Hola amigos le comparto este relato.. no es mio yo solo le agrego las imágenes mas o menos acorde con algunos párrafos del texto espero les guste y que lo disfruten!!
C A L O R
El calor que tenía dentro amenazaba con derretirle hasta los huesos, quemaba a través de las venas recorriendo cada uno de sus gélidos órganos. ¿De dónde salía todo ese fuego? No lo sabía, pero ahí, en su cama envuelta con sábanas rojas, ella se retorcía sin cesar intentando apagar ese súbito ardor que la consumía.
Su nívea e inmaculada piel estaba cubierta de sudor, su lacio y precioso cabello revuelto, su cuerpo ardía ahí entre sus piernas más despierto que nunca. Era una sensación tan extraña, que siendo más bien una criatura de sangre… helada, fuera capaz de sentir tanta quemazón en su interior. En un intento desesperado de apagarla, pasó las manos por su cuello, palpando las minúsculas gotas que brotaban sin cesar regando su epidermis. Pero no se detenía, ese fuego interno que seguía consumiéndola, así que furiosa y desesperada apartó las finas mantas de seda carmesí, exponiendo su extraordinario cuerpo desnudo al aire templado que había estancado en su habitación. Abrió los párpados que hasta entonces mantenía cerrados y sus pupilas dilatadas buscaron entre las paredes una presencia diferente, ajena. Pero las blancas paredes le devolvían el aspecto normal de siempre.
Se sentó en medio del amplio colchón intentando que sus pulmones absorbieran un poco más de oxígeno, no las cantidades miserables que la hacían sentir como si estuviese asfixiándose. Cuando su respiración se reguló un poco, todo su cuerpo pareció calmarse unos segundos, permitiéndole pensar con algo más de claridad, pero antes de concluir siquiera una línea de suposiciones coherentes, su centro latió de manera apremiante, de nuevo. Con un gemido ronco y profundo, se lanzó de nuevo de espaldas contra las almohadas. Sus manos hambrientas y guiadas por una corriente desconocida recorrieron sus propios senos amasándolos con urgencia logrando que sus rosados pezones se elevaran casi en un pedido angustioso. Sobó sus pechos un poco más y con una de sus manos atrapó una de las enhiestas cimas entre el pulgar y el índice y apretó con saña. Su seca garganta se abrió nuevamente para dar paso a una serie de jadeos que casi parecían animales, nacían en lo más profundo de su… bueno, ella no tenía alma, pero esa era más o menos la sensación. Notó como la sangre que no hacía mucho acababa de robarle a su última presa circulaba vertiginosamente de la cabeza a los pies y de regreso, concentrándose aún más entre sus piernas y en los dos pezones que ahora apretaba y estiraba con furor.
Mientras sentía sus senos arder, su mente, aún nublada por el placer, reconoció el instante en que sus colmillos antes ocultos asomaron puntiagudos y filosos a su boca, ansiando la sangre que debía chupar para mantenerse con vida. Pero no era suficiente, su clítoris latía frenético estimulado por las caricias que se hacía en los pezones, clamando que se le diera atención propia. Dejando uno de sus senos, sus dedos vagaron por el estómago plano y jugueteó con su ombligo unos segundos, hasta que los temblores más abajo fueron ya imposibles de soportar. Con dos de sus dedos acarició sutilmente los labios externos de su vagina, y el ramalazo de placer que sintió amenazó con dejarla sin conciencia. No era la primera vez que lo hacía, pero aún así no era su costumbre consolarse sola, pues prefería que un hombre recorriera todo el camino que ella estaba recorriendo ahora, y si era con su lengua, mucho mejor. Sin embargo, no había ninguno ahí que la ayudara con su cometido, así que guiada por sus propias necesidades acercó dos de sus dedos al canal sin sorprenderse cuando lo encontró totalmente mojado y chorreante. Sin pensarlo dos veces introdujo la punta de los dedos y apretó los párpados mientras de su boca brotaba un grito irreconocible. Con desesperación, inició los movimientos hacia adentro y hacia afuera, primero lentamente y poco a poco acelerando el ritmo hasta que sus propias caderas se meneaban urgidas contra su mano en un intento avaricioso de abarcarlos lo más adentro posible. Con el pulgar imitó los movimientos que aún hacía en uno de sus pezones y sobó de atrás hacia adelante su núcleo de placer, sintiendo como estallaban sus terminaciones nerviosas. Aumentó la velocidad más todavía, atormentada por las violentas sensaciones que le recorrían el cuerpo. Si tuviera un corazón, seguramente hubiera estallado ante la presión que se acumulaba en todo su ser. Con una última acometida, curveó los dedos llegando al punto exacto donde consiguió la ansiada liberación. Con un rugido profundo se dejo caer nuevamente sobre las almohadas, mientras las contracciones de su centro se sucedían unas tras otras violentamente y tras sus párpados cerrados llovían estrellas iridiscentes de todas direcciones. Sus jadeos resonaban entre las impolutas paredes de su habitación, su cuerpo ahora laxo, se desparramó sobre las sábanas, cubierto de sudor y fluidos. No tenía fuerzas ni para abrir los ojos, así que sólo los mantuvo cerrados suspirando de satisfacción.
Luego de unos minutos de estar totalmente relajada, un leve roce en su vientre encendió de nuevo la hoguera calmada dentro de ella. Abrió los ojos sobresaltada y notó la cabeza oscura que besaba y lamía su estómago con delicadeza. Todo su ser estalló en llamas nuevamente. Parecía imposible, porque sentía que ya no tenía fuerzas y luego ese suave contacto la revivió de nuevo. Impulsada por las sensaciones, enterró los dedos entre el cabello negro del sujeto y arrastró su cabeza hacia la de ella. El hombre movió su cuerpo lentamente sobre el suyo y la fricción resultó tan placentera que se abandonó por completo.
El cuerpo masculino estaba tumbado completamente sobre ella, pero el peso de todos esos músculos se le antojó delicioso. Encontró las grises retinas en cuyas dilatadas pupilas leyó el deseo salvaje que la consumía a ella también y sin temor chupó sensualmente el grueso labio inferior del hermoso macho que la acompañaba, deleitándose con el gemido brusco de él. Sintió la lengua masculina lamer sus labios primero antes de sepultarla dentro de su boca con un movimiento rápido y feroz. Sus lenguas se juntaron en una danza erótica animal y desconocida, en un duelo de voluntades para saber quién obtiene más placer. Dejó que él arrasara con su boca, absorbiendo sus gemidos y su saliva para entonces emprender la ofensiva, haciéndolo retroceder para ahora ser ella la que mandara. Chupó el mojado músculo con ahínco, deseosa de llevarlo hasta el límite. Barrió cada rincón de la húmeda cavidad, con cuidado de no rozar los largos colmillos que hambrientos, clamaban sangre así como su poseedor clamaba placer.
Su batalla se extendió más todavía, arrebatándole el aire que celosamente había retenido dentro de sus pulmones, pero nada bastaba. Él tomó uno de sus senos y lo cubrió con su amplia palma, haciendo movimientos pequeños que se traducían en grandes fogonazos calientes para ella. Sin abandonar el paraíso de sus labios, él tomo ahora sus dos senos entre sus manos y apretujó los pezones hinchados provocando que la entrepierna femenina se empapara de fluidos una vez más. Atrapada en esa corriente de pasión, introdujo sus propias manos entre ambos cuerpos, acariciando las tiras de músculos duros y formados de él, bajó poco a poco por sus abdominales y su pelvis hasta encontrar el objeto de su deseo.
El miembro de él estaba totalmente erecto y henchido, pegado a una de sus piernas. Con fuerza lo tomó entre sus dedos y los cerró alrededor de la gruesa circunferencia. Impulsada por los gemidos masculinos comenzó a mover su mano de arriba abajo lentamente, con la presión exacta que sabía a él le gustaría. Dejó un momento lo que estaba haciendo para soltar un gemido largo, cuando él chupó con brío uno de sus erectos pezones, mientras el otro seguía siendo atormentado por su mano. Rozó la cálida y sensible piel con su mentón rasposo y luego exhaló suavemente sobre él, llevándola hasta las nubes antes de volver a enterrar su cara entre los deliciosos montículos de carne.
Ella volvió a retomar su tarea, acariciando su pene con lentitud, mientras gustosa sentía los latidos a lo largo de toda su longitud y cómo se ponía aún más duro entre sus dedos. Cuando él se levantó un poco de su cuerpo, sus miradas chocaron con un millar de promesas silenciosas. Ella le dijo con la mirada lo que quería hacer y él, con una sonrisa satisfecha la dejo actuar con libertad colocándose de espaldas en las sábanas. De manera atrevida, ella giró su cuerpo hacia el macho, besando con suavidad su amplio torso, lamiendo juguetonamente sus pezones y enterrando sus dedos en el pequeño triángulo de vello de su pecho. Lentamente fue bajando sus labios, besando cada centímetro de su abrasadora piel, hasta llegar a su verga, que cual mástil, se levantaba para ella en toda su perfección.
Pasó su lengua por sus resecos labios antes de darse un festín con aquella muestra de masculinidad. Con delicadeza rozó la punta gorda e hinchada, dedicándole pequeñas lamidas antes de recorrer toda su gran longitud con la lengua. Repitió la caricia algunas veces más antes de tomar entre sus labios uno de los testículos, que se endureció para ella rápidamente, lo aspiró un poco dentro de su boca consciente de que eso le encantaba a él, lo lamió un poco y luego prosiguió con el otro, sintiendo como su temperatura aumentaba varios grados más al escuchar los sonoros jadeos del hombre. Dejó las dos bolsas endurecidas antes de recorrer con su lengua todo el pene por la parte de abajo, donde la gruesa vena latía frenéticamente. Le dedicó tiernos besos al glande rojo y brillante, lamiendo lánguidamente la gota blanquecina que brotó de la punta. Cuando sus oídos captaron los rugidos agónicos y exasperados de su acompañante sonrió, segura de que no aguantaría mucho más de esa dulce tortura. Fijó su mirada añil en los plomizos orbes que la devoraban mientras se llenaba la boca con toda su formidable erección, pero era demasiado grande para abarcarla como deseaba, así que co sus manos se ayudó para no dejar ni una sola porción sin cubrir y comenzó los movimientos. Mientras sus maños subían y bajaban, su boca succionaba con firmeza, llevándolo al extremo. Cuando él apartó su boca y sus manos de su tieso miembro, ella le dedicó una última caricia. Con delicadeza, posicionó sus labios en el sensible punto donde se unen los testículos al pene y succionó suavemente, provocando que todo el cuerpo masculino se estremeciera. Cuando hubo acabado con su tarea, llegó el turno de él. La levantó y colocó sobre la colcha, besando sus senos tiernamente, se dedicó a los pezones ahora rojos e hinchados, besándolos y rozándolos pero no se detuvo ahí. Bajo recorriendo con su lengua el liso estómago, depositando besos ardientes que le caldeaban la piel, haciéndola sudar y revolverse. Absorbió las pequeñas gotas que humedecían el cuerpo femenino, hasta llegar a su pubis. Aspiró profundamente el olor de esa parte de su cuerpo y con una sonrisa ladina enterró su cara en el centro femenino.
Ella se retorció aún más, gimiendo descontroladamente al sentir la lengua masculina bañar de saliva toda la zona, alzó las caderas involuntariamente anhelando aquella fricción que la enloquecía. Él pareció leer en su expresión sus deseos, porque con firmeza deslizó su mentón de arriba abajo unas cuantas veces, abrazando la tierna carne con su incipiente barba, introdujo más profundamente la lengua y chupó el rosado botón causándole los tan ansiados temblores previos al orgasmo. Mordisqueó con más presión la carne palpitante, empapándose los labios con el fluido de su placer y succionó nuevamente hasta sentir las contracciones de ella, pero no alejó el rostro sino que lo mantuvo exactamente en la misma posición, llenándose la boca de la esencia femenina y colmando sus orejas de los sonidos estrangulados que surgían de la cerrada garganta de ella.
Con su miembro a punto de estallar, se posicionó en la ardiente entrada que tanto deseaba. Arrodillado ante ella, colocó los finos tobillos sobre sus hombros antes de hundir la punta regordeta de su erección en el húmedo canal. El calor que abrasó su miembro le nubló la mente, así que de una sola envestida la penetró completamente hasta la base. Inhaló profundamente con los párpados apretados y la mandíbula encajada, mientras las manos femeninas le acariciaban los tensos músculos de su abdomen. Lentamente comenzó a moverse, saliendo casi completamente para volver a enterrarse bruscamente. Los gemidos de ella le indicaban el ritmo, así que aumentó la velocidad de sus empujes hasta llevarlos a ambos a un estado de delirio. Con rudeza bajó los pies de sus hombros y se rodeó la cadera con las largas piernas femeninas, inclinó su torso hasta situarse encima de ella, con ambos brazos a los lados de su cuello. Ella pasó sus manos por el contorno de sus costillas hasta sus omóplatos, clavando sus largas uñas en la piel de la espalda. La combustión entre ambos era demasiado intensa. Con un resuello desesperado, aceleró aun más sus estoques, mientras que una de sus manos se colaba entre ellos para acariciar el pequeño botón de placer y con un veloz movimiento sus sedientos colmillos se clavaban en la suave piel del cuello de ella, sorprendiéndose ligeramente al sentir como ella también enterraba sus afilados caninos cerca de su hombro. Mientras succionaban la sangre dulce de la hembra, presionó la delicada yema suavemente hasta que con un sollozo, ella separó su boca de él y se dejó ir, aprisionando en su interior el formidable miembro masculino, mientras él hacia una última acometida y con un bramido dejó fluir su caliente semilla dentro de ella. Suspirando agotado se dejó caer sobre el cuerpo femenino. Beso los labios hinchados de ella tiernamente, adorándolos en silencio, para luego enterrar su nariz en el exacto lugar donde antes habían estado sus dientes.
Ella acarició con ternura su espalda aruñada, para luego enterrar los dedos en el corto y espeso cabello masculino, inhalando su aroma viril. Su pecho comprimido por el peso del macho aún subía y bajaba rápidamente. Pasó su lengua por sus propios labios, sintiendo aún el regusto de la sangre deliciosa de él, mientras suaves besos eran depositados suavemente en su cuello. Aletargada por el esfuerzo y la intensa pasión compartida, sus ojos comenzaron a cerrarse, mientras recordaba de pronto que aún no sabía el nombre de semejante espécimen, tenía que averiguarlo, se dijo. Pero sus ojos se cerraban y sus pensamientos se perdieron en la bruma de los sueños.
*****
Despertó de golpe en medio de la cama, con las sábanas revueltas y las almohadas todas desparramadas en el suelo. Buscó rápidamente por la alcoba alguna señal del macho con el que acababa de compartir el mejor sexo de su vida, pero no había señales de él por ningún lado. Estaba sola. Bajó la mirada y, con una punzada de decepción y algo más que no supo reconocer, descubrió que llevaba puesta su ropa de dormir. Frustrada golpeó las sábanas con los puños varias veces. ¡Joder! Todo había sido un maldito sueño…
ADEMAS DE INVITO A UNIRTE A MI COMUNIDAD PARA ESO HACE CLIK EN LA IMAGEN DE REBECA
Si te gustan mis Aportes podes seguirme..¿como?...de la siguiente manera
4 comentarios - Calor!!
Super caliente el relato y muy bien ambientado con las imágenes que agregaste !!!!
Gracias por compartir.
Angie te deja Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
Ojala todas pusieran esta cara de felicidad cuando quieres hacerles el culo