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Llevé a mi hija a su primer visita al ginecólogo 1ª

En varias oportunidades de los últimos días, observé a mi hija restregándose la vagina, no quería elucubrar cosas raras, sin embargo, siempre desconfié en la relación que tiene con su hermano, mi primogénito hijo, el deseado, el mal criado, el pródigo.
Llevé a mi hija a su primer visita al ginecólogo 1ª
A veces, me daba pena por ella, Felina, ese es el nombre de mi hija, vino sin ser buscada, más aún, vino sin ser deseada por mi, yo tenía, tuve y tendré, amor solamente para mi Leo, ese es el nombre de mi hijo, mi varoncito.
Tres años lo tuve para mi sola, hasta que nació mi hija y descompaginó toda mi vida.
No quiero, ni puedo hacer mayores precisiones de lo que hasta aquí dije, porque este sitio que parece ser el adecuado para poder manifestarse, no lo es del todo, de hecho este es mi tercer perfil, fui suspendida, eliminada dos veces por mi historia, es bastante careta, hipócrita, una es sancionada sin tener la posibilidad de una defensa, un descargo, de ser oída.
Así que, luego de haber cumplido los dieciocho años, con su mayoría de edad, me pareció lógico y oportuno, llevarla a su primera visita ginecológica, ya que hasta el momento había sido examinada por su pediatra.
Fuimos muy temprano, casi de madrugada a conseguir número en el dispensario del barrio, luego hubo que esperar a ser atendidas.
Eso demandó unas cuantas horas, para cuando fue llamada, ya cursaba la media mañana.
Yo todavía debía realizar las compras y mandados lógicos de una ama de casa, más todas las tareas del hogar.
De modo que cuando el profesional, luego de examinarla, me dijo que debía realizarle unas prácticas médicas que demandarían otro tiempo, combiné con él, en realizar las compras y regresar por ella.
Al médico mucho no le agradó mi ocurrencia, pero con gestos de fastidio me dio libre albedrío.
hermano
Resumiendo le dije que la pasaría a buscar luego de efectuar esas actividades, que de mediar entre mi regreso y su examen algún desfasaje, alguna demora, algún retraso, ella me aguardara en la sala de espera, hasta que yo regrese, que permaneciera allí.
En efecto, me demoré un tiempo más de lo previsto y cuando llegué a la sala de primeros auxilios, Felina me esperaba sentada en la recepción.
Conversé con el médico, y este me explicó que Felina tenía una infección urinaria, me prescribió unos antibióticos, que debía tomar de forma oral y que por el término de una semana, la llevara a que él le efectuara un tratamiento con unas pomadas y ungüentos.
A su vez le sugerí si debía saber alguna cosa respecto de mi hija que desconociera, el galeno me pareció que se hacía el que no me entendía, tuve que ser más específica, si la joven era virgen, si el podía confirmar su doncellez.
Me respondió que no había reparado en ello y que en la próxima visita me lo confirmaría.
Me retiré del lugar y mientras regresábamos a nuestro hogar conversé con Felina respecto a la revisión médica y la experiencia vivida, ella también me pareció evasiva y muy poco comunicativa. Aunque ella conmigo era habitualmente así. No sucedía lo mismo con su padre y menos con su hermano.
Me sentí de alguna manera en falta por haberla dejado sola, se me cruzaron por la cabeza, en mi mente, cosas feas, que pudieron pasar en ese centro asistencial...
madre
Sin embargo, a partir de este momento, todo se modificó en el núcleo de toda nuestra familia, y a partir de este hecho, todo lo por mi temido, todo lo imaginado, lo incierto, mis elucubraciones y desconfianzas, a partir de acá se hicieron realidad, hechos concretos, por eso lo anterior lo doy como parte de mis presagios, que no puedo probar y tal vez nunca habían sucedido, pero ahora, todo lo que vendrá es real.
Tanto todo cambió, y en tantos ámbitos, que no se por donde empezar.
Comenzaré con la apariencia personal de ella, mi hija Felina, el cambio se manifestó hasta desde su aspecto personal, se tiñó el cabello, ella es rubia, la mayoría de las jóvenes, las mujeres en general desean tener ese color, ella, para imitarme o para su transformación lasciva, burda, promiscua, necesitó hacerse morocha, "groncha". Igual, le sentaba bien, la "pendeja" es muy bella.
De nada sirvieron las amenazas, prohibiciones, y castigos efectuados, por toda la familia, yo su madre, su hermano y mi esposo, su padre, ella se tiño. Recibió sendas nalgadas por parte de este último, aunque me parecieron extravagantes y exageradas, más lo primero que lo último, lo de mi marido estaba entre lo absurdo, lo excéntrico, rayano en lo grotesco. Después, mucho más tarde descubrí el verdadero calificativo para ello, para esa actuación estrambótica, patética.
hija
Bruno, mi marido y padre de Felina en el living de nuestro hogar, le propinó golpes en el trasero, pero bajándole el atuendo, absolutamente todo, hasta las bragas.
Por eso lo odié, ya que estoy convencida que a partir de allí, mi hijo reparó en ella, como algo más que su hermana, la vio, la observó como mujer, cosa que hasta ahí, estoy convencida no lo hacía, y que los juegos entre ellos eran inocentes (aunque yo desconfiara) pero a partir de aquí dejarían de serlo, si como yo creo (no totalmente convencida) no hubieran comenzado con anterioridad, ya, en este momento, me resulta muy difícil asegurar nada, porque estoy extraviada, en toda la amplitud del término, es decir, desorientada, descarriada, corrompida por mis pensamientos, dudas y actitudes.
Esta es una historia real, mi hijo le lleva tres años a su hermana, mi hija, y quiero con este relato, cuestionar la actitud de ciertos profesionales médicos.
incesto
Esto pasó hace ya algunos años, en ese tiempo no era común, por lo menos en algunas clases sociales, el que una mujer fuera a ver a un ginecólogo, no sucedía, salvo que la misma, estuviera embarazada, o que tuviera algún problema en esas zonas íntimas. Este último, fue el caso de mi hija.
Ella, tenía un ardor en la vulva, se la pasaba restregándose. Debido a ello siendo la madre, como ya relaté, que había reparado en eso, y a su vez mi hija me lo había manifestado, acudimos al hospital de la ciudad.
Sin embargo, esto era desconocido (todo el acontecimiento) por mi hijo Leo, hasta esa noche (la de las nalgadas de mi marido Bruno a nuestra hija Felina) que su hermana se lo contó.
Eso, más tarde, trajo aparejado una serie de eventos que seguramente más adelante relataré, todo va tener que ver con la repercusión que tenga esta historia.
Siguiendo con los hechos, esa noche en el cuarto que comparten los dos, mi hijo y mi hija, ambos desvelados, comenzaron a conversar de cosas en general, estoy convencida que fue porque le vio el culo, hasta que llegaron a un punto de la charla donde comenzaron las confesiones.
El primer paso lo dio él, producto de eso, el culo de la hermana visto en vivo y en directo en la habitación de estar de la casa. Le contó un secreto, la dificultad, que había tenido tiempo atrás con la piel que recubre el glande, el prepucio, pobre hijo mío, vino a contármelo a mi, y yo le dije, luego de escucharlo atentamente y pedirle que me mostrara, lo hable con su padre, porque me di cuenta, que si seguía contemplando el pene de mi hijo, lo devoraría a besos y mamadas.
Él, no podía, retraer la piel que recubre el glande, estaba como pegada, y al comentárselo a mi marido, este lo llevó a un médico.
hermana
La visita con el profesional, terminó con el diagnóstico o mejor dicho, con la indicación, que se tomara el trabajo de "jalar" todos los días la piel hacia atrás y lograra sacar la cabeza del pene, caso contrario debería ser intervenido con cirujía, quirúrjicamente, le cortarían la piel que revestía la cabeza.
Con esa noticia, a partir de ella, comenzó con una práctica médica que derivó en transformarme en un pajero, un adicto a la masturbación y un enfermo del sexo, yo lo sabía, lo había descubierto en un par de oportunidades y me había hecho la estúpida, disimulaba.
Mi hija al escuchar esa declaración, estalló en carcajadas, que no fueron tomadas de manera simpática por él, más aún, me enojó con ella.
Para recomponer el diálogo, y confirmar que no se reía de forma burlona, sino por asociación, por sentirse identificada con lo que le pasó, creo que eso se llama "empatía" mi perversa hija, se animó, o se vio en la obligación de relatarle su experiencia personal, parecida, similar, aunque más heavy, lo hizo con él, no conmigo, su madre, no puedo creer la putita que engendré.
Ella, producto de sus ardores, como ya he mencionado, fue a un ginecólogo acompañada por mi. Y tuvimos que esperar mucho tiempo, en los hospitales públicos hay que ir temprano, dan números para conseguir turno y luego esperar a ser llamados para la atención.
En síntesis, se habían pasado entre una cosa y otra, toda la mañana, motivo por el cual, luego de la inspección de rutina, el diagnóstico y la receta para la práctica médica, que solicitaba un tratamiento prolongado, con unas pomadas y cremas antibióticas y unas tomas vía oral de una cápsulas también antibióticas, opté por hablar con el médico, para acompañarla hasta el hospital diariamente, dejarla en él, y más tarde pasarla a buscar, luego de realizar los mandados, que cualquier ama de casa debe realizar para atender a su familia.
Eso implicó, dejarla a mi hija sola, con el médico.
Mi hija hizo un suspiro, ante la atención de su hermano, hizo un respiro profundo, una inspiración planeada, un silencio, como para crear misterio, un juego de seducción, que atrapaba a mi hijito en la telaraña que ella tejía. Dudo en continuar con la historia. Sin embargo, luego de reflexionar consigo misma, continuó.
Resulta, dijo ella, Felina, que la primera vez, lo que hizo el facultativo fue, ponerme con sus dedos la pomada en mi vagina, bah, en toda la zona erógena.
hijo
Comenzó, con los labios de la vulva, continuó con el clítoris, para terminar ingresando en la vagina y frotar con los dedos anular y mayor, por dentro todos los recovecos.
Ya eso me conmocionó, pero el roce, los masajes, me calentaban, y el "tordo" se daba cuenta, primero, porque se me paraban los pezones, se transformaban en dos timbres. Segundo, porque comenzaba a temblar, a contorsionarme (decía mi hija a su hermano) yo para ese momento, que escuchaba tras la puerta, en el pasillo entre las habitaciones, estaba toda mojada, caliente con el relato de la zorra, y mi adorado hijo, seguro estaba al palo, tuvo que acomodarse, para que ella no reparara en su erección (espiaba a través de la cerradura de la puerta, hasta que la abrí de manera silenciosa y la entorné para continuar escuchando).
Su relato me estaba haciendo llegar al clímax, estaba próximo al orgasmo, sin tocarme, sólo escuchando su voz, al igual que mi hijo.
Continuó, mi hija contando, sus sensaciones a su hermano, ¡El médico me untaba cuando tuve mi primer gemido! (dijo) mi hija y su hermano y yo, convulsionamos en una eyaculación silenciosa, él en sus calzoncillos y yo en mi tanga.
Continuó la perversa calienta pijas ¡Tuve que sostenerle la mano al doctor! Explicó mi hija, ¡Detenerlo, porque algo en mi cuerpo parecía querer salir, explotar hacia afuera, no sabía bien que era, pero se sentía sensacional, aunque no se porque me reprimía, era como que sentía que no debía, que estaba mal! Mentirosa, yegua, pensé al escuchar como le hacía la cabeza a mi ingenuo hijo.
Llevé a mi hija a su primer visita al ginecólogo 1ª
¡De todos modos, el me dejaba, se tomaba un respiro, esperaba, mientras se secaba las gotas de transpiración que se le formaban en la frente, para luego continuar con más ahínco! Aclaraba Felina, con lujos de detalles.
Mi hijo, volvió a experimentar otra erección escuchando a su hermana, continuó ella, "y nuevamente, al poco tiempo debía detenerlo otra vez" dijo mi hija.
Intervino Leo en el relato, ¡Y el médico! ¿No te decía nada? Preguntó, con la voz entre cortada, balbuceando ante su próximo polvo.
Respondió Felina ¡El chabón, sonreía de manera maliciosa y si me preguntó! ¿Qué te pasa?
¿Y vos que le respondiste? Preguntó mi hijo
¡Le dije, que me dolía! ¿Qué le iba a decir? Le preguntó ella a él
¡No, si, claro! Dijo ¿Y, después? Ansioso repreguntó
¡Eso sucedió un par de veces más, pero lo curioso (dijo mi hija) que al igual que vos, (haciendo referencia a la confesión de Leo) yo nunca había reparado en mi cachucha para nada, menos como un objeto de placer propio, individual, íntimo, personal!
¡A partir de ello, todas las noches me comencé a tocar, con o sin crema....!
hermano
Dudó otra vez en continuar.... ¿Si, y? Inquirió desesperado para que continúe su relato su hermano Leo
¡Bueno, pero no quiero que te rías, ni que me juzgues, sino, no continúo! (sentenció ella)
-Por favor, pensé, como me voy a reír, si le está enfermándole la cabeza a mi pobre hijito- Angélica, la madre reflexionó, Leo habrá pensado ¡Lo estoy re disfrutando llevo dos acabadas y viene la tercera!
¡No, quedate tranquila! Aseguró el joven.
¡Bueno, yo también tenía curiosidad de que era eso que me enloquecía, y que parecía querer estallar cuando le detenía la mano, los dedos del médico! Redobló la apuesta Felina
¡Una noche, cuando vos dormías profundamente, escuchaba tus ronquidos (le dijo) me toqué, me froté y no frené cuando me llegaron esas sensaciones, esas convulsiones, y de pronto, me doblé con un estertor, que hizo que todo mi cuerpo se llenara de escalofríos y calambres pero sensuales y estallé, exploté, me salió un líquido de la vulva, pero no era orín, era otra cosa, que disfruté y que al secarse se endureció, como un adhesivo! Aseguró ella
Cuando dijo adhesivo Leo terminaba una tercera vez, con espasmos.
¡Hey, me escuchás! Le preguntó varias veces Felina, pero Leo no podía hablar, mordía la almohada para que sus jadeos no se escucharan con la tenue luz.
¡Te dormiste! ¡Bueno, que suerte, a mi todavía no me agarró el sueño! Dijo ella
Allí respondió ¡No, estoy adormilado, pero te escucho!
¡No, si tenés sueño, mañana sigo contándote! Dijo ella.
¡No, dale, seguí! ¡Qué más pasó? ¡Algo no me estás contando, te conozco! Arriesgó, como un pálpito, un presagio
¡Hummmm, bueno, no estoy segura de contarte esto, prometeme que no vas a hacer quilombo y que no le vas a decir nada a nadie, menos a mamá y papá! Exclamó ella.
Leo dudó, pero la curiosidad mató al gato ¡Ok! (respondió él)
madre
¡El último día del tratamiento, el médico, me la chupó! (dijo ella) y Leo perdió el conocimiento mientras se desgraciaba por enésima vez....
hija

379 comentarios - Llevé a mi hija a su primer visita al ginecólogo 1ª

PricelessJ
viejo de mereces el trio completo reco, +10 y a favorito
tobiasypat
Muy, pero muy bueno!!!! Genial tu post. Felicitaciones! Gracias por compartir!!!
fl22lf
muy buen relato
Elvergon_zoso
Buen relato !! me gustó ¿continua o terminó aca?