Werner era un amante especial, sobre todo cuando se tratabade sexo y mujeres. Le encantaban las medias rojas. No es que fuera impotente,no, sólo que cuando su amante Uschi llevaba medias rojas, su polla se hinchabade tal tamaño, que Uschi se volvía casi loca. Barbel, la amiga de Uschi,también lo sabía. Llevaba mucho tiempo echándole el ojo a Werner y le habríaencantado que se la follara por el culo. Había que encontrar unas medias rojasy una ocasión adecuada.
Werner se sorprendió cuando Barbel lo miró. Pero cuando ellase desnudó y él vio las medias rojas, sucedió. Barbel era mayor que su Uschi,pero en despiste y cachondez, era mejor. El cuerno de Werner se irguió como unabarra de hierro, mientras tomaba a Barbel en pedazos. La tocó por todos lados yla manoseó. Tenía un coño delicioso y también lo sabía. La humedad brillaba ensu exquisita raja, mientras Werner la doblaba en dos para poder observar surígido clítoris. Ella gimió como alguien que no hubiera tenido una polla tiesaen su coño durante semanas y se frotó los pezones hasta que se pusieronrígidos.
Su cara se tensó y mantuvo los ojos cerrados. Eso era lo quesiempre había querido, a Werner encima de ella, metido dentro de ella, con lapolla tiesa en la mano y pensando que se la estaba follando él y no Uschi. Seinclinó sobre Werner, dejó que su polla palpitante se posara a lo largo sobresu coño y frotó su clítoris hinchado contra sus nalgas. Prestó mucha atención aque el hombre no se corriera. No quería vaciarlo demasiado rápido. Todavíatenía que jugar con ella a todos los juegos eróticos a los que tantas veceshabía jugado con él en sus sueños. Pero este juego con la mujer excitada tomódemasiado tiempo para Werner así que la tiró sobre su espalda, arrastró susmuslos aparte como una gallina y trajo su polla en su división palpitante.
Pero antes de que pudiera eyacular, Barbel lo expulsó de suhúmedo coño con un astuto movimiento. Se dio cuenta de que Werner queríacorrerse, pero ella no quería recibir su esperma caliente en el coño. Al menosno todavía, lo quería en su boca, todo el turbulento y resbaladizo flujo delhombre, quería beberlo con avidez. Estaba tumbado en la cama, flácido y seco.Barbel lo había abandonado, después de que ella hubiera bebido su esperma.Estaba soñando cuando Uschi entró en la habitación y vio a su Werner tumbado.Su polla estaba medio erecta y todavía un poco resbaladiza. ¿Se había hecho unapaja?
Le cogió la polla suavemente con la mano y empezó a bombear.Werner abrió los ojos y vio a su Uschi. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Hacíaun momento Barbel había estado con él, lo besó tiernamente y Werner sonrió.Uschi o Barbel, le daba igual. Dejó que Uschi le chupara el cuerno tanto comohabía dejado que lo hiciera Barbel hacía un rato. Maravilloso que las mujeresfueran tan ávidas de esperma. Uschi chupó despacio. La última vez se había dadocuenta de que a Werner no le gustaba rápido y fuerte. Le lamió los huevos conla punta de la lengua.
Pero Uschi no era Barbel. Quería que se la follara Werner,quería su gorda polla en su estrecha raja. Y quería que él la lamiera, que lemetiera su cálida lengua en su coño. Werner gimió de placer extasiado cuando lepermitieron lamer el joven coño de su Uschi. Y entonces la echó hacia atrás, laobligó a ponerse de rodillas y le metió su majestuosa polla, de un solo golpe,hasta el fondo del coño. Uschi gritó de angustia cuando él la tomó tanbrutalmente. Quería que la cogieran así. Ni suavemente ni ninguna de esastonterías. Ella quería ser follada por el hombre de una manera brutal. Queríaser la mujer, sin voluntad, que yacía bajo las embestidas del hombre, sacudidade un lado a otro. Ahora Werner la cogía de verdad, la lanzaba en todo tipo deposturas, como le encantaba a Uschi y la follaba por delante y por detrás yluchaba con su fuerza extatica sobre la mujer quejumbrosa y temblorosa.
Ella luchó en la excitación innombrable sobre la cama, ambosfrotando la carne caliente uno contra el otro y Uschi gritó repetidamente susgritos de agonía de amor y su semen brotó de su vagina atormentada. La lava desu coño manaba en oleadas de su vulva contraída. Y Werner lo disfrutaba. Leencantaba sentir sus jugos calientes sobre su polla, el chirrido de los labiosde su coño sobre su polla agitada. Y sabía que estaba a punto de estallar. Noquería retener más su esperma. Era el momento de que Uschi recibiera toda ladescarga en lo más profundo de su gruta gimiente. Uschi mordió el colchón cuandosintió la explosión. Rugió y luego se hundió en sí misma, completamenteenculada e indefensa. Y Werner estaba enculado, pero agarró a Uschi, le abrióel coño y miró el esperma que salía disparado. Le encantaba ver a Uschi con elsemen chorreando.
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