Desde el típico consolador hasta las vaginas en lata, pasando por los vibradores dobles o las muñecas con piel de látex, 50 kilos de peso y motor de succión, cientos de miles de artefactos cada vez más sofisticados y especializados se han paseado por los las ferias y los sexshops de todo el mundo y, de rebote, en alguna que otra producción porno.
En el artículo de hoy me gustaría escarbar un poco en ese océano de pollas de plástico y culos de goma para traeros una pequeña recopilación de los más absurdos y perturbadores productos que el mercado del sexo ha sido capaz de concebir. Y les digo la verdad, después del proceso de documentación por el que acabo de pasar, tengo la sensación que hay material para escribir doscientos artículos sin despeinarse.
El pene de perro inflable
La zoofilia quizá sea una de las peores y más deleznables prácticas sexuales posibles, así que si en algún momento sentís el irrefrenable impulso de hacer que vuestro Alaska Malamute os la clave hasta las entrañas y no queréis denigrar al pobre animal, aquí tenéis la solución: un pene de perro inflable que probablemente sea el juguete sexual más asqueroso y desagradable que hayan visto vuestros curtidos ojos. ¿Me equivoco?
El osito vibrador
¿Has visto ese anuncio de ositos de gominola? Ése en el que una madre de familia se encuentra una bolsa de estos dulces en el suelo, en mitad del campo, y se la cede a sus niños sin preocuparse de qué diablos están hechos ositos. Pues bien, seguro que si se hubiera encontrado este oso vibrador en elegantes tonos púrpura, se lo habría guardado en el bolso raudamente sin decir ni media.
El guante de goma para fisting
Prácticas tan saludables y amenas como el fisting aún pueden ser mejores si sabemos con qué armarnos. Con este mitón de goma que incluye un puño gigantesco en la punta no será difícil alcanzar lo más profundo de nuestra pareja de forma rápida y limpia. Cuidado con los pulmones, eso sí.
La máscara de gas con consolador
Un espectacular juguete sexual que hará las delicias de aquellos que gozan con la hipoxifilia pero que no quieren limitarse a dejar a su pareja mirando y con el dedo puesto en el botón de “llamar” del móvil tras marcar el 061 por si las moscas. Aquí juegan los dos.
El palito sónico para la uretra
No sé si alguno de vosotros ha leído aquel espeluznante relato de Chuck Palahniuk en el que a un muchacho adolescente se le ocurre masturbarse “a la árabe” y en lugar de usar un utensilio alargado decide introducirse por la uretra un hilo de cera derretida que termina solidificándose en su vejiga y costándole una visita a urgencias. Pues este perverso artilugio es una forma más segura de practicar ese tipo de masturbación masculina y además emite ligeras vibraciones que acentúan la experiencia pero sigue pareciéndome terrorífico.
La lengua vibradora
¿Una lengua separada de un cuerpo que además se agita furiosamente como una sardina fuera del mar? Ideal para no volver a dormir nunca más, sin duda
La taladradora sexual
Que no os maree la expresión: no estamos hablando de una terapeuta sexual demasiado habladora ni de un señor que haya nacido para la penetración, no. Se trata de algo literal: un taladro cuya broca es nada menos que un pene de goma que saciará a las más exigentes. Las demasiado exigentes, de hecho.
El Cañón
Supongo que si mides tres metros y medio y pesas cuatrocientos sesenta kilos, el tamaño de este consolador no debería sorprendente. Pero como mis paupérrimos conocimientos estadísticos me indican que no existe mucha gente de ese tamaño, El Cañón os debería parecer una auténtica barbaridad tanto como a mí.
La muñeca hinchable del Área 51
Hasta los mismísimos visitantes interestelares que llegaron a Roswell en la década de los cuarenta y cuyos cuerpos, según dice la leyenda, yacen congelados en algún almacén del Area 51, incluso ellos, decía, preferirían prenderse fuego y lanzarse por la borda de su OVNI antes que acercarse a esta abyecta monstruosidad hinchable. Las tres tetas, eso sí, le despiertan a uno ciertas simpatías por aquella famosa escena de Desafío Total. De todos modos, ni con un palo, señora.
El señor Jack con bigote
Creo que echando un ligero vistazo a la foto sobra cualquier tipo de comentario. El horror. ¡El horror!
En el artículo de hoy me gustaría escarbar un poco en ese océano de pollas de plástico y culos de goma para traeros una pequeña recopilación de los más absurdos y perturbadores productos que el mercado del sexo ha sido capaz de concebir. Y les digo la verdad, después del proceso de documentación por el que acabo de pasar, tengo la sensación que hay material para escribir doscientos artículos sin despeinarse.
El pene de perro inflable
La zoofilia quizá sea una de las peores y más deleznables prácticas sexuales posibles, así que si en algún momento sentís el irrefrenable impulso de hacer que vuestro Alaska Malamute os la clave hasta las entrañas y no queréis denigrar al pobre animal, aquí tenéis la solución: un pene de perro inflable que probablemente sea el juguete sexual más asqueroso y desagradable que hayan visto vuestros curtidos ojos. ¿Me equivoco?
El osito vibrador
¿Has visto ese anuncio de ositos de gominola? Ése en el que una madre de familia se encuentra una bolsa de estos dulces en el suelo, en mitad del campo, y se la cede a sus niños sin preocuparse de qué diablos están hechos ositos. Pues bien, seguro que si se hubiera encontrado este oso vibrador en elegantes tonos púrpura, se lo habría guardado en el bolso raudamente sin decir ni media.
El guante de goma para fisting
Prácticas tan saludables y amenas como el fisting aún pueden ser mejores si sabemos con qué armarnos. Con este mitón de goma que incluye un puño gigantesco en la punta no será difícil alcanzar lo más profundo de nuestra pareja de forma rápida y limpia. Cuidado con los pulmones, eso sí.
La máscara de gas con consolador
Un espectacular juguete sexual que hará las delicias de aquellos que gozan con la hipoxifilia pero que no quieren limitarse a dejar a su pareja mirando y con el dedo puesto en el botón de “llamar” del móvil tras marcar el 061 por si las moscas. Aquí juegan los dos.
El palito sónico para la uretra
No sé si alguno de vosotros ha leído aquel espeluznante relato de Chuck Palahniuk en el que a un muchacho adolescente se le ocurre masturbarse “a la árabe” y en lugar de usar un utensilio alargado decide introducirse por la uretra un hilo de cera derretida que termina solidificándose en su vejiga y costándole una visita a urgencias. Pues este perverso artilugio es una forma más segura de practicar ese tipo de masturbación masculina y además emite ligeras vibraciones que acentúan la experiencia pero sigue pareciéndome terrorífico.
La lengua vibradora
¿Una lengua separada de un cuerpo que además se agita furiosamente como una sardina fuera del mar? Ideal para no volver a dormir nunca más, sin duda
La taladradora sexual
Que no os maree la expresión: no estamos hablando de una terapeuta sexual demasiado habladora ni de un señor que haya nacido para la penetración, no. Se trata de algo literal: un taladro cuya broca es nada menos que un pene de goma que saciará a las más exigentes. Las demasiado exigentes, de hecho.
El Cañón
Supongo que si mides tres metros y medio y pesas cuatrocientos sesenta kilos, el tamaño de este consolador no debería sorprendente. Pero como mis paupérrimos conocimientos estadísticos me indican que no existe mucha gente de ese tamaño, El Cañón os debería parecer una auténtica barbaridad tanto como a mí.
La muñeca hinchable del Área 51
Hasta los mismísimos visitantes interestelares que llegaron a Roswell en la década de los cuarenta y cuyos cuerpos, según dice la leyenda, yacen congelados en algún almacén del Area 51, incluso ellos, decía, preferirían prenderse fuego y lanzarse por la borda de su OVNI antes que acercarse a esta abyecta monstruosidad hinchable. Las tres tetas, eso sí, le despiertan a uno ciertas simpatías por aquella famosa escena de Desafío Total. De todos modos, ni con un palo, señora.
El señor Jack con bigote
Creo que echando un ligero vistazo a la foto sobra cualquier tipo de comentario. El horror. ¡El horror!
7 comentarios - 10 juguetes sexuales para tener pesadillas