Mi hermanita siempre tuvo complejos, bah, quisiera creer que fue eso, sino no tendría idea de lo que le pasó. De hecho, se dice que esas ideas, emociones, tendencias, se producen o se adquieren en la infancia. De otra forma, no lograría comprender porque se comportaba como lo hacía. Digo lo hacía y no "lo hace", porque desconozco su actualidad, al crecer, al hacernos adultos, cada uno de nosotros hizo su vida. Y tal vez fue como una forma de dejar atrás el pasado, nos desconectamos. Pero siempre fue una persona acomplejada, con emociones inconscientes que influyeron en su conducta y su personalidad.
Ella, siempre, todo el tiempo, trató de agradar, a todo el mundo, quería ser la consentida, la mimada, el centro de interés, de atracción, más aún en su adolescencia. Sin embargo, para su desgracia, fue la segunda. Yo fui el primogénito, y todas las atenciones eran para mi. Fundamentalmente por parte de nuestra madre, que era la que estaba con nosotros durante todo el tiempo o la mayor parte de él. Ella se sentía desamparada, y para no rendirse a esa adversidad, al terminar la secundaria, se dejó dominar por afectos, pasiones o vicios, ustedes lo evaluarán.
Entonces, hasta ese momento, y dentro del núcleo familiar, sólo le quedaba disputar el amor de mi padre, precísamente a mi madre. Pero, ese era otro objetivo complicado, cuesta arriba, ya que mi padre, siempre estuvo profundamente enamorado de nuestra madre. Por eso, ella se sentía como una paria, una malquerida (para ella eso era definitivamente así).
Mi padre volvía de todo un día de arduo trabajo, y mucha atención tampoco le brindaba, ojo, al igual que a mi, pero yo, tenía todos los cuidados de mi madre, durante todo el día, así que no me molestaba.
Mi hermanita, se enlanzaba sobre mi padre y este la separaba, se la quitaba de encima.
Debido a ello comenzó así con su búsqueda de cariño, con los que no eran de la familia primaria, pero si secundaria, vale decir, nuestros tíos, nuestros primos, nuestros familiares. Yo para ser totalmente honesto, tampoco le prestaba alguna atención. Siempre fui muy pegado a mi madre y tenía cero maldad, cero malos pensamientos.
Sin embargo, a partir de un evento específico, que observé con un familiar, me dediqué a hacerlo, es decir, a prestarle la debida atención, a vigilarla.
Uno de nuestros tíos, que para colmo me caía muy mal, ya que galanteaba a mi madre. la asechaba a escondidas, como un buitre y con cautela la manoseaba.
La intentaba engañar y perjudicar con artificios, con dobleces e hipocresías, fingiendo contactos físicos ocasionales, eventuales, accidentales, repugnantes, lo vi palpar a su sobrina, es decir mi hermanita, con intenciones sexuales. Que hasta ese momento bien yo no comprendía.
Siempre sus manos se movían sin impedimento alguno hacia zonas pudendas, que causaban pudor o vergüenza
Otro que individualicé con la misma actitud, era su hijo, mi primo, diez años mayor que nosotros (mi hermanita y yo). Tenía ademanes y modales maliciosos, él los hacía ver como una picardía, si se los hacíamos notar, una travesura o gracia sexual, pero para mi, era digno hijo de su padre.
A todo esto, mi hermanita siempre usaba prendas muy diminutas, breves, cortas, que no tapaban sus bragas, pantaloncitos, camisolines, falditas, jumpercitos, o bombachitas, etc. Nosotros y principalmente yo, estábamos acostumbrados a verla así, no nos llamaba la atención. Sin embargo, para algunos de los visitantes era llamativo y le prestaban algo más que su atención.
Pero, ya en ese momento yo estaba alerta y me contenía, porque aunque me parecía extraño, raro, no me ofendía de forma tal que me sintiera agraviado, deshonrado. Hasta ese evento que mencioné, cuando no sólo vi el manoseo acostumbrado, aunque esta vez, era mucho más ultrajante. Sino que vi a mi hermanita no usar ropa interior, ella estaba sin bragas, sólo con la prenda exterior que cubría su cuerpo, cosa poco común, ya que ella prefería andar sin vestido pero con bragas. Y a su vez, el tío la alentaba a la apertura de sus piernas para luego sobarle la entrepierna.
En ese preciso momento supe que algo pasaba, que algo andaba mal, no ya con mi tío y su hijo, mi primo, que por supuesto así era, sino con mi hermanita. ¿Por qué permitiría aquello? me pregunté.
La segunda vez que me encontré con un espectáculo similar, en el sentido de mi afectación y sorpresa, es decir, que no me pareció natural, fue un sábado que los encontré a nuestro padre y ella en una posición, o más que eso, en una ceremonia mal intencionada, equívoca. Ella, mi hermanita, estaba a horcajadas de una de las piernas de nuestro padre, el en slip, cosa bastante habitual en toda nuestra familia, somos de andar en ropa interior por la casa. Pero, ella, además de estar en bombacha, tenía su mano asida al calzoncillo de nuestro padre, junto a su pene erecto que sus dedos rozaban.
Dudé, pero algo me decía en mi interior que eso estaba mal. La tercera vez que vi algo y la segunda vez consecutiva que noté algo extraño entre nuestro padre y mi hermanita, fue cuando lo encontré a mi padre dando masajes a los glúteos de Felina, ese es el nombre de mi hermanita. Cuando él, notó mi presencia le dijo ¡Eso no se hace, nunca más dejes que te lo hagan! Fue como un ejemplo que él le daba para que ella entendiera a que hacía referencia. Supe tiempo más tarde por mi hermana, qué él también lo había visto al tío Campos, ese era el apellido del familiar, abusar de ella.
Paso seguido nuestro padre le propinó unas nalgadas como escarmiento. Le bajó la prenda íntima interior blanca y le dejó el culo rojo de cachetazos en su trasero. Felina lloraba como sin entender lo que pasaba. Yo ante el escarmiento me fui, no fuera cosa que la ligara de rebote, Sin embargo, desde el dormitorio espié. Y ni bien me fui el dejó de hacerlo. Mi hermana acongojada se durmió en su regazo y allí sucedió el tercer incidente entre ellos.
Ella dormida o simulando dormir, fue más que inspeccionada por nuestro progenitor. Fundamentalmente en el lugar que pocos días atrás hurgaba su cuñado, nuestro tío, en la entrepierna de Felina. Tal vez los lectores no logren dimensionar el contexto (espacio-tiempo) de lo que cuento, como atenuante explico que esto sucedió hace más de treinta años, era otra época, no había internet, ambos, mi hermana y yo, éramos muy caseros, estábamos domesticados, no éramos callejeros, en otras palabras "nenes de mamá y papá".
Yo sabía dentro mío que estaba mal, pero no estaba absolutamente seguro si no me equivocaba, si no estaba exagerando. No quería hablarlo con nadie, ni mencionarlo, temía que se burlaran de mi.
Lo único que me quedaba era seguir espiando, vigilando. Y mi vigilia dio resultado, se coronó con éxito. Descubrí entre ellos una especie de juego (entre mi padre y mi hermana) en ocasiones él también la hurgaba y ella respondía de la misma forma, pero de distinta manera, era como que meneaba algo entre las piernas de él, lo movía de un lado a otro.
La vi varias veces hacerlo en distintas ocasiones, fundamentalmente a la hora de la comida, en la cena, en el almuerzo, principalmente con una mesa delante de ellos. Pero otra vez los observé juntos, en la cama matrimonial de nuestros padres, pero ella mi hermanita en lugar de nuestra madre, durmiendo a su lado, haciendo "cucharita" y frotándose ambos con sus manos en las entrepiernas.
Esa vez, pude divisar que él nuevamente estaba con una erección en su pene, pero esta vez ella le estaba presionando el miembro sexual. Esa fue la primera vez que a mi se me ocurrió investigar de manera más exhaustiva mi propio cuerpo, mi pija. Comencé a remover, a escarbar entre mis piernas y de pronto sentí una sensación nueva, extraña, que nunca me había sucedido era como que se me hacía un vacío en la boca del estómago, algo placentero pero que no podía soportar, parecía que si seguía me iba a pasar algo, por ejemplo orinarme encima.
Ese descubrimiento me tenía, no se si la palabra era "preocupado" (hablo de lo que experimenté yo tocándome). Me inquietaba, ese es el concepto, porque no sabía que me iba a pasar, si era bueno o malo, si estaba bien o mal, etc. Pero respecto a ellos (mi padre y mi hermana) ya era algo habitual encontrarlos jugando a ese juego de toquetearse. De todos modos, nunca los delaté, porque algo dentro mío, sabía que sería un escándalo decírselo a alguien.
Observé que el juego de ellos tenía algunas variantes, no sólo se restregaban las entrepiernas, sino que nuestro padre tanteaba también las nalgas de mi hermana y capaz hasta metía sus manos hasta lugares más profundos, entre las cachas o en la raya del trasero.
Descubrí a ella (Felina) que iba a la habitación de nuestros padres, cuando madre no estaba allí, por ejemplo a la hora de la siesta y acariciaba por sobre los calzoncillos de papá su órgano sexual en erección. Lo hacía por mucho tiempo y él se despertaba.
Otra vez los observé que ella ya no lo acariciaba por sobre la ropa, por sobre los pantalones, sino que lo agarraba en cuero, tocaba la garcha de papá parada y él se dejaba, hasta él venía con la bragueta desabotonada y la verga erecta al aire libre.
Yo mientras tanto seguía escudriñando mi pene y cada vez más rápido se encendía, todo me hacía suponer que sería gratificante continuar tocándome hasta que suceda lo que tuviera que pasar y ya no interrumpir esa sensación cuando ya no podía soportarla.
Tomé valor y me decidí a enfrentar a Felina, pero no con lo que hacían con nuestro padre, sino con lo que me pasaba a mi. Sucedía que de un tiempo ha esa parte me dolían los testículos, cosa que nunca había experimentado, estaba seguro que no me había golpeado nadie y menos aún, que yo mismo lo hubiera hecho, sabiendo los juegos entre ellos y que ella lo hacía con nuestro progenitor, es decir, manoseaba su pito, supuse que conocería algo más que yo. Quería que me explicara.
Seguramente él, le habría comentado algo, le habría enseñado o contado sus experiencias con ese dolor. Siempre ellos tuvieron mejor relación entre ambos dos que conmigo.
Ella se sonrió al escuchar mi experiencia, pero, como yo soy tres años mayor, no se burló y tomó una actitud que en ese momento la valoré. Sin embargo, con el paso del tiempo no la menosprecio pero... se modificó. Me dijo ¡No se que reacción tiene en el hombre el tocarse! ¡Capaz el dolor se relaciona con eso! ¡A mi se me hinchan y me duelen los senos, lo pezones!
¿Y cómo lo sobrellevás? Inquirí
¡Me toco hasta explotar y se me pasa! Aseguró ella
¿Pero cómo explotar? ¡No te estoy entendiendo! Aclaré
Y ella me dio una demostración práctica. Se corrió uno de los lados de las bragas y dejó expuesta su vulva sin pelos, era rosa y húmeda.
Luego se terminó de desnudar y con su mano derecha con los dedos índice y mayor comenzó a restregar esa zona y con su mano izquierda acariciaba sus senos, apretujándolos. Exclamo ¡Aaaahhh! y se relajó. Me dijo ¡Acabé!
¿Qué quiere decir eso? Pregunté atolondrado, ¿Quiere decir qué explotaste? Repregunté
¡Si! Afirmó ella
¿Y te tenés que desnudar para hacerlo? Consulté, pensando que yo lo hacía con la ropa puesta
¡No, no es necesario! Dijo mientras se vestía para luego subirse a su cama, poner su almohada como una especie de montura y cabalgar sobre ella. Nuevamente hizo unos ruidos una especie de jadeo con un gritito ¡Aaaaaaahhhh!!
Exclamé ¡Explotaste otra vez! Aseguro haberlo hecho nuevamente, gotas de sudor corrían por su cuerpo.
Me dijo, ¡Cuando lo hago no puedo parar! Se quitó su conjunto de ropa interior húmeda, se puso otra de color pastel, celeste y se tocó por sobre la ropa interior, tembló y esta vez bien delante mío vi como líquidos y fluidos vaginales chorreaban por su entrepierna
Luego de todo aquello yo estaba duro como una piedra y mis huevos inflados parecían explotar, mi hermanita notó mi incomodidad y me dijo ¡Dejame que te ayude! Tomó con sus manitas mi chotito y le pasó la lengüita, al instante me salió de allí una especie de agua sucia y quedé dando estertores, convulsionando de gozo y placer, en ese instante me enamoré perdidamente de mi hermanita.
Comencé a visitarla en su cama y jugar el juego de mi padre con ella, Felina me lo permitía, también como él jugueteaba con su ano, y a ella eso le encantaba, recorría con mi dedo ese anillo, el círculo del placer lo llamaba ella. Se desnudaba para mi y yo la contemplaba extasiado, su delicada piel, tersa, suave.
En la medida de lo posible, comenzamos a pasar el mayor tiempo juntos, hacíamos todo de a dos, hasta cuando se podía nos bañábamos los dos a la vez.
Me encantaba enjabonarla y que ella me enjabone. Nos restregábamos con nuestros cuerpos y nos bañábamos mientras eyaculábamos de placer.
También seguíamos jugando a los juegos más tradicionales pero, a todo yo le ponía una connotación sexual, relacionado con el cuerpo de mi hermana. Deslumbrado por ella le resté atención a mi madre, ella le pasaba lo mismo conmigo, bah o eso creí. Aunque ya no estaba tan pendiente de nuestro padre y sus juegos.
Felina era muy creativa con su cuerpo y lo utilizaba diestramente para la lujuria. Era muy habilidosa naturalmente, era algo innato en ella, no lo había aprendido de nadie, lo llevaba en la sangre, un don Yo a comparación con ella era un novicio un principiante.
De todas formas yo sabía que la compartía de la misma manera con mi padre, es más aún, ella traía las experiencias adquiridas con él para practicarlas conmigo y llevaba las que descubríamos entre nosotros para realizarlas con él. No puedo fingir que no me molestara, era una de nuestras peleas constantes entre los dos.
Pero ella intentaba minimizarlas, se hacía la ofendida hasta que yo aflojaba. Porque para ser sinceros, ella tenía otra opción, yo hasta ese momento no, ninguna, era sólo ella el único cuerpo con el que podía disfrutar, pero, me dolía.
De todos modos lo nuestro iba in crescendo, aumentaba diariamente. Mi padre le ponía límites, yo sin embargo los quería romper, sin embargo ella tenía más información y yo no la podía embaucar, porque lo que le mentía y le aseguraba como cierto, ella lo cotejaba con él y me descalificaba.
Pero, yo contaba con su curiosidad, a pesar de sus conocimientos, ella tampoco había experimentado todo, y sentía deseos de conocer en la práctica y no desde la teoría. Tenía interés, se intrigaba, yo despertaba su inquietud e insistía.
Cada vez nos animábamos a más, íbamos perdiendo los miedos, nos arriesgábamos a que nos descubran. Lo hacíamos a plena luz en cualquier sitio, inconscientes por la calentura, no lo pensábamos dos veces, estaba seguro que llegaría el momento de animarnos a más, yo hacía rato que no tenía ningún freno inhibitorio. Ella era la que se rescataba y me limitaba.
Hasta que se dio, llegó el día, sólo vino hacia mi y se entrego mansa. Serenamente me montó en el sillón sofá cama de la sala. Tomó la iniciativa, debía hacerlo ella, ambos éramos vírgenes, yo me mantuve pasivo hasta desflorarla.
A partir de ese día me desboqué, y la regarché en continuado, de manera ininterrumpida, de manera prolongada e incesante. En todos los lugares, en todas las posiciones, ambos nos enviciamos. Ella se enloqueció conmigo, era el único que la cojía, eso me auguraba una posesión un monopolio sin competencia, era su dueño absoluto.
Y deliré, se me subieron los humos, flashee hasta darme de bruces, hasta caer por mi propio peso, por idiota, perdí el equilibrio, me agrandé y decaí hasta extinguirme, me sentí amo y ha ella la maltraté como antes, casi como una criada.
A partir de ese momento comenzó a cojer con nuestro padre y luego con otros tipos de la familia y extraños.
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