Grande la cueva....meneudo "dragon" hay que tener para llenarla...
Damas y caballeros, es un honor inmenso para este humilde servidor del porno, el poder mostrar estas fotos, son culos tremendos, mas que buenos culos, son sres culos, con el perdon de los culos.
Tan hermosos son los culos, que grandes poetas le escribieron esforzados versos:
SONETO AL AGUJERO DEL CULO
Oscuro y fruncido como un clavel violeta
respira, tímidamente oculto bajo el musgo;
el licor del amor todavía lo humedece
y fluye por el leve declive de las nalgas.
Filamentos parecidos a lágrimas de leche
lloran ante el aciago soplo que los arrastra
a través de guijarros de abonos arcillosos
hacia el declive que los reclamaba.
A menudo mi boca se acopla a su ventosa
y allí mi alma, del coito material envidiosa,
cavó su lágrima feroz, su nido de sollozos.
Es la argolla extasiada y la flauta mimosa,
tubo por donde baja el celestial confite,
Canaan femenino de humedades nacientes
Cuartetos (Facit) de Verlaine y tercetos (Invenit) de Rimbaud.
Dos jovencitas nos deleitan con un paisaje culistico
En "La lentitud" Kundera dedica varias páginas a reflexionar acerca del culo y de su lugar en la literatura:
"Luego se levantan y prosiguen su paseo. La luna llena aparece por detrás de la hojarasca. Vincent mira a Julie y, de pronto, queda embrujado: La luz blanca le ha otorgado a la joven la belleza de un hada, una belleza que le sorprende, belleza reciente que él no ha visto antes en ella, belleza fina, frágil, casta, inaccesible. Y, de repente, sin saber siquiera cómo se le ha ocurrido, imagina su ojo del culo. Brusca, inesperadamente, esa imagen está allí y ya no podrá deshacerse de ella.
¡Ah, el ojo del culo liberador! Gracias a él el elegante con traje y chaleco (por fin, por fin!) ha desaparecido del todo. Lo que no han podido varios vasos de whisky, ¡un ojo de culo ha sabido hacerlo en un segundo! Abraza a Julie, la besa, le toquetea los pechos, contempla su delicada belleza de hada y, mientras tanto, constantemente, imagina su ojo del culo. Tiene unas inmensas ganas de decírselo: “Te toco las tetas, pero no pienso en otra cosa que en tu ojo del culo”. Pero no puede hacerlo, las palabras no le salen de la boca. Cuanto más piensa en el ojo del culo, más blanca, transparente y angelical es Julie, tanto que le resulta imposible pronunciar esas palabras en voz alta."
Vieron los detalles del tatuaje?
Y transcribo también un fragmento del poema de Apollinaire que habla de la puerta que viene al caso (no es la mejor traducción, creo, pero no encontré otra en internet).
Octava puerta de la gran belleza de mi amor
... pero mi amor encontrará allí un templo
y tras haber ensangrentado el atrio donde vela el encantador
monstruo de la inocencia
descubriré y haré brotar el más ardiente géyser del mundo
oh mi amor Madeleine mía
soy ya el dueño de tu octava puerta
Y tu novena puerta aún más misteriosa
que te abres entre dos montañas de perlas
tu más misteriosa todavía que las otras
Puertas de los sortilegios de los cuales no nos atrevemos a hablar...
Ella era gordita, petisa, tetona y vivía en Nueva York. Además era terriblemente distraída. Noten esto porque es importante para la historia. Hacía un calor espantoso y húmedo. La petisa trotaba por las calles sin bombacha. Pero no por puta sino por acalorada. Olvidé decir que tenía un culo de ésos. Sus glúteos, sin el vínculo férreo, sin el dique del calzón, anadeaban que era un gusto. Ver un culo así, de lo más respingón y que no es de uno, causa desazón en el espíritu. Era como el culo movedizo del Tandil. Tampoco tenía corpiño, pero esto porque se había olvidado de ponérselo. Ante cada taconeo (en este sentido era un SS) sus pechos viboreaban a derecha e izquierda, arriba y abajo. Se metió en el subte con intención de bajarse en tal o cual lado. Abrió La tierra baldía, de T. S. Eliot en la página 14 y se puso a leer apasionadamente. Luego de miles de minutos notó muy extrañada que en el subte cada vez había menos blancos y más negros. Al final sólo eran negros y ella la única blanca. Estaban en la calle 99 Oeste o más (ni sé). Era Harlem. Desesperada y haciéndose pis encima del miedo se bajó. Quería encontrar un taxi para que la sacara de allí. Pero no había taxis. Sólo tres negros hermosos, de pijas larguísimas, que la humillaron racialmente. «A esta blanquita nos la manda Santa Claus», dijo uno. «¡Qué pan dulce lleno de confites!», declaró otro al tiempo que la manoteaba por atrás moviendo su mano de abajo a arriba. Ella se desasió indignada. «Vamos a sodomizarla, brothers», proclamó de manera definitiva el tercero.
La petisa, con un gemidito de angustia, alcanzó a zambullirse en un taxi providencial.
Ya en su cuadra tuvo que recorrer varios metros antes de entrar a su edificio. Merodeando había tres sidacos aburridísimos equipados con jeringas descartables recicladas varias veces. «Qué lindo culo para pincharlo», dijo uno. «Vamos a meterle el HIV para que dé positivo en los análisis», declaró otro. «Rápido, que no se nos escape», proclamó juiciosamente el tercero y se abalanzaron loquísimos, revoleando jeringas como lanceros de Bengala. Ella trató de sacar las llaves, aunque sabía que no iba a tener tiempo de abrir. Pero tuvo la buena suerte de que del edificio justo en ese momento salía una vieja. De un manotazo la apartó, entró y cerró la puerta. La vieja quedó afuera con los sidacos, pero no creo que le haya pasado nada porque no era su tipo.
La petisa tetona y culona subió al ascensor jadeando aterrada. Ya en su departamento suspiró aliviadísima creyéndose a salvo. Grande fue su error, porque pegado al techo la esperaba el gusano máximo de la vida misma. Al monstruo le encantaban las gorditas tetonas. Eran sus predilectas. De un salto cayó al piso, cerca de la puerta, haciendo plop. En realidad bien hubiera podido caerle encima y violarla ahí mismo sin falta, pero antes quería jugar un poco con ella por razones de sadismo. Al ver un ser tan horrible, que le bloqueaba la salida, la gordita trastabilló torpemente. Supo que esta vez había perdido. Ella se corría un poquito a la izquierda y el gusano la correteaba hasta allí. Ella, gimoteando, se movía a la derecha y él, casi con ternura, como con amor, la bloqueaba. Ni siquiera intentó gritar pues sabía que era inútil. Ese era un lugar lleno de drogadictos y cornudos. El drogadicto espera a su dealer y el cornudo sólo está preocupado por las encamadas de su mujer, de modo que nadie le iba a dar bola.
El gusano máximo de la vida misma la fue arrinconando. En cierto momento la gordita chocó contra su cama y medio como que se recostó sobre ella. Momento muy esperado por el bicho, quien le saltó encima. La tetona gimoteó dulcemente. Se dejó hacer sin resistir, casi muerta de asco. El gusano, con una sorbida, le arrancó las ropas y se las tragó. Una vez que la tuvo completamente desnuda y a su merced, estiró dos pseudopodios con forma de ventosas. Con ellos le empezó a chupar las tetas: primero una, después otra, alternativamente. Hacía slurp, slurp. Aquello era asqueroso y erótico al mismo tiempo. Ya baboseada, un tercer pseudopodio se introdujo profundamente en su vagina. Pero aquel falo no era un operador lacaniano (o sí); no era propiamente una pija pija: era una máquina de vacío que al tiempo que entraba y salía vaciaba de aire la intimidad del útero para luego insuflar líquidos tibios. Así una vez y otra. Dos nuevos pseudopodios se introdujeron en su boca y en el ortex. La gordita, ya totalmente entregada, comenzó a gozar. ¿Qué remedio le quedaba si había perdido, la muy puta (distraída e histérica)? El pseudopodio del culo se hinchaba al entrar y se desinflaba al salir. Uno, dos, tres orgasmos anduvimos bien. Al cuarto la petisa pidió agua. «Basta, me vas a matar.» «Jodéte.» Cuando se desmayaba él la hacía volver a la conciencia. Al orgasmo número catorce tuvo un paro cardíaco. «Muerta soy. ¡Confesión!», como en las obras de Lope de Vega.
Después de comerse todo lo que había en la heladera y bañarse, el gusano máximo de la vida misma se fue.
Fragmento de El gusano máximo de la vida misma, Alberto Laiseca.
Gracias y Desgracias del Ojo del Culo
Ahora si, las demas.
25 comentarios - Señores culos
y muy buen material de lectura, sigue asi, con mas aportaciones de estas