Un día unos dedos se atreven, de manera circunspecta, lenta, tímida, furtiva, muda, por un segundo, a posarse en el antebrazo del otro cuerpo que se encuentra frente a los ojos.
Otro día, la palma de la mano forma como una funda que se cierra sobre el dorso de la mano que mira, y la mano, debajo de la mano, no se retira.
Los cuerpos de repente están más cerca de manera misteriosa, de golpe, sin que se acercaran de ninguna manera.
Un día, parecen cercanos para siempre, sin que hayan necesitado moverse.
Después la boca llega más cerca de la oreja a la que se le quiere decir todo.
La boca se introduce en los cabellos negros y rojos en donde va a susurrar.
Los labios se mezclan con una especie de seda pero evitan tocar ese extraño caracol.
Un día, al fin, la mirada se demora en una parte del cuerpo que vale por todas las partes del cuerpo.
Ese día es el único día en el que hay amor.
Ese día las ropas pesan.
Ese día el cuerpo tiene tanto calor que parece abrasado. Un agua anima el fondo de los ojos.
Un rubor sube de abajo de las piernas y bordea el vientre, atraviesa el ombligo, llega al torso, alcanza los senos que tensa y sube hasta la mirada a la que agranda. La voz se torna baja. Las muñecas se quitan las mangas , los dedos avanzan en el aire que se desliza ente los cuerpos, desatan los nudos, sacan broches, desprenden botones, abren, acarician.
Toman lo que es dulce.
Autor : Pascal Quignard
Otro día, la palma de la mano forma como una funda que se cierra sobre el dorso de la mano que mira, y la mano, debajo de la mano, no se retira.
Los cuerpos de repente están más cerca de manera misteriosa, de golpe, sin que se acercaran de ninguna manera.
Un día, parecen cercanos para siempre, sin que hayan necesitado moverse.
Después la boca llega más cerca de la oreja a la que se le quiere decir todo.
La boca se introduce en los cabellos negros y rojos en donde va a susurrar.
Los labios se mezclan con una especie de seda pero evitan tocar ese extraño caracol.
Un día, al fin, la mirada se demora en una parte del cuerpo que vale por todas las partes del cuerpo.
Ese día es el único día en el que hay amor.
Ese día las ropas pesan.
Ese día el cuerpo tiene tanto calor que parece abrasado. Un agua anima el fondo de los ojos.
Un rubor sube de abajo de las piernas y bordea el vientre, atraviesa el ombligo, llega al torso, alcanza los senos que tensa y sube hasta la mirada a la que agranda. La voz se torna baja. Las muñecas se quitan las mangas , los dedos avanzan en el aire que se desliza ente los cuerpos, desatan los nudos, sacan broches, desprenden botones, abren, acarician.
Toman lo que es dulce.
Autor : Pascal Quignard
4 comentarios - Sobre las mejillas, las orejas y las sedas del amor
+ 10 !
Gracias por compartir.