¿Así que querés saber por qué me dicen la turca?
En el barrio ya mis amigos me decían así.
De más pendeja tenía un poco de vergüenza, hasta que me di cuenta que no hay tipo que se resista a una buenas tetas.
Todos se vuelven loquitos cono vos ahora...
Imaginate, después de dos años de noviazgo, lo que era tu tío en la noche de bodas.
Yo le había guardado la conchita para él, pero ya había hecho mis cositas con otros novios.
Y con el novio de una amiga también, digamos que no era una santita.
Pero tu tío no se puede quejar, siempre tuvo todo esto a su disposición.
Aunque yo haya tenido mis aventuras. Porque ustedes se ponen bobos con las tetas.
Y una también quiere probar cosas nuevas.
En esos años la tía perfeccionó mucho su técnica. ¿Te gusta, amorcito?
A mi profe de gimnasia también le gustaba, ja.
Es que hay que tenerle mucho aguante a una mujer como yo.
Gracias a mis habilidades mi jefe de entonces me aumentaba el sueldo dos o tres veces por año. Y, además, me daba franco cuando estaba muy cansada.
Así podía quedarme en casa para recibir al sodero... uf, cuánta energía tenía ese muchacho.
Dale con ganas papito, no seas vergonzoso con la tía.
Pero bue... ahora que estoy separada y con experiencia, no sabés los hombres que estoy conociendo.
Del último chongo que enganché en Tinder, mejor ni te cuento...
Viste, bebé... la tía no terminó de contarte que ya te saltó toda la lechita.
En el barrio ya mis amigos me decían así.
De más pendeja tenía un poco de vergüenza, hasta que me di cuenta que no hay tipo que se resista a una buenas tetas.
Todos se vuelven loquitos cono vos ahora...
Imaginate, después de dos años de noviazgo, lo que era tu tío en la noche de bodas.
Yo le había guardado la conchita para él, pero ya había hecho mis cositas con otros novios.
Y con el novio de una amiga también, digamos que no era una santita.
Pero tu tío no se puede quejar, siempre tuvo todo esto a su disposición.
Aunque yo haya tenido mis aventuras. Porque ustedes se ponen bobos con las tetas.
Y una también quiere probar cosas nuevas.
En esos años la tía perfeccionó mucho su técnica. ¿Te gusta, amorcito?
A mi profe de gimnasia también le gustaba, ja.
Es que hay que tenerle mucho aguante a una mujer como yo.
Gracias a mis habilidades mi jefe de entonces me aumentaba el sueldo dos o tres veces por año. Y, además, me daba franco cuando estaba muy cansada.
Así podía quedarme en casa para recibir al sodero... uf, cuánta energía tenía ese muchacho.
Dale con ganas papito, no seas vergonzoso con la tía.
Pero bue... ahora que estoy separada y con experiencia, no sabés los hombres que estoy conociendo.
Del último chongo que enganché en Tinder, mejor ni te cuento...
Viste, bebé... la tía no terminó de contarte que ya te saltó toda la lechita.
1 comentarios - Memorias de una tía pechugona.