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El Pepino, Historia de una Hija de puta


La confidencialidad de un psicólogo no es muy distinta a la de una puta. Ese es su valor más preciado.
Predico un discurso feminista que se sostiene, en gran parte, por haber crecido rodeado de un matriarcado impresionante de mujeres que manejaban y mandaban en sus casas, que se hacían cargo de sus hijos y que tomaban las decisiones sin preguntarle a nadie. A veces siento que el feminismo juega al empate, pero estas mujeres no estaban ni ahí con empatar. Te tomo, te hago a un lado y sigo avanzando. Tengo ese aprendizaje: acá se sale adelante y se sale adelante.
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Comenzamos para la fantasía chicos , créanme es para.................mmm ya saben que
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Imagínate, Prostituta, Porno Star
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‘La que nace puta, muere puta’
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"Me violaron a los 10 años pero aprendí a perdonar": las historias de superación de las hijas de prostitutas  
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Nunca sufrí bullying por ser hijo de una puta, ni en el colegio ni en el puerto. Probablemente porque no era el único, había más y varios eran mis amigos. Tampoco recuerdo oír a gente que comentara o le gritara algo a mi mamá. Si así hubiese sido, probablemente se habría dado vuelta y lo habría dejado sentado. Creo que es el factor puerto. La relación de la comunidad con el comercio sexual es más civilizada porque está más visibilizada, más normalizada, y porque, en ese tiempo de dictadura, jugaron un rol importante en cuidar y esconder a los suyos. ‘Un puerto sin putas no es puerto’, decía mi mamá.
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Ser prostituta significaba convivir con un mundo de astucia, de estrategia, de organización. A veces los tipos quedaban tan borrachos, contaba mí mamá, que no llegaban ni a acostarse. Había muchas formas de ejercer la prostitución sin sexo. 
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Es curioso, pero mi familia es bien conservadora en términos del lenguaje. Mi mamá no dice ningún garabato, pero el hijo de puta le sale natural. Supe que mi mamá era puta cuando tenía 8 años. Sospecho que me estaba tanteando, que quería ver cuán preparado estaba para saberlo. ‘A ver, qué tanto si tú eres un hijo de puta’, soltó, sin hacer de ello una tragedia griega. Ese comentario lo sentí fuerte, mi mamá me estaba diciendo por primera vez un garabato y eso me dolía. ‘Te tienes que enterar, este es un pueblo chico y lo más probable es que alguien te diga algo, quiero que lo sepas por mí’, me dijo. Ese día lo supe, pero no lo entendí.
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Allí, un día apareció en una revista un reportaje sobre prostitución, que circuló de casa en casa. En la foto principal, había prostitutas, quienes daban su testimonio y posaban con una huincha que tapaba sus ojos. Las mujeres de la población reconocieron a la hija de una de las vecinas, se pararon afuera de su casa y la increparon. La trataron de indecente. Lo de mi mamá no lo sabía nadie, entendí que debía guardarlo como un secreto familiar.
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Cuando eres puta, tu cuerpo no te pertenece
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Desde mi adolescencia que escucho con harta liviandad a las mujeres llamarse putas o maracas entre ellas. No me saco la taza de té de la boca para defenderlas cada vez que alguien se refiere a este oficio, pero lo reivindico. No están ni cerca de saber lo que significa, no es un deporte, no se acuestan con estrellas de Hollywood y, aunque todo el mundo alucina con el romanticismo de la obra 

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He escuchado comentarios como ‘lo hacen porque es plata fácil’, pero acostarse con alguien que quiere saciar su morbo no tiene nada de sencillo. Sí, se gana buena plata, pero ¿a qué costo?
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Ser prostituta significaba convivir con un mundo de astucia, de estrategia, de organización
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Eso de que el instinto de madre lo traspasa todo es un mito, mi mamá tenía la opción de abandonarme, pero no lo hizo, ni a los 5 ni a los 30. Eso basta para sentirme agradecido y orgulloso, viniendo de cualquier oficio o profesión”.soy una hija de puta
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1 comentarios - El Pepino, Historia de una Hija de puta

grancucon
¡¡¡ Buen relato...Me gusta lo que escribe....Gracias por compartir....!!!!