "plató" de ese "entablado" y allí comenzó una noche loquísima. Al entrar se pagaba un arancel que cubría el "espectáculo y dos consumiciones, dos bebidas", ninguno de los dos estaban habituados a beber, y el licor barato, les pegó mal, así que, ya medios mareaditos, borrachines, se reían de cualquier cosa.
Pero de allí a que Don Santiago, le metiera la mano en la argolla a la bailarina, nadie se lo esperaba, igual, la mujer danzante, se lo tomó bien, el que no lo hizo fue el "patovica" el guardia de seguridad que se abalanzó sobre él.
Lo que lo salvó al abuelo, primero fue eso, su edad, ya que la reacción del "patova" no fue tan violenta como lo esperaba su hijo Bruno, y segundo fue, o que todos estaban ebrios o que hubo un contagio en la audiencia, ya que un montón de manos se alzaron y manosearon a la bailarina, esta fue muy profesional, ya que no sólo continuó danzando, sino que jamás perdió la sonrisa, por lo menos, hasta antes que la desnudaran y se pudriera todo.
Eso se transformó en un pandemónium, un caos, el guardia no podía con todos, a pesar de enfurecerse y comenzar a los golpes. Bruno quería retirar a su padre, pero este, cada vez estaba peor, más díscolo y desobediente con todo el mundo, hasta con su hijo.
El lugar, como se menciona, era de pueblo, había mesas, con sillas alrededor que comenzaron a volar, en las mesas había botellas de litro, de cerveza, fundamentalmente o de sidra. Don Santiago veía los vasos servidos y los tomaba, y lo obligaba también a su hijo hacerlo.
Bruno, desconocía ese lado oscuro de su padre, un perfil que nunca se había imaginado que este tenía, el siempre lo había visto, trabajando en oficinas de seguros, para él, su padre era un administrativo pulcro, serio, decente, todo, menos el loco que empujaba a los otros parroquianos, que bebía de vasos extraños, que manoseaba a mujeres indefensas, hasta su rostro, parecía desfigurado, como poseído de una maldad, casi perversa, pasado de rosca, algo que dejaba de ser una joda.
Sin embargo, no era sólo él actuando así, la histeria era general y similar en muchos de los habitués o concurrentes, más aún muchos mostraban su desenfreno y pelaron las porongas, Bruno observó muchos hombres con sus penes al aire, masturbándose en público, todo se había transformado en un puterío descontrolado, golpes, agresiones, etc.
Bruno a los empujones, esquivando manotazos de su propio padre, ya absolutamente sacado y borracho que no quería retirarse del lugar, fue guiándolo hacia fuera del lugar. Este se resistía, y se desviaba, tratando de volver o ir hacia otras pistas.
El lugar, además de tener el escenario, donde la alternadoras bailaban en él, en un sitio de alguna manera más iluminado, como para que los visitantes, se excitaran, para después hacer un "pase" sexual, que había que contratar y/o arreglar precio. También, había otra zona, más reservada, más oscura, donde otras mujeres más jóvenes bailaban, una especie de "Vip" del pueblo, donde iban los más adinerados, comerciantes o pequeños empresarios.
Ese lugar estaba en otro nivel, no sólo de precio, sino de acceso, aunque uno dispusiera del dinero adecuado, debía cumplir con otros requisitos para subir, ya que estaba como en una tarima, un sobre techo interior.
Con el escándalo, la seguridad de ese acceso estaba ausente, así que Don Santiago, que parecía conocer los modos y las formas, subió franqueando la entrada y desembarazándose de su hijo. Bruno, reparó en ello, y subió tras sus pasos, este como para escaparse de él, pasó al lado de dos jóvenes mujeres que bailaban de manera sugestiva, espalda contra espalda, una de ellas observando el desconcierto general en la planta baja, y la otra bailando para unos espectadores, los "Vips", y no tuvo mejor idea que bajarle a la chica su top y seguir caminando.
La suerte quiso que tanto la mujer como los acompañantes no reaccionaran mal, más aún la señorita se despreocupo, sólo se levantó la prenda, hizo un gesto de humor, casi una sonrisa y continuó bailando de manera sexy para la platea.
De todos modos, Bruno alcanzó a su padre, y enojado lo sacó a empellones, hasta se había olvidado de lo ocurrido con su hija, eso de alguna manera fue lo positivo de todo esto.
Mientras salían del antro, observaron como aquella trola rubia, era maltratada por uno de los clientes concurrentes, siendo arrastrada y restregada su cabeza, su cara, su rostro sobre la madera del piso, del suelo cubierto de semen, de guasca del público presente.
La pobre puta, yacía en la superficie de pinotea, de madera pulida, cubierta de leche, algo golpeada, en ese momento, Don Santiago se detuvo, se empacó, hizo fuerza para detenerse y no ser arrastrado por su hijo, y en pleno tire y afloje le manifestó a su hijo mientras resistía.
¡Dejame ver esto y luego nos vamos sin chistar, no te voy a dar ningún problema más! Todo esto lo hablaba sin mirar a su hijo, tenía la vista como perdida en el horizonte.
Bruno no quería aflojar, no quería claudicar ante su padre, pues temía que de hacerlo, este se retobara y le perdiera el respeto que los empujones le habían dado. Pero, al verlo tan decidido, dudó por un instante, recapacitó y mantuvo su negativa. Aunque sucedió algo que lo descolocó, su padre casi lloraba pidiéndoselo, e indicaba con su mano que viera algo.
Bruno, lo hizo como para conformarlo mientras lo arrastraba a la fuerza y vio una monstruosidad, un tipo de unos cuarenta y pico de años, feo, con un choto, una aberración de pija gorda, que aprovechó a la striper tirada media abombada y le introdujo esa cosa en el orto.
Fue algo impresionante, seguramente le desgarró el ano, Bruno miraba con sus ojos desorbitados, como la verga le costaba ingresar en el recto de la mujer y de reojo pispeaba a su padre, que sonreía perversamente viendo la acción.
Luego de meter una parte mínima del glande, dentro de la mujer baqueteada, hizo el movimiento retráctil, como para comenzar a cabalgarla y el aro del ojete, se le salió hacia afuera, era una abominación observar.
El movimiento entonces se restringió a lo mínimo, caso contrario la destrozaría. Ninguno de los dos supo como terminó eso, porque Bruno dejó de fijarse en esa degradación y sacó a su padre de allí, mientras este lo insultaba y lloriqueaba.
44 comentarios - Volviendo a la normalidad 20º
Saludos y besos!!
Espero la siguiente. Saludos y besos.